La Emperatriz que regresó en el tiempo - Capítulo 240
Eliana sabía que en su vida anterior Flint se había cortado una parte del cuerpo tras ser herido por magia oscura. Fue una tragedia que ocurrió porque la purificación llegó demasiado tarde.
Flint era un guerrero valiente que no temía responder a la magia oscura. Por eso, Eliana siempre estaba preocupada por él.
Afortunadamente, aquí había sacerdotes por todas partes. Siguiendo la insistencia de Eliana, él recibió la purificación rápidamente al ser herido por la magia oscura, y se mantenía fuerte. Además, debido a su gran fortaleza mental, no sufría mucha confusión incluso si era golpeado por magia oscura de tipo mental.
「…La Torre Mágica usa anillos de sellado de maná para restringir a los magos oscuros. Si te atan con ese anillo, no podrás usar maná. Se sabe que solo restringen la magia oscura, pero en realidad también pueden limitar el maná de los magos y el poder divino. Claro, tú, Flint, podrías romper un anillo de sellado como ese en un instante. Y…」
Flint recordaba cada palabra que Eliana le había dicho, incluso aquellas dichas de forma casual. ¿Cómo podría olvidar el contenido de la carta que ella le había enviado antes de partir a la guerra?
Flint endureció el rostro que se había relajado por un momento y dio una orden:
—Aten por completo las manos y los pies de los magos oscuros y pónganles mordazas. Llamen a los magos de inmediato. Debemos ponerles el anillo de sellado de maná antes de que estos bastardos planeen algo.
Una suave expresión cruzó la mirada de Flint por un instante al terminar de hablar. Cuando pensaba en Eliana, su fría expresión se relajaba fácilmente.
‘¿Cómo pudo Lia darme información tan necesaria justo en el momento adecuado?’
Sentir que ella lo estaba ayudando incluso desde la distancia le llenó el pecho de calidez.
Poco después, los magos que recibieron el mensaje de Flint se apresuraron a llegar de manera organizada. Comenzaron a colocar los anillos de sellado de maná a los magos oscuros. El movimiento de los magos fue extremadamente cauteloso. Ellos también sufrían bajo la influencia de los anillos, lo que lo hacía una tarea difícil. Sin embargo, el hecho de que el control se extendiera al maná puro era un secreto, por lo que no podían encargarle la tarea a cualquiera.
Como sus movimientos eran lentos, Flint tomó uno de los anillos de sellado y comenzó a colocarlo él mismo. El mago se sobresaltó por la rapidez y dijo:
—¡Ah, no lo toque sin cuidado…!
—No tengo ningún problema. Dado el estado actual, seamos eficientes. ¿Qué haremos si estos bastardos utilizan alguna magia en el ínterin?
Cuando un mago oscuro se debatió, Flint le golpeó la cabeza una vez. El mago oscuro cayó inconsciente y el mago de la Torre Mágica se encogió. Después de eso, Flint también les rompió las muñecas y los tobillos a otros magos oscuros.
Ante el aura asesina de Flint, los magos ni siquiera pudieron protestar. Parecía tener mucha prisa.
—¿Finalmente podremos regresar a la patria?
Un caballero que estaba encerrando a los magos oscuros gritó con alegría. La marcha de meses finalmente había terminado. Aunque algunos magos oscuros se habían escapado, habían capturado a muchos y obtenido una gran victoria.
Los sacerdotes gritaron que realizarían rituales de purificación al ver la tierra devastada. La tierra teñida de magia oscura estaba muy áspera y desbordaba un aura sombría.
Ahora, los magos de la Torre Mágica estaban ansiosos por revisar la mina de piedras mágicas que, según se decía, había sido destruida por una gran explosión. Les preocupaba que la mina se hubiera agotado debido a la extracción excesiva. Algunos de ellos comenzaron a prepararse para transportar a los magos oscuros capturados a la Torre Mágica.
Los guerreros de cada nación también reorganizaron sus filas. Era hora de regresar a casa. Sus hombros se ensancharon ante el inminente y digno regreso triunfal. Flint ordenó apresurar los preparativos para el regreso.
—Gran Duque, se llevará a cabo la reunión final antes de regresar. Parece que debe ir de inmediato.
Flint suspiró ante las palabras de Vizconde Norbel. Deseaba volver a Bianteca lo antes posible.
La gente de la coalición se reunió en la tienda para dar un cierre perfecto a la guerra santa. Los representantes de cada nación celebraron una reunión a puertas cerradas.
Flint escuchó en silencio. Como había parloteado antes el Emperador Leopold, surgieron temas de derechos de ocupación territorial y varios asuntos políticos. El rostro imperturbable de Flint era solemne. Pero en el fondo, solo pensaba en regresar a casa.
‘¿Cuándo terminará esto? La guerra ha terminado, sería genial que fueran directos al grano y se llevaran lo que tienen que llevarse rápidamente’.
La guerra de nervios que libraban para conseguir algo más le resultaba molesta. Flint logró mantener su expresión mientras escuchaba la conversación. Sin embargo, no dijo una sola palabra. Estaba molesto.
Afortunadamente, el Vizconde Norbel, quien había acompañado a Flint a la guerra, era un guerrero apto para ese trabajo. Por lo tanto, el asunto se resolvió de una manera que no desfavoreciera a Bianteca.
—Debo regresar a casa, así que me retiraré primero.
Flint se levantó de su asiento tan pronto como terminó la reunión. La gente mostró una expresión de decepción al verlo irse sin mirar atrás. Si no era ahora, ¿cuándo podrían establecer lazos con el Gran Duque Howard? Pero el Gran Duque no parecía tener intención de dedicarles tiempo.
—Entonces yo también me retiro.
Vizconde Norbel, que estaba conversando amigablemente con el Sumo Sacerdote, se levantó de golpe. El vizconde salió de la tienda y persiguió a su superior, diciendo:
—Gran Duque, ¿por qué tanta prisa?
—Debo enviar una carta. Ahora podré enviar una, ¿verdad? Tengo que escribirle una carta al Norte primero.
Las comisuras de la boca de Vizconde Norbel se movieron al ver a Flint ladear la cabeza. Él sabía que Flint acariciaba su anillo todos los días, extrañando a su esposa. El vizconde contuvo la risa y dijo con cautela:
—Gran Duque, ¿no deberíamos informar primero a la Familia Imperial?
Ante esas palabras, Flint hizo una expresión de vergüenza.
—Mmm, tú encárgate de eso.
Flint se dio la vuelta y se alejó a paso firme. Ya no quería demorarse más. Quería verla, muchísimo.
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En ese momento, Eliana llegó sana y salva al Marquesado Hesse, en el Sur. Gracias al pase de identidad falsificado que Astin le había preparado, cruzó el puesto de control fácilmente. Tal vez porque era de noche, la vigilancia no era estricta.
‘El itinerario se ha retrasado demasiado. ¿Qué pasa si Labrante se fue?’
Eliana suspiró. No había podido ir directamente al Marquesado de Hesse y tuvo que retrasar el tiempo. Estaba siendo rastreada.
Lo bueno era que esas extrañas facciones estaban teniendo dificultades para encontrar el paradero de Eliana.
Astin se había preocupado mucho por Eliana hasta justo antes de irse con Waldemar. Pero ayudar a Waldemar en la competencia por el trono era un asunto que ponía en juego el destino del Gremio. Por lo tanto, ella no podía acompañar a Eliana. En su lugar, le dio varias cosas a Eliana y le informó detalladamente de la situación.
—Hay dos grupos siguiendo a Lady Eliana. Uno es de Bianteca y el otro es de Zacador.
No había necesidad de pensar mucho en los de Zacador. Seguramente era Marcel. ¿Por qué me sigue molestando si ya se acostó con la Emperatriz? ¡Qué bastardo asqueroso! Eliana soltó una maldición sin querer, pero recordó al bebé en su vientre y se calló.
—No sé de qué lado son los de Bianteca. Lo que es seguro es que no son del Ducado Rosana ni del Norte. Su origen es desconocido, pero sus habilidades son excepcionales. Sin embargo, algo peculiar es que uno de esos tipos tenía esto…
Astin le mostró una marca que, según dijo, uno de los de Bianteca llevaba consigo: un sello con forma de trébol. Era el mismo que había visto anteriormente al lidiar con un espía en la mansión del Gran Duque Howard. Es decir, era un inspector secreto del Palacio Imperial.
Eliana admiró la habilidad del Gremio Asta para eliminar al inspector secreto, pero al mismo tiempo reflexionó.
¿Por qué me rastrea un inspector secreto del Palacio Imperial? ¿Será que Hereise se dio cuenta de mi mentira de que mi embarazo era imaginario? ¿Debido al bebé de Flint que llevo en mi vientre?
En realidad, Hereise estaba preocupada por Eliana y había intentado localizarla para cuidarla en secreto. Sin embargo, esto solo sirvió para aumentar la ansiedad de Eliana.
Astin dudó, pero luego le informó a Eliana sobre el paradero reciente de Flint.
—La guerra santa terminó con la victoria de las fuerzas aliadas. Lord Flint también está de camino a casa. Me parece que la procesión de la victoria pasará por el Gran Ducado de Boarne, en el Sur. Como Lady Eliana se dirige al Marquesado de Hesse… no se encontrarán.
Eliana negó con la cabeza y se sacudió los pensamientos de Flint. Cuando la capucha de su túnica estuvo a punto de caerse, Rina se la colocó rápidamente.
En ese momento, Eliana llevaba una túnica que un mago podría usar para ocultar su identidad. También había usado un accesorio mágico para cambiar el color de su cabello a negro. Rina y Max también estaban haciendo todo lo posible para ocultar sus identidades.
Lina, en particular, tembló al escuchar la noticia de que las estaban siguiendo. Estaba preparada para cualquier posible asesino.
—Los grandes nobles del Norte podrían intentar eliminar a Lady Eliana. Y el Séptimo Príncipe de Zacador… ¡Ay, qué bastardo más asqueroso! ¡De verdad que hace de todo! ¡No le bastaba con acostarse con la Emperatriz, sino que también a Lady Eliana!
Lina maldijo a Marcel sin parar por un buen rato. Eliana tampoco tenía intención de dejarse atrapar por Marcel. Gracias a eso, el rastreo de Marcel estaba siendo complicado.
‘Maldito bastardo, ¿me quiere? ¿Cree que me atrapará fácilmente?’
Aunque su cuerpo estaba pesado, su condición era inmejorable. Después de todo, no había estado moviéndose mucho y no se había quedado en un solo lugar. Además, gracias a los cuidadosos mimos de Astin y Rina, estaba saludable. Estaba muy agradecida con ellos.
—Lady Eliana. Hay una posada allí.
Max señaló un edificio. Max le había rogado y suplicado a Astin, quien le había ordenado regresar al Norte, para que le permitiera acompañar a Eliana.
—¡No quiero morir a manos del Gran Duque! ¡Lady Eliana! ¡Soy fuerte, y como poco! ¡Por favor, contráteme y lléveme con usted!
Parecía tan lamentable que Eliana, junto con Rina, contrató a Max. Así, se alojaron en una posada común. Rina, observando a Eliana, dijo:
—Es un lugar humilde para Lady Eliana, pero…
—¿Qué importa eso? Somos fugitivas.
Entonces Max le preguntó a Eliana de repente:
—Por cierto, ¿realmente vendrá Señorita Jane?
Eliana supuso que si Jane se enteraba de la situación y salía a buscarla, buscaría al Gremio Asta. Por eso, se lo había dicho a Astin de antemano. Si Jane buscaba al Gremio y preguntaba por su paradero, que se lo dijera. Le preocupaba que Jane pudiera sufrir algún daño si deambulaba por todas partes.
—Bueno, esa será la elección de Jane. Espero que no le pase nada malo si va al Norte… ¿Oliver no la detendrá?
Eliana respondió a la ligera y entró en la posada.
La posada también tenía un restaurante, por lo que era ruidosa. Eliana, que visitaba por primera vez una posada utilizada por la gente común, miraba a su alrededor constantemente. Aunque el ruido le dolía un poco los oídos, el espacio abarrotado con todo tipo de personas le resultaba fascinante. No olvidó tirar de su túnica hasta cubrirse bien.
—No importa el dinero, denos la mejor habitación.
El posadero le dio una habitación inmediatamente cuando Rina pagó. Incluso sonrió de oreja a oreja al pedir la mejor habitación. Max dio una propina y dijo con arrogancia:
—Asegúrense de prepararla bien. Nuestro mago es exigente.
El posadero miró a Eliana y llamó a un niño.
—¡Bill! ¡Guía a estos huéspedes!
El niño llamado Bill guio al grupo de Eliana a la habitación con una actitud enérgica. Mientras subía las escaleras hacia el segundo piso, Eliana recorrió el restaurante con la mirada sin querer y entrecerró los ojos.
Una persona sentada en una mesa llamó extrañamente su atención. Cuando esa persona se inclinó hacia atrás y se rio, su capucha se deslizó, revelando un perfil familiar. Eliana se detuvo involuntariamente. Sus ojos verdes parpadearon aturdidos. Incluso levantó la mano para frotarse los ojos.
No podía ser.
Era una persona que nunca podría estar en ese lugar. Seguramente, esa niña…
Eliana comenzó a bajar las escaleras con el rostro aturdido.
—¿Lady Eliana? ¡¿A dónde va?!
Eliana caminó como poseída hacia una mesa vieja y desvencijada en la esquina. Sus pasos se detuvieron junto a una mujer.
Mientras tanto, la mujer se había vuelto a poner la capucha y estaba charlando a carcajadas.
—¡El Palacio Real de Sharai debe estar patas arriba! Con dos princesas en Bianteca. ¡Si los abuelos se enteran, podrían desmayarse! Pero, ¿por qué insististe en venir a esta posada? ¡Si vamos al templo, sobran habitaciones!
Cuando la mujer gesticuló y su capucha estuvo a punto de caerse de nuevo, un hombre que la miraba de reojo respondió:
—Es la voluntad de la Santa. Dice que tú y yo debemos quedarnos en esta posada hoy.
—Pero, ¿por qué?
Justo entonces, la mujer sintió una presencia, giró la cabeza y miró a Eliana, que llevaba la túnica con la capucha puesta. Luego ladeó la cabeza. Sus brillantes ojos verdes, que miraban a Eliana, estaban llenos de vitalidad.
La mujer, al ver la túnica de mago que llevaba Eliana, parloteó con una expresión arrogante:
—¿Un mago? Ay, por favor. ¿Cuántas veces van ya? ¡Parece que estoy viendo todos los magos que veré en mi vida mientras viajo con la Santa! ¿Cómo me reconocen? De verdad, los magos se mueren por la Santa… ¿Ah? No, un momento. ¡La Santa no está aquí!
La mujer miraba a Eliana, ladeando la cabeza. Eliana apenas logró mover los labios para hablar.
—¿Isabella…?
Los ojos verdes de la mujer llamada Isabella se abrieron de repente. El tenedor que tenía en la mano se cayó. Eliana dijo con voz temblorosa:
—Tú, tú de verdad… ¿Eres Isabella…? ¿C-cómo pudiste…? Tú, tú estabas…
La mujer se levantó de golpe y le quitó la capucha a Eliana sin dudarlo. En el proceso, el gorro de la propia capucha de la mujer también se deslizó. Eliana se cubrió la boca.
El rostro revelado era sin duda el de Isabella. ¡Incluso la voz!
—¿Hermana…?
Isabella Rosana estaba viva. ¡Ella no había muerto!
Asure: Wha da fak
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Farah T
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