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La Emperatriz que regresó en el tiempo - Capítulo 174

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  4. Capítulo 174
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Emperador Leopoldo sonrió, satisfecho. La princesa Helena de Zacador, la señorita Albich, a quien enviaron como novia, también cumpliría un excelente papel como rehén en caso de emergencia.

 

—Además de la compensación, dicen que enviarán hierro y telas porque salvamos la vida de su hijo.

 

Mientras el Emperador ignoraba al partido belicista, los del partido pacifista, que estaban a favor de la paz con Zacador, hablaban con entusiasmo.

 

—¡Con esta muestra de sinceridad, es como si Zacador se arrodillara ante Bianteca!

 

Emperador Leopoldo apoyó la barbilla en el reposabrazos.

 

—Con eso quieren que no nos preocupemos de que un asesino actuara libremente en tierras de Bianteca, ¿no?

—Eso parece.

—De acuerdo. Una parte la enviaré como consolación al ducado de Rosana. Después de todo, es una compensación por la muerte de su hija menor.

—El ducado de Rosana se sentirá conmovido por la gracia de Su Majestad.

 

Leopoldo sonrió, satisfecho, pensando en cómo le haría un favor a Duque Rosana. Finalmente, dio una última orden y disolvió la reunión de gabinete.

 

—Hagan venir a Gran Duquesa Howard a la capital. Hace tiempo que no veo a Lia.

 

Los nobles reaccionaron rápidamente a sus palabras. El Emperador elogió directamente a Gran Duquesa Howard y hasta usó un apodo personal.

 

—Me dolió mucho el corazón cuando esa niña se fue al norte. Ese Flint tiene un temperamento tan impaciente que Lia ha sufrido. Si se hubieran casado en la capital, les habría prestado el palacio imperial. Y la Gran Duquesa se habría reconciliado con su padre, ¿no creen?

 

Además, su discurso fue largo. Decir esas cosas frente a los nobles era equivalente a que el Emperador declaraba a Gran Duquesa Howard la nueva líder de la alta sociedad. Como resultado, la alta sociedad de la capital comenzó a elogiar a la duquesa de Howard de forma unánime.

 

 

 

 

 

 

⋅•⋅⋅•⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅∙∘☽༓☾∘∙•⋅⋅⋅•⋅⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅

 

 

 

 

 

 

—Su Alteza, Gran Duque. Su Alteza, Gran Duquesa. Su Majestad el Emperador ha enviado un edicto.

 

El mensajero de la familia imperial era el vicio-chambelán, un cargo inferior al del chambelán. El ducado de Howard recibió con hospitalidad al vicio-chambelán del palacio imperial.

El edicto de Emperador Leopoldo elogiaba enormemente el éxito de la reunión, que había concluido excelentemente con la delegación y había fortalecido la alianza entre los dos países. También contenía una llamada oficial para que la Gran Duquesa Howard se presentara en la capital, una petición del mismísimo Emperador.

Después de leer el edicto, Eliana se lo entregó a Flint. Flint lo examinó y dijo:

 

—No puedo dejar que vaya sola a la capital. Iré con usted.

 

Eliana asintió con la cabeza sin dudarlo.

 

—Está bien. Vayamos juntos. Usted también tiene mérito. ¿Quién fue el que detuvo a los monstruos?

 

Flint escribió una carta de respuesta, diciendo que, como esposo, acompañaría a la Gran Duquesa Howard. El vicio-chambelán tomó la respuesta y regresó al palacio imperial.

Pronto, la temporada de desbordamiento de monstruos se acercaba en el norte. Se necesitaban preparativos sólidos antes de que los dos se fueran a la capital. Para que todo estuviera bien incluso en ausencia de los Grandes Duques.

Mientras Flint tenía una vida muy ocupada, Eliana seguía de cerca los acontecimientos en la capital. Los chismes que le traían los informantes eran variados. A veces, Eliana se reía, y otras, ponía una cara muy seria.

En ese momento, estaba en la sala de recibimiento tomando el té con una nueva dama de compañía. Para proteger a Jane, quien había comenzado a chocar con Elisa, Eliana había contratado a una dama de compañía más. Eligió a alguien que mantuviera a Elisa tan ocupada que no tuviera tiempo de molestar a Jane.

La nueva dama de compañía se llamaba Veronica Hyern. Pero en el rostro de Veronica no había ni rastro de alegría por haberse convertido en la dama de compañía de la Gran Duquesa.

 

—Su Alteza, ¿por qué me eligió como su dama de compañía?

 

El rostro de Veronica mostraba un descontento que no podía ocultar. Eliana bebió de su té y dijo:

 

—Pensé que ser mi dama de compañía era un gran honor. ¿Quieres que lo cancele?

—¡Oh, no! ¡Mi hermano me obligaría a casarme, estoy segura!

 

El rostro de Veronica se veía triste, pero también había un rastro de alivio. Veronica reveló sin tapujos la razón por la que había aceptado el puesto de dama de compañía. Era porque su hermano la había puesto en una situación de riesgo al querer casarla a la fuerza.

 

—¿Cómo es posible que quiera vender a su propia hermana para establecer alianzas matrimoniales con una familia influyente? ¡Solo aprendió a hacer cosas terribles!

 

Veronica estaba indignada. Si no hubiera sido por la protección de su padre, o si no le hubieran ofrecido el puesto de dama de compañía de la Gran Duquesa, tal vez habría sucedido. ¡Incluso el novio no era el heredero de la familia, sino el tercer hijo!

 

—Su Alteza, es tan injusto. ¿Por qué tengo que ser el escalón de mi estúpido hermano? Si yo hubiera nacido antes, el título de vizconde no sería de Oscar, sino mío.

 

Oscar Hyern, el hermano de Veronica, era el hijo mayor del conde Hyern. Había pasado mucho tiempo desde que alcanzó la mayoría de edad, pero aún no se le consideraba vizconde. Tenía la reputación de ser demasiado inmaduro para heredar la gloria de Marqués Hyern.

En comparación, Veronica era tan sobresaliente que se consideraba una lástima que no hubiera nacido como la hija mayor. Sus habilidades con la lanza superaban las de su hermano, y sus maestros no escatimaban en elogios a su inteligencia.

Pero Veronica era la segunda hija, y la diferencia de edad con su hermano era grande. Había una diferencia de seis años.

 

—Los vasallos de mi padre me lo dijeron. Si yo fuera solo dos años menor que Oscar, me habrían elegido a mí.

 

En Bianteca, la sucesión se basaba en la primogenitura absoluta, sin importar el género, pero había formas para que el segundo hijo heredara el título. Era posible si el primero se casaba y abandonaba la familia.

 

—Sé que lo haría muy bien. Oscar solo tiene la edad, pero es muy incompetente. Si ese estúpido de Oscar se convierte en el heredero, estoy segura de que la familia imperial le quitará el título de Marqués.

 

Eliana, que había escuchado en silencio las quejas de Veronica, le dijo:

 

—La razón por la que él no ha sospechado de ti es porque eres seis años más joven que Oscar Hyern. Debes saberlo.

 

Si Veronica fuera mayor, probablemente ya la habrían casado. Por muy estúpido que fuera, Oscar Hyern no podría ignorar la ambición de su hermana mayor.

 

—¡Preferiría que sospechara y enfrentarlo de frente! ¡Sé que puedo ganar! ¡Es injusto que ni siquiera me den la oportunidad solo por ser la segunda hija y más joven!

 

Veronica quería convertirse en la heredera de la familia, superando a su hermano. Pero nadie la tomaba en serio. Solo Marqués Hyern se daba cuenta de la ambición de su hija y se preocupaba.

 

—Pero este es el resultado. Si no hubiera sido por mí, estarías casada y serías el escalón de tu hermano.

 

Marqués Hyern le había pedido un favor a Eliana en el momento justo. Le preguntó si podía aceptar a su hija como dama de compañía. Eliana aceptó fácilmente esa petición secreta.

Marqués Hyern era un hombre anticuado que se conformaba con el sistema. No quería que sus amados hijos pelearan por la herencia.

El hijo mayor era estúpido y la hija menor era arrogante. Marqués Hyern suspiraba profundamente y se lamentaba de haber criado mal a sus hijos.

 

—Si hubiera educado a mi hijo para que fuera inteligente, Veronica no lo despreciaría.

—Te has esforzado lo suficiente, Marqués Hyern. Si es así, haz que el hijo mayor sea vizconde. Entonces Veronica también se rendirá.

 

Marqués Hyern solo suspiró y no pudo responder. Él también sabía que su hijo era tonto. Por eso no le entregaba ni un poco de su autoridad y solo seguía educándolo. Sabiendo eso, Eliana no dijo nada más.

 

—Veronica, no te rebeles contra tu padre. Y no tengas ideas locas.

 

A las palabras de Eliana, Veronica se estremeció.

 

—Yo, yo no estaba pensando en nada…

—En ese caso, me alegro.

 

Eliana sabía el final que le esperaba a Veronica Hyern en su vida anterior. Ante la amenaza de un matrimonio forzado, ella terminó asesinando a su hermano, y su relación con su padre se deterioró hasta el punto más bajo.

Al final, Marqués Hyern no pudo denunciar a su hija y encubrió su crimen. Sin embargo, el shock de que su hija matara a su hijo lo enfermó y le provocó la muerte.

Veronica Hyern, que heredó el título de su padre, ganó una gran reputación y fue reconocida como una excelente Marquesa. Aunque, al final, sus crímenes salieron a la luz y tuvo problemas de moralidad y legitimidad. No obstante, Eliana recordaba que nadie podía discutir su talento.

 

—El asesinato no es la única solución. Tienes que ser más astuta.

 

Veronica se asustó con las palabras de Eliana. Lo único que ella pensaba últimamente era cómo deshacerse de su hermano. Pero esos pensamientos no se concretaban en un plan de asesinato. Todavía era muy joven y demasiado blanda para encargar un fratricidio.

 

—Su Alteza, por favor, comparta su sabiduría conmigo. ¿Cómo puedo deshacerme de mi hermano de forma pacífica?

 

Veronica estaba desesperada. Sentía un profundo rencor hacia su hermano, que quería casarla en cuanto ella mostró sus ambiciones.

 

—No hay forma de deshacerse de algo pacíficamente. Cuando intentas romper las reglas, inevitablemente hay un escándalo. Si te da miedo, déjalo. Te encontraré un hombre más admirable.

—No tengo miedo. Y no necesito un hombre admirable. Me casaré con un hombre que sea sumiso y razonablemente inteligente.

 

Eliana sonrió brevemente ante esas palabras. Era lo que se esperaría de ella.

 

—Veronica, haz una investigación. ¿No tiene tu hermano ningún defecto?

 

En su vida anterior, la razón por la que Veronica decidió llevar a cabo el asesinato que solo había pensado, fue por los crímenes de su hermano.

Oscar Hyern había tenido un hijo ilegítimo con una mujer que no era su prometida. Cuando la madre y el hijo fueron a buscarlo, él los mató y se casó con su prometida.

La prometida de Oscar Hyern era la hija del conde Russell y sobrina de la anterior Gran Duquesa Howard. El conde Russell le había suplicado al Emperador que convirtiera a su yerno en el sucesor de Marqués Hyern.

Algunos vasallos se opusieron, diciendo que no seguirían a un hombre que había cometido adulterio y matado a su propio hijo. Sin embargo, no podían desobedecer la orden imperial. Veronica Hyern, sintiéndose desesperada, asesinó a su hermano, que ya era vizconde, y tomó su lugar.

Eliana no podía contarle esto a Veronica. Pero podía darle una pista sobre los defectos de Oscar. Ella también pensaba que la acción de matar a su hijo ilegítimo y a su madre era demasiado atroz. Le repugnaba pensar que un hombre así apoyaría a Flint en el futuro.

 

—Te recomendaré un gremio de información para que investigues.

 

Veronica puso una cara sombría ante la sugerencia de Eliana.

 

—Pero Oscar… solo es un estúpido que nació como el hijo mayor. No tiene ningún problema moral.

—No lo creo. ¿Dónde hay alguien que no tenga ningún trapo sucio si lo investigas?

 

Eliana sonrió al ver a Veronica sumida en sus pensamientos. Dio por terminado el tema y comenzó a hablar de otra cosa.

 

—Veronica, ven conmigo a la capital. Ayuda a Jane con su debut en la alta sociedad.

—Claro, Su Alteza. Encárgueselo a mí.

—Elisa no puede ir, así que tendrás que ayudarla mucho.

 

Veronica se rio entre dientes al oír que Elisa no iría a la capital. Para Elisa, que había estado esperando su debut, esto sería como una bofetada.

Como era de esperar, Elisa se opuso a que no la llevaran a la capital.

 

—¡¿Por qué no me va a llevar a la capital…?! Ya no molestaré a Jane. ¡Por favor, lléveme, sí! ¡Su Altezaa!

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