La lección secreta de Señorita Baronesa Felice - 63

—Me parece que vamos a tener que bailar en un baile de gala, ¿está bien para usted?

Al escuchar a Claude, Felice frunció el ceño sin darse cuenta.

Últimamente se había estado quedando en la mansión de él para evitar a los reporteros, y no era solo por su petición. Después de la reunión de patrocinadores, se desataron innumerables artículos con especulaciones, por lo que estaba evitando al máximo aparecer en público.

Y ahora, ¿tenía que mostrarse de nuevo en un baile de gala?

…No quería pasar por eso otra vez.

La gente volvería a hablar de ella y tendría que dar explicaciones.

—Ya no quiero ir a ese tipo de eventos sociales.

Felice apretó los dedos que tenía sobre el regazo al responder.

Sin embargo, antes de que terminara su respuesta, la voz de Claude resonó.

—Deme otra oportunidad para restaurar el honor de Barón Kelton.

Aunque su tono era de súplica, sonaba casi como una exigencia, y el rostro de Felice se endureció.

Por un momento, bajó la cabeza, y luego volvió a alzar la vista hacia Claude.

—Ya no quiero tener nada que ver con la alta sociedad. Una vez fue suficiente.

Felice se negó.

Los rumores sin fundamento creados por personas que ni siquiera conocía pasaron rápidamente por su mente.

—Creo que es por lo que dijo en el jardín aquella vez… Pensé que publicaría una corrección. Pero no lo hizo, y en esta situación, para mí volver a mostrarme en persona en la alta sociedad… Lo lamento.

Felice le expresó sus verdaderos sentimientos.

—…Felice.

Claude dejó la libreta y se levantó. Felice se sobresaltó y trató de levantarse torpemente, pero él se sentó rápidamente a su lado.

—Sé que no soy confiable. Una vez que la confianza se pierde, es difícil recuperarla.

Claude le tomó la mano con delicadeza.

—Pero…

Claude la miró fijamente. Sus ojos azules la envolvieron como un mar profundo.

—¿No podríamos dejar que el honor del almirante se desmorone así, verdad?

Felice estaba a punto de rechazar su propuesta, pero al escuchar a Claude mencionar el honor del almirante, se mordió el labio.

—Pronto saldrá el artículo de corrección. La gente ya está empezando a sospechar. Felice no aparece por ningún lado, pero alguien dice que la vio, que por ahí se están esparciendo ciertos rumores… ¿No le parece extraño?

Felice lo miró con ojos confundidos.

—Una vez que salga la corrección, ahí es donde realmente empieza todo. Cuando las críticas están demasiado sesgadas, inevitablemente surge la simpatía, y las críticas descontroladas solo contienen palabras más provocadoras que la verdad. En ese momento, usted podrá aclarar las injusticias.

Claude no evitó su mirada, sino que la enfrentó. Pero su mirada no era tranquila en absoluto. Su voz también era más rápida de lo habitual, quizás por el nerviosismo, y su respiración era agitada.

La punta de la mano que la sostenía temblaba sutilmente.

—Por eso, Felice. Por favor…

—Lord Claude.

Cuando Felice lo llamó en voz baja, Claude asintió. Su habitual actitud relajada había desaparecido por completo, y su nuez de Adán se movió visiblemente al tragar saliva.

—…Me hubiera gustado que me lo hubiera dicho antes.

Felice suspiró débilmente.

La propuesta del baile de gala le resultaba abrumadora, pero al escuchar su historia, parecía que tenía un plan.

—¿Lo había planeado hasta cierto punto desde el principio?

—Así es. De todos modos, lamento mucho que haya tenido que escuchar tantas cosas desagradables. Originalmente, quería que no supiera nada…

Claude también suspiró profundamente.

La sinceridad en su actitud hizo que Felice asintiera a pesar de sí misma.

—Si me hubiera dado alguna pista, no me habría sentido tan mal.

Felice entrecerró los ojos y arrugó la nariz. Con una expresión un poco exagerada para aligerar el ambiente, luego vio a Claude con los hombros caídos y sonrió ampliamente.

—Aun así, al oírlo decir eso, me siento más tranquila.

Solo entonces, Felice sostuvo la mano que él le había tomado.

—Después de que salga el artículo de corrección, ¿debería ir al baile y bailar? Y si es así, ¿el plan que tiene, señor Claude, tendrá éxito?

Felice preguntó dulcemente, y la mano de Claude se tensó.

—Por supuesto.

Al escuchar su respuesta llena de convicción, Felice asintió.

Por alguna razón, ya no quería enojarse.

Quería creer en él y darle tiempo.

⋅•⋅⋅•⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅∙∘☽༓☾∘∙•⋅⋅⋅•⋅⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅

—¡Ahhhhhh!

Pero al día siguiente, Felice gritó tan pronto como le entregaron la carta.

—¡Su Majestad la reina, Su Majestad la reina…!

Justo cuando Felice se iba a desvanecer tocándose la frente, el mayordomo Ben la sostuvo rápidamente.

—Señorita Felice, ¿se encuentra bien?

Apoyada por el mayordomo Ben, Felice se mantuvo en pie con dificultad y cerró los ojos con fuerza. Luego los abrió y miró de nuevo el sobre en su mano.

Deseó con todas sus fuerzas haberse equivocado, pero la hoja de papel y el sello dorados le decían que se trataba de una invitación a un baile de gala enviada directamente por Su Majestad la reina.

Felice, con la mano temblorosa, exhaló con dificultad.

Inmediatamente, pensó en Claude, quien sin duda era el responsable de todo. ¡Debió haberle pedido más detalles cuando le dijo que solo tenía que ir al baile y bailar!

Felice, fuera de sí, se mordió el labio.

—Tengo que ver a Lord Claude.

—Señorita Felice, por favor, tómese un respiro. No se ve nada bien.

—No, mayordomo. Ahora… ahora mismo tengo que ver a Lord Claude.

Felice, con la carta bien agarrada con ambas manos, se saltó a Ben y caminó hacia adelante.

¡Él no le había hablado de esto!

¡Le había dicho que solo tenía que bailar en el baile de gala, ¿o no?!

Felice subió las escaleras.

¡Justo cuando pensé que podía confiar en él, y ahora resulta que…!

Felice recordó lo que había pasado el día anterior y se golpeó la cabeza.

Ahora, si hay algo que le cause la más mínima duda sobre Claude, le preguntaría hasta el color de la corbata que usaría ese día.

—¡Lord Claude!

Felice tocó a la puerta de su habitación.

Era un comportamiento muy descortés, pero en ese momento no tenía tiempo para pensar en eso.

Enseguida, Claude, con una bata, abrió la puerta sin siquiera poder abrir los ojos por completo.

—Felice…

Felice, que se sobresaltó una vez más, giró la cabeza rápidamente.

—Ah… ah… Bueno, Lord Claude. Póngase algo de ropa… ¡Ah!

Sin embargo, Claude la agarró por la cintura y la arrastró hacia el interior de la habitación.

Clic, y la puerta se cerró. Felice se encontró entre los brazos de Claude.

El tacto suave de la bata le rozó, y al mismo tiempo su piel desnuda tocó la mejilla de ella.

—¡L-Lord Claude!

Felice se sorprendió y forcejeó entre los brazos de Claude, llamándolo. Pero él la abrazó por completo y hundió la cabeza en su hombro.

Su voz somnolienta se dispersó débilmente.

—Solo un momento…

—¿Qué? ¡Lord Claude, no! Volveré más tarde.

Felice se apresuró a decir, pero él no parecía escucharla. Se quedó apoyado en ella por unos segundos y de repente la levantó en brazos.

Felice, sorprendida por la sensación de tener sus piernas en el aire, se aferró al cuello de Claude sin darse cuenta.

Pero de repente reaccionó y golpeó la espalda de él con ambos puños.

—¡Lord Claude! ¡Lord Claude! ¡Tiene que despertar!

Pero Claude la llevó directamente a la cama.

—¡Aaah!

Felice dejó escapar un grito mientras era colocada en la suave cama.

Y Claude se acostó a su lado. Entre su cabello revuelto, sus ojos apenas se veían, sin rastro de vitalidad. Sin duda, estaba completamente dormido.

—¿L-Lord C-Claude?

Claude se acostó tranquilamente junto a Felice y la abrazó con fuerza.

Felice, aún con la carta en la mano, lo llamó. Pero él, abrazándola, enseguida empezó a respirar de forma suave y profunda.

—¿Lord Claude?

—…….

—Ah…

Felice lo miró y suspiró. Parecía que se había dormido.

Pensó que había subido para nada y lo fulminó con la mirada. Pero al ver su rostro dormido, no pudo despertarlo.

Un mechón de cabello le caía por la frente hacia el ojo, y cuando intentó estirar la mano, la carta la detuvo.

—Ay…….

Felice miró la carta, suspiró y cerró los ojos.