La lección secreta de Señorita Baronesa Felice - 9

Felice, que había pasado la noche despierta sumida en pensamientos sobre su abuelo, finalmente se quedó dormida cuando amaneció.

 

—Haah…

 

Cuando abrió los ojos, la puesta de sol proyectaba un brillo a través de las cortinas.

Con un largo suspiro, Felice se sentó al borde de su cama.

 

—Debería mencionar la herencia de mi abuelo. Pero primero, necesito prepararme para la lección…

 

Justo entonces, hubo un golpe en la puerta.

 

 

Toc toc

 

 

—Señorita Felice, ¿está despierta? Todos los invitados se han ido, así que puede salir ahora. El señor la ha invitado a cenar esta noche.

 

Sorprendida por la inesperada invitación, Felice parpadeó.

 

—Ah… sí. Bajaré una vez que esté lista.

 

 

 

 

 

 

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Guiada por una criada, Felice llegó al comedor antes que Claude y tomó asiento.

Sentada en silencio, reflexionó sobre por qué Claude la había invitado repentinamente a cenar. Esperaba que fuera solo una cortesía para los invitados, pero una sensación de inquietud le decía lo contrario.

En el primer encuentro, parecía odiar a Felice y estaba tratando de evitar las lecciones, pero la primera lección había sido completamente diferente.

 

—Haah…

 

Felice suspiró y se presionó la mano contra la frente.

 

—Tal vez este no sea el momento adecuado para mencionar la herencia de mi abuelo.

 

Se preguntó si debería encontrar algún tipo de literatura erótica. Claude había mostrado un interés sorprendente en las lecciones sobre la intimidad…

Ahora que lo pensaba, vagamente recordaba haber oído que una cierta condesa coleccionaba esas obras.

 

—Tal vez debería intentar conseguir algunas, por si acaso.

 

Aunque pensaba en un plan, Felice no pudo reprimir un suspiro. Sabía muy bien que nada de esto resolvería realmente la raíz del problema.

No tenía intención de mostrarle su cuerpo, e incluso solo ver su cuerpo la ponía ansiosa.

Estaba segura de que se pondría nerviosa al verlo.

Para una supuesta coach de relaciones que había estado en los brazos de muchos hombres, estar conmocionada por la vista del cuerpo de un hombre no tenía sentido.

 

—Buenas noches, señorita Felice.

 

Felice levantó la vista.

Claude apareció, vestido pulcramente con un traje y el cabello peinado hacia atrás con aceite, como si regresara de algún lugar.

 

—Ah, Claude. Gracias por invitarme a cenar.

—De nada. Imagino que la fiesta hizo que tu alojamiento fuera incómodo.

 

Claude respondió cortésmente con una sonrisa.

Felice bajó la mirada ligeramente, sosteniendo su copa, notando un sutil cambio en su comportamiento.

Momentos como este generalmente presagiaban problemas.

 

—Por cierto, me reuní con el Duque Vanessa esta tarde.

 

No fue hasta que llegó el plato principal que Claude planteó el tema real. Mantuvo la cabeza ligeramente baja, los ojos fijos en su plato, haciendo imposible que Felice leyera su expresión.

 

—Por cierto, el Duque estaba hablando de ti, señorita Felice.

 

Felice se sobresaltó ante esas palabras. Le preocupaba lo que ese hombre lascivo podría haber dicho. Seguramente, no podía haber sido nada bueno.

 

—Jaja…

 

Intentando desviar la conversación, Felice soltó una corta risa y sin rumbo clavó el tenedor en las verduras de su plato.

 

—Eres consciente de que hay un grupo que se asocia con el Duque, ¿verdad? Más de la mitad de ellos te han empleado como su tutora.

 

Felice asintió, pero sintió que iba a llorar en ese preciso momento.

Conocía demasiado bien a ese grupo. Todos eran lascivos y mujeriegos. La mayoría de sus esposas aborrecían los asuntos de sus maridos, algunas querían reconciliarse, mientras que muchas, como la Duquesa Vanessa, simplemente tenían amantes.

El punto crucial era que Felice era quien arreglaba esos amantes para las esposas.

Pero las palabras de Claude se detuvieron de repente.

Felice tragó saliva con dificultad y levantó la mirada del plato.

Cuando sus ojos azules y tranquilos se encontraron con los de ella, sus dedos se movieron. Claude sonrió ligeramente y continuó comiendo.

 

—No necesitas estar nerviosa. Es solo una charla ociosa.

 

Tomó un bocado de carne, disfrutando brevemente de la tranquila comida.

Felice forzó una sonrisa tímida y le siguió el ejemplo, pero a pesar de la obvia calidad de la comida, no pudo saborear la textura de la carne.

Aunque dijo que no se tensara, no pudo evitarlo.

 

—Por cierto… no pude averiguar mucho sobre tus antecedentes detallados.

 

Claude dejó caer repentinamente sus cubiertos.

El claro tintineo de los cubiertos atrajo la atención de Felice hacia arriba de nuevo.

 

—Sé a qué familia serviste, pero no sé de qué hombre fuiste la mujer.

—…¿Disculpa?

—Es gracioso decir esto delante de ti, pero sabes lo podrido que es el círculo del Duque…

—…Ah.

 

Felice afirmó silenciosamente la verdad en su mente y forzó una sonrisa mientras lo miraba.

 

—Jaja… ciertamente no todos son así.

—Escuchando sus historias, me hace pensar que hay pocas mujeres en Trouville que no hayan compartido sus camas.

 

Claude dio una suave sonrisa.

Frente a esa sonrisa, Felice no pudo evitar preguntarse por qué le estaba diciendo esto.

 

—Tus amantes no parecen tener ninguna conexión con el círculo del Duque. Asumí que tu reputación significaba que atendías a hombres ricos de familias notables… pero aparentemente, ni siquiera el grupo del Duque te conoce.

 

Ah.

Felice tragó saliva con dificultad.

Parecía que Claude había empezado a sospechar después de su reacción durante la primera lección—la vacilación que mostró durante un tema tan provocador.

Debido a esto, debió haberle preguntado al círculo del Duque Vanessa si sabían algo sobre los amantes del pasado de Felice—pero probablemente no obtuvo respuestas.

Sus dudas solo se profundizaron, y finalmente, la sospecha volvió hacia ella.

No es de extrañar—el apellido oficial de Claude era Racliffe, y él era el heredero de un importante negocio ferroviario. ¿Cuántas personas debieron haberse reunido alrededor de tal figura? Sin embargo, nunca se había mencionado a Felice, lo que solo alimentaba su desconfianza.

Ah, qué lío…

Aunque se sentía acorralada, Felice asintió con calma y reflexionó silenciosamente sobre la verdad de todo esto.

¿Tenía Claude realmente curiosidad por saber quiénes eran sus amantes?

……No.

Después de un breve pensamiento, llegó a una conclusión simple.

Si realmente hubiera querido saberlo, lo habría preguntado directamente. Lo más probable es que estuviera buscando una razón para terminar las lecciones.

Su cambio de actitud podría haber sido solo una actuación. Después de todo, nunca le había gustado Felice desde el principio.

 

—Entiendo que mi historia romántica es naturalmente importante para estas lecciones, pero también es un asunto privado. Puedo preguntar—¿consideraste insatisfactoria mi enseñanza?

 

Felice preguntó suavemente. Claude respondió con una ligera sonrisa.

 

—Para ser franco, sí. Señorita Felice, no quedé nada satisfecho con sus lecciones.

 

Tiró de la corbata de mariposa alrededor de su cuello, aflojándola con facilidad, y la dejó caer descuidadamente sobre la mesa. Un sirviente que esperaba detrás la recogió rápidamente.

 

—Ah…

 

Felice se mordió el labio inferior.

Si iba a revocar su empleo por la calidad de las lecciones, no tendría excusa.

Pero…

Felice encontró la mirada de Claude con firmeza. No podía permitirse ser despedida.

No solo estaban en juego los 10,000 francos, sino que también podría ser él quien tuviera la herencia de su abuelo.

Si no, eso sería un alivio—pero si la tenía, mantener una buena relación era crucial.

Un príncipe no volvería a reunirse con una tutora despedida, después de todo.

 

—Claude, dado que esta es tu primera lección, traté de ser considerada. Supongo que me preocupé por nada.

 

Habiendo tomado una decisión, Felice dejó sus cubiertos y se limpió la comisura de la boca.

 

—Necesitaré acelerar el progreso de la lección.

 

Felice respondió con una voz baja y firme.

 

—¿Cuándo te gustaría comenzar?

—Después de la cena sería mejor.

—Sí, entendido.

 

Claude asintió tranquilamente.

Aunque respondió con calma y parecía segura, sus manos debajo de la mesa probablemente estaban empapadas de sudor.

Su trabajo como coach de relaciones estaba construido sobre una red de mentiras—era dolorosamente claro que nunca había estado realmente en los brazos de un hombre.

¡Ja! ¿Esa mujer una femme fatale que cautiva a los hombres? ¡El sol debe estar saliendo por el oeste mañana!

El acreedor que tenía la deuda completa de 10,000 francos de Barón Kelton, según los informes, declaró con fuertes tragos que era imposible.

El informe detallaba su conversación sin rodeos:

 

[El hombre, muy intoxicado, insistió en que en los cuatro años que la observó, ella nunca fue así.]

<Parece que ha conseguido algo de dinero recientemente, pero no hay manera. Si alguien siquiera tocaba un cabello de su cuerpo, me mordería la lengua.>

 

Claude, habiendo leído el informe, estuvo de acuerdo.

Parecía menos una femme fatale y más una mujer fiel a su honor.

Claude estudió su rostro con cuidado. …Si se vestía bien, tal vez podría pasar como una femme fatale después de todo.

 

—¿Puedo hacer una pregunta antes de empezar, Claude?

 

Pero, ¿cuánto tiempo podría mantener esta compostura frente a él?

Claude pensó que si se prolongaba hasta mañana, finalmente podría despedir a esta ridícula tutora de relaciones.

Planeaba usar a Elise como excusa para decirle a su madre y a su tía que estaba “saliendo con alguien”, así que esta tutora se volvería innecesaria.

 

—Por supuesto.

—Pregunté sobre tu tipo ideal. ¿Has pensado en el tipo de persona que prefieres?

 

Claude no pudo evitar reírse ante la pregunta.

Era divertido que ella todavía intentara enseñarle. Aun así, decidió seguirle el juego en lo que podría ser su última lección.

 

—Me gustan las mujeres asertivas. Como soy torpe al principio, tiendo a sentirme atraído por las mujeres que toman la iniciativa.

 

Deliberadamente nombró a una mujer asertiva como su tipo ideal.

Ella intentaría encajar en ese ideal, pero era improbable que alguna vez lo hiciera.

 

—Ah… ya veo. Sí, entendido. Adaptaré las lecciones en consecuencia.

 

Felice asintió.

Claude observó en silencio cómo parecía lista para sacar un frasco de tinta y un cuaderno de su bolso de cuero en cualquier momento.

 

—¿Puedo subir a prepararme?

 

Felice preguntó. Claude sonrió y asintió de buena gana.

Con gusto.