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Jefe, si me mata un dragón, ¿cuenta como accidente laboral? - 69

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El sol de la mañana se asomó, los pájaros empezaron a gorjear.

Ese sonido le resultaba particularmente molesto a Chowon.

 

—Mmm…

 

Anoche, agotada, se quedó dormida sin cerrar el postigo. El gorjeo de los pájaros y la luz azulada del amanecer se filtraban por la ventana.

Y el postigo no era lo único que había olvidado anoche. Debajo de la manta, los dos seguían entrelazados, completamente desnudos.

Chowon, que intentó buscar alguna ropa a tientas, arrugó la cara. La cama seguía húmeda en un lado.

El cuerpo le pesaba demasiado como para levantarse a buscar ropa. El animal que dormía profundamente con una cara inocente de veintiún años no le había dado un respiro, empujándola una y otra vez hacia la cima del Monte Himel, por eso, su vientre todavía le dolía.

‘Ah, no sé’

La sensación de estar pegada a una estufa humana no está tan mal, mejor sigo durmiendo.

Chowon jaló la manta hasta las orejas.

Acostada sobre el hombro firme de él, abrió y cerró lentamente los ojos. Entonces, soltó una risita. Debajo de la manta, junto a la figura de su muslo, se alzaba una montaña de un palmo de altura.

‘Este hombre es admirable’

Trató de ignorarlo y seguir durmiendo, pero no dejaba de molestarle. Incluso cuando cerraba los ojos con fuerza, seguía allí. Justo allí, rozando sutilmente su muslo izquierdo. Y además, estaba muy caliente.

No podía dormir por la distracción. Al final, Chowon no pudo aguantar más y extendió su mano izquierda debajo de la manta. «¿Qué tal si lo acuesto y lo cubro con la manta?»

 

—¡Ah!

 

En el momento en que su dedo índice presionó ligeramente la punta del hongo ardiente, su mano fue agarrada.

No, para ser exactos, fue el dorso de su mano lo que fue agarrado. Debido a esto, la mano de Chowon terminó agarrando el pene de su superior. Estaba muy caliente. «Me voy a terminar vendando la mano izquierda también.»

 

—¡Ay, Jefe…!

—Ah…

 

Intentó liberarse, pero Seungjun comenzó a mover la mano que se había superpuesto a la suya, de arriba abajo. Un gemido bajo salió de la cabecera de la cama.

Él soltó el brazo que la envolvía y abrió el frasco de aceite de coco de la mesita de noche. Al instante, un pequeño trozo de aceite se metió entre sus dedos y se derritió como la nieve tan pronto como tocó la columna caliente.

La pequeña mano se movía rítmicamente a lo largo de la columna más suave, pero la dueña de la mano tenía el rostro de quien recibía en lugar de quien daba.

 

—¿Qué está haciendo?

—Quien lo levantó, tiene que terminarlo.

 

‘¿Y la primera cosa que dice al abrir los ojos es esto? ¿Es un pervertido?’

 

—Yo no hice nada.

—Claro que sí. ¿Quién cree que hizo que se levantara?

 

Su mirada se dirigió a sus pezones rojos y carnosos, que estaban sobre el pecho de él. Seungjun agarró los exuberantes glúteos de Chowon y la subió.

 

—¡Ay…! ¡Ah…!

 

Él se mordió con ganas la punta del pecho y la acarició con la lengua. Lo hizo a propósito, de la forma más lenta posible, para que ella sintiera cada una de sus papilas gustativas de la lengua de terciopelo.

 

—¡Ah, ah! Jefe…

 

Chowon dejó de intentar quitar la mano. Parecía que ya tenía bastante con sostener su propio cuerpo. Mientras ella gemía, Seungjun no dejaba de usar sus manos y su lengua.

La mano que sostenía sus glúteos se movió hacia el espacio entre sus piernas. Cada vez que su dedo grueso presionaba su entrada, un poco de su líquido salía. Pronto, su dedo húmedo se deslizó hacia su clítoris.

 

—¡Ah!

 

Cada vez que el cuerpo de Chowon temblaba como si hubiera sido alcanzado por un rayo, su pequeña mano agarraba el pene de Seungjun con fuerza. Su respiración se volvió más agitada y la mano superpuesta se aceleró.

 

—Ah… Chowon… lo haces muy bien.

 

Había recibido más elogios en los tres meses que había estado debajo de él, que en los seis meses que había trabajado con él.

Chowon exhaló con un gemido. No sabía qué estaba haciendo bien, solo se movía de acuerdo con lo que él le pedía. Y el hecho de que pusiera fuerza en su mano era solo porque él no paraba de frotar los puntos sensibles, ya fueran sus pezones o su clítoris.

 

—¡Ay! ¡Jefe…! ¡Ah, por favor…!

 

En medio de los ruidosos chapoteos de los dos cuerpos, Chowon se sentía frustrada. El pulgar grueso de él no se metía, solo seguía tocando la entrada.

‘Si me excita tanto, debería terminarlo, ¿no? ¿No es demasiado?’

Justo cuando estaba a punto de montarlo, Seungjun guio la mano de Chowon para que le agarrara la punta del pene. La carne contundente golpeó su palma cerrada varias veces, luego un líquido caliente se derramó en su mano.

 

—¡Uf…! Ah… Lo hiciste muy bien.

 

‘Pero si yo no hice nada’

Un aliento caliente le llegó a los labios. Una expresión de decepción se extendió por el rostro de Chowon mientras recibía un beso pegajoso. La mano que había estado en el espacio entre sus piernas ahora le rodeaba la cintura y la acariciaba.

‘¿Será que se divirtió solo y ya?’

Justo cuando iba a darle una mirada de enfado, Seungjun jaló la mano izquierda que ella mantenía cerrada.

 

—¡Ay! ¿Qué pasa?

 

Él forzó su mano para que se abriera y miró la palma, que estaba cubierta de semen. Tenía una cara como si hubiera logrado una hazaña.

‘Ay, Jefe… ¡Qué pervertido!’

Pero el pervertido de su superior era más de lo que Chowon podía imaginar.

 

—No es justo que una persona solo reciba.

 

Eso era cierto, pero no tenía ni idea de por qué la acostó y luego le frotó la mano llena de semen entre las piernas.

 

—¡Ay! ¡¿Qué está haciendo ahora?!

 

La masturbación forzada ya era vergonzosa, ¿pero por qué con esa mano?

 

—¿Por qué? ¿No te gusta que tenga mi semen? ¿Crees que no he tragado lo que tú…?

 

Cuando el dedo largo se metió en su carne húmeda, Chowon se movió.

 

—… ¿Cuántas veces has tragado mi semen? Esto no es nada nuevo.

—¡Ah!

 

La boca que soltaba gemidos con un sonido nasal no era lo único que no tenía vergüenza, pues la parte de abajo, feliz por el sonido, mordió el dedo.

 

—A Chowon le gusta cuando digo estas cosas.

—¡No, no es cierto!

—A partir de ahora, lo haré mucho más.

—¡Ay! ¡No lo hagas!

 

Su boca y su cuerpo no estaban en sintonía. Al mismo tiempo que salía la orden de ‘detente’, un chorro de agua caliente salió de entre sus piernas.

Seungjun solo levantó una comisura de sus labios y movió la mano que tenía sobre la de ella mucho más rápido. Sus dedos se deslizaban bruscamente sobre el clítoris, cubierto de semen, terminaron retorciéndose al quedar atrapados entre sus nudillos.

 

—¡Ay, ah!

—Chowon, no pensé que eras tan traviesa en la oficina. Primero le haces el favor a tu superior con la mano, ahora dejas que se mire cómo te masturbas con ella.

—¡Usted me obligó a hacerlo!

 

Su cuerpo se contrajo de forma involuntaria y se pegó a los dedos de Seungjun. Un sonido húmedo y explícito se escuchaba cada vez que los dedos se separaban.

 

—Parece que a Chowon le gusta que la sometan. ¿Qué voy a hacer? A mí me gusta cuando me ruegas que lo haga.

—¡Ah!

 

El dedo que estaba enterrado en su interior golpeó un punto sensible, haciendo que los glúteos de Chowon se levantaran.

 

—Dime eso de nuevo.

—Ah… ¿qué?

—Que te incomoda hacerlo conmigo.

 

Chowon negó con la cabeza y se tapó la boca con la mano derecha, que sostenía las sábanas.

 

—¿No lo vas a hacer?

 

Sacó el dedo que estaba clavado en ella, la piel de su interior se retorció como pidiéndole que no se fuera.

 

—¡Ah, por favor! Jefe…

 

Chowon hizo una mueca y cerró los ojos, resignada.

 

—Ah, en serio… Me incomoda tanto hacerlo con usted.

 

Funcionó. Seungjun levantó una comisura de su boca por la desesperación que desbordaba la voz de ella.

 

—¿Por qué te incomoda?

—Porque lo hace… ah… muy bien.

—¿Y si lo hago un poco menos bien?

—… No.

—Entonces, ¿cómo quieres que lo haga? Dímelo.

 

Seungjun tomó su mano derecha, que estaba suelta sobre las sábanas arrugadas, se la puso sobre su pene, que estaba firme y erecto. Como si la respuesta ya estuviera decidida, pero él quisiera escucharla de su propia boca.

‘Ah, ¿ya se le volvió a parar?’

Chowon fingió jadear, pero en realidad era de asombro. «¿Será que en sus venas, en lugar de sangre, corre una sustancia afrodisíaca?»

 

—Vamos, dímelo rápido.

 

Como si la estuviera apurando, la cosa en su mano se puso más dura. Si no le decía nada, parecía que iba a terminarlo solo de nuevo, la dejaría impaciente.

 

—Quiero que… me… incomode.

—Quiero que me incomode mucho. Con mucho esfuerzo, exprimió las palabras y se mordió los labios de inmediato. Al no ver una reacción, levantó un poco sus párpados para ver que la mirada del hombre era inusual.

 

‘¿Dije algo mal?’

En el momento en que parpadeó, él entrecerró los ojos y le preguntó:

 

—Hong Chowon, ¿qué te dije?

—… ¿Qué?

—No te dije que cuando pides algo, tienes que ser clara y decir qué, dónde y cómo quieres que lo haga?

 

Eran las palabras que le había dicho en el trabajo.

¿Por qué usa eso en este contexto, este hombre?

No, no importa que ahora esté desnuda agarrándole el miembro a mi superior, no puedo decir: ‘Meta su genital en mi genital’, no hay forma de que lo diga.

La idea de soltar una broma que había visto en internet, como «Deposite mil millones de wones en mi cuenta», se le pasó por la mente. Pero al ver su rostro serio, se retractó de inmediato.

 

—¿No puedo solo rogar, sin pedir?

 

Chowon rodeó su cintura con las dos piernas y lo atrajo. En el momento en que alineó la punta de su miembro con su entrada, la mirada de Seungjun cambió.

Ella levantó un poco las caderas, la gruesa carne se abrió paso por su interior. Su ceño se frunció, de la boca de Chowon salió un suspiro mezclado con placer.

 

—¡Uf!

 

El abrumador sentimiento de llenura la hizo gemir y perdió el equilibrio de sus caderas. Sus piernas se deslizaron por los muslos de él y cayeron al colchón, haciendo que el miembro saliera y rociara su vientre con pequeñas gotas.

Fue como si se lo hubiera comido solo con la punta y lo escupiera. Al parecer, él se quedó tan frustrado como Chowon. Tan pronto como sus caderas cayeron, dos manos grandes la agarraron por la cintura y la levantaron con fuerza.


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