La lección secreta de Señorita Baronesa Felice - 73

Un claro rayo de sol pasó por sus párpados y la cálida brisa despertó el profundo sueño de Felice, aunque un calor intenso obstaculizaba su movimiento.

El contacto de la mano sobre su hombro era tan familiar que Felice sonrió inconscientemente y abrió los ojos.

—…Duerme más.

Claude, que parecía acababa de despertar también, la atrajo hacia sí y susurró suavemente sin siquiera abrir los ojos.

—Ya tengo que levantarme.

Felice respondió desde su abrazo, tragándose una pequeña risa, y Claude la acercó más, apoyando su rostro contra el de ella como si no quisiera dejarla ir.

Sintió el roce de su rostro sobre su cabeza y Felice cerró los ojos por un instante.

—Solo un ratito más.

La voz lánguida la tentó una vez más. El tono de Claude, que se había posado en su oído, era tan dulce que quería ceder a la tentación, pero Felice, recordando su agenda del día, empujó el pecho de Claude.

—Tengo que ducharme e ir a enseñarle a escribir a Annie.

Felice logró separarse de él con la parte superior de su cuerpo y levantó la cabeza.

Los ojos entrecerrados de Claude la miraban fijamente. No se sabía si sus labios, hinchados, se debían a que acababa de despertar, o si era su expresión de desagrado ante la diligente ética de trabajo de ella.

Felice sabía la respuesta, pero fingió no saber y sonrió dulcemente.

—Usted también debería levantarse ya, Claude-nim.

—Haa…

Él suspiró y pareció soltarla por fin. Sin embargo, la cintura de Felice, que intentaba levantarse, fue atrapada de inmediato por la mano de Claude y succionada de nuevo bajo las sábanas.

—¡Ah… Lord Claude!

Con un breve grito, Felice reprochó al hombre que yacía apegado a su espalda en la cama. Frunció el ceño con rabia, forzó una mirada aguda y giró la cabeza. Pero tan pronto como giró la cabeza, los labios de Claude se encontraron con los suyos en un beso ligero antes de separarse.

Sus ojos, que albergaban pupilas azules, se curvaron lentamente. Al cruzar la mirada con sus ojos, Felice abrió los suyos. Por un instante, una pequeña duda surgió sobre su beso.

Su mente estaba llena de la pregunta ‘por qué’, y en medio de su desconcierto, las pestañas de Claude se agitaban, creando sombras sin que él supiera nada de lo que ella pensaba.

Esto… esto es…

En el momento en que se dio cuenta de que el comportamiento de Claude, que siempre había considerado solo afectuoso, podía interpretarse de otra manera, la mente de Felice se complicó. Felice movió los labios y lo miró con ojos confusos.

Sus temblorosas pupilas verdes se movieron, tratando de encontrar la respuesta en los ojos de Claude.

En ese momento, las comisuras de los labios de Claude dibujaron una línea larga y curva, y él reanudó el beso sobre los labios de ella una vez más.

Ahora, solo el sonido de ‘chup’, ‘chuup’—de los besos resonaba en la habitación, y Felice, sin poder ordenar las dudas en su mente, se estremecía cada vez que sus labios se tocaban.

El beso se volvió gradualmente más íntimo, mordiendo y succionando sus labios, hasta que la mano de Claude se dirigió a un lugar prohibido.

—Ah… uung. Ah.

La lengua de Claude se movía suavemente, como nadando en la boca de Felice. A diferencia de él, Felice no cerró los ojos y no apartó la mirada del rostro de Claude, que saboreaba su boca.

Sus largas pestañas estaban cerradas y su nariz afilada bloqueaba el centro de su visión.

Tal vez era una suerte que sus labios estuvieran siendo devorados en ese momento. Si no, no habría podido vencer a sus pensamientos acelerados y le habría preguntado a Claude si acaso la quería, o qué significaba ese beso.

No importaba cuál fuera la respuesta al final, su corazón, que había comenzado a latir solo, inevitablemente la habría escuchado.

Felice cerró lentamente los ojos.

Ella, a su vez, enredó su lengua, que nadaba en su boca, y extendió los brazos para rodear su cuello. Si Claude no la amaba, sería un mejor final, pero si alguien le preguntara a Felice qué respuesta quería escuchar en ese instante…

—Haa, Felice.

Claude se levantó de golpe. Sentado, apartó las piernas de ella y acercó su miembro, con la mirada llena de excitación. La siguió una mirada pidiendo permiso, y Felice asintió.

Felice cerró los ojos con fuerza al sentir cómo su miembro se abría camino en su interior.

—Hut… me encanta.

Felice disolvió sus sentimientos en el placer.

Ella quería a Claude. Lo quería a él, que era afectuoso con ella, y lo quería a él, que deseaba su cuerpo, aunque solo fuera por eso.

Así que… nunca le preguntaría a Claude.

Si él no sentía lo mismo, sentía que no podría volver a verlo desde el momento en que preguntara, y si sentía lo mismo… temía no poder hacer un juicio racional.

En esta relación, confirmar los sentimientos solo los lastimaría mutuamente. Felice abrazó con fuerza al hombre que se movía sobre ella. Afortunadamente, Claude era una persona inteligente.

Ya sea que la quisiera o no, él nunca abriría la boca primero en esta relación. Si Felice se mantenía callada, todo estaría bien.

Como siempre, si solo ella se mantenía en silencio.

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—Mi Señor.

El mayordomo Ben finalmente entró en la habitación para apurar a Claude, quien aún no salía a pesar de que su preparación para la salida había terminado hacía mucho.

—……

Sin embargo, Claude, como si estuviera embelesado, continuaba mirando fijamente hacia la terraza sin responder. Ben ya sabía demasiado bien lo que había más allá:

Annie y la Maestra Felice recibiendo la lección de escritura.

A estas alturas, se podía decir que no es que no pudiera ocultarlo, sino que ni siquiera intentaba hacerlo. Ben se aclaró la garganta, dándole una señal a Claude, pero al Príncipe claramente no le llegaba ni un estornudo del mayordomo.

—Mi Señor. Debe salir. Si se retrasa más, su agenda será muy apretada.

—….…

Ni siquiera apresurarlo con la agenda funcionaba.

Ben dejó escapar un gran suspiro. Los sirvientes últimamente murmuraban que pronto se ocuparía el puesto de la Ama de Casa, y que después de eso estarían muy ocupados. Siempre que tenían tiempo para charlar, especulaban sobre los gustos de la Maestra Felice, qué mercader sería el mejor, o qué colores le gustarían, y hablaban hasta altas horas. Incluso soñaban con discusiones sobre si el compromiso se concretaría antes de que terminara el verano.

Todos albergaban esperanzas, aun sabiendo que sería difícil que la Maestra Felice y el Príncipe se casaran.

Pero el que parecía más ilusionado con ese dulce sueño de esperanza no era otro que su Señor. El mayordomo Ben estaba con dolor de cabeza por muchas razones. Por supuesto, Ben también apoyaba a la Maestra Felice y a su Señor. Sin embargo…

Ben suspiró repetidamente para sí mismo.

No sería un matrimonio fácil.

Una pareja estaba bien, pero con el anuncio inminente de que él era un Príncipe, la Maestra Felice…

—Ben. ¿Hay alguna forma de saber si a alguien le gustas o no?

—…Debe salir ahora.

Ben ignoró la pregunta de Claude.

Aun así, la pregunta de Claude continuó:

—¿Cómo puedo confirmarlo?

Ben echó un vistazo al reloj discretamente. Parecía que se retrasarían, pero la mente de Claude estaba completamente absorta en esa pregunta. Finalmente, Ben respondió sin mucho entusiasmo.

—…Bueno, supongo que le sonreiría mucho a la persona que le gusta y la trataría bien, ¿no? He oído que las mujeres actúan así con la persona que les agrada.

—¿En serio? Pero, ¿la mayoría de las mujeres no sonríe y responde bien? Porque son amables.

—¿La mayoría? …Tiene razón.

Ben movió los labios y luego asintió al mirar el rostro de Claude.

Parecía que no habría mujer que no sonriera al ser preguntada por su Señor. Dándose cuenta del error en el ambiente, Ben consideró otra respuesta.

—En ese caso… creo que sería más rápido preguntarle directamente.

—¿Me estás diciendo que le confiese mis sentimientos a Felice?

—¿Qué?

Ben se sobresaltó y dio un respingo en su sitio.

—No sería bueno que me rechazara después de confesarme.

Claude, que dijo eso, seguía sin prestarle atención a Ben. Se puso el abrigo, sin dejar de mirar a Felice en el jardín hasta el último momento, y finalmente giró la cabeza.

—Antes de que termine el verano, las rosas serían buenas.

Claude, que sonrió como una flor en plena floración, se sonrojó.

—Hoy, la noticia de rectificación de Felice será publicada, encabezada por Justice.

Claude sonrió abiertamente y salió de la habitación.

Por supuesto, conseguir que Felice deseara su cuerpo a través de las lecciones estaba bien, pero Claude, sin embargo, quería más que eso.

—Paso a paso, del cuerpo al corazón.

……Todo de ella.