Jefe, si me mata un dragón, ¿cuenta como accidente laboral? - 166
Al mismo tiempo que el viento entraba y las cortinas se agitaban, un búho alzó el vuelo dentro de la habitación. Sin embargo, quien pisó el centro de la sala no fue el búho, sino una anciana que veía por primera vez.
—¿Por qué nos buscas? ¿Acaso pegar el rostro de mi hija en cada callejón significa que no te contentarás hasta que vuelvas a interrumpir nuestra vida pacífica?
Escuchar el interminable lamento de la anciana desconocida tranquilizó a Chowon. Era la Bruja del Bosque Negro, sin duda. Parecía que esa era su verdadera apariencia.
—Hay algo que quiero pedirle.
Chowon se acercó a la bruja, sosteniendo a Hanna para que se la viera bien.
—El trato ya terminó.
Quería decir que no aceptaría ninguna súplica.
—Entonces quiero hacer un trato nuevo.
Desde el principio, no tuvo la menor intención de recibir ayuda gratis. Si tan solo le devolviera la vista a Hanna, Chowon estaría dispuesta a sacrificar todas las riquezas, aunque le pidiera oro y joyas.
—Por favor, dígame qué desea a cambio.
—Y tú, ¿qué es lo que quieres para haberme buscado?
Claro, la persona que llama es la que debe exponer su motivo primero. Chowon miró al ángel dormido que aún reposaba profundamente y dijo:
—Mi hija está ciega.
Tras explicar cómo había quedado ciega, la bruja la taladró con ojos llenos de suspicacia.
—¿Cómo supiste algo así?
—Eso no es importante.
—Lo sabes, pero no puedes curarla.
—…Sí.
La bruja observó el rostro sombrío de Chowon dejó escapar un suspiro de disgusto.
—No aceptaré un pago.
—Entonces…
—Ahora tú también entiendes el corazón de una madre con una hija. Y eso significa que yo también entiendo tu corazón.
Es decir, se ofrecía a ayudarla sin pedir nada a cambio.
—Gracias. De verdad, muchísimas gracias.
Las lágrimas ya le brotaban, conmovida, no porque no necesitara un pago, sino por la promesa de ayuda. Chowon entregó de buen grado a Hanna a la bruja, que extendía ambas manos.
—Shhh, tranquila. Muy bien. Mi niña, quédate tranquila.
La bruja le abrió los párpados a Hanna, sacó un extraño catalejo que jamás había visto y una especie de artefacto mágico para examinarla. Luego, volteó la cabeza de Chowon, que miraba con ansiedad, y se dispuso a hablar.
—Princesa, lo siento, pero…
—Hip…
Las lágrimas que se habían detenido volvieron a brotar. Esta frase la había escuchado innumerables veces de otros magos. Pero escucharla incluso de la bruja más competente que existía… La oscuridad se apoderó de sus ojos, literalmente.
—No hay forma de revivir un ojo que ya está muerto.
En el momento en que la última esperanza se derrumbaba, Chowon se desplomó sobre una silla. En la mente de Chowon, que cerró los ojos con fuerza, se mezclaban los balbuceos de Hanna, que se había despertado, y las palabras de Seunjun.
—Si pudiera, hasta le daría mis propios ojos…
Yo también, si pudiera…
—Existe una técnica llamada hechicería de sustitución corporal, que consiste en intercambiar lo que se encuentra dentro de los cuerpos de dos personas, o extraer de una y colocarlo en la otra, pero…
—Con el debido respeto, tengo entendido que es una técnica de alta dificultad que solo unos pocos magos pudieron realizar en el pasado y que ya no queda nadie que sepa cómo hacerla.
En el momento en que recordó las palabras del Mago Principal del Palacio Real, Chowon abrió los ojos de golpe.
—Usted sabe hacer la hechicería de sustitución corporal, ¿verdad?
La bruja miró a Chowon con semblante sombrío y asintió lentamente. En ese instante, la esperanza que se había derrumbado resurgió, Chowon esbozó una sonrisa desbordante. Hacía mucho tiempo que no sonreía.
—Noah. Qué hermosa eres, mi Noah.
Chowon murmuró mientras acariciaba suavemente el rostro de Noa, que estaba dormida.
Mi primera hija, que me dio a conocer un mundo que ignoraba y un amor aún más grande. Una niña que, debido a las ataduras impuestas por sus padres, no solo no recibió amor al principio, sino que también sufrió crueles calvarios en su pequeño cuerpo. Pero mi ángel superó todo eso y siempre sonríe radiantemente.
Y también esa niña peculiar que duerme con su triciclo estacionado junto a la cama.
Chowon soltó una risita al ver el triciclo, pero sin querer, rompió a sollozar. La idea de que no podría verla aprender a andar en bicicleta de dos ruedas había llegado a su mente.
—No.
Chowon se esforzó por tragar sus lágrimas y sonrió.
—Te pareces mucho a mí, así que crecerás como yo.
Podría simplemente imaginarse cómo se vería al andar en bicicleta o cómo se vería de adulta, montando a caballo y blandiendo una espada.
Chowon se esforzó desesperadamente por grabar cada rincón de la imagen de Noa en su memoria. Lamentablemente, no le quedaba mucho tiempo. Tras besar la frente de Noa largamente, arrastró sus pasos renuentes hasta su dormitorio.
Seunjun dormía profundamente, exhausto, sin darse cuenta de que Chowon había dejado la cama. Chowon se acercó a la cama silenciando sus pasos y se acostó con cuidado a su lado.
Lo miró fijamente a la cara por un momento y luego cerró los ojos. Se preguntó cómo se sentiría al no poder volver a ver a este hombre después de esta noche.
—Es doloroso que no pueda ver, pero por suerte todo lo demás está normal.
Sí, era una suerte. Podría escuchar su respiración regular claramente incluso después de que pasara esta noche.
De repente, Chowon recordó la noche en que compartieron la cama por primera vez y soltó una risita. Solo esa noche se había sentido incómoda al sentir la presencia de otra persona, y encima de su incómodo jefe, en su cama.
Y, sin embargo, ahora, después de varios años, había llegado al punto en que no podía dormir si no escuchaba esta respiración familiar. Algo impensable incluso en la primera noche.
El incómodo jefe se convirtió en el hombre que le gustaba, luego en el hombre que amaba y su esposo de confianza, y finalmente en el padre más maravilloso del mundo. Tampoco se lo había imaginado en esa primera noche.
Pero había algo que no había cambiado desde el momento en que cayó en este mundo desconocido hasta ahora. Este hombre, que ahora descansaba profundamente dejando de lado todas sus pesadas cargas, siempre había sido su héroe.
Chowon cerró los ojos y repasó cada momento que había compartido con este hombre. Afortunadamente, lo recordaba todo con claridad. Ahora sentía que podía imaginar qué expresión estaba poniendo con solo escuchar su voz y su tono.
Aun así, quiero verlo un poco más.
Solo una vez más antes de irme. Chowon abrió los ojos que había mantenido cerrados.
—¿Mmm? ¿Por qué no duermes?
Seunjun abrió los ojos al sentir una sensación extraña. No sabía por qué se sentía raro si Chowon solo estaba acostada a su lado, mirándolo fijamente.
—¿Pasa algo?
Cuando preguntó, aclarando su voz grave, Chowon extendió una mano hacia su mejilla.
—Simplemente, es tan guapo que no puedo dejar de mirarlo.
Seunjun sonrió con gusto y atrajo a Chowon a sus brazos. Tal vez se sintió extraño porque Chowon estaba sonriendo después de mucho tiempo. Aunque era una sonrisa tenue, no había forma de que él se perdiera ese sutil cambio que veía después de tanto tiempo.
Chowon grabó la sonrisa de Seunjun en su memoria cada vez que sus labios se separaban después de un beso ligero. Probablemente no había nadie en todos los planos de existencia que hubiera visto la sonrisa de este hombre tanto como Chowon. Ella sonrió también, dejando de lado el pesar de no poder verlo más.
—La amo.
—Y yo te amo a ti.
Justo cuando Seunjun estaba a punto de unir sus labios de nuevo, Chowon lo apartó suavemente del hombro.
—Voy a ir a ver a Hanna un momento.
Tenemos una niñera para eso. Hanna debe estar durmiendo bien. Tuvo ese pensamiento, pero no lo dijo en voz alta. Era más sensato esperar a que Chowon regresara a sus brazos con una sonrisa como ahora, después de un momento, en lugar de ponerla de mal humor con comentarios innecesarios.
Pero, ¿había sido realmente una elección sabia?
—Ya, está listo.
Chowon se acercó a la silla que estaba frente a la cuna de Hanna, se sentó y asintió con la cabeza hacia la bruja, que estaba de pie junto a la ventana.
—¿Lo pensaste lo suficiente?
Al asentir de nuevo con firmeza, la bruja chasqueó la lengua y se acercó. Su actitud mostraba que no le agradaba lo que estaba a punto de hacer.
—Si hubiera sido yo, le habría sacado los ojos a la persona que más odiaba para dárselos a mi hija.
—No odio a nadie. Y aunque lo hiciera, no querría hacer eso.
Chowon levantó a Hanna, que estaba jugando chupándose los dedos, y la sostuvo con ambas manos, grabando cuidadosamente cada rasgo de su rostro en su memoria.
‘Me pregunto cómo se vería la versión femenina de Jo Seunjun’.
Aun así, no estaba mal recordar a Hanna con este rostro angelical que tenía ahora. Chowon miró sus ojos de color marrón claro, que no tenían un punto fijo, y susurró:
—Hanna, tu mami se llevará estos ojos que no sirven, y a nuestra Hanna le daré los ojos de mamá. Son como joyas, así que le quedarán muy bien a nuestra preciosa Hanna.
Sí, le quedarían bien, pero era una pena que no pudiera verlos. Como si hubiera entendido las palabras de su madre, Hanna sonrió ampliamente como respuesta. También le daba pena no poder ver nunca más esta adorable sonrisa.
‘Debí haberla mirado mucho y grabado en mi memoria mientras podía ver’.
Había perdido momentos valiosos por estar llorando.
Chowon se esforzó por grabar la imagen de la bebé Hanna en su memoria hasta que sus ojos le dolieron. Le daba una tristeza especial que el tiempo que había pasado con esta niña fuera particularmente corto.
‘Pero está bien. Sus oídos están bien, así que podré escucharla llamarme ‘mamá».
Al final de su decisión, cerró los ojos y escuchó unos pasos que se acercaban.
—¿De verdad lo harás?
En el momento en que asintió sin dudar, una mano cálida cubrió sus ojos. Las comisuras de los labios de Chowon se curvaron suavemente hacia arriba.
Clac.
Fue el sonido de la ventana al cerrarse.
Ahora que la bruja se había ido, justo cuando estaba a punto de llamar a alguien, sintió un toque delicado en su mejilla. Chowon, imaginando a Hanna tanteando su rostro con su pequeña y rolliza mano, preguntó con voz temblorosa:
—Hanna, ¿puedes ver la cara de mamá?
Chowon movió su mano torpemente en la oscuridad. Cuando la agitó en el lugar donde pensó que estarían los ojos de Hanna, apareció otra manita diminuta y agarró su pulgar de golpe. Significaba que podía ver la mano que cubría sus ojos.
Lágrimas de alegría brotaron de los ojos sin foco de Chowon.
Madara Info
Madara stands as a beacon for those desiring to craft a captivating online comic and manga reading platform on WordPress
For custom work request, please send email to wpstylish(at)gmail(dot)com