La Emperatriz que regresó en el tiempo - Capítulo 184
—Me casaré este año. No puedo posponerlo más.
El aplazamiento del matrimonio entre Hereise y Liliana era enteramente por voluntad de Hereise. De hecho, él sabía que Liliana se veía en secreto con Damián.
Hereise y Liliana estaban unidos por un arreglo matrimonial estricto por sus padres. Por eso, aunque a Hereise le sorprendía la relación entre Liliana y Damián, no sentía traición. Incluso, en ocasiones, había actuado en secreto para que sus encuentros no fueran descubiertos.
La razón por la que había hecho tanto por ellos era porque, al comprometerse con Liliana, en realidad había separado a los dos enamorados.
Hereise se sentía culpable por ello con Damián, su amigo de la infancia. La razón por la que su amistad con Damián no se había profundizado, de hecho, era por culpa de Liliana.
Damián no era lo suficientemente descarado como para continuar su amistad con Hereise mientras tenía un amorío con la prometida de su amigo, y Hereise se sentía avergonzado por haberle quitado a su amante.
Y cuanto más se prolongaba la relación entre Liliana y Damián, más angustiado se sentía Hereise. Sin embargo, su padre, el Emperador, se estaba volviendo cada vez más frágil, y no podía posponer más el matrimonio.
Afortunadamente, cuando Damián se comprometió, la relación entre los dos se rompió. Fue una decisión muy noble y sensata. Hereise se sintió satisfecho con eso.
—Estoy buscando una fecha para la boda en el Templo Mayor. Pero la Casa del Duque Sanders quiere que el Papa les dé una fecha de la buena suerte. Así que tomará un poco de tiempo, pero como mi padre también está de acuerdo…
Hereise estiró su cuello rígido. En ese instante, un dolor agudo lo hizo agarrarse la frente.
—¡Ugh…!
Al escucharlo quejarse, la mirada de Flint se llenó de preocupación.
Como Emperador Leopoldo ya no podía levantarse de la cama, Hereise estaba sobrecargado de trabajo. Además, el Emperador había comenzado la transición de poder, por lo que la presión parecía ser enorme. La gente del palacio podía ver a Hereise agarrándose la frente y quejándose de dolores de cabeza de vez en cuando.
—¡Dillon, no, Carter!
Al llamado de Hereise, un sirviente llamado ‘Carter’ se apresuró a traer una botella con medicina y un chocolate. Carter le ofreció el frasco abierto, y Hereise lo bebió de un solo trago. Hizo una mueca de disgusto por el sabor amargo y se puso el chocolate en la boca para masticarlo.
—Es una poción para el dolor de cabeza. Su efecto es inmediato. Pero tiene un defecto fatal… Es muy amarga.
El sirviente, que había recibido el frasco vacío, se retiró. Flint, por reflejo, examinó el rostro del sirviente. Era un sirviente que estaba cerca de Dillon, el jefe de los sirvientes del Príncipe Heredero, por lo que no le era desconocido. ‘Así que su nombre es Carter’.
—Y a propósito, ¿dónde está Dillon?
Dillon era el sirviente y asistente que siempre acompañaba a Hereise. Se preveía que se convertiría en el jefe de los sirvientes del palacio cuando Hereise ascendiera al trono. A Flint le extrañaba que no estuviera a la vista.
—Se tomó un descanso. Y justo en un momento así.
Después de quejarse brevemente, Hereise continuó:
—Pero, ¿qué puedo hacer si tiene asuntos en su pueblo natal? Ojalá Dillon regrese pronto.
En ese momento, el sirviente Carter se acercó para anunciar la visita de alguien.
—Su Majestad la Emperatriz ha llegado. Está esperando frente al palacio. ¿Qué hacemos?
Ante esas palabras, Flint no pudo creer lo que escuchaba. ¿Emperatriz Beatriz visitando el palacio del Príncipe Heredero? Hereise asintió con serenidad.
—Déjala pasar exactamente en diez minutos.
—Sí, Su Alteza.
Carter salió de la habitación con pasos lentos. La visita de la Emperatriz al palacio del Príncipe Heredero era sorprendente, pero que Hereise le hiciera esperar frente a su palacio durante diez minutos no se quedaba atrás.
—Mi madrastra es muy astuta. Ahora que es seguro que ascenderé al trono, viene a visitarme. Dice que quiere recuperar el tiempo perdido para tener una amistad más cercana.
—Ten cuidado.
Hereise soltó una carcajada ante la advertencia de Flint.
—No te preocupes. Mi madrastra no tiene otra opción.
El rostro de Hereise mostraba una mezcla de triunfo y compasión. A pesar de que la detestaba, ahora sentía lástima por ella.
—Mi madrastra es estéril. Como no puede concebir un hijo que asegure su futuro, no le queda más remedio que seguirme.
—¿Qué…?
—Se sintió muy afligida al descubrirlo. El conflicto entre mi padre y mi madrastra se debe a eso.
La expresión de Hereise era compleja. Estaba contento de haber doblegado a su madrastra, a quien tanto detestaba. Al principio, cuando escuchó la noticia de que la Emperatriz era estéril, Hereise no pudo ocultar su alegría. Cuando le contaron que la Emperatriz había ido al palacio del Emperador, con el cabello alborotado, a llorar desconsoladamente, él chasqueó la lengua. Se rio de ella, pensando que le faltaba dignidad, pero pronto se horrorizó.
—El té de Ranemel, que el Emperador solo le regalaba a la Emperatriz… En realidad, es un té narcótico que causa esterilidad si se consume por mucho tiempo.
Los sirvientes del palacio, a pesar de saber que Beatriz era estéril, guardaron silencio por orden del Emperador. Por eso, Beatriz vivió sin saber de su esterilidad durante mucho tiempo.
Hereise ya no pudo sentir alegría. ‘¿No amaba mi padre a mi madrastra? ¿Por qué hizo tal cosa?’
—Su Alteza Hereise, no debe culpar a Su Majestad. Todo esto es un plan de Su Majestad para pasarle el trono a usted sin ningún problema. Usted debe valorar este cariño paternal por su hijo.
—Jefe de los sirvientes, no lo entiendo. Incluso si la Emperatriz diera a luz a un niño hoy mismo, ¿crees que un simple recién nacido me superaría?
—Duque Rosana y Duque Sanders han sido aliados durante generaciones. ¿Qué pasaría si las dos casas ducales se unieran para hacerle daño a Su Alteza y empujaran al hijo que la Emperatriz conciba como el próximo sucesor? Recuerde al Príncipe Pavleshka. No importa qué tan joven sea, si Su Alteza está ausente, él se convertirá en el próximo heredero.
Emperador Leopoldo amaba a Emperatriz Beatriz, pero su amor paternal por su único hijo era mayor. Por lo tanto, le dio la espalda a su hijo, quien nació como el rehén de una nación enemiga, e incluso hizo que la Emperatriz fuera estéril.
En ese momento, Hereise recordó el aborto espontáneo que Emperatriz Beatriz tuvo poco después de casarse. Y una idea escalofriante se le vino a la mente: que eso también pudo haber sido obra de su padre.
Frente a los pecados que su padre había cometido por él, Hereise no pudo sentirse orgulloso.
Pensó que su padre era demasiado cruel. Cuando Emperatriz Beatriz se enfureció y protestó por haberla dejado estéril, el Emperador incluso ordenó que la expulsaran. Al final, Hereise se interpuso ante los caballeros que se llevaban a una Emperatriz en plena pataleta frente al palacio del Emperador. Él mismo les ordenó que la soltaran y la escoltó hasta su palacio.
Hereise no se disculpó con la Emperatriz por la culpa de su padre. Sin embargo, dejó de enfrentarse a ella y mantuvo el secreto de su infertilidad. Por lo tanto, en la alta sociedad solo se conocía la discordia entre el Emperador y la Emperatriz, no los detalles íntimos de lo sucedido.
A partir de entonces, Beatriz, como si estuviera conmovida por Hereise, cambió su actitud. El cambio más significativo fue que empezó a visitar el palacio del Príncipe Heredero. Aunque Hereise aceptaba sus visitas, lo hacía con recelo.
Beatriz conversaba de forma íntima con Hereise, como si nunca antes hubiera sido espinosa. A menudo lo visitaba acompañada de Liliana.
—Ha llegado Su Majestad la Emperatriz.
Ante las palabras del sirviente, las puertas de la habitación se abrieron de par en par, Emperatriz Beatriz entró.
—Hay un invitado.
—Gran Duque Howard rinde homenaje a Su Majestad la Emperatriz.
—Gran Duque Howard, puede saltarse las formalidades de ahora en adelante. Es amigo de mi hijo, así que no es necesario tanto alboroto. Je, je.
Flint parpadeó ante la actitud amable de Emperatriz Beatriz. Pensando en lo increíble que era el poder, se sentó de nuevo.
La Emperatriz se sentó en el lugar preparado para ella. Los dedos de la Emperatriz, que sostenían la taza de té, brillaban de forma especial. Esto era debido a las joyas brillantes que tenía adheridas a las uñas. Por esos días, era una moda en la alta sociedad de la capital pintarse y decorar las uñas.
—Ahora que lo recuerdo, Gran Duque Howard, invité a la Gran Duquesa a la fiesta de té de esta noche. La Gran Duquesa aceptó asistir. Sería bueno que usted también viniera.
—Con todo el respeto, pero será difícil debido a mis deberes.
—¿Cómo está el norte? Escuché que sufrieron mucho por los ataques de monstruos.
—Ahora la situación está en calma. Todo está bien.
—También escuché de su gran hazaña. ¿Detuvo a los asesinos y a los monstruos que invadieron el norte? Espero que los resultados de la reunión también traigan tranquilidad a la Gran Duquesa, quien perdió a su hermano.
—Gracias.
Aunque Flint le respondía de forma monótona y con una expresión inmutable, la Emperatriz seguía conversando. El rostro sonriente de la Emperatriz era sumamente hermoso, como se esperaba de una belleza de la época. Sin embargo, Flint no mostró ninguna emoción.
—¡Ay, qué cabeza la mía! Tráelo.
Ante las palabras de la Emperatriz, la dama de compañía que estaba de pie se acercó con una botella de vidrio y la puso sobre la mesa.
—Es un jarabe de durazno que preparé yo misma. Es muy dulce y delicioso si se le agrega al té.
—……
—……
Flint no podía creer lo que veían sus ojos. Debido a Emperador Leopoldo, el durazno era un alimento prohibido en el palacio. ¿Pero la Emperatriz misma preparó jarabe de durazno? Aunque su relación con el Emperador se había recuperado, ella debía estar desquitándose.
—¿Qué haces? Llena la taza de té.
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