La lección secreta de Señorita Baronesa Felice - 62

Después de que la marquesa de Defend se fuera, Felice estuvo preparando la clase por primera vez en mucho tiempo.

Claude le había dicho que le gustaría tener una sesión de preguntas y respuestas en la próxima clase.

Felice, sin saber qué preguntas haría, recolectó los periódicos que había visto recientemente. Había muchos insultos hacia ella, pero también había mucho interés en Señorita Elise, por lo que había mucha información sobre ella.

Claro, considerando que la mayoría de las historias sobre ella eran mentira, las historias sobre Elise también podían ser falsas.

 

—Aun así, la entrevista que dio en persona me puede servir como referencia.

 

Felice desdobló el periódico y buscó el nombre de Elise.

Como el incidente reciente era un escándalo, la mayoría de las preguntas del periodista eran sobre romance.

 

—Me va a servir de mucha ayuda.

 

Felice sonrió ampliamente.

 

 

 

 

 

 

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—Si uno es muy bueno en la intimidad, ¿es posible que surjan sentimientos?

 

Felice parpadeó y dudó un momento antes de responder a la pregunta de Claude.

 

—Esa es una pregunta muy difícil.

 

A diferencia de Felice, que había continuado su investigación sobre Elise sin más, Claude estaba haciendo preguntas más profundas de lo que pensaba.

Al pensarlo, era muy probable que el amor entre Señorita Elise y él surgiera de la relación física, más que de los sentimientos.

 

—Mmm…

 

Felice pensó en Elise.

Una mujer que tenía una gran inclinación por esas cosas, tanto que incluso verificaba qué tipo de órdenes le daría el hombre que se convertiría en su amante.

Era totalmente impredecible.

Porque al final, el corazón de una persona es algo que no se puede saber a menos que se mire de cerca, por mucho que se especule.

 

—Si es una pregunta difícil, ¿qué piensa usted, señorita?

 

La pregunta de Claude ahora se dirigió a Felice.

 

—¿Yo? Yo…

 

Felice, que estaba a punto de responder, se encogió por un instante.

Claude pensaría que Felice, como instructora de romance, había tenido muchas relaciones con otros hombres, pero en realidad, él había sido el primero para ella.

La relación con Claude pasó naturalmente por su mente.

 

—Creo que sí pueden surgir. Después de todo, no hay nada más íntimo que el acto de mezclarse corporalmente. Es como si una persona se hiciera amiga de otra al compartir secretos. Mezclarse físicamente es otro secreto solo para los dos.

 

Ante la respuesta de Felice, Claude asintió.

 

—Además, ser bueno en eso… es porque puedes darle satisfacción a la otra persona en ese sentido, así que es un buen factor para que surjan sentimientos.

—Ya veo.

 

Él asintió.

Pero había un cuaderno que no había visto antes en su regazo. Además, estaba escribiendo la respuesta de Felice con una pluma.

Tal vez la mirada de Felice era demasiado obvia, porque Claude levantó su cuaderno ligeramente.

 

—Hice una lista de preguntas.

—Ya veo.

—Entonces tengo otra cosa que quiero preguntarle: ¿qué opina de los regalos?

—¿Regalos?

 

Felice ladeó la cabeza.

 

—Como sabe, conozco su información íntima, pero no sé cuáles son sus gustos comunes. En ese caso, ¿un regalo inesperado no sería un poco agobiante?

 

Felice volvió a pensar en Elise.

 

—Mmm… En el caso de Señorita Elise, probablemente ya reciba muchos regalos. Incluso si no son de hombres, su amistad y cercanía con las damas es muy fuerte. Si es un regalo que transmite sentimientos, no creo que lo sienta como una carga.

—¿Qué pasa si Señorita Elise no recibe muchos regalos?

 

Claude hizo una pregunta inesperada.

Felice volvió a imaginarse a Elise sin recibir regalos. Sin embargo, no le resultaba fácil. Elise disfrutaba bastante de la vida cultural y no era tímida. ¿Y ahora le dicen que una mujer que es hija del actual primer ministro no suele recibir regalos?

 

—No me lo puedo imaginar. ¿Podría ser así?

 

Cuando Felice le preguntó de vuelta, Claude se rió ligeramente y se encogió de hombros.

 

—Solo estoy considerando varias posibilidades. ¿Qué le parece? ¿Si fuera una mujer que no suele recibir regalos?

—Pues… según la personalidad de Señorita Elise, creo que lo aceptaría con gratitud.

—Mmm…

 

Claude frunció ligeramente el ceño.

Esta vez, no pareció gustarle la respuesta, porque no la escribió en el cuaderno.

 

—Bien, siguiente pregunta. Un hombre que no ha sido visto como tal una vez, ¿cree que nunca más será visto como un hombre?

 

Claude se quedó mirando a Felice.

Por alguna razón, parecía estar muy tenso.

Felice se preocupó por si algo había pasado entre él y Elise sin que ella lo supiera.

 

—Señor Claude. ¿Ha conocido a Señorita Elise? Tal vez su reacción no fue buena, o algo así.

 

Ante la mirada preocupada de Felice, Claude negó con la cabeza.

 

—No es eso. Por el contrario, ¿qué opina usted? ¿Un hombre que no ha sido visto como tal una vez, nunca lo será en su vida?

 

Para Felice, era otra pregunta difícil.

Simplemente, no tenía experiencia con eso.

Felice, que dudaba en responder, miró a Claude por un momento. El rostro bien definido de Claude era como una escultura hecha por un artesano, y sus ojos azules, profundos y llenos de encanto, podían cautivar a una persona con solo mirarlos. Además, con su gran estatura y su cuerpo robusto, tenía muchos encantos como hombre. Y lo más importante, su ‘parte de abajo’ era excelente… Cof, cof, cof. Parecía una pregunta por la que no debía preocuparse.

 

—No sé qué pensará Señorita Elise al respecto, pero creo que usted no debería preocuparse, señor Claude.

 

Ante las palabras de Felice, Claude parpadeó y se inclinó un poco hacia adelante.

 

—¿Por qué piensa eso?

—Mmm… Creo que usted lo sabe bien.

—¿Qué parte? No lo sé, por eso le pregunto.

 

Claude dijo con urgencia.

 

—Ah… entonces… mmm… Como tiene una apariencia tan excelente, creo que las mujeres lo verán como un hombre.

—¿Usted también me vio así, señorita?

—¿Qué?

 

Felice se sobresaltó.

Si respondía que sí, la respuesta anterior tendría credibilidad, pero pensó que ver a un estudiante como un hombre sería un poco… inapropiado.

Se sintió como una actitud poco digna de una maestra.

Además, en el momento en que respondiera que sí, sería como confesar los sentimientos que había ocultado, por lo que sus labios no se abrían fácilmente.

 

—¿Usted también me ve lo suficientemente atractivo como hombre?

 

Él cambió un poco la pregunta.

A esa pregunta, pudo asentir con gusto.

 

—Claro. Puede tener confianza. Es más que suficiente.

 

Ante la respuesta de Felice, los ojos de Claude se suavizaron. Luego, volvió a escribir esa parte en el cuaderno.

 

—Siguiente pregunta.

 

Ahora Felice estaba preocupada por qué pregunta le haría. Ninguna de las preguntas era fácil.

 

—Señorita, usted prefiere las clases en interiores que las clases al aire libre, ¿verdad?

—… ¿Qué? ¿Yo?

 

Felice parpadeó.

 

—Sí. Me preguntaba qué lugar le gustaría más a Señorita Elise, por eso le pregunto.

—Ah… Señorita Elise, mmm. Recientemente, en la reunión de patrocinadores, ¿no hizo un acto atrevido al aire libre? Pero creo que, independientemente del lugar, a ella podría gustarle la emoción.

—Ajá. Ya veo.

 

Claude asintió.

 

—¿Qué opina usted, señorita? Incluso si no es una persona a la que le gusten esas cosas, hacerlo afuera.

—No soy una persona a la que le gusten esas cosas, así que no lo haría. Pero por el bien de la clase, creo que no tendría más remedio que hacerlo. Con respecto a la clase, no tiene por qué ser considerado conmigo.

 

Felice sonrió.

 

—¿Con la clase todo está bien?

—Ah… jaja. Si me lo pregunta así, un poco…

—¿Qué sintió cuando la besé afuera? ¿Le desagradó?

 

Felice sabía que él lo preguntaba por consideración, pero una vez más, no fue fácil responder a esta pregunta.

 

—Ah… jaja. No me desagradó.

—¿En serio? Me alegro.

—No es nada. Ahora que lo menciona, ¿Señorita Elise le mencionó en su carta lo que pasó en ese momento?

—Sí.

 

Claude, mientras escribía la respuesta de Felice en el cuaderno, asintió con serenidad.

 

—¿De verdad? ¿Qué le dijo?

—Dijo que quería saber mi verdadero valor, pero no tengo intención de hacer nada más que eso frente a ella.

 

Dijo él mientras levantaba la pluma y la mojaba en la tinta.

 

—En cambio, quiero ser tan hábil como sea posible cuando llegue el momento con Señorita Elise. ¿Está bien, señorita?

—Claro. Pero me alegro. Estaba muy preocupada, pero Señorita Elise ha mostrado curiosidad. Felicidades, señor Claude.

—… Gracias.

 

Claude escribió algo por última vez y cerró el cuaderno.

 

—Por cierto, Señorita Felice.