La Emperatriz que regresó en el tiempo - Capítulo 271
En ese momento, el Palacio Imperial de Zacador era como una llama ardiente. El Primer Príncipe, que había desertado y estaba desaparecido, había regresado. Además, el Segundo Príncipe, que había muerto tras ser enviado a la frontera, también había vuelto a la vida.
Aquellos que se preparaban para el funeral conjunto del Primer y Segundo Príncipe quedaron totalmente despavoridos, como si hubieran visto fantasmas.
—¿Funeral conjunto? ¡Estos locos!
Valdemar gritó airadamente y pateó el ataúd, destrozándolo. Bastian también se enfureció al ver los dos ataúdes.
—¿Están locos? ¿Cómo se atreven a fijar mi fecha de muerte y la de mi hermano mayor para el mismo día?
Gran Duque Bain, quien había promovido el funeral de estado para los dos príncipes, miró fijamente a Marcel. ¿No se suponía que ambos príncipes estaban muertos? El hermoso rostro de Marcel también estaba lleno de conmoción.
‘¿Cómo sobrevivieron, sorteando a los magos oscuros? ¡Es imposible!’
En su vida anterior, Marcel había eliminado a los dos príncipes sin aliarse con magos oscuros. Acumuló fuerzas poco a poco con la ayuda de Eliana y luego se enfrentó a ellos. Fue una victoria conseguida tras muchos años. Pero ahora, todo le urgía, y tampoco había nadie que le impidiera recurrir a la magia oscura.
Marcel ya había experimentado varias veces los beneficios de la cooperación de los magos oscuros. Estaba demasiado confiado. Dio por sentado que Valdemar y Bastian morirían, y no tuvo ninguna duda al respecto.
—¡¿De verdad mis dos hijos están vivos?! ¡¿Y Valdemar y Bastian juntos?!
Emperador Alexander apareció apoyándose en un bastón al escuchar la noticia del regreso de sus dos hijos que creía muertos. Una emoción punzante se asomó en el rostro del Emperador, quien siempre había sido severo con sus hijos. Emperador Alexander blandió su bastón y gritó:
—¡Canallas! ¡¿Dónde diablos estaban y qué hacían?! ¡¿Asustando a este viejo padre?!
En ese instante, Marcel gritó como un trueno:
—¡Padre Imperial! Si bien el regreso de mis dos hermanos mayores es una gran fortuna para el Imperio, ¡el hermano Valdemar desertó, abandonando su misión de participar en la Batalla de Kenason! Además, mató a caballeros y socavó la moral de nuestras fuerzas, ¡así que entiendo que no debe pasarse por alto! ¿No es este un crimen que merece la ejecución?
Ante el grito de Marcel, todos miraron al Emperador con rostros tensos. Emperador Alexander respondió con la mirada aturdida:
—Sí. Tienes razón, Marcel… Es merecido…
Ante las palabras del Emperador, los ministros que se disponían a dar la bienvenida a los dos príncipes guardaron silencio. Los partidarios de Valdemar se impacientaron. Si a duras penas regresaron vivos y el Emperador los reprende, ¿qué pasará con la lucha por la sucesión al trono?
—Creo que primero debe encarcelar a mis dos hermanos mayores. Un regreso a la vida es un regreso a la vida, pero primero deben pagar por sus crímenes, ¿Padre Imperial?
—Sí, Marcel. Tienes razón.
Al asentir el Emperador, Bastian gritó emocionado:
—¡¿Por qué debo ser encarcelado si no he cometido ningún crimen?! ¡Fui emboscado por esos magos oscuros de camino a la frontera! ¡Todo esto es culpa de―!
—Hermano, de todos modos, ¿no desobedeció la orden imperial de proteger la frontera? Debe asumir la responsabilidad por ello. ¡Yo he regresado después de completar mi misión como enviado, tal como me ordenó el Padre Imperial!
Ante las palabras de Marcel, aquellos liderados por el Gran Duque Bain comenzaron a mostrarse de acuerdo con él. En ese momento, la puerta se abrió ruidosamente y una mujer apareció liderando a un grupo de nobles. Era la esposa de Bastian, la Segunda Princesa Consorte.
Apenas escuchó la noticia del regreso de su esposo, trajo consigo a todos los partidarios de Bastian. Incluso trajo a toda su familia.
—¡¿Por qué mi esposo debería ser castigado?! ¡Majestad Imperial! ¡No le haga esto a mi esposo, pensando en mi difunto padre! ¡¿Tiene la intención de convertirme en una viuda completa?!
La Segunda Princesa Consorte, vestida de luto, gritó a voz en cuello, derramando lágrimas. Los partidarios de Bastian también alzaron sus voces a continuación. El solemne espacio del funeral se había convertido en un mercado.
‘¿Qué demonios está pasando aquí?’
La indignación se encendió en los ojos de Isabella, quien observaba la situación con los brazos cruzados. Dio un codazo a Valdemar en el costado, visiblemente molesta. El velo que cubría el rostro de Isabella se movió ligeramente.
—¿Qué está haciendo? ¡Vaya ahora mismo y rocíe agua bendita al Emperador…!
—Espere. Estamos en medio de una discusión.
—¿Esto es una discusión?
Isabella estaba estupefacta. ¿Desde cuándo esto es una discusión? Están a un paso de liarse a espadazos.
—Espere a que yo vea la oportunidad de quitarle el guante a Marcel.
El rostro de Isabella se distorsionó ante las palabras de Valdemar. ¿Cuándo, exactamente? El bastardo de Marcel estaba rodeado por varias personas en ese momento. ¿Cómo se supone que le va a quitar el guante?
Isabella le espetó a Valdemar. Enojada, abandonó las formalidades.
—Me puso esta bata y velo diciendo que iba a hacer una revelación espectacular que sorprendería a todos. ¡Habría sido mejor si simplemente hubiera revelado mi identidad y aparecido! ¿Cree que no sé que ustedes dos príncipes están montando un show para hacerse los guapos?
Isabella quería quitarse inmediatamente esta sofocante bata y velo para exponer las malas acciones de Marcel. Emperador Alexander ya estaba asintiendo con la cabeza, diciendo que todo lo que Marcel decía era correcto. ¡Ese bastardo le ha sorbido el seso, se lo sorbió! ¿Que el Emperador está siendo controlado por magia oscura? ¿Toda la gente de este Imperio es idiota?
—Igual de impaciente que su hermana… ¡Espere tranquilamente! ¿Por qué es tan acelerada?
Tras regañar a Isabella, Valdemar se acercó al Emperador y al Séptimo Príncipe, agitando su capa. Isabella tembló de rabia, apretando los puños con indignación.
‘¿Que espere tranquilamente? ¡Este cabrón…! ¿Acaso soy su subordinada?’
Isabella no esperó. Se quitó la túnica y la arrojó al suelo. Entonces se reveló un anticuado hábito sacerdotal con el emblema de la Orden. Bastian, que observaba a Isabella, se asustó y corrió hacia ella.
—Un momento, señorita Bella. Primero debemos exponer todos nuestros argumentos para convencer a los nobles. Entonces todos se darán cuenta de que mi padre imperial está actuando de forma extraña…
Bastian ya había comprendido el carácter de Isabella durante su viaje a Zacador. A diferencia de la Gran Duquesa, que era hipócrita, esta señorita era sincera, pero de carácter explosivo. Bastian trató de calmar a Isabella con suavidad.
—Señorita Bella, espere un poco. Aquí en Zacador, a diferencia de Viantheca, las reuniones son siempre así de ruidosas. Sé que puede ser desconcertante para usted, que es de Viantheca, pero…
Pero Isabella lo empujó con fuerza, con los ojos ardiendo. ¿A mí qué me importa?
—¡Quítate, idiota!
Bastian cayó de bruces al suelo. Isabella lo miró y le dijo con rabia:
—¡La persuasión de los nobles de Zacador la arreglan ustedes después entre ustedes! ¡Ustedes son los que compiten por el trono, no yo!
Isabella miró al Séptimo Príncipe, que le estaba susurrando a su padre imperial, como si quisiera matarlo. Antes, era un rostro hermoso que le aceleraba el corazón, pero ahora el pecho le temblaba de ira. Tal como dijo mi hermana, es un gigoló que vive adulando a su padre. ¡El favor que recibías se acabó!
Isabella sacó una botella de vidrio de su seno y apretó la mano. El frasco de vidrio tenía grabado el emblema de la Orden. Era agua bendita que había recibido de la Santa.
Isabella corrió directamente hacia el Emperador. Cuando alguien intentó detenerla, Floss saltó y los contuvo. Él también se había quitado la túnica que vestía, revelando su uniforme de Caballero Sagrado. La aparición del Caballero Sagrado hizo dudar a los caballeros de la guardia. Floss no perdió la oportunidad y abrió camino para Isabella.
Sin embargo, el avance de Isabella se vio obstaculizado. Valdemar estaba alzando la voz a su padre imperial. Sin dudarlo, ella también empujó con fuerza a Valdemar, que le bloqueaba el paso.
—¡Quítate!
Valdemar fue tomado por sorpresa, no pudo gritar y se tambaleó. Justo dio la casualidad de que Isabella tocó la zona donde estaba herido, por lo que emitió un gemido.
Finalmente, frente al Emperador, Isabella quitó el tapón de la botella y la agitó hacia él. El agua bendita brillante salpicó directamente el rostro del Emperador.
Bastian tampoco se quedó quieto. Corrió hacia su madre, la Segunda Emperatriz Consorte, cuyo rostro ya estaba sorprendido, y le quitó el anillo que llevaba puesto.
—¿B-Bastian?
—Se lo tomaré prestado por un momento.
Bastian puso el anillo de su madre en la mano de su padre imperial, quien parpadeaba al ser salpicado con agua. Ese anillo era una reliquia sagrada que se transmitía de generación en generación en la familia materna de Bastian, y se decía que había sido utilizado por una Santa hace 300 años.
—¡¿Quién es esa mujer para hacerle tal cosa a Su Majestad?!
—¡Qué insolencia! ¡Sáquenla de inmediato!
Cuando la mujer apareció de repente y salpicó con agua al Emperador de su nación, los nobles de Zacador gritaron a voz en cuello. Isabella los miró y resopló. El velo que le cubría el rostro estaba húmedo de tanto jadear. Sin embargo, aún no era el momento de mostrar su rostro. Ella levantó la voz y gritó a todo pulmón:
—¡Parece que los habitantes de Zacador no pueden ver el emblema de la Orden grabado en mi hábito sacerdotal! Escuché que Zacador era un país muy devoto, ¿pero parece que no es así?
La voz de Isabella era tan potente que ahogó por completo el clamor de los nobles.
—¡¿Se atreven a ordenar que me saquen a mí, que vengo como enviada de la Orden?!
Tras el clamor resonante de Isabella, se hizo un silencio. Isabella estaba nerviosa por dentro, pero todos cambiaron de actitud. El poder de las palabras ‘enviada de la Orden’ era, en verdad, tremendo.
—D-Dijo que Su Reverencia es una enviada de la Orden?
—Oigan. ¿No fueron demasiado lejos con sus palabras? ¡Es una persona enviada por la Orden!
—¡N-Nos disculpamos!
Mientras tanto, el Caballero Sagrado Floss tenía una expresión de asombro. «Pero, ¿cuándo envió la Orden un enviado? ¡Solo dijo que iba a revelar su identidad como Isabella Rosana y exponer las fechorías del Séptimo Príncipe!» Floss miró a Isabella con reproche. Sus ojos se encontraron por un momento, pero Isabella lo ignoró.
Ella levantó la barbilla y se dirigió a la audiencia de forma autoritaria. Tal como lo hacía en sus días como la Duquesa Rosana.
—Soy Bella, sierva de Dios que sirve a la Santa en la Orden. Anuncio que el Séptimo Príncipe de su país, Marcel Zacador, será formalmente remitido a un juicio por herejía por el crimen de conspirar con magos oscuros.
Ante las palabras de Isabella, la atmósfera del palacio imperial se llenó de shock y terror. ¿Remitir al Séptimo Príncipe a un juicio por herejía por conspirar con magos oscuros? ¿Y, encima, por la Orden? La atmósfera, que era un caos, ahora estaba llena de conmoción y murmuraciones mezcladas con alivio y miedo. Los partidarios del Séptimo Príncipe, la gente del Gran Duque Bain, tenían expresiones como si les hubieran abofeteado.
Marcel también se quedó helado, sin moverse. Isabella sintió un escalofrío electrizante al verlo en ese estado.
‘Esto es solo el comienzo, bastardo’
Habiendo armado este escenario, ella tenía la intención de arrastrar inevitablemente la vida de Marcel al abismo. Los ojos verdes de Isabella brillaron con veneno. Su corazón estaba manchado de resentimiento y odio, pero una sensación de calidez la invadió al recordar las palabras tranquilas de su hermana. ¡El plan de su hermana era verdaderamente perfecto!
— Bella, antes de revelar tu verdadera identidad, preséntate como perteneciente a la Orden. Usa también el nombre de la Santa. Así no podrán tratarte a la ligera. Valdemar y Bastian ambicionan el trono, por lo que entablarán debates inútiles para restaurar su imagen. No sigas su juego y céntrate solo en nuestro objetivo.
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Flint caminaba con Eliana en brazos. Una vez que ambos salieron a tierra, el manantial, que se había dividido y ahondado la superficie del agua, volvió a su estado original. Ahora, Eliana estaba urgiendo a Flint, preguntando por la situación.
—Diga algo. ¿Por qué estaba parado en el acantilado, al fin y al cabo?
—Eso…
—¿Le han tachado de cabecilla de una traición? ¡Debería haber marcado la línea diciendo que fue cosa exclusiva del Conde Russell! ¡De todas formas, usted no se relaciona con mi tío!
El semblante de Flint se tornó extraño. ¿Cómo sabía ella lo que hacía su tío? Las dudas no eran pocas. Habiendo recuperado a Eliana y encontrando paz mental, las preguntas comenzaron a surgir una a una en la cabeza de Flint.
—¡Aun así, ¿cómo pudo intentar quitarse la vida tan fácilmente?!
Al escuchar el llanto mezclado en el grito de Eliana, Flint reaccionó y abrió la boca. Por el momento, tenía que calmarla.
—Es cierto que provoqué la ira de Su Majestad, pero nunca intenté morir. Sobre todo, porque saltar desde allí no me mataría.
Aunque sí me lesionaría un poco… Flint prefirió no decir la última parte. Pero Eliana, lejos de calmarse, desahogó su frustración con una expresión de profunda lástima.
—Ese anciano está senil, ¡dicen que su mente está yendo y viniendo! ¿Por qué intentó matarlo? ¡A alguien que ha sido leal a Viantheca toda su vida!
Flint se sintió avergonzado, ya que acababa de hacer que el Emperador se desmayara en lugar de ser leal. Pero le resultó adorable que ella se apasionara tanto por sus problemas como si fueran propios. Flint dejó escapar una risa involuntaria. Entonces Eliana le dijo con expresión de impaciencia:
—Este no es momento para reír. Primero tenemos que salir de este territorio. Los inspectores del Emperador son bastante persistentes…
—Lia, cálmese. No me estaban persiguiendo. Tampoco salté para morir. Simplemente tuve una audiencia con Su Majestad.
—Si tuvo una audiencia, bien por usted, pero usted no haría nada para provocar la ira de Su Majestad. ¡Seguramente Su Majestad solo lo molestó sin razón! ¿Qué fue esta vez? ¿Que se salió de la procesión triunfal?
Flint se sintió perplejo, sin saber cómo explicar las cosas que había hecho en el palacio anexo. En ese momento, un niño vestido con un hábito sacerdotal salió disparado por el centro de la cascada. Las personas cerca del manantial ya ni siquiera podían gritar, solo estaban horrorizadas.
‘¿Acaso este no es el Manantial de las Hadas, sino el Manantial de las Caídas? ¿Cómo es posible que una persona caiga tres veces…?’
Una señorita que disfrutaba de un baño termal y presenció tres caídas inesperadas, finalmente se desmayó.
Contrariamente a la expectativa de todos, el cuerpo del joven sacerdote no se hundió en el manantial. El muchacho posó el pie suavemente sobre el agua. Su cuerpo, que no era grande, brillaba con una luz dorada de Poder Sagrado. La superficie del agua se onduló y su cuerpo se inclinó por un momento, pero el muchacho corrió rápidamente sobre el agua y salió a tierra firme.
Todos se quedaron boquiabiertos ante la insólita escena. Eliana, que estaba discutiendo en los brazos de Flint, también abrió mucho los ojos.
‘Ese sacerdote… ¿se parece a alguien? ¿A quién? Estoy segura de que lo vi en mi vida anterior…….’
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