La lección secreta de Señorita Baronesa Felice - 80
En el contrato de deuda estaba escrita la frase: 「Pago completado」
El total de 10,000 francos había sido devuelto, y debajo estaba garabateada la firma del acreedor.
Irónicamente, la trajo el mayordomo Ben justo cuando Felice salía de la habitación para decirle a Claude que renunciaría a las clases.
—Ah, profesora Felice. El señor dijo que a partir de hoy ya puede salir. Así que, con respecto a la agenda que mencionó el otro día…
Los ojos de Felice, que miraban el papel, perdieron su color. Las palabras de Ben no le llegaban, y sus pupilas verdes se quedaron fijas en la fecha de recepción. La deuda había sido saldada por completo al día siguiente de su visita al hospital de su padre.
Felice movió los labios y apretó el papel con fuerza.
—… ¿Profesora?
En ese momento, el mayordomo la llamó.
Felice reaccionó, levantando la vista del contrato para mirar a Ben.
—Ah… Mayordomo, disculpe.
—No se preocupe. En todo caso, la visita al Hospital Prudence será posible hoy. Ah, el señor también le pidió que rechace cualquier entrevista en caso de encontrarse con un periodista. Oí que no hay reporteros esperando en el hospital, pero igual tenga cuidado.
—Sí. Entiendo. Pero… Me gustaría preguntarle algo a Claude de manera personal, así que, ¿podríamos posponer la visita al hospital para la tarde?
—Por supuesto. ¿Le comunico al cochero que será después de la hora del almuerzo?
—Sí. Creo que esa hora está bien. Muchas gracias.
Tras darle las gracias, Felice subió al tercer piso con el contrato de deuda en la mano.
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—… Claude.
Al escuchar la voz de Felice acompañada del golpe en la puerta, Claude se detuvo un momento. No había esperado que Felice fuera a buscarlo de inmediato. Claude se apresuró a dirigir la mirada hacia el espejo. Había pasado la noche en vela y su rostro no estaba en su mejor estado.
Frunció el ceño y se alisó el cabello sin razón, para luego acercarse a la puerta.
—Adelante, profesora Felice.
Claude abrió la puerta. Vio de reojo el contrato que ella sostenía en la mano y, adrede, sonrió para darle la bienvenida a Felice.
Felice dudó en el umbral, pero como si tomara una decisión, dio un paso dentro de la habitación.
—Disculpe que lo moleste en un momento tan ocupado. ¿Podríamos hablar un momento?
—Por supuesto. Adelante.
Claude se dirigió a la mesa.
Después de meditar toda la noche, Claude había tomado una decisión al amanecer: que estuviera bien si Felice no lo amaba. Simplemente deseaba verla un poco más, de cualquier manera. Incapaz de renunciar a su deseo, Claude anhelaba que Felice se quedara un poco más a su lado, incluso si ella era feliz con otra persona.
—Aún no terminan las clases, pero pagó la deuda.
Felice fue directo al grano y puso el contrato de deuda sobre la mesa.
—Aunque le agradezco mucho, Claude…
Claude miró las pestañas temblorosas de Felice, la interrumpió por su propia inseguridad y se adelantó a hablar.
—¿No dijo que se encargaría de mis clases hasta el final? Tuve que pagar antes para que no aumentaran los intereses, no fue más que por eso.
—Pero…
—Consideré que sus clases eran bastante útiles. Además, prometió continuarlas hasta el final.
Felice no dejaba de intentar cortar su vínculo con él.
—Pero ahora la situación…
Por favor… No.
—Felice.
Claude llamó a Felice con urgencia.
No quería mencionarlo, pero si Felice quería dejar las clases porque le gustaba otra persona… Entonces no podía continuar con ellas. No quería que ella permaneciera a su lado pisoteando sus propios sentimientos.
Claude suspiró para sí mismo y apretó los puños.
—¿Acaso le preocupa que le guste otro hombre? Por mí está bien. Por favor, continúe con las clases para que Lady Elise y yo podamos casarnos. Si… si a usted le gusta otro hombre…
Claude se interrumpió y cerró la boca. Simplemente no podía terminar la frase de que a Felice le gustaba otra persona.
—Claude…
La voz de Felice se disipó con lástima. Cuanto más lo hacía, más se veía Claude como un idiota, y deseaba regresar el tiempo. Si un demonio apareciera y le pidiera su alma a cambio de retroceder en el tiempo, lo habría hecho de buena gana.
Después de conocer al pintor, se había puesto innecesariamente ansioso e intentó confirmar sus sentimientos a la ligera. ¿Acaso no se había prometido ganarse su cuerpo y corazón con calma y poco a poco? ¿Por qué cometió ese error?
—Me parece que usted, Claude, ahora las clases…
Claude, incapaz de escuchar el resto de las palabras de Felice, se apresuró a sonreírle.
—Por mí está bien. Si me lo dice por preocupación hacia mí, profesora Felice, lo que quería decirle es que está bien continuar con las clases.
Claude forzó una sonrisa, con la esperanza de que Felice cumpliera con su responsabilidad como maestra, como siempre.
Aunque la estaba interrumpiendo constantemente, sabía que al final lo escucharía de sus labios. Aun así, Claude hizo su mejor esfuerzo.
Por favor, Felice.
Mientras miraba a Felice, que no se atrevía a volver a hablar, el corazón de Claude se desmoronó sin remedio.
—Nuestra relación de trabajo… se arruinó tanto que no puede continuar. Pero si yo me voy, tal vez se solucione.
Felice lo miró, reprimiendo un sollozo.
—Si me quedo a su lado, usted también se confundirá. Dijo claramente que le gusta Lady Elise. Lo que está haciendo ahora conmigo, estoy segura de que es una confusión porque los días juntos se extendieron.
—¿Mi corazón es el problema?
—¿Eh?
Claude preguntó de nuevo, mirando fijamente a los ojos de Felice.
—¿Mi corazón es el problema?
Felice no pudo responder, pero afortunadamente, no mencionó el problema de que a ella le gustara otra persona. Solo estaba diciendo que el estudiante al que se suponía que debía enseñar se había enamorado de ella.
—Si a usted, profesora Felice, no le causa ningún problema enseñar, por mí de verdad está bien.
Claude se grabó la imagen de Felice en la mente y lentamente repitió una vez más.
—Si le preocupa que no me una con Lady Elise, no se preocupe por eso. Por supuesto, tampoco se preocupe por las clases. En el futuro, actuaré estrictamente como un estudiante.
Ante las firmes palabras de Claude, Felice se quedó momentáneamente sin habla y evitó el contacto visual.
—Como sabe, Lady Elise tiene una rara fantasía sexual, y se necesita una pareja para llevarla a cabo.
Claude apretó los puños, clavándose las uñas en la palma, y pronunció palabras que no sentía.
—Es cierto que me gusta, pero no es un sentimiento tan profundo. ¿Acaso no es propio de un noble tener una amante, incluso si tiene esposa? Hubiera sido mejor si nuestros sentimientos hubieran sido mutuos, pero es una pena que no lo sean. Pensaba tenerla como mi amante, pero siento que me la han arrebatado.
Claude sonrió sin querer y se inclinó ligeramente hacia Felice.
—Así que no se preocupe por eso. Usted era una buena pareja como profesora, y si se va ahora, tendré que buscar otra, por eso le estoy pidiendo esto repetidamente. Además, el problema del dinero ya se resolvió, ¿no es así? ¿No sería más cómodo para ambos continuar con las clases que volver a hacer el engorroso proceso?
Felice entreabrió los labios y miró a Claude.
Claude sonrió como si nada y se encogió de hombros.
—Le estoy diciendo esto con honestidad porque creo que se ha tomado mis sentimientos demasiado en serio.
—Ah… Entiendo.
—No sabía que le gustaba otra persona… Lo lamento mucho. Soy bastante competitivo.
—Ah…
Felice asintió.
—Y aunque mi explicación fue insuficiente, ¿no publicamos su artículo en el periódico Justice, del que se rumorea que Barón Radcliffe invirtió? Pronto también tendremos que asistir juntos al baile. Políticamente estamos en el mismo barco, y hay muchas cosas en juego para separarnos por esto.
—Tiene razón.
Felice asintió.
—Si a usted no le importa, me gustaría que las clases continuaran.
—Sí… Parece que le di demasiadas vueltas. Como dice, hay muchos asuntos involucrados.
—Entonces, ¿puedo entender que continuaremos con las clases?
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