La Emperatriz que regresó en el tiempo - Capítulo 177
Emperador Leopoldo anunció que el 30% del mineral de hierro y las telas de Zacador, junto con el 30% de la compensación, se otorgarían como consuelo a la familia de Duque Rosana. Duque Rosana se regocijó con la inmensa cantidad de riqueza. Pero en la superficie, dijo con un rostro solemne:
—Me conmueve profundamente que Su Majestad el Emperador se preocupe por mi familia. Ahora mi hija podrá descansar en paz.
Duquesa Rosana, que había estado postrada en cama desde la muerte de Isabella, apenas se había recuperado cuando recayó de nuevo. Duque Rosana la miró con desaprobación.
—¡Su Majestad el Emperador nos ha bendecido! Zacador ya nos compensó lo suficiente. ¿Cómo voy a poder ver a Su Majestad si te comportas así, siendo la Duquesa?
—¡¿Qué bendición?! ¡Mi hija ha muerto! ¡Bella ha muerto! ¿Y me dice que me alegre?
—¿Quién dijo que te alegres? ¿Por qué eres tan emocional?
Duquesa Rosana gritó en un ataque de histeria:
—¡¿De qué sirve toda esta compensación?! ¡Ni siquiera han revelado quiénes fueron los culpables! ¡Solo quieren que aceptemos ese dinero y lo olvidemos!
—¡¿Ese dinero?! También hay mineral de hierro y telas. ¿No sabes lo valioso que es el mineral de hierro de Zacador?
—¡Ahhh!
Duquesa Rosana se sentía terrible. La compensación o el mineral de hierro no la consolaban en absoluto. Al ver a su esposa llorar, Duque Rosana intentó consolarla:
—Se dice que las telas de Zacador son de alta calidad, solo las usan los nobles de alto rango. ¿Qué te parece si le encargas a la sastrería Brillante que te haga un vestido con ellas? Eso te ayudará a sentirte mejor.
—Snif… snif…
—Póntelo y muestra tu dignidad en la sociedad como la Duquesa. ¡Es una prueba de que Su Majestad el Emperador sigue valorando a la familia de Duque Rosana! Entonces mi reputación se recuperará, tú también…
—Snif… snif… snif…
La Duquesa no dejaba de llorar. Al final, Duque Rosana se enfureció y se fue. La sirvienta intentó consolarla, pero ella no podía dejar de llorar.
—¡Qué clase de padre es ese! ¡No debí haber enviado a Bella! ¡Esa niña no quería casarse en Zacador! ¡¿Cómo puede vender a su hija a un país enemigo por esa estúpida veta de gemas?! ¡Dmitri, ¿cómo puedes llamarte padre?!
Duquesa Rosana se sintió asqueada al ver a su esposo tan feliz con la compensación que les dio el Emperador. Su esposo no pensaba en su hija muerta, solo en cómo usar esta oportunidad para recuperar su prestigio.
¡Y ni siquiera era algo que lo hiciera quedar bien a él! El Emperador había elogiado a la Gran Duquesa Howard, y por eso, la sociedad hablaba día tras día solo de Eliana. Eso estaba a punto de provocarle un ataque de nervios a Duquesa Rosana.
‘Si Eliana no se hubiera enamorado de Gran Duque Howard, ella se habría casado con el Príncipe de Zacador. ¡Entonces mi hija, Bella, no habría muerto!’
Ese pensamiento llenaba de ira a Duquesa Rosana. No podía controlarse, así que detuvo todas sus actividades sociales y se recluyó.
Sin embargo, tuvo que reanudarlas a la fuerza debido a la presión de su esposo.
Hoy, se celebraría una fiesta de té en la residencia de Duque Rosana. Ella se puso un vestido nuevo hecho con la tela de Zacador que su esposo tanto había elogiado. Se sentía muy pesado, como si fuera el precio de la vida de Isabella.
Las invitadas notaron el bajo ánimo de la anfitriona. Se esforzaron por animar a Duquesa Rosana.
—Duquesa, su vestido es tan hermoso. Este brillo es una prueba de que es de Zacador.
—Me sorprende la técnica que usan. Es tan brillante. Cuando lo vi por primera vez, pensé que era una tela mágica, jojojo.
—¿Y el traje de gala que su esposo ha estado usando últimamente también está hecho de tela de Zacador, verdad? Se veía tan majestuoso.
Las damas elogiaron el vestido de la Duquesa. Ella asintió levemente y bebió su té. El té Melani, con su aroma fuerte y exuberante, calmaba su corazón.
—Escuché que la Gran Duquesa Howard hizo mucho por su hermana.
—Nunca pensé que esa niña tendría tanta fuerza de voluntad… ¿Será que el puesto hace a la persona?
En la fiesta de té de ese día, no podía faltar la conversación sobre Eliana. La sociedad de la capital hablaba sin parar de la Gran Duquesa Howard. Sin saber lo que Duquesa Rosana sentía, las damas continuaban hablando.
—Supongo que sí. De hecho, conozco a Lia desde que era una niña.
Una anciana noble usó el apodo de Gran Duquesa Howard. Era una mujer bastante cercana a Duquesa Rosana y había visto crecer a Eliana desde pequeña. Ella continuó:
—Esta anciana nunca ha visto a una niña tan dulce y frágil como Lia. Por eso me preocupé mucho cuando se casó con Gran Duque Howard. Es un héroe de guerra, ¿qué tan rudo debe ser? Además, él es del norte… ¿Comprende el corazón de una mujer?
La anciana frunció el ceño profundamente, como si realmente se preocupara por Eliana. Una dama dijo:
—Se rumorea que Gran Duque Howard es muy tierno con su esposa. Conde Evans dice que su relación es tan buena como antes de casarse, que las jóvenes que perdieron a Gran Duque Howard se arrepienten.
—Claro, Gran Duquesa Howard es una belleza. Y el Gran Duque también es muy apuesto.
Duquesa Rosana estaba furiosa por dentro. Isabella había muerto de una forma tan horrible que ni siquiera había quedado un cuerpo, mientras que Eliana parecía vivir felizmente.
Como Duquesa Rosana seguía en silencio, una dama le habló con cautela:
—Aunque una de sus hijas partió al seno de Dios, la otra está elevando su reputación, así que debe sentirse muy orgullosa.
—…….
—Siempre fueron tan cercanas, ¿no sigue en contacto con su primera hija a espaldas del Duque? ¿Y es verdad que Gran Duque Howard es tan devoto como dicen los rumores?
Duquesa Rosana finalmente no pudo contenerse y gritó:
—¡¿Quién dice que es mi hija?!
Ese grito hizo que el ambiente agradable de la fiesta de té se congelara. Una de las damas, que era cercana a ella, dijo torpemente:
—Gran Duquesa Howard, quiero decir… Lia ha logrado un gran mérito esta vez. Gracias a la excelente educación de la familia de Duque Rosana, su hija…
Duquesa Rosana arrugó el rostro y gritó:
—¡Esa no es mi hija!
—Se-señora…?
—Si esa chica se hubiera ido obedientemente a Zacador… mi hija…
Alguien jadeó. Una dama de la nobleza casi escupe su té, de tan sorprendida que estaba.
En un momento, había un rumor que se había extendido por la sociedad sobre la muerte de Isabella. Decían que era una suerte que Eliana se hubiera enamorado del Gran Duque Howard, de lo contrario, ella habría ido a Zacador y habría muerto en el ataque terrorista.
Por eso, las damas de la nobleza entendieron de inmediato lo que Duquesa Rosana quería decir. Pero Eliana también era hija de Duquesa Rosana. ¿No era demasiado? Una anciana, que quería mucho a Eliana, la criticó.
—Duquesa… ¿Cómo puede decir algo así…? Lia también es su hija.
—¡Eliana…!
Duquesa Rosana no pudo continuar y rompió a llorar de forma histérica. Su sirvienta personal corrió y trató de calmarla.
—Ma-madame. Contrólese…
—Hip… ¡Bella! ¡Mi hija! ¡Qué pobre!
Duquesa Rosana se golpeaba el pecho y sollozaba. Fue Damián quien se encargó de la fiesta de té que se había desorganizado. Él había ido a saludar a su madre, ya que se había enterado de que iba a tener una fiesta de té después de mucho tiempo. Él ayudó a Duquesa Rosana a levantarse y le dijo a las demás:
—Mi madre todavía no se siente bien. Después de la muerte de Isabella y de mi prometida… Ha sido un shock tan grande que no puede dormir.
Damián había perdido a su prometida unos meses antes. Joven Marquesa Hesse, que había venido del sur, se enfermó después de su compromiso con Damián, al final, se debilitó y murió.
Las damas de la nobleza pusieron una expresión de lástima al recordar ese trágico suceso. Una de ellas dijo:
—Oh, qué terrible… Lo entendemos, Damián. ¿Tú estás bien?
—Estoy bien.
Cuando Damián puso una expresión preocupada, una de las ancianas derramó una lágrima. Desde la muerte de su prometida, su rostro siempre se veía triste.
—Anímate. Joven Marquesa Hesse ahora debe estar en paz.
—Gracias. Ya me voy con mi madre.
—Sí, ve.
Damián, que cargó a su madre sollozando y salió del salón de té, parecía un hijo muy confiable. Las damas murmuraron por un momento y luego, una por una, se fueron de la residencia de Duque Rosana en sus carruajes.
Cuando llegó a la habitación, el hijo confiable regañó a su madre tan pronto como la dejó en la cama.
—Madre, ¿qué tonterías dijo en la fiesta de té? ¿Por qué no simplemente grita que Eliana no es su hija, sino la bastarda de padre? Si va a hacer esto, mejor no haga nada.
Gran Duquesa Howard era una de las damas favoritas del Emperador. Damián no podía entender por qué su madre, que había estado en la sociedad por años, se comportaba así. Él puso una expresión de fastidio.
—¿Me estás defendiendo a esa chica frente a mí, tu madre? ¡¿Cómo puedes hacer eso?!
Duquesa Rosana gritó con lágrimas en los ojos, Damián suspiró.
—Eliana ya no es la simple dueña del norte. Su posición es diferente a la del año pasado, cuando se casó como si estuviera huyendo. Ella es la dama más querida de Bianteca por Su Majestad el Emperador.
—¡Ahhh!
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