La lección secreta de Señorita Baronesa Felice - 101

—¡Lord Claude, aquí… Uf!

Pero Claude pareció entender las palabras de Felice, pues unió sus labios con los de ella. Viendo como una oportunidad el instante en que ella iba a hablar, él se abrió paso entre sus labios entreabiertos y forzó su lengua entre sus dientes.

Como estaba escribiendo una carta justo antes de acostarse, Felice tenía ropa ligera. Claude, quien la sujetó con firmeza por la cintura (pues había salido solo con un camisón y un chal), la levantó suavemente.

Los barrotes de la reja comenzaron a alejarse poco a poco de la vista de Felice. Simultáneamente a la profunda succión de la lengua, un sonido pegajoso comenzó a avanzar cada vez más hacia la entrada de la casa.

Pronto, la espalda de Felice chocó contra la pared exterior del edificio.

Justo encima de su cabeza estaba la ventana por la que hacía un momento ella se había asomado sujetándose del alféizar.

Pero, ¿sería acaso porque el sonido húmedo de la saliva resonó demasiado tiempo en los oídos de Felice al aire libre? ¿O quizás porque en las noches de verano, cuando el sol se había retirado, se ocultaba en realidad otro tipo de calor?

Felice finalmente no pudo apartar a Claude, quien se afanaba en explorar su boca mientras la tenía acorralada contra la pared.

La dura mano de Claude que se movía por fuera del delgado camisón le dio la ilusión de que estaba tocando su piel desnuda.

Como ni siquiera llevaba corsé, el camisón crujió con el roce de su piel cada vez que la mano de él la tocaba. La mano de Claude subió lentamente por la espalda de Felice y luego se movió hacia adelante.

En el momento en que le agarró el pecho, Felice lanzó un gemido con el ceño suavemente fruncido.

—¡Hnn!

Fue en ese momento.

La pierna de Claude se coló entre las piernas de Felice.

‘Ah, por favor.’

Su dura pierna le hizo pensar en algo excitante y diferente. Felice cerró los ojos con fuerza y arqueó la espalda, soltando respiraciones agitadas.

Aunque apretó con más fuerza los dedos en la solapa del abrigo de Claude, lo único que podía hacer era eso.

Su cabeza ya estaba llena de calor y su cuerpo reaccionaba con sensibilidad.

Felice sintió un temblor en los párpados cuando la rodilla de él la presionó justo en su punto más sensible.

El sonido del choque de sus labios seguía pegándose de forma pegajosa a sus oídos. Se preguntó qué haría si todos los vecinos cercanos se despertaran al escuchar sus gemidos.

Aun así, sus dedos perdieron fuerza poco a poco y rodearon el cuello de él.

—…¡Ah!

Al mismo tiempo, Claude la agarró bruscamente por los glúteos y la sentó sobre su muslo. El camisón que rozaba sus tobillos subió de repente hasta las rodillas de Felice, y el muslo de Claude presionó con fuerza su parte inferior.

—Shhh.

Claude separó sus labios y habló en voz baja.

Felice bajó la cabeza y apretó los labios.

‘Debo decirle que pare.’

‘Esto es afuera.’

‘Estamos justo frente a la casa, así que…’

—Felice.

Sin embargo, ante la voz tierna con la que Claude la llamó, Felice levantó la cabeza instintivamente. La lengua de Claude tocó suavemente sus labios, que ella acababa de morder.

—Hee… ¡Uf!

La mano que le agarraba el trasero ahora estaba subiendo lentamente el camisón. El aire nocturno que tocaba su piel desnuda hizo que Felice temblara.

Lenta, pero firmemente, Claude subió el camisón de Felice y, cuando la tela de la falda le colgaba de la cintura, comenzó a mover la pierna.

El muslo pesado que se hundía contra la parte inferior de Felice le provocó una estimulación extraña.

—Haaang…

Felice retorció la cintura.

Su cuerpo reaccionó sin querer al movimiento de él.

Entre la vergüenza y el placer, Felice movió la cintura con los ojos llenos de lágrimas.

—Pa… para. Haa… Para… ¡nnh, por favor! ¿Sí?

Felice le suplicó.

—¿Que pare?

El aliento de Claude llegó al oído de Felice. Con la brisa nocturna que soplaba suavemente, la voz de Claude la sobresaltó.

—¡Ah… Hnng!

Pero ante la pregunta de Claude, Felice solo pudo gemir sin responder.

Su pesado muslo la atacaba por debajo, y su cuerpo, que ya estaba completamente pegado al de él, se derretía, incapaz de controlarse por el placer.

El rostro que apenas se apoyaba en el hombro de él solo podía exhalar gemidos.

Entre sus piernas cruzadas, el deseo lleno de calor de Claude se agitaba cada vez más grande y caliente. El problema era el miedo y, a la vez, el hecho de que Felice también lo deseaba.

—Felice, voltea.

—Haa, haa… ¿Eh?

Claude agarró a Felice por la cintura y volvió a pegar su espalda contra la pared exterior.

El chal que colgaba de su muñeca cayó al suelo con un golpe seco y Claude abrió la boca sobre el camisón de ella.

Los labios calientes de Claude tocaron su pecho, ahora muy sensible. Definitivamente la estaban tocando a través de la tela, pero sentía como si estuvieran tocando su piel desnuda.

Claude se movió un rato, exhalando aire caliente sobre su pecho abultado, y luego abrió la boca sobre el pezón sensible y lo mordió suavemente con los dientes.

—¡Haat!

Un gemido fuerte se escapó involuntariamente.

Sin embargo, Claude ignoró los gemidos de Felice y comenzó a jugar con ambos pezones alternativamente.

Finalmente, incapaz de resistir el ataque de Claude por arriba y por abajo, Felice tembló. Cuando su cuerpo flácido se desplomó sobre el torso de Claude, él volvió a ser el Claude afectuoso y le acarició suavemente la espalda.

—Mañana no terminará así.

Antes de que su respiración se estabilizara, Claude le habló del día siguiente.

—Mañana por la mañana enviaré un carruaje.

Claude alzó a Felice, quien estaba apoyada débilmente en él, y le dio un corto beso en la frente.

—Duerme bien, mi amor.

Claude sonrió, abrió la puerta principal, caminó firmemente por el pasillo y acostó a Felice en su dormitorio.

Afortunadamente, incluso después de que Claude la dejó y se fue, la casa de Felice permaneció en silencio.

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Felice se levantó de la cama de golpe con el gorjeo de los pájaros, jadeando como alguien que ha tenido una pesadilla.

En cuanto recobró la conciencia, el recuerdo vívido del beso con Claude frente a la puerta principal la invadió.

Pero, al mismo tiempo, también recordó el rostro de Claude confesándole su amor con una sonrisa radiante.

<Más que cualquier otra cosa, Felice, te amo.>

Felice parpadeó con una expresión atónita.

‘¿No habrá sido todo una treta de la noche oscura?’

Felice parpadeó con fuerza ante la increíble realidad. ¿Ella se había confesado y Claude había correspondido a su confesión?

Entonces, al recordar cómo había temblado su cuerpo contra la pared exterior del edificio, Felice se cubrió el rostro con las palmas de sus manos.

—No puede… ser…

¡Que ella hubiera hecho algo tan indecoroso…!

Felice negó con la cabeza. ¿Acaso no había tenido la ilusión de que Claude había venido hace poco, cuando en realidad él ni siquiera se había acercado a su ventana?

‘Debe haber sido un sueño.’

‘Claude y yo…’

<Duerme bien, mi amor.>

Aunque la voz infinitamente tierna de Claude volvió a su mente, Felice decidió que no era real.

Creyó que su inmenso deseo de estar con Claude la había llevado a tener un sueño tan vívido.

Felice se levantó como si nada y decidió que la noche anterior se había quedado dormida por el cansancio mientras escribía la carta para Claude.

—…Vengo de parte de la Mansión Radcliffe—

Sin embargo, después de desayunar con su padre, la voz del cochero llamando a la puerta principal hizo que Felice se paralizara.

—¿La Mansión Radcliffe?

Felice se quedó clavada en su asiento, sosteniendo el plato vacío con sorpresa.

Luego se acercó a la ventana para ver rápidamente la situación afuera. Había un carruaje con el emblema de Radcliffe estacionado.

Felice abrió la puerta lentamente, con incredulidad en sus ojos, y se encontró con el cochero.

—Señorita Felice, buenos días. Mi señor me ha enviado porque necesita hablar urgentemente con usted sobre el asunto del baile.

El padre, que observaba la situación desde atrás, asintió. Luego giró la cabeza hacia Felice.

—Parece que hay algo con el baile. Como te llama con urgencia, es mejor que vayas, Felice.

—Ah…

Felice tragó saliva y miró a su padre.

‘Es que…’

Felice movió los labios, pero no tuvo más remedio que asentir.

‘¿Es que realmente no fue un sueño?’

‘¡El Príncipe y yo…!’

Felice apretó los labios con fuerza.

—Entonces, esperaré afuera.

El cochero hizo una reverencia y se retiró.