Cargando...
Novelas de Asure
  • Browse
    • Action
    • Adventure
    • Boys
    • Chinese
    • Drama
    • Ecchi
    • Eastern
    • Fantasy
    • Fighting
    • Fun
    • Games
    • General
    • Girl
    • History
    • Horror
    • Horrow
    • LGBT+
    • Male Lead
    • Manhwa
    • Realistic
    • Romance
    • Sci-fi
    • Sports
    • Teen
    • Urban
    • War
    • Wuxia&Xianxia
  • Authors
    • Libenia
    • Gakim
    • Purrine
    • Geon Eomul Nye
    • Dam Yeon Seo
    • Ahn Siha
    • Jaya
  • Ranking
  • New
Advanced
Sign in Sign up
  • Browse
    • Action
    • Adventure
    • Boys
    • Chinese
    • Drama
    • Ecchi
    • Eastern
    • Fantasy
    • Fighting
    • Fun
    • Games
    • General
    • Girl
    • History
    • Horror
    • Horrow
    • LGBT+
    • Male Lead
    • Manhwa
    • Realistic
    • Romance
    • Sci-fi
    • Sports
    • Teen
    • Urban
    • War
    • Wuxia&Xianxia
  • Authors
    • Libenia
    • Gakim
    • Purrine
    • Geon Eomul Nye
    • Dam Yeon Seo
    • Ahn Siha
    • Jaya
  • Ranking
  • New
  • User Settings
Sign in Sign up
Prev
Next
Novel Info

Jefe, si me mata un dragón, ¿cuenta como accidente laboral? - 92

  1. Home
  2. All Mangas
  3. Jefe, si me mata un dragón, ¿cuenta como accidente laboral?
  4. 92
Prev
Next
Novel Info

—¿Cuál es el precio?

—Ya lo sabe. Que no me mate. Y que me dé mi libertad.

 

Era un trato estúpido. Un demonio me tendía una trampa y me ofrecía la mano, diciéndome que me salvaría. Era como ser utilizada para llenar sus bolsillos bajo el disfraz de la redención.

Pero lo que estaba en juego era nada menos que mi vida. No me quedaba más remedio que tomar esa mano repugnante.

 

—…De acuerdo. Prometo hacerlo, pero dime la verdad. Si mientes, este trato se anulará.

—También es un placer para mí, princesa.

 

Ese rostro odioso sonrió de oreja a oreja a través de los barrotes.

 

—Entonces, ¿qué veneno usaste?

—¿Recuerda lo que pasó el día del interrogatorio?

—¿Qué pasó?

—Que le clavé la daga en la mano al duque.

 

Ah… Chowon por fin lo entendió. Pretender apuñalar a la sirvienta había sido solo una actuación. Dorothea había tenido la intención de apuñalar a Seungjun desde el principio.

 

—Le había puesto sangre a esa daga.

—¿Sangre? ¿Qué diablos…?

 

Dorothea la miró con una sonrisa despectiva, como si fuera patético que aún no lo supiera.

 

—La sangre de un licántropo, por supuesto.

 

Chowon volvió a suspirar. Le había parecido de mal augurio que hablara tanto de la luna llena.

Al final, Dorothea no había hecho más que repetir lo que Chowon ya sabía. Había convertido una hipótesis en un hecho. Eso era todo lo que había obtenido del trato con Dorothea.

Dorothea solo había querido salvar su vida y su libertad, y al mismo tiempo, confirmar la desesperación de Chowon con sus propios ojos. Sabiendo que al final ella era la que salía perdiendo en el trato, Chowon no pudo evitar preguntar.

 

—¿Y el antídoto?

—No soy una bruja, princesa.

 

La mujer volvió a poner una cara de lástima y dio una palmada.

 

—Ah, eso no significa que una bruja podría hacerlo. Averigüé por usted, princesa, y me dijeron que ni las brujas ni los magos pueden hacer nada.

—…Entonces, ¿dónde demonios conseguiste esa cosa?

—Me la dio un mago de Nebelberg. Él también me dijo que no hay antídoto. Es una pena.

—Ja…

 

Incapaz de contener su ira, Chowon salió de la prisión, mientras un grito mezclado con risas resonaba en las paredes de piedra enmohecida.

 

—Princesa, confío en que cumplirá su promesa.

 

Una luz de luna azulada se derramó sobre el libro abierto. La mirada desolada de Chowon no se despegó de la esquina de la página durante una hora entera.

“¿Qué hago?”

Si no podía convertir al jefe de equipo de vuelta en humano, todo se acabaría. El rumor terminaría por esparcirse y la Gran Catedral enviaría a los Caballeros Sagrados para matarlo. Y entonces, Jo Seungjun y Hong Chowon de la vida real también encontrarían la muerte.

“Antídoto, antídoto…”

En este momento, había un problema más urgente. Fuera de la ventana, la luna se estaba inclinando cada vez más. La manecilla del reloj sobre la repisa de la ventana del estudio marcaba las 10:40.

Eso significaba que era hora de romper la maldición de hoy.

 

—Aaah…

 

Chowon se quejó al enderezar su espalda encorvada.

No sobrevivir esta noche también significaba la muerte. Pero la parte baja de su cuerpo seguía hinchada y adolorida. De alguna manera había logrado superar el día, pero él era como un animal sin ningún autocontrol. Era obvio que, en lugar de intimar, volvería a ser atacada de forma unilateral como la noche anterior.

¿Y qué hay de cuando se hinchaba de improviso? Eso era algo que Chowon ni siquiera podía evitar con cautela.

“Ay… de verdad… ¿qué se supone que debo hacer?”

En el momento en que se sintió a oscuras y se llevó una mano a la frente, un golpe en la puerta rompió el pesado silencio.

 

—¿Quién es?

—Princesa.

 

Era Marius.

 

—¿Está bien?

—…No.

 

Chowon intentó sonreír, pero se rindió. Marius, que la observaba en silencio con su rostro sombrío incluso bajo la brillante luz de la luna, se acercó lentamente.

Era la primera vez que hablaban a solas desde que él se había disculpado por haber sido engañado por Dorothea el día del interrogatorio.

 

—¿Qué sucede?

 

Marius se acercó a la mesa de la ventana y se paró frente a Chowon. Por alguna razón, murmuró mientras evitaba el contacto visual.

 

—Se está haciendo tarde.

—…¿Y?

—Sé lo mucho que la princesa se preocupa por el duque.

 

Al mirar de cerca la cara de Marius, que hablaba con timidez, parecía un poco sonrojado.

 

—Lo sé, pero… para poder salvar al duque, usted tiene que estar viva.

—Yo también lo sé.

 

Cuando Chowon asintió, Marius finalmente levantó la cabeza. Mirándola directamente, añadió con una voz más segura que antes.

 

—Quería decirle que estoy dispuesto a ayudar a la princesa en lo que sea.

 

¿En lo que sea? Chowon repitió esas palabras mientras miraba fijamente a los ojos de Marius, que eran tan azules como la luz de la luna.

“Quizás valga la pena pedirle ayuda…”

Una vez que se decidió, Chowon se levantó de su asiento y dio un paso hacia Marius.

 

—Gracias. Qué bien. Necesitaba ayuda.

 

En el momento en que la cara de Marius, que estaba visiblemente nerviosa, se iluminó con una sonrisa, la princesa le tomó la mano. El corazón de Marius latió tan fuerte que parecía que se le saldría del pecho.

 

—Pero es algo… delicado, así que si es una carga, entenderé si lo rechazas.

—Yo… yo no haría eso.

 

La princesa sonrió. Pronto, un susurro secreto fluyó hacia su oído, donde el latido de su corazón resonaba de manera escandalosa.

 

—Princesa…

—No se lo digas a nadie. ¿Entendido?

 

 

 

 

 

 

⋅•⋅⋅•⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅∙∘☽༓☾∘∙•⋅⋅⋅•⋅⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅

 

 

 

 

 

 

Aún no había amanecido. De pie junto a la ventana del estudio, mirando los muros del castillo envueltos en la niebla matutina, las mejillas de la princesa se veían notablemente más pálidas en tan solo una noche. Desde las murallas, una puerta pesada se abrió lentamente, y un caballo de color café salió disparado por el camino que conducía al pueblo.

 

—Por favor…

 

En sus manos, unidas como en una oración, había un puñado de tréboles de cuatro hojas. Giselle, que miraba con recelo un matraz que burbujeaba sobre una vela en el centro de la mesa, se levantó en silencio de su asiento.

Giselle salió a escondidas del estudio, donde se escuchaban suspiros constantes, y se dirigió al templo.

 

—Sacerdote.

 

El sacerdote, que se preparaba afanosamente para la oración matutina que tendría lugar una hora más tarde, se dio la vuelta al escuchar el llamado de Giselle.

 

—Ah, señorita Giselle. Ha venido temprano hoy. ¿Dónde está la princesa?

—No he venido por la oración, sino para confesar algo que pesa en mi conciencia y buscar el perdón. ¿Podría darme un momento?

 

¿Cómo podría rechazar a la dama de la princesa? El sacerdote pospuso los preparativos para la oración y llevó a Giselle a una habitación en un rincón del templo.

 

—¿Qué sucede?

—Bueno…

—Hable con confianza.

—El duque…

—Sí.

—Es evidente que se ha convertido en un licántropo.

 

Ante esa inesperada y tremenda confesión, el rostro del sacerdote se puso pálido como una sábana.

 

—¡Dios mío! ¿Es eso verdad?

—¿Acaso le mentiría al representante de Dios?

—No dudo de usted, señorita Giselle, pero… en fin, continúe.

—Sacerdote, ¿no se supone que los licántropos merecen la muerte?

—Así es.

—Y aun así, la jefa de las damas de compañía me obligó a guardar silencio. Es injusto que una princesa, que debería ser un modelo a seguir, ciegue su juicio por motivos personales y haga algo así. No puedo soportar este remordimiento en mi conciencia.

—Ya veo. Le agradezco que haya tenido el valor de confesarlo.

—Es mi deber. Honestamente, me da tanto miedo pasar un día más aquí que solo deseo volver a casa de inmediato. Si el duque se soltara y me mordiera…

 

Giselle tembló.

 

—Eso sería algo espantoso. Su alma pura y su cuerpo estarán protegidos por Dios, así que no se preocupe…

—¿Y si Dios me castiga a mí también? Yo solo fui obligada.

—No debe preocuparse por eso. Le diré a Dios de su inocencia para que pueda dejar atrás este remordimiento. Dios la perdonará por haber confesado.

 

Uf. La dama de compañía dejó escapar un suspiro de alivio.

 

—Me siento aliviada. Confiaré en usted, sacerdote.

 

El sacerdote miró la espalda de la sirvienta, que se alejaba con un rostro sereno, y se apresuró a caminar. Su destino no era la capilla donde pronto se celebraría la oración, sino el campanario del templo.

Poco después, una paloma blanca se elevó desde el campanario y cruzó el cielo de Nebelberg. El pequeño pergamino atado a su pata no iba dirigido a Dios, sino al sumo sacerdote.

‘¿Qué está pasando?’

Marius entró en los jardines traseros del palacio, ladeando la cabeza con confusión. Al entrar, había notado que la plaza de la entrada principal estaba alborotada. A juzgar por la vestimenta de la gente, parecía ser la Orden de los Caballeros Sagrados de la Gran Catedral, pero no sabía si se trataba de un entrenamiento o si el rey estaba organizando otro evento lujoso sin sentido.

El rey no estaba en el palacio. Eso era una buena noticia, pero el hecho de que su padre, quien asistía al rey, también estuviera fuera de la capital, era una mala noticia.

‘Todo podría haberse resuelto con unas pocas palabras.’

Marius suspiró y tanteó el pedestal de la estatua en un rincón del jardín trasero.

Como era de esperar.

Había una parte que sobresalía en la esquina trasera del pedestal cuadrado. La presionó con fuerza y se escuchó un clic.

Las entradas a los pasadizos secretos suelen tener un diseño similar. Por esa razón, Marius conocía los pasadizos secretos de cualquier mansión o castillo mejor que sus propios dueños.

Empujó la puerta de madera hacia adentro, que estaba cubierta con una placa de mármol para que pareciera una piedra. A la tenue luz de una antorcha, unas escaleras que descendían se revelaron. Marius tomó una antorcha de la pared del jardín y entró en el pasadizo secreto.

‘Ugh, malditas telarañas.’

Caminó con cuidado por el pasadizo, donde de vez en cuando se oían voces al otro lado del muro, y siguió bajando y bajando. Después de bajar tres tramos de escaleras, las telarañas parecían ser menos frecuentes.

El objeto que Marius buscaba estaría en la parte oeste del almacén subterráneo del rey. Era abrumador pensar en buscar en todo un sector, pero lo más abrumador era pasar por delante de la estricta vigilancia de los guardias y entrar por la puerta.

Estaba observando a los guardias que custodiaban la cámara del tesoro a través de una rendija en la puerta secreta, y suspiró levemente en ese preciso momento.

 

—¿Qué haces en mi espacio?

 

Se oyó un sonido metálico y algo frío rozó su cuello. No necesitaba verlo para saber que era la hoja de una espada.


Prev
Next
Novel Info
Madara Info

Madara stands as a beacon for those desiring to craft a captivating online comic and manga reading platform on WordPress

For custom work request, please send email to wpstylish(at)gmail(dot)com

Comments for chapter "92"

MANGA DISCUSSION

Deja una respuesta Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

*

Contact Us
  • Contact
  • Help & Service
Resource
  • Terms of Service
  • Privacy Policy
Referral
  • Buy theme
  • Other products

© 2025 Madara Inc. All rights reserved

Sign in

Lost your password?

← Back to Novelas de Asure

Sign Up

Register For This Site.

Log in | Lost your password?

← Back to Novelas de Asure

Lost your password?

Please enter your username or email address. You will receive a link to create a new password via email.

← Back to Novelas de Asure

Caution to under-aged viewers

Jefe, si me mata un dragón, ¿cuenta como accidente laboral?

contains themes or scenes that may not be suitable for very young readers thus is blocked for their protection.

Are you over 18?