Cargando...
Madara Web Novel
  • Browse
    • Action
    • Adventure
    • Boys
    • Chinese
    • Drama
    • Ecchi
    • Eastern
    • Fantasy
    • Fighting
    • Fun
    • Games
    • General
    • Girl
    • History
    • Horror
    • Horrow
    • LGBT+
    • Male Lead
    • Manhwa
    • Realistic
    • Romance
    • Sci-fi
    • Sports
    • Teen
    • Urban
    • War
    • Wuxia&Xianxia
  • Authors
    • Libenia
    • Gakim
    • Purrine
    • Geon Eomul Nye
    • Dam Yeon Seo
    • Ahn Siha
    • Jaya
  • Ranking
  • New
Advanced
Sign in Sign up
  • Browse
    • Action
    • Adventure
    • Boys
    • Chinese
    • Drama
    • Ecchi
    • Eastern
    • Fantasy
    • Fighting
    • Fun
    • Games
    • General
    • Girl
    • History
    • Horror
    • Horrow
    • LGBT+
    • Male Lead
    • Manhwa
    • Realistic
    • Romance
    • Sci-fi
    • Sports
    • Teen
    • Urban
    • War
    • Wuxia&Xianxia
  • Authors
    • Libenia
    • Gakim
    • Purrine
    • Geon Eomul Nye
    • Dam Yeon Seo
    • Ahn Siha
    • Jaya
  • Ranking
  • New
  • User Settings
Sign in Sign up
Prev
Next
Novel Info

La Emperatriz que regresó en el tiempo - Capítulo 139

  1. Home
  2. All Mangas
  3. La Emperatriz que regresó en el tiempo
  4. Capítulo 139
Prev
Next
Novel Info

A las palabras de Eliana, Ena corrió presurosa a buscar el espejo de cuerpo entero. Completamente recuperada, Ena trabajaba con más alegría que antes. Los administradores locales acogieron sutilmente la rehabilitación de Ena y pasaron por alto el asunto de Archie.

Los administradores más jóvenes desconfiaban de Ena. Pero Jane, como si fuera una mamá pájaro, la protegía con ahínco, diciendo que el tiempo lo arreglaría todo. Oliver la miraba con fastidio, pero no podía hacerle nada a Ena.

Ena se había vuelto más leal a Jane, y lo mismo le ocurría con Eliana, quien le había impedido quitarse la vida. Aunque se encogía cuando veía a Flint, se esforzaba por no demostrarlo. A Flint, sin embargo, se le notaba todo.

Ena, que había traído con esfuerzo el largo espejo de cuerpo entero de otra habitación, lo colocó frente a Eliana. Mientras Eliana se miraba en el espejo, soltó de repente:

 

—Jane, Ena. ¿No les parece que engordé?

 

Ena puso una expresión como si hubiera escuchado algo muy extraño. Jane, que estaba cambiando las flores del florero, también ladeó la cabeza y respondió sin pensarlo mucho:

 

—Sí ha ganado algo de peso, pero no ha engordado. Más bien, la que ha engordado soy yo, Su Alteza.

—Igual… sí engordé.

 

Eliana gimió. ¿Quizás Flint prefería a las mujeres delgadas? ¿Acaso ahora que había ganado peso ya no se sentía «bien ajustada»? Mientras Eliana reflexionaba seriamente, Jane, que había terminado de cambiar las flores, se acercó y dijo:

 

—Su Alteza debería engordar más. Todavía está muy delgada.

—No, no estoy delgada. Como estoy ganando peso, debería controlar mi dieta…

—¡¿Controlar la dieta?! ¡Su Alteza debería aumentar la cantidad de comida!

 

Ahora que por fin empezaba a comer más, ¿hablaba de reducir? Para la dama de compañía que últimamente le insistía al cocinero que preparara platos nutritivos para estimular el apetito, esto era como un rayo caído del cielo. Jane gritó:

 

—¿Quién se atrevió a decirle a Su Alteza esa descarada mentira de que ha engordado? ¡Yo misma mataré a ese maldito!

 

Últimamente, Jane, que pasaba mucho tiempo con Adele, quien frecuentaba la mansión, había vuelto a usar un lenguaje rudo.

 

—Nadie dijo tal cosa. Solo que…

 

Cuando Eliana dudó en continuar, Ena salió corriendo de la habitación, diciendo que la jefa de las doncellas le había encargado algo.

Pero Eliana seguía sin abrir la boca. Le resultaba reacio confiarse de estas preocupaciones a una señorita en edad casadera que aún no se había casado.

 

—¡¿Acaso el Gran Duque le dijo a Su Alteza que había engordado?!

—¿Oh, oh? ¡No, para nada!

 

Era muy raro que Eliana tartamudeara. Por eso, Jane estaba segura. ¡Gran Duque! ¿Qué clase de tonterías ha dicho?

 

—Seguro quiso decir que se ve bien con algo más de peso. El Gran Duque es una persona que habla sin rodeos, ¿no?

—Flint nunca dijo algo así…

—¡Pero cómo puede ser tan insensible! ¡Decirle a una dama que ha engordado es una falta de respeto!

 

Eliana hizo todo lo posible por defender a Flint:

 

—Flint no ha dicho nada sobre mi figura. Solo fue una suposición mía.

—¡Debe haber alguna razón por la que usted supuso eso!

 

Parecía difícil deshacer el malentendido de Jane… Pero Eliana hizo su mejor esfuerzo.

 

—No. Es solo que pienso demasiado.

—Habrá hecho algo, dicho algo, que la llevó a pensar tanto.

 

Como era cierto que había habido tal comportamiento, Eliana estuvo a punto de asentir por un momento.

 

—Eso es claramente culpa del Gran Duque. Así que no se culpe a sí misma, Su Alteza.

 

En un instante, Flint se había convertido en el culpable. Si Flint hubiera escuchado esa conversación, se habría sentido muy injustificado.

 

—Gracias por pensar así. Pero de verdad, él no me hizo nada malo.

 

Eliana, que había defendido la inocencia de Flint con todas sus fuerzas, volvió a recostarse en el sillón.

Entonces, se escuchó un golpe en la puerta y la voz clara de Ena:

 

—Su Alteza, el Gran Duque ha dicho que el invernadero está lleno de un dulce aroma y que le gustaría que fueran juntos a ver las flores.

 

Eliana y Jane se miraron. En los rostros de ambas se reflejaron asombro, desconfianza, cosas así.

 

—Asegúrate de que sea realmente el mensaje de él.

 

Jane asintió ante la duda de Eliana. Por lo que ellas sabían, Flint no tenía tanta facilidad de palabra. Él siempre invitaba de forma sencilla, transmitiendo solo lo esencial: «Pasemos tiempo juntos», «Tomemos el té juntos», «Hay algo que discutir», etc. Era un hombre sobrio en su forma de invitar.

Jane regresó apresuradamente, con una expresión de sorpresa, después de verificar quién había entregado el mensaje.

 

—Gilbert vino en persona. Es realmente un mensaje del Gran Duque.

 

 

 

 

 

 

⋅•⋅⋅•⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅∙∘☽༓☾∘∙•⋅⋅⋅•⋅⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅

 

 

 

 

 

 

Dentro del invernadero, donde los melocotoneros estaban en plena floración, Flint recibía a un invitado de honor a la fuerza. La taza de té que le correspondía a Eliana estaba en manos de otra persona.

 

—Le dije a mi padre que yo iría cuando escuché que enviaría un edicto a la mansión Howard.

 

Hereise, quien había entrado a la mansión Howard a través del pasadizo secreto del invernadero, como de costumbre, colocó el edicto sobre la mesa. En el edicto del emperador estaba escrita la orden de recibir a la delegación de Zacador y concluir exitosamente las conversaciones entre ambos países.

 

—¿Delegación?

 

Flint levantó una ceja mientras leía el contenido del edicto.

 

—Manifiestan su pesar por la muerte de la Séptima Princesa Isabella Zacador, el príncipe de Zakador vendrá en persona como representante para disculparse.

 

Flint respondió con sarcasmo:

 

—Vienen bastante rápido. ¿Ocultaron lo del terrorismo que ocurrió en su propio país y ahora vienen a disculparse?

—Emperador Alexander no parece tener la intención de romper la paz. Estamos de acuerdo con él. Aprovecharemos esta oportunidad para tener una reunión. Por ahora, Zacador ha declarado que fue un ataque terrorista de otro país, pero……

 

Flint resopló. Le sorprendía que Duque Rosana se hubiera quedado callado. Era un tipo que no merecía ser padre.

Si su propia hija se hubiera casado con un país enemigo y hubiera muerto la noche de bodas, y si se hubiera enterado tarde del hecho de su muerte porque Zacador intentó encubrirlo, habría pedido tropas al emperador para barrerlos a todos.

Pensar en Eliana, que había estado de luto por la muerte de su hermana por un tiempo, hacía que Flint se enfureciera.

 

—Viendo cómo la Gran Duquesa preparó la boda, parece que también manejará bien la recepción de la delegación. Cuando regrese a la capital, enviaré a mi secretario. Será de ayuda para la reunión.

 

Ante las palabras de Hereise, Flint asintió e hizo una seña a Gilbert.

 

—Gilbert, envíale un mensaje a Lia. Dile que tengo asuntos oficiales que discutir y que pasemos tiempo juntos en el invernadero.

 

Gilbert estaba a punto de responder que sí, cuando Hereise interrumpió:

 

—Flint, ¿no la llamabas para tener una cita con Lia?

 

Hereise señaló la taza de té que había estado bebiendo. Se dio cuenta de que la taza que había tocado con sus labios estaba preparada para Eliana.

 

—¿Y?

—¡¿Cómo que «y»?! ¡¿La invitas con un mensaje tan seco?!

—Lo importante es pasar tiempo juntos, ¿qué importa eso?

 

Ante la pregunta de Flint, Hereise puso una expresión como si viera una piedra sin respuesta y dijo:

 

—Realmente no tienes nada de consideración ni de romanticismo. Qué desperdicio el escándalo que se ha extendido por todo el continente.

 

Hereise chasqueó la lengua y le dio instrucciones a Gilbert:

 

—Dile a la Gran Duquesa que el invernadero está lleno de un dulce aroma y que la invita a ver las flores juntos. En nombre de Flint. No digas que estoy aquí.

 

Como un maestro de la sociedad, Hereise transformó un simple mensaje de invitación en algo romántico. Flint asintió en señal de aprobación, y Gilbert se retiró.

 

—Flint, ¿no es ese mensaje de invitación demasiado? ¿»Asuntos oficiales que discutir»? ¿Por qué no la llamaste a la oficina de una vez? ¡No me digas que no la estabas llamando para una cita allí!

 

Ante el reproche de Hereise, Flint apretó los labios. También la había llamado muchas veces a su oficina. Pero ¿qué tenía de malo eso? Era cierto que tenían asuntos oficiales que discutir. Lo importante era que pasaran tiempo juntos.

 

—Por tu expresión, parece que la has llamado a la oficina varias veces.

—Es natural trabajar en la oficina. Yo también he ido a su oficina por el mismo motivo.

—Uf, eres un tipo muy obtuso.

 

Hereise se golpeó el pecho. Pero luego se cruzó de brazos. ¿Realmente necesitaba él ayudar en la vida amorosa de esta pareja? ¡Que se las arreglaran solos!

 

—Pensando en ti diciendo palabras bonitas, realmente no te pega para nada.

 

Imaginar a Flint invitando a una mujer a una cita con un lenguaje florido le resultaba totalmente descabellado. Hereis se echó a reír.

 

—No sé qué te parece tan gracioso. Solo dime a quién envía Zacador como emisario.

—Espera, Flin-Flin. Cuando Lia llegue, lo escucharemos juntos.

 

Acto seguido, la puerta del invernadero se abrió y Eliana entró junto con Jane. Vestida con un ligero vestido, al ver al invitado de cabello dorado, frunció el ceño por un instante.

‘Esa persona otra vez usando el pasadizo secreto de mi casa…….’

Eliana se acercó, prometiéndose discutir seriamente con los administradores sobre el cierre del pasadizo secreto detrás del invernadero.

 

—La Gran Duquesa de Howard saluda a Su Alteza el Príncipe Heredero.

Prev
Next
Novel Info
Madara Info

Madara stands as a beacon for those desiring to craft a captivating online comic and manga reading platform on WordPress

For custom work request, please send email to wpstylish(at)gmail(dot)com

Comments for chapter "Capítulo 139"

MANGA DISCUSSION

Deja una respuesta Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

*

Contact Us
  • Contact
  • Help & Service
Resource
  • Terms of Service
  • Privacy Policy
Referral
  • Buy theme
  • Other products

© 2025 Madara Inc. All rights reserved

Sign in

Lost your password?

← Back to Madara Web Novel

Sign Up

Register For This Site.

Log in | Lost your password?

← Back to Madara Web Novel

Lost your password?

Please enter your username or email address. You will receive a link to create a new password via email.

← Back to Madara Web Novel