La Emperatriz que regresó en el tiempo - Capítulo 53

Su ropa completamente desarreglada. Y un chemise excesivamente delgado. Un hombro blanco al descubierto. Sus piernas desnudas asomando bajo el edredón.

Dejando a un lado su mirada algo somnolienta y lánguida, la adición de manchas de sangre en la sábana blanca confirmaba que, para cualquiera, era una mujer que acababa de terminar un acto íntimo.

—¡Maldición!

Se vio el rostro de Hereise teñirse de conmoción y asombro. Pero en un abrir y cerrar de ojos, el cuerpo de Hereise desapareció y las cortinas se cerraron de nuevo. Eliana, que estaba a punto de reprender la conducta incivilizada del Príncipe Heredero, inclinó la cabeza, desconcertada.

Se escuchó el grito del Príncipe Heredero, similar a un alarido:

—¡¿Estás loco?!

Parecía que Flint Howard lo había sacado a rastras. ¡Qué rápido! Eliana se sintió decepcionada, ya que había perdido la oportunidad de soltarle un sinfín de sarcasmos al Príncipe Heredero.

Desde fuera de la cama, se escuchaba la voz de Hereise gritando que se iba a volver loco. Eliana, despreocupada, se recostó en la cama y bostezó.

Flint, aunque no lo demostraba, parecía enfadado, pues su voz se había vuelto notablemente más tajante.

—No quiero molestar el descanso de una dama. ¿No cree que es demasiado temprano para venir al dormitorio de otra persona? Esto es muy descortés.

Pensando que lo estaba haciendo bien, Eliana escuchó atentamente toda la conversación exterior. El diálogo en crudo era tan fresco que casi palpitaba.

Parecía que Flint había tomado medidas drásticas para echarlo, ya que el Príncipe Heredero ahora gritaba que le rompería el brazo. Eliana pensó que ojalá se lo rompiera de verdad.

Las palabras contundentes de Flint hicieron que el ánimo de Eliana mejorara. En contraste con el Príncipe Heredero, que estaba desquiciado, Flint Howard parecía muy serio y sensato.

—Tengo que redactar una propuesta de matrimonio, así que, por favor, vete. Me urge. La casa de la novia es muy estricta.

¡Plaf!

Se escuchó el sonido de la puerta cerrándose como si fuera a romperse. Luego, el rugido de furia del Príncipe Heredero. «¡Qué vulgar y escandaloso!», pensó Eliana, chasqueando la lengua.

Sintió la presencia de Flint acercándose y Eliana corrió las cortinas.

Flint, que pensó que estaría profundamente dormida, vio su rostro endurecerse al ver que las cortinas se movían. Debió haber echado a Hereise más rápido. Fue su descuido. Flint pronunció palabras de disculpa con una expresión de arrepentimiento:

—Señorita Eliana. Lo siento muchísimo. Yo, en nombre de Hereise, le ruego disculpas por su falta de respeto…

Y en el momento en que sus ojos plateado-grisáceos captaron la ropa desordenada de Eliana, su voz grave se interrumpió abruptamente. Volteando la cabeza, Flint buscó dónde posar la mirada.

Parecía que sus hábitos al dormir eran bastante activos. Era inesperado, pero si se movía así, al menos haría algo de ejercicio…

—Tendrá que acostumbrarse. ¿Va a pasar toda la vida conmigo así de distante?

A la pregunta de Eliana, Flint la miró con una expresión incómoda.

—Usted, que tendrá que darme herederos…

—Señorita Eliana, un poco más despacio…

Flint bajó la cabeza y dijo como un suspiro:

—Me cuesta seguirle el ritmo.

El tono era de súplica, Eliana terminó riendo.

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Flint insistió en acompañarla hasta la mansión. Parecía que creía que ella quería irse tan temprano debido a Hereise. No podía lamentar más no haber podido darle un puñetazo a Hereise.

—Su Alteza Flint, si logro regresar a casa sin que descubran mi salida nocturna, podré asistir al banquete de hoy.

Eliana comenzaba a sentirse un poco frustrada.

—Pero no puedo dejar sola a una dama con la que he pasado la noche. Su padre lo entenderá.

—No. Seguramente intentará matarme.

Flint asumió que el sujeto omitido se refería a él.

—Precisamente por eso, ¿no cree que debo escoltarla? No existe regla que diga que una dama deba regresar sola a casa. Si un hombre tan mediocre como yo le pidiera matrimonio a mi amada hija, yo mismo querría matarlo.

Eliana se sintió incómoda. No le importaba que Flint estuviera malinterpretando las cosas; de hecho, eso era mejor. Si él creía que la esposa contaba con el amor de su padre, no la trataría a la ligera.

Tenía la intención de fingir eso hasta que quedara embarazada.

Sin embargo, en ese momento, lo urgente era regresar a casa sin ser descubierta. Solo así podría asistir al banquete de esa noche y crear una imagen favorable con Flint.

—Señorita Eliana. Ya he quebrantado todas las normas. De ahora en adelante, actuaré como un caballero, siguiendo los procedimientos adecuados para obtener permiso. Pero, por favor, no me haga parecer un hombre mediocre.

—Ya no necesitamos permiso. Lo sabe.

¿Mediocre? A pesar de que lo ocurrido la noche anterior había sido frustrante, Eliana estaba bastante sorprendida por lo caballeroso que era él.

—Aun así, el matrimonio es la unión de dos familias. Es importante que su tutor lo acepte sin problemas. De ahora en adelante, déjeme esto a mí.

—Mi tutor ahora no es mi padre, sino mi esposo. Su Alteza no tiene por qué ser tan sumiso.

Eliana le entregó a Flint el poder sobre su vida o muerte. El hombre frente a ella se convertía en otro padre, tal como lo había sido su esposo en su vida anterior. Lamentablemente, así era el matrimonio.

—No deseo que mi esposa tenga desavenencias con su padre por mi culpa. No puedo forzar a una dama a pasar por algo tan doloroso. Yo me encargaré de todo.

—Su Alteza Flint.

—Señorita Eliana. Por favor, no me haga parecer un hombre cobarde y ruin.

Debido a lo ocurrido la noche anterior, la desavenencia con su padre era inevitable. Eliana se sentía perpleja, pero no irritada. Más bien, su corazón se aceleró.

Por eso, ya no pudo detener a Flint. Sintió que si seguía enfrentando esa mirada tan firme, algo se rompería de golpe.

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Eliana se opuso con desesperación, evitando la catástrofe de que el carruaje de la Casa Howard se detuviera frente a la entrada principal. Frente al pasadizo secreto, Jane la esperaba con una vela en la mano y el rostro ansioso.

—¡Mi señora…!

Jane se cubrió la boca con la palma de la mano al ver al hombre junto a Eliana. Se alegró de que su ayuda hubiera permitido a su señora una escapada exitosa. Además, el abrigo que Eliana llevaba era sin duda de un hombre. «Seguramente, él será el esposo de mi señora», pensó Jane, sonriendo tímidamente.

Al ver el pasadizo secreto de la Casa Rosana, Flint no pudo ocultar su vergüenza. Eliana, con el rostro sereno, dijo:

—Agradezco la diligencia y amabilidad de Su Señoría.

—Olvidaré la ubicación de este lugar de inmediato.

Ante la respuesta recatada de Flint, Eliana sonrió dulcemente y dijo:

—Esta noche. ¿Me concede el primer baile?

—El primero y el último serán suyos.

Aunque no se amaban y no había pasado nada entre ellos la noche anterior, sonó increíblemente romántico. Eliana inclinó la cabeza y se giró para acercarse a Jane. Sus pasos eran inusualmente rápidos y apresurados.

—Vamos, de prisa. ¿Has estado mucho tiempo fuera? Abre la puerta rápidamente.

—¡Sí!

Mirando a Eliana desaparecer apresuradamente por el pasadizo secreto, Flint se frotó el rostro con la palma de la mano. Él debió haber sido quien le pidiera el primer baile. Se sintió avergonzado por haber actuado de nuevo de forma poco caballerosa.

‘Hoy debo asistir al banquete sin falta’

pensó Flint, girándose lentamente para subir al carruaje.

Mientras tanto, Eliana, que había llegado a salvo a su habitación, se dio cuenta de que no le había devuelto el abrigo a Flint. Flint se lo había quitado y se lo había puesto a Eliana cuando ella subió al carruaje, vestida con su túnica plateada. Como hacía frío a primera hora de la mañana, Eliana no rechazó su amabilidad.

—Será suficiente con esconderlo bien bajo el edredón.

Jane escondió el abrigo de Flint discretamente y ayudó a Eliana a desvestirse. Una vez en el baño, Eliana se sumergió en el agua que Jane había preparado. Antes de que las sirvientas entraran, necesitaba preguntarle a Jane cómo estaban las cosas.

Pero al sumergirse en el agua cálida, la tensión se disipó. A causa de eso, el sueño la invadió. Las secuelas de no haber dormido en toda la noche la estaban alcanzando. Jane, al ver a Eliana cabecear, guardó silencio y la atendió en el baño. Al escuchar que las sirvientas llamaban a la puerta, Jane salió del baño.

Después de bañarse, Eliana fue asistida por las sirvientas para recostarse en la cama. Poco después, llegó el desayuno. Como había tomado un bocado rápido con Flint después de echar al Príncipe Heredero, no le entraba nada. Apenas pudo tomar una cucharada antes de retirarlo.

—Retírense todas.

Las sirvientas salieron de la habitación ante la orden de Eliana. Inmediatamente, Jane tomó la poción y la vertió por completo en una maceta. Eliana le preguntó a Jane si no había ocurrido nada la noche anterior.

—Mi señora. No se preocupe. Nadie se ha dado cuenta de su ausencia.

—Bien. Gracias por tu esfuerzo. Escúchame bien, Jane.

Eliana le dio una importante advertencia a Jane y luego volvió a intentar dormir.

Hoy era el séptimo día de la semana, un día de suerte.

Esperaba tener suerte. Al despertar, se arreglaría y asistiría al último banquete de Howard para bailar su primer baile con él. No la habían descubierto saliendo por la noche y, aunque se había desviado un poco del plan, su anhelo se había cumplido. Ahora solo necesitaba un buen final.

Pero, a diferencia de sus deseos, ella no pudo asistir al banquete.

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‘¡¿Quién en el mundo termina y envía una propuesta de matrimonio en un solo día?!’

La propuesta de matrimonio había llegado demasiado rápido. Parecía que, aunque mostraba un rostro tan sereno, por dentro estaba apurado.

Además, tal vez porque el Príncipe Heredero había causado un alboroto en el dormitorio desde el amanecer, la noticia de que el Gran Duque Howard había llevado a una mujer a su mansión comenzó a propagarse como la pólvora. Tal como Eliana había previsto.

Como se decía que él era un hombre impecable en sus relaciones con las mujeres, el rumor se extendió más rápido de lo esperado. Eso estaba bien. De hecho, era preferible que el rumor se extendiera ampliamente, ya que debía llegar hasta el vecino país de Zacador. Así, no podrían enviarla como Princesa Consorte de Zacador.

Según el plan de Eliana, los vasallos de Howard debían haber confirmado en el banquete de hoy a la joven que había pasado la noche con su señor.

Sin embargo, la llegada de la propuesta de matrimonio lo reveló todo demasiado pronto.

Duque Rosana, al recibir la propuesta, se enfureció y gritó que trajeran a Eliana. Que su hija enferma estuviera profundamente dormida no le importó.

A diferencia de la propuesta de Joven Marqués Albich, esta propuesta de matrimonio no tuvo el lujo de estrellarse en el rostro de Eliana. Duque Rosana la hizo pedazos en sus manos.

—¡¿»Mirar el cielo y coger las estrellas»?! ¡¿Cómo te atreves?!

Tal como Eliana había insistido, Flint había escrito la frase «Miró el cielo y cogió las estrellas» en la propuesta.

Esa frase insinuaba que había dormido con Eliana. A su manera, Flint, con la ayuda de Oliver, había adornado la retórica de forma elegante para redactar una excelente propuesta, pero para Duque Rosana, solo se leía como: «Me acosté con tu hija y me voy a casar con ella».

—¡¡Qué vulgar!! ¡¿Te atreves a arruinar mis planes? ¡¿Seducir a un hombre y manchar tu cuerpo?!

Una avalancha de insultos y una lluvia de bofetadas desgarraron sus labios. Eliana lo aceptó con calma, ya que había esperado esto.

Como Flint Howard era un hombre que no decía tonterías, sus palabras tenían un impacto enorme. Por eso, Duque Rosana no negó la realidad y le creyó sin dudar, sin pensar que no podría ser.

Eliana se alegró de que él no la desnudara para revisar su cuerpo, pero de repente, el aire se le atascó en la garganta. Duque Rosana, furioso, había comenzado a estrangular a Eliana.

El rostro de Eliana, privada de aliento, se puso pálido. Pamela, de quien Eliana ni siquiera sabía que estaba allí, intentó detener a Duque Rosana y fue pateada. La anciana sin lengua cayó al suelo sin poder emitir ni un sonido.

Pamela se arrastró torpemente y, con su mano intacta, agarró la pierna de Duque Rosana. Los administradores circundantes, atemorizados, comenzaron a detener a su señor que intentaba asesinar a su hija.

—¡Se, señor! ¡Contrólese, Duque!

—¡La señorita va a morir!

—¡G, Gran Duque Howard debe estar mintiendo porque codicia a la señorita! ¡Compruébelo como antes!