La lección secreta de Señorita Baronesa Felice - 87
La mano de Claude, extendida con urgencia, agarró la cintura de Felice y la atrajo con fuerza. El carruaje, que pasó velozmente levantando una polvareda, rozó el cabello de Felice.
Una ráfaga de viento sopló con violencia y el aire se llenó de suciedad. Si Felice no hubiera estado en sus brazos, Claude habría soltado un improperio.
Claude observó el carruaje hasta el final, y solo la soltó de su abrazo cuando el sonido de los cascos se hubo alejado por completo.
—Seonsaengnim Felice, ¿está bien?
En medio de la densa polvareda, Claude frunció el ceño e inclinó la cabeza hacia Felice. De pronto, una rosa llenó por completo la visión de Claude.
Al mismo tiempo, un aroma fresco, que no se correspondía con el polvo, se extendió.
—…Estoy bien.
Aunque oculta por la rosa, Felice respondió brevemente, tranquilizándolo.
—…¿Seonsaengnim Felice?
Claude expresó su duda ante la repentina rosa que se le acercó.
—Sí.
Felice dio medio paso hacia atrás y respondió a su llamado. A pesar de eso, no parecía tener intención de bajar la rosa.
—Deben tener algo muy urgente para tomar tanta velocidad en un camino tan angosto…
Una de las cejas de Claude se alzó ante las palabras de Felice. La rosa, que estaba cerca de Claude, ahora se acercó al rostro de Felice.
—Pero ¿hay alguna razón por la que lleva la rosa de esa forma?
—Ah… Es una flor que Lord Claude me dio, y otra carroza podría golpearla.
—Ya no vendrán más carruajes. Pero si camina así…
Tan pronto como Claude abrió la boca, Felice, que retrocedía, perdió el equilibrio al tropezar con un saliente en medio del camino.
—¡Felice!
Claude volvió a sujetar a Felice por la cintura, atrayéndola hacia él.
—Es peligroso caminar si se tapa la vista así. Así que…
—Ah…
—Felice…
—…
La flor cayó al suelo y las miradas de Felice y Claude se cruzaron en el aire.
Claude se detuvo, con los labios entreabiertos por la sorpresa, y Felice parpadeó con una expresión de turbación. Aunque intentó cubrir su rostro tardíamente, el sentimiento que no podía ocultar se reveló en la cara de Felice, que se había enrojecido.
—E-el cielo… ya se ha puesto rojizo…
Felice cambió el tema como una excusa y evitó su mirada. Al ver a Felice moverse sin saber qué hacer, Claude jugueteó con sus dedos.
¿Cómo podría no darse cuenta?
Si era tan adorable.
Ella se movía tímidamente, intentando alejarse de Claude.
Pero cada vez que sus ojos verdes y temblorosos lo miraban fugazmente, él podía ver que sus ojos estaban llenos de fervor.
Claude dejó escapar un suspiro áspero y jugueteó con sus dedos. Le tomó mucho tiempo y esfuerzo relajar los dedos que apretaban la cintura de Felice.
Si fuera por su corazón, le gustaría sujetar la cintura de Felice, besarla y susurrarle al oído cuánto la amaba, para luego preguntarle por sus verdaderos sentimientos.
Pero todos esos sentimientos de Claude no podrían alcanzar el corazón de Felice, al igual que el cielo inalcanzable.
Para ella, Claude sería solo un estudiante al que conoció por petición de un cliente.
Claude se esforzó por grabar en su memoria a Felice en ese instante.
Por amor, a veces también tenía que saber cómo contener sus impulsos.
Dado que su relación había comenzado con un error, eso era lo primero que debía corregir.
Para poder ser hombre y mujer, y no profesor y estudiante.
Claude retiró lentamente la mano de la cintura de Felice.
—También hace calor.
Felice, liberada de los brazos de Claude, se abanicó unas cuantas veces sin motivo y recogió la rosa caída.
—De todos modos, es bueno que la rosa haya florecido gracias a esto.
Felice sonrió incómodamente y sacudió con cuidado la tierra de los pétalos de la flor.
Con solo esa sonrisa, Claude no se atrevió a decirle que dejaría de ser su estudiante. Si dejaban de ser estudiante y profesor, ella ya no querría quedarse a su lado.
Aun dependiendo de esa relación superficial, Claude no pudo renunciar a su deseo de permanecer junto a Felice.
Él sonrió abiertamente, como si nada hubiera pasado.
—Es hermosa.
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Felice no pudo hablar con Claude sobre Élise al día siguiente.
Tan pronto como se encontró con él en el puente, se vio obligada a obedecerle, como si fuera una esclava del amor. Estaba segura de haber tomado una decisión firme, pero su preocupación y su amabilidad hicieron que su corazón se desbordara de nuevo.
Junto con el ocaso, Felice cayó en un éxtasis. Su sentimiento, incapaz de ser ocultado, escapó a su control, y en el instante en que experimentó una vez más su dulzura, la que pensó que nunca volvería a ver, su corazón se aceleró y su rostro se enrojeció.
Lo bueno fue que Claude, quien creía que ella gustaba del pintor, no se dio cuenta del torrente de afecto que emanaba de ella.
—…Pero al final, tendré que contárselo.
—¿Qué?
Annie, que estaba escribiendo las correcciones del dictado, levantó la cabeza al oír el murmullo de Felice.
Ella le dijo que no era nada importante, pero Annie, agotada por el estudio, brilló los ojos como un animal que ha encontrado una presa.
—Tienes que escribir rápido las correcciones, Annie.
—¡Pero seonsaengnim parece preocupada! ¡Tal vez yo pueda ayudar a resolverlo!
—La preocupación de seonsaengnim viene del deseo de que Annie siga estudiando con el mismo esfuerzo que hasta ahora.
Annie hizo un puchero.
—¡Últimamente solo he estudiado, ni siquiera he podido jugar! ¿Sí? ¿No podemos hacer algo diferente por un ratito?
Annie parpadeó rápidamente, tomó la muñeca de Felice y la miró. Al final, Felice suspiró y asintió.
—De acuerdo. Entonces, en lugar de la preocupación de seonsaengnim, elige una de las cosas con las que a Annie le gustaría jugar.
—¡No! ¡Hoy quiero escuchar la preocupación de seonsaengnim!
Annie saltó y bajó de la silla.
—¿Seonsaengnim ha oído hablar del hada de las preocupaciones?
—¿El hada de las preocupaciones? No, es la primera vez que oigo hablar de esa hada.
—El hada de las preocupaciones es un hada que vive en un objeto preciado. Si le cuentas tus preocupaciones al objeto, ¡el hada sale y se las come!
—¿De verdad? Entonces, ¿Annie se convertirá en el hada de las preocupaciones de seonsaengnim?
Felice sonrió ante las palabras de Annie.
—¡Claro! ¡Me convertiré en el hada de las preocupaciones de seonsaengnim!
Annie agitó las manos e hizo un sonido de campanilla con la boca: «Ppyororóng».
—¡Ahora, dígame su preocupación!
—Me preocupa que si seonsaengnim no está, nuestra Annie no estudie con el mismo esfuerzo.
—¡Ñam, ñam!
Annie juntó las manos junto a Felice y simuló que comía con un sonido de «ñam, ñam», como si saboreara una comida deliciosa.
Felice soltó una carcajada ante su adorable comportamiento.
—¡Ahora, dígame la siguiente preocupación! ¡El hada de las preocupaciones todavía no está llena!
—Mi siguiente preocupación es…
Felice miró a Annie, pensativa.
—La siguiente es que seonsaengnim no tiene valor.
—¡Ñam, ñam!
Una vez más, Annie se comió la preocupación de Felice.
—Como el hada de las preocupaciones se lo comió todo, ¡ahora seonsaengnim puede tener valor!
Annie hizo otro sonido de «ppyororóng» mientras rondaba alrededor de Felice.
Felice sonrió ampliamente y le dio las gracias, ya que Annie era demasiado tierna moviéndose a pasitos cortos.
Por alguna razón, al oír a Annie decir eso, sintió que realmente le había entrado el valor.
—Entonces, Annie, ¿ahora terminamos de escribir las correcciones del dictado?
—El hada de las preocupaciones comió demasiado y dice que necesita descansar.
Annie infló el estómago con aire, lo palmeó y se salió con la suya descaradamente.
Normalmente, debería haberla reprendido, pero como Annie había estudiado mucho últimamente, Felice no tuvo más remedio que asentir.
—Está bien. Ya que te comiste todas mis preocupaciones, es necesario que descanses hoy.
—¡Ji, ji! ¡Así es! ¡El hada de las preocupaciones se retira a descansar!
Annie se despidió con una reverencia y salió apresuradamente del salón, por si Felice se arrepentía.
Felice se reía por su prisa, y estaba recogiendo su pluma y su cuaderno cuando se oyó un golpe en la puerta.
—…….Seonsaengnim Felice.
Y acto seguido, se escuchó la voz de Claude.
—¿Puedo pasar?
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