La Emperatriz que regresó en el tiempo - Capítulo 169
Flint habló de la forma más suave posible.
—¿Acaso dije que mataría a Max?
No quería amenazar a Eliana. Ya estaba pensando qué hacer con Sober, así que, aunque fuera un fastidio que hubiera escapado, tampoco le importaba. A Bastian le diría que había muerto y listo.
Pero Eliana no sintió esa consideración de su parte. De hecho, le pareció aún más aterrador, como si apenas estuviera conteniendo la furia. Ella lo miró con rabia, pero luego relajó la expresión y abrió la boca.
—Hice un trato con Astin.
Flint miró el rostro de Eliana y dijo con rigidez:
—Lia, no quiero descubrir la verdad a cambio de la vida de ese tipo.
Flint se dio cuenta de que Eliana le ocultaba algo. Su expresión ahora era más fácil de descifrar que de costumbre. Se sintió un poco amargado.
Él siempre se esforzaba por entender las emociones y el estado de Eliana, pero le pareció lamentable que solo fuera posible cuando la ponía en una situación tan difícil.
—Estoy a punto de decirle la verdad. Max es un miembro del gremio de Asta y está haciendo un encargo para mí. También es el mensajero de Astin.
Eliana no podía, bajo ninguna circunstancia, mencionar a Valdemar. Si él se enteraba de que había hecho un trato con el príncipe Cazador, podría enfurecerse tanto que la repudiaría. No, el divorcio no sería el problema, el problema era que las cosas se pondrían mucho peor.
Flint era el tipo de hombre que había rechazado todas las insinuaciones de Valdemar cuando estaba en Linsgen. Seguro que Valdemar le resultaba insoportable. Pero si descubría que su esposa había hecho un trato con él… A Eliana le dio un escalofrío.
—Sober es un miembro del gremio al que Astin aprecia mucho. Por eso Astin me pidió que le perdonara la vida al asesino…
—Lia.
La voz de Flint estaba teñida de rabia. Eliana se sintió aún más nerviosa e impaciente. ¿Qué excusa pondría por haber perdonado al asesino a cambio de qué? Su mente no reaccionaba.
—O sea…
—¿¡Cree que soy un completo estúpido?!
La voz furiosa de Flint retumbó en el sótano. Eliana se mordió los labios al ver su rostro completamente desfigurado por la ira.
—Lo que quiero es la verdad.
Flint quería la honestidad de Eliana.
—¿Con quién y qué tipo de trato hizo?
—……
No podía decirlo. Lo que Eliana le había pedido a Valdemar era la muerte de Marcel. ¿Cómo le explicaría a Flint por qué quería que Marcel muriera?
Para eso, Eliana tendría que confesar que había retrocedido en el tiempo y explicarle todo sobre su terrible destino con Marcel. Sonaba descabellado. ¿Quién le creería? Incluso si Flint le creyera todo, ella no podía confesar, ni aunque la torturaran, que había vivido como la mujer de Marcel en el pasado.
¿Qué hombre aceptaría de buen grado el pasado de su pareja? Quizás, por su agudeza, incluso se daría cuenta de que ella se le había acercado a propósito, fingiendo sus emociones para casarse con él.
En ese caso, se enfurecería aún más. Porque su relación había empezado por puro engaño, y se sentiría traicionado.
Además, Eliana también ocultaba que era una hija ilegítima. Considerando lo distanciado que era de Pavel, Flint, quien también creció en Jacador, podría sentir aversión por los bastardos.
Eliana le temía a su reacción cuando supiera la verdad. La abandonaría sin piedad, tal como le había aconsejado Sober.
—Lia, le pregunto esto porque quiero que lo enfrentemos juntos.
Flint agarró a Eliana por ambos hombros y le susurró con voz baja, con la pasión que el hombre le inspiraba.
—Yo…
Al mirar los ojos de Flint, Eliana se arrepintió. Al cruzarse con esa mirada, no pudo mentir, pero tampoco podía decir la verdad.
—… Hice tratos con gente externa y perdoné a un criminal. Pague por este pecado.
Flint rechinó los dientes ante la elección de Eliana. Sus manos se tensaron por un momento sobre los hombros de la mujer. Cuando Eliana hizo una mueca de dolor, Flint soltó su agarre.
Su respiración era agitada. Flint la miró con una expresión aterradora. Muchas palabras a punto de salir de su garganta se detuvieron justo a tiempo. Pero la emoción más fuerte se escapó.
—Usted insiste en humillarme hasta el final. ¿Cómo puede, justo a mí…
Pero al ver la emoción en el rostro de Eliana, Flint se quedó sin palabras.
Era miedo. Flint se sintió destrozado de que la persona que amaba le tuviera ese tipo de sentimiento. La ira a punto de explotar se hundió en su interior. Le dolía.
Flint se cubrió el rostro con las manos. Su expresión de profunda herida quedó oculta. Le costaba controlar sus emociones. Sabía que si hablaba en ese estado, se arrepentiría, pero al final lo dijo.
—No sabía que amarla sería tan difícil. Si lo hubiera sabido…
Flint dejó de hablar y soltó una risa amarga. Aunque lo hubiera sabido, se habría casado con ella de todos modos.
Desde el principio, se sintió atraído por Eliana. Por eso no pudo rechazar su seducción. Por eso creyó ciegamente cuando ella le dijo que lo amaba.
Al apartar las manos de su rostro, su expresión era muy tranquila. Extrañamente. Era un rostro sin una sola emoción, ni el más mínimo rastro de inestabilidad. Eliana retrocedió sin querer, y Flint le agarró la muñeca.
—No escape.
Flint le dijo a Max, que estaba conteniendo el aliento, temeroso de la situación.
—Prende fuego a todo el sótano.
Max, que ya se había quitado el pañuelo de la boca, inclinó la cabeza, confundido.
—¿Qué?
—¿Cree que mis caballeros son tan tontos como para no reconocer al asesino al que han interrogado?
Quería decir que prendiera fuego al sótano y que quemara el cuerpo con él. Entendiéndolo, Max asintió varias veces.
—Asegúrate de que quede todo bien.
Al ver al guardia durmiendo a pierna suelta en medio de todo el caos, Flint preguntó:
—¿Lo mataste?
—¡Ah, no! Solo es un somnífero para que duerma bien durante dos días… parece que el medicamento funciona bien…
Cerca del guardia había varias botellas de alcohol. Flint chasqueó la lengua al pensar que la disciplina se había relajado.
—Es el cambio de guardia, ¿cómo es que no ha llegado nadie?
—Ehhh… la verdad… los dormí a todos…
—Te atreves a ser tan audaz en mi propia casa. Tienes bastante talento.
El sarcasmo era evidente, Max sonrió torpemente.
—Este… Su Alteza, si prende fuego aquí, el guardia…
—No me importa si un imbécil que bebe en horas de trabajo muere.
Cuando el fuego arda, si se despierta, escapará. Flint se dio la vuelta. Eliana, que seguía sujetada por la muñeca, fue arrastrada por él.
Max suspiró aliviado. Gran Duque Howard había decidido encubrir lo sucedido esa noche. Y hasta le había dicho cómo encargarse del asunto. La Gran Duquesa también estaría bien.
—Estarán bien… ¿verdad?
Ambos eran una pareja que se había casado de forma espectacular, causando un escándalo en el continente. Además, a los ojos de Max, Gran Duque Howard sentía un profundo afecto por la Gran Duquesa. Aunque las cosas acababan de ponerse un poco tensas…
Seguro que solo se pelearían un poco por amor. Al fin y al cabo, una pelea de pareja es como un corte de agua con una espada.
Prendería un buen fuego. Max aceleró el paso para ir por el petróleo.
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Sujetada por la muñeca de Flint, Eliana fue arrastrada sin poder resistirse. Quería soltarse de ese brusco «acompañamiento», pero no podía. El recuerdo del rostro herido que había visto hace un momento se le había anclado en el corazón.
Y sus palabras no dejaban de resonar en sus oídos.
—No sabía que amarla sería tan difícil. Si lo hubiera sabido…
Al oír esas palabras, Eliana sintió una mezcla de alegría y tristeza. Alegría porque él la amaba, y tristeza porque él se sentía herido.
Flint abrió la puerta del dormitorio con brusquedad. No soltó su muñeca hasta que llegaron a la cama. Eliana perdió el equilibrio y cayó sobre ella. Esta vez, él no la sostuvo.
Flint soltó las palabras como si las escupiera.
—Espero que no le haya entregado demasiado a Valdemar.
—…!
Flint sabía que Astin estaba ayudando a Valdemar detrás de bambalinas. Si los asesinos que perseguían obstinadamente a Bastian eran miembros del gremio de Asta, ¿no era obvio quién los había contratado?
—El líder del gremio de Asta está ayudando a Valdemar en su lucha por el trono.
Con esas palabras, Eliana de repente se dio cuenta de algo y su rostro se llenó de desconcierto. Flint no preguntó quién era Astin, la persona que ella seguía mencionando. Ahora se refería a él con exactitud como “el líder del gremio de Asta”.
Al ver el rostro de Eliana completamente desmoronado, Flint murmuró.
—Usted lo sabía, todo.
Flint hizo una mueca amarga. Pero pronto se puso serio y dijo:
—No se meta en la pelea entre Valdemar y Bastian.
—… Entiendo lo que le preocupa. Me aseguraré de que Howard y el norte no se vean involucrados. Lo tengo muy presente.
Eliana frunció el ceño ante la respuesta de Eliana. Él no estaba preocupado por eso. Confundida, Eliana se apresuró a añadir:
—Yo también soy una Howard, ¿cómo pondría en peligro al norte? No olvido que soy Gran Duquesa Howard.
La expresión de Flint se suavizó. Pensó que era patético. Que le importara más que ella se llamara a sí misma una Howard que la seguridad del norte… de hecho, había olvidado por completo el tema del norte. Sin duda, su enfermedad era grave.
—Con eso es suficiente.
Una resignación se filtró en la voz de Flint. Sí, con eso bastaba. Flint controló sus emociones.
Si descargaba su enojo ahora, se sentiría mejor. Pero si se mostraba violento, ella podría huir. Ya la había amenazado lo suficiente.
—Yo…
Justo cuando Eliana iba a decir algo, se escuchó un golpe en la puerta y la voz grave de Gilbert al otro lado. “¡Su Alteza, hay un gran incendio en el sótano! Y…”.
Flint ignoró las palabras de Gilbert y dijo:
—Parece que Max terminó el trabajo.
Eliana intentó levantarse, pero Flint se lo impidió.
—Yo me encargo de lo que haya que limpiar. Váyase a la cama.
—No. Fui yo quien causó esto…
—¿Qué fue lo que causó usted? Yo fui quien prendió fuego al sótano y se deshizo del asesino para rechazar la petición de Bastian.
Eliana se quedó sin palabras.
—No salga de aquí, por nada. ¿Sabe cómo está su cara ahora mismo? Parece que va a desmayarse en cualquier momento.
—……
—Así que, por favor, duerma.
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