La Emperatriz que regresó en el tiempo - Capítulo 242
Isabella sollozaba mientras se ocultaba entre la maleza. Afortunadamente, Emily no la traicionó.
—No se preocupe, señorita. Yo no la traicionaré.
—E-Emily…
—¿Cree que esos desgraciados me van a perdonar la vida? Soy la prueba de que Zacador intentó asesinarla. Aunque me perdonen por ahora, me matarán tarde o temprano para silenciarme.
Emily, que intentaba tranquilizar a Isabella, también tenía el rostro pálido. Emily le rompió el asta de la flecha que tenía clavada en el dedo para que Isabella pudiera moverse con más facilidad. Como a Isabella le dolía demasiado, no pudo sacarle la punta de la flecha.
El fuego se propagó rápidamente, como si hubieran rociado todo el monte con petróleo. Finalmente, tuvieron que huir de las llamas. Isabella gritó aterrorizada:
—¡El-el fuego es extraño! ¡Parece que nos está persiguiendo!
Al final, fueron acorraladas hasta un acantilado en la cima del monte. Detrás, el fuego; delante, el precipicio. No había más escapatoria. Las llamas se acercaban cada vez más. El fuego se movía como si estuviera vivo.
Más tarde, se enteró de que ese fuego que se abalanzaba como si fuera a devorar a una persona era un fuego invocado por un hechicero oscuro.
Isabella estaba tan sin aliento que ya ni siquiera tenía fuerzas para gritar. Solo gemía y derramaba lágrimas.
Las llamas se dirigieron primero hacia Emily. Tan pronto como Emily fue envuelta por el fuego, empujó a Isabella con todas sus fuerzas. El empujón fue tan fuerte que Isabella rodó hasta el borde del acantilado.
Emily no pudo ni gritar y se consumió en las llamas. Su rostro, completamente desfigurado, estaba lleno de dolor. Al ver esa escena, Isabella jadeó, aterrorizada.
El fuego, después de devorar a Emily, detectó otra criatura viviente y se deslizó hacia ella. Isabella gateó frenéticamente hacia atrás para escapar del fuego que se acercaba. Entonces, perdió el equilibrio y cayó por el acantilado.
Pensó que moriría instantáneamente.
Pero, por suerte, había un río profundo bajo el acantilado. Isabella cayó con un plof al agua y comenzó a perder el conocimiento. Agotada por la carrera, ya no tenía fuerzas para bracear. Justo antes de cerrar los ojos por completo, creyó ver algo parecido a un espejismo dorado flotando.
Cuando recobró el sentido, Isabella vio a una mujer con un cabello blanco y brillante. Aunque gritó con todas sus fuerzas al darse cuenta de que le faltaba un dedo.
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—Si no hubiera sido por la Santa… yo estaría muerta……
Isabella terminó su historia y miró sus cuatro dedos con tristeza.
Aquel día, Isabella, que estaba a punto de morir ahogada, fue rescatada por el grupo de Santa Labrante, que vagaba por el continente. La sagrada misión de la Santa tenía un objetivo claro: prevenir la plaga que arrasaría el continente en el futuro y condenar a los apóstatas y a los magos oscuros.
Pero ese día, el movimiento de la Santa fue ligeramente diferente.
—Vamos a ir aRingsgen, Zacador. Siento que estará lleno de fuerzas malignas. Con suerte, podremos salvar más de una vida.
En efecto, fue tal como había profetizado la Santa. Esa fuerza maligna era magia oscura, concentrada en la montaña en llamas. Los Caballeros Sagrados y los sacerdotes que acompañaban a la Santa se estremecieron y se horrorizaron al ver que la profecía se cumplía.
—¡Santa, ese… ese fuego es sin duda provocado por magia oscura! ¡Esos hechiceros oscuros al fin!
—Primero tenemos que apagar ese fuego.
—¡Pero hay magos oscuros cerca! Podría ser su base. Santa, primero deberíamos capturarlos para identificar su base…
—Podemos atrapar a los magos oscuros más tarde, pero una vida no se puede recuperar una vez que se pierde.
A diferencia del fuego común, el fuego invocado con magia oscura tardaba mucho en extinguirse con agua. Eso causaría grandes pérdidas humanas. Además, solo el poder sagrado de alto nivel podía apagar esas llamas malignas de golpe.
El poder sagrado dorado de la Santa extinguió el fuego al instante. Mientras lo hacía, la Santa detectó una vida que se apagaba en el río. Usó su poder y sacó a Isabella del agua.
Recordando ese día, el Caballero Sagrado habló. Era el mismo hombre que estaba en la mesa con Isabella.
—En ese momento, Bella tenía una flecha con magia oscura condensada clavada. La magia oscura estaba extendiéndose por todo su cuerpo, invadiendo el dedo. La Santa intentó la purificación, pero era demasiado tarde… Finalmente, se cortó el dedo, que era la raíz de la propagación de la magia oscura.
Isabella suspiró y asintió. Al ver el rostro empapado en lágrimas de Eliana, dijo con tono alegre:
—Si no me hubieran cortado el dedo, la magia oscura se habría metido en mi corazón y habría muerto de inmediato. Me dijeron que estaba en peligro real. Estaba casi como un cadáver… ejem, ejem.
Al ver que el rostro de Eliana se ponía serio, Isabella carraspeó y continuó:
—Hermana, me lo cortaron cuando estaba inconsciente, así que no me dolió nada. Incluso ahora no me duele en absoluto. Me acostumbré a vivir sin el dedo…
En ese momento, Eliana abrazó a Isabella de repente.
—Lo siento… Lo siento, Bella…
Isabella recibió el abrazo con el rostro aturdido. Era la primera vez que tenía un contacto tan íntimo con Eliana. Además, era la primera vez que su hermana la llamaba ‘Bella’.
—Por mi culpa, tú…
La voz de Eliana estaba llena de tristeza y culpa. Isabella no podía entender por qué Eliana se disculpaba. ¿Porque yo me casé en Zacador en lugar de mi hermana?
Pero Zacador quería a la hija del Duque Rosana como novia, y quien la envió fue su padre, cegado por la mina de gemas. Y quien intentó matarla fue… ¡Ese maldito Séptimo Príncipe que le dio el licor envenenado!
Además, la persona que había persuadido a Emily para que la entregara prometiéndole perdonarle la vida también había sido el Séptimo Príncipe. No se había dado cuenta en el momento por el pánico, pero al recordar, estaba segura. Esa voz melosa era sin duda la de Marcel Zacador.
Así que su hermana no tenía por qué disculparse.
Isabella le dio palmaditas a Eliana y dijo:
—No es por tu culpa. Quien me casó fue Papá, quien intentó matarme fue ese maldito Séptimo Príncipe. Así que no te disculpes.
—…….
—Si la Hermana, que es débil, hubiera estado en Ringsgen, habría muerto de inmediato. Yo sobreviví porque soy saludable y pude escapar. Pero, ¿por qué ese loco demente intentó matar a su propia esposa? El Emperador de Zacador investigó la causa del terrorismo con mucho ahínco. ¿Acaso el Séptimo Príncipe le tenía rencor a Papá? De todas formas, sobreviví porque soy saludable…
Isabella, que hablaba sin parar, inclinó la cabeza un instante. Había una sensación que la había estado molestando mucho desde que su hermana la abrazó. Empujó a Eliana de inmediato y se dio cuenta.
El vientre de su hermana… estaba muy abultado. Demasiado para ser solo grasa… Isabella abrió los ojos y preguntó:
—Hermana…? ¿Estás embarazada?
Eliana asintió con una expresión muy ambigua. Isabella, que no se dio cuenta, soltó una exclamación y gritó:
—¡Dios mío! ¡Felicidades, Hermana! ¿No viniste a recibir a tu marido, sino de viaje prenatal?
—…….
—Pero, ¿no es demasiado que no haya ni un solo guardaespaldas? ¿Están todos escondidos?
El Caballero Sagrado, el acompañante de Isabella, entrecerró los ojos. ¿No era la hermana de Bella la Gran Duquesa Howard? Y Gran Duque Howard debería estar preparándose para regresar a casa después de terminar la guerra santa… ¿Un viaje prenatal sola, sin su marido? Como escolta, solo había un muchacho y una mujer observando a la Gran Duquesa desde la distancia.
Ahora era el turno de Eliana de contar su historia. Estaba perpleja sobre por dónde empezar y cómo contar esta larga historia.
Primero, se dejó caer junto a Isabella. Y le dijo a su hermana, que la miraba con ojos brillantes:
—Estoy divorciada.
Isabella inclinó la cabeza, como si no hubiera entendido las palabras de Eliana por un momento. Luego, sus ojos se abrieron y gritó:
—…¡¿Qué?!
Eliana se acarició el vientre y sonrió con incomodidad. Isabella rugió:
—¡Estás embarazada y divorciada! ¡¿Estás loca?!
De los labios de Isabella salieron palabras agresivas. ¿Acaso Gran Duque Howard había solicitado el divorcio desde el frente de batalla? ¿Se había fijado en otra mujer? Primero la secuestra y ahora dice que lo matará inmediatamente…
Si Flint, que regresaba a casa anhelando a Eliana con todo su corazón, hubiera escuchado esas palabras, se habría echado a llorar de pura frustración.
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—Duque, iré a tramitar el portal mágico.
—Vaya pronto, Conde Maurice.
Duque Rosana se sentía radiante después de completar el trato de su vida. Todo gracias a la herencia ancestral que el Emperador le había devuelto.
Emperador Leopoldo cumplió su promesa de ‘devolver una veta de gemas si la hija de Rosana se casaba en Zacador’. ¡Qué emocionado se sintió al ver los documentos con el traspaso de propiedad! Duque Rosana le había dejado la capital a su hijo y se había dirigido de inmediato a la veta de gemas.
Por supuesto, Duque Rosana no renunció a la otra veta de gemas que la familia imperial había incautado. Cuando le comentó esto al Emperador anteriormente, este mostró su incomodidad.
—Dmitry, tu avaricia es excesiva. Me has devuelto una de las dos vetas de Rosana, así que conténtate. La otra no puedo dártela. Se la regalé a Bess como compensación.
Emperador Leopoldo tosía de vez en cuando, quizás por mala salud, pero se veía tranquilo de espíritu. Estaba firmemente convencido de que Emperatriz Beatrice lo había perdonado por sus pecados.
—Cuando Hereise ascienda al trono, Bess lo pasará mal. Se convertirá en una Emperatriz Viuda sin poder, relegada… Y Duque Sanders no la cuidará bien… Una mujer mayor necesita tener riqueza personal para vivir con abundancia. Una veta inagotable de gemas es perfecta.
Duque Rosana estaba indignado. ¿Por qué tenía que compensarla con algo que era de Rosana? Aunque ya era propiedad imperial, él seguía creyendo que la veta de gemas era suya.
Emperador Leopoldo endureció el rostro y emitió una orden solemne:
—No toques la veta de gemas de la Emperatriz. Fuiste tú quien me dio las hojas de té Laniel, así que, si eres persona, deberías sentir lástima por la Emperatriz. ¿No te sientes culpable con esa mujer?
¡Si alguien debe sentirse culpable es él! ¡Quién fue el que insistió en que le dijeran cómo dejar infértil a la Emperatriz! Duque Rosana bufó al recordar las palabras del Emperador.
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Farah T
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