La lección secreta de Señorita Baronesa Felice - 74

Claude ignoró la indicación del mayordomo Ben de dirigirse al carruaje y se encaminó hacia el jardín. Sus pasos, por supuesto, lo llevaban hacia donde estaba Felice.

Aunque se suponía que estaban estudiando, la actividad principal era la actuación de Annie. El cuaderno y la pluma sobre la banca parecían intactos, y Felice aplaudía con una sonrisa brillante a Annie, que acababa de terminar su entusiasta performance.

—¡Una actuación maravillosa!

Claude se acercó, sumando sus aplausos frente a Annie, quien se inclinaba para saludar.

Annie se sobresaltó, pero al ver a Claude, soltó su risa característica, ‘¡Kyar-ruk!’

—Gracias.

Annie, que se había inclinado ante Felice, cambió su actitud y le hizo a Claude un saludo militar bastante formal. Claude le devolvió el gesto con el mismo ademán de caballero.

Luego, giró la cabeza. Felice, que había estado sentada en la banca, ya se había puesto de pie e inclinaba la cabeza con cautela.

—Felice.

Claude dio un paso grande hacia ella.

—Sí, Lord Claude.

—Tengo una reunión con el periódico Justice hoy. Probablemente discutiremos el artículo que saldrá mañana. Será sobre la Señorita Felice.

—¿De verdad? ¿Van a publicar una corrección?

Los ojos de Felice se abrieron de par en par, y luego sus labios se curvaron en una gran sonrisa. Una ráfaga de viento sopló entre sus ojos plegados, haciendo bailar los pequeños cabellos sueltos.

—Muchas gracias, Lord Claude.

—No es nada. Es algo por lo que debo disculparme. Es lo que corresponde…

Claude se quedó en silencio por un momento.

Al ver a Felice, que lo miraba sonriendo tan radiantemente, su corazón comenzó a latir con fuerza. Su mente se desbocó, galopando como un caballo de carreras al soñar con un futuro junto a ella.

—…En lugar de un agradecimiento, me gustaría que me deseara un buen viaje.

—¿Eh?

Felice abrió ligeramente la boca. El bosque verde de sus grandes ojos redondos reflejó a Claude.

—Ah…

Felice se sonrojó y bajó un poco la cabeza. Juntó las manos y jugueteó con sus dedos antes de volver a levantar la mirada disimuladamente. Bajo sus pestañas temblorosas, Claude sintió la agitación de Felice. Por un instante, tuvo la sensación de haber vislumbrado un fragmento del corazón de ella.

—Que tenga un buen viaje, Lord Claude.

—Felice. Por casualidad…

Sin embargo, Claude no pudo pronunciar la siguiente frase.

—Por cierto, Lord Claude. ¿Lady Elise no malinterpretará esto?

Felice lo miró con una expresión de preocupación, bajando la vista.

—Lady Elise debe saber que usted es el que invierte en ese periódico. Me preocupa que pueda malinterpretar la noticia de mi corrección.

—…No lo hará. Esa parte… no debe preocuparle.

Claude le ofreció una sonrisa cortés.

Parecía que se había adelantado demasiado y le había dado un significado excesivo a la pequeña reacción de Felice.

Estuvo a punto de arruinar su relación con una confesión innecesaria.

—Señorita Felice, entonces…

Claude extendió la mano y sujetó el cabello de Felice. Aunque quería tomar su mano para despedirse, sabía que aún era demasiado pronto para eso.

Besó la punta del cabello castaño que sostenía suavemente. Claude tomó una gran bocanada de aire y enderezó la espalda que había inclinado.

—Regresaré pronto.

Claude sonrió radiantemente.

Por ahora, era feliz con solo compartir un saludo como ese.

⋅•⋅⋅•⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅∙∘☽༓☾∘∙•⋅⋅⋅•⋅⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅

Claude, sentado en el salón de visitas de Vizconde Barotte, se sumió por un momento en pensamientos sobre Felice. De hecho, últimamente pasaba su vida con la mitad de su mente ocupada en Felice, por lo que apoyó su barbilla en su mano con naturalidad.

—Por donde lo mire, parece que está de novio.

Vizconde Barotte, que lo veía después de un largo tiempo, levantó una ceja de forma particular mientras observaba a Claude.

A las palabras de Vizconde Barotte, Joseph Cowan, el presidente del periódico Justice sentado enfrente, asintió.

—¿No podremos saber hoy la verdad sobre esa Lady?

Joseph insinuó, señalando la bebida con una mirada discreta.

—Eso espero. Cuánto me lo ha ocultado…

—¿Ah, sí? Si se lo oculta incluso a usted, Vizconde, entonces será difícil para mí escuchar cualquier secreto. Pero hay algo que he querido preguntarle desde hace un rato…

Joseph desvió la mirada hacia Vizconde Barotte.

—Vizconde Barotte, ¿sucedió algo con Lord Radcliffe? Desde hace rato que lo trata con tanta formalidad…

Al escuchar las palabras de Joseph, Claude soltó una risa ahogada y quitó la mano de su barbilla.

—Joseph, ¿tiene curiosidad por saber quién es mi pareja?

Ante la pregunta de Claude, que había cambiado el tema, Joseph desvió su mirada del Vizconde hacia Claude. Siendo tan curioso como perspicaz, continuó la conversación sin atreverse a adivinar las intenciones de Claude.

—Por supuesto. La identidad de la mujer de Lord Claude es prácticamente la curiosidad de todo el Imperio.

Joseph sonrió e inclinó su copa.

Claude también sonrió levemente y bebió un sorbo con Joseph.

—La curiosidad de todo el Imperio… De hecho, hay otro tema así.

Claude dejó su copa. Joseph se encogió de hombros ante las palabras de Claude y preguntó ligeramente:

—¿Había otro tema?

—Hace unos meses, salían artículos con frecuencia… Me refiero al rumor de que hay dos príncipes en el Imperio.

—Ah… De vez en cuando salían ese tipo de artículos.

Joseph asintió, dando a entender que sabía a qué artículos se refería.

—Pero, ¿no es ese un rumor demasiado descabellado? Por supuesto, algunos periodistas de nuestro periódico también lo investigaron, pero bueno… solo fueron artículos especulativos.

Parecía que Joseph respondía con cautela, pensando en la Casa Wiegard, dado que estaba frente a Vizconde Barotte y Lord Radcliffe.

Claude asintió con calma, y al mismo tiempo, Vizconde Barotte apuró su bebida. A diferencia de Claude, que lucía una sonrisa tranquila, el rostro del Vizconde estaba sumamente grave. Por esta razón, una tensión recorrió brevemente el salón.

Sintiendo el cambio de atmósfera, Joseph tragó saliva.

—Por casualidad… ¿Hay realmente un segundo príncipe?

Él preguntó, y Claude asintió una vez más.

—Ah…

Los labios de Joseph se abrieron y se cerraron. Parecía ocupado en recomponer su expresión ante el secreto revelado de repente.

—Parece que yo soy el creador de todas las curiosidades del Imperio. ¿No es así, William?

Claude llamó a Vizconde Barotte por su nombre y sonrió dulcemente.

Mientras tanto, Joseph, con el rostro atónito, giró los ojos para mirar alternativamente a Vizconde Barotte y a Claude.

—Parece que el Príncipe es así, sí.

Cuando Vizconde Barotte asintió, los labios de Joseph se abrieron de par en par.

—¿Prín-prín… Príncipe?

El torso de Joseph se inclinó cerca de la mesa. Sorprendido, siguió mirando alternativamente a Claude y a Vizconde Barotte con los ojos muy abiertos.

Luego dejó escapar un suspiro de alivio.

—No podría ser Vizconde Barotte. Por la edad de Lord Radcliffe, y por su apariencia…

Al oír la palabra ‘Príncipe’, Joseph inmediatamente pensó en el escándalo entre Vizconde Barotte y la Reina. Por supuesto, la mayoría de la gente reaccionaría de manera similar.

—Hubiera sido muy triste si Vizconde Barotte fuera el padre.

Claude bromeó ligeramente, riendo.

Sin embargo, Joseph, al saber que él era el Príncipe, solo tragaba saliva y se quedaba paralizado.

—El Príncipe del Imperio, yo, yo…

—Está bien. No lo revelé para que se sienta incómodo. De hecho, es una continuación de la conversación que teníamos.

Claude llenó la copa de Joseph. Joseph recibió la bebida respetuosamente con ambas manos, inclinando la cabeza.

—Vamos a publicar una corrección sobre Lady Felice.

—¿L-Lady Felice?

—Su Majestad ha invitado a Lady Felice como invitada principal a la Gala del Palacio Real que se celebrará dentro de unas semanas.

—Ah…

—Además, Lady Felice ha tenido que escuchar toda clase de comentarios desagradables debido al escándalo conmigo. The Truth obtuvo grandes ganancias publicando muchos artículos sensacionalistas sobre eso.

Claude llenó la copa de Joseph hasta el borde y tomó la suya.

—La corrección será fácil. Los rumores sobre Lady Felice no son ciertos.

—Ah…

Joseph parpadeó, mirando a Claude. No sabía qué secreto se escondía en el nacimiento, pero sentía que toda la ciudad de Trouville estaba siendo manipulada por una sola persona.

Probablemente le pedirá que incluya en el artículo de corrección de Lady Felice la historia de que ha sido elegida como invitada principal.

Casualmente, la reputación de Su Majestad la Reina también había decaído debido al escándalo… Si los rumores sobre Lady Felice resultaran ser calumnias, y la Reina la apoyara…

Dos personas serían vindicadas a la vez.

Al mismo tiempo, la Casa Robert también tendría que agachar la cabeza.

Aunque no fue Lady Elise quien propagó los rumores, la mayoría de los insultos provenían del escándalo del triángulo amoroso, como si ella hubiera hablado mal de Felice. Probablemente, después de la corrección, tendrán que decir algo en defensa de Lady Felice.

Lord Radcliffe, no… el Segundo Príncipe del Imperio, podría ser una persona mucho más aterradora de lo que había imaginado.

—…Cuento con usted, Joseph.

Claude extendió su brazo hacia Joseph, haciendo chocar las copas.