Jefe, si me mata un dragón, ¿cuenta como accidente laboral? - 164
—¿Cómo vas a vivir cargando el recuerdo de que tu hijo murió?
No quería volver a ver morir a su familia. Era mejor creer que, después de que él se fuera, los protagonistas de la novela mágicamente habían revivido al niño, que en el libro los cuatro seguirían viviendo felices por siempre.
—Mire esto. ¿Ve? Yo tengo razón.
Chowon, con ojos llenos de reproche por algo que aún no había sucedido, miró fijamente a Seungjun y le suplicó:
—Por favor, no diga que es feliz.
—……
—Ni siquiera piense en ser feliz.
Él, en lugar de responder, la miró con la misma expresión de reproche y se mordió el labio inferior.
—…Sé que suena cruel.
Chowon rió con autodesprecio y bajó la cabeza hacia el bebé. Sus labios sonreían, pero sus ojos estaban a punto de llorar. Seungjun no podía ignorar el dolor que sentía su amada al tener que pedirle que no fuera feliz.
—…¿Qué tal Hanna?
Así que, al final, cambió de tema.
—Era tu alias cuando andábamos de un lado a otro y también puede ser un nombre coreano.
—Mmm… Me parece muy común.
Para su hija, ella quería un nombre elegante y bonito, que diera una sensación de ‘princesa’.
—¿Qué tal Ruby? La gema que me simboliza es el rubí y, aunque el hanja es diferente, al fin y al cabo mi apellido es Hong.
—…Mi apellido es Jo.
¿Y eso qué importaba? Chowon frunció el ceño.
—Junte y lea el apellido con ese nombre.
Jo-ru… ¡Qué horror!
—E-entonces Hanna.
Una sonrisa de satisfacción se dibujó en el rostro de Seungjun, quien había logrado ponerle a su segunda hija el nombre que él quería. Él dejó el tazón que había estado sosteniendo y se sentó junto a Chowon. Con ternura, observó cómo el bebé hundía la boca en el pecho de su madre y mascullaba suavemente, luego le acarició la cabeza.
—Nuestra Hanna es muy linda.
—Creo que Hanna es linda porque tiene un buen papá.
El puente nasal afilado, la forma de los ojos; ahora que estaba un poco más grande, era evidente que la niña se parecía por completo a su padre. Estaban bromeando amigablemente después de mucho tiempo, preguntándose cómo sería la versión femenina de Jo Seungjun de adulta, o si, al heredar la personalidad de su papá, sería llamada ‘la tumba de los amores no correspondidos’, cuando alguien llamó a la puerta.
—Mamá.
Tan pronto como la niñera abrió la puerta, Noah entró corriendo a saltitos. Como no había olvidado que debía estar en silencio cuando había un bebé, llamó a su madre con voz de mosquito. El niño traía en brazos una canasta llena de juguetes. Ella pensó que jugaría allí, pero no fue así.
—Es para la bebé.
En la canasta que Noah dejó a sus pies había juguetes de madera y muñecos de trapo.
—Vaya, ¿nuestro Noah ya le va a compartir sus juguetes a su hermanita? ¡Qué considerado! —Ya es un niño grande.
Cuando su padre le dio unas palmaditas en el trasero, Noah se encogió de hombros con una expresión de orgullo, recogió un juguete de la canasta y se lo ofreció al bebé.
—¿La bebé no puede jugar con esto todavía?
Chowon le devolvió el trompo de madera a Noah y, en su lugar, tomó un muñeco de trapo con forma de conejo.
—Además, no es ‘la bebé’, es Hanna. Ven y llámala Hanna.
—Hanna.
Noah se acercó y le susurró el nombre al bebé. Después de llamarla varias veces, Noah puso la misma expresión que su padre cuando algo le molesta.
—¿Por qué no responde?
—Los bebés aún no hablan. Tú tampoco hablabas cuando eras del tamaño de Hanna.
—Ah, de verdad…
—Hanna está tomando su mamila, así que Noah puede jugar con papá.
Noah, que ya se estaba aburriendo, le brillaron los ojos al escuchar que jugaría con su papá. Los dos se sentaron pronto en la mesa frente a la chimenea. Noah sacó los juguetes que le iba a dar a su hermana y comenzó a alinear los trompos de madera para hacerlos girar uno por uno con la mano.
No sabían de quién había heredado ese espíritu competitivo, pero era evidente que era de uno de los dos. Cuando el trompo de Seungjun giró mucho más tiempo, los cachetes de Noah se inflaron como los de un hámster. Finalmente, como no podía ganar por mucho que lo intentara con sus manos torpes, comenzó a halarse el inocente cabello.
—Déjelo ganar un poco.
—Pero esto no es una competencia.
—Para él sí lo es.
—Ah… No soy bueno fingiendo que pierdo.
Claro, ¡cómo no iba a serlo! Chowon tomó un trompo de la mesa, diciendo que le mostraría la quintaesencia de fingir una derrota.
—¡Ay, qué mal!
Su cuerpo estaba imbuido de ese maldito espíritu competitivo. Lo hizo girar demasiado bien, honestamente.
—¿Por qué yo no puedo?
Noah, que observaba con tristeza cómo el trompo de su mamá giraba más tiempo que el de su papá, se dejó caer sobre la pierna de su padre y se quejó.
—Este trompo no es bueno.
Seungjun decidió culpar al inocente trompo.
—Como es de madera, la punta se ha gastado. Por eso se cae fácilmente.
La mirada de Noah, que observaba fijamente el trompo con forma de bellota, no se suavizó en absoluto, como si no se dejara engañar.
—¿Lo llevamos a la herrería para que le cambien la punta por una de metal? ¿O no teníamos esos trompos de metal de cuando éramos niños? Los que se lanzan con una cuerda.
—¡Oye, ¿no decían que había niños que se habían quedado ciegos por eso?! ¡Es peligroso! ¿Qué pasa si Noah se lastima jugando con algo así?
Chowon se convirtió de repente en la reina de los sermones. Cuando Seungjun le preguntaba sobre asuntos de la mansión, como la decoración de la sala de banquetes o un nuevo invernadero para el jardín…
—Haga lo que quiera, jefe de equipo Jo. ¿Por qué me pregunta a mí, que soy solo una pobre novata de nivel 7?
……ella repetía esa frase como un mantra, mostrando su fastidio. Sin embargo, cuando se trataba de su hijo, la mujer demostraba un entusiasmo que no se sabía dónde lo había estado guardando.
—Me opongo. Prohibido totalmente.
—Sí, princesa.
—¡Ja, ja! ¡Siii, prin-ce-sa!
A Noah le pareció divertido ver a su padre acatar órdenes tan dócilmente y de repente soltó una carcajada. Seungjun abrazó al niño, que reía a carcajadas, y le pellizcó la suave mejilla.
—Noah, ¿te divierte? ¿Ah? ¿Te divierte que tu papá, que siempre te regaña, sea regañado por mamá?
—N-noooo…
—Claro que sí.
Chowon sonrió con satisfacción mientras miraba a los dos jugando. Con un gesto, ya fuera un reflejo o lo que fuera, Hanna también sonrió, e hizo que la sonrisa de Chowon se iluminara aún más.
Era un momento de felicidad después de mucho tiempo. Tan precioso que hasta parpadear era un desperdicio.
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Algo le hizo notar que había algo raro dos meses después, un día de verano.
—Hanna, mira aquí.
Los ojos brillantes del bebé no miraban el avión de papel que Chowon agitaba, sino un lugar totalmente diferente. El corazón se le encogió de repente.
—Por favor, mírame…
La primera vez que se dio cuenta fue al amamantarla. A diferencia de Noah a esa edad, Hanna no intentaba hacer contacto visual con Chowon. Y recién ahora se percataba de que Hanna jamás había extendido la mano ni había mostrado interés en el móvil de grullas de papel que giraba.
—Retinopatía del prematuro…
Chowon, con voz débil, como si fuera una criminal, comenzó a explicarle a Seungjun, que sostenía a Hanna en brazos. Aunque nadie más pudiera notarlo, Chowon pudo ver de inmediato que él estaba destrozado.
—…eso es lo que tiene.
Era una enfermedad rara en la que los vasos sanguíneos de la retina de los bebés prematuros se dañaban o se desarrollaban mal, y en casos graves, la retina se desprendía y el bebé perdía la vista. No se imaginó que la enfermedad que solo había visto en libros, esa que era solo una cosa para memorizar para un examen, le daría a su propia hija.
—¿Cuál es el tratamiento?
—Es que…
El brillo de humedad en los ojos de Chowon hizo que Seungjun se arrepintiera de haber preguntado.
—La medicina moderna tampoco tendrá un método, con un avance así.
—Chowon…
La voz de Chowon, mientras intentaba responder con entereza, temblaba. Las lágrimas, que seguían brotando por más que las tragara, finalmente comenzaron a caer, y Seungjun la atrajo a su abrazo. Chowon escondió su rostro empapado de lágrimas en su hombro y se lanzó un reproche ahogado.
—¿De qué sirve estudiar tanto e ir a una universidad de medicina carísima? Si no pude evitar que mi propia hija se quedara ciega.
—No es tu culpa.
—Soy su mamá, soy médica… si tan solo hubiera tenido los medicamentos y el equipo…
—No tenemos esas cosas aquí.
—Si lo hubiéramos detectado antes y le hubiéramos dado aunque sea un promotor de la curación, no habría llegado a esto. Debí seguir dándoselo en ese momento, en lugar de dejar de dárselo porque no hacía efecto, snif…
Ni el consuelo ni la verdad que salían de la boca de Seungjun lograban llegar al corazón de Chowon.
‘Lo siento…‘
Chowon, incapaz de mirarla a los ojos, solo veía a su hija, que estaba en los brazos de su padre, mirando el techo sin expresión.
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Últimamente, los párpados de Chowon estaban siempre enrojecidos e irritados por el llanto. Eso no era propio de la mujer que se había mantenido serena incluso cuando la vida de Hanna pendía de un hilo.
Seungjun la observó, viendo lo vulnerable que se veía, y contuvo un suspiro. Temía que si él también mostraba signos de frustración, Chowon se derrumbaría.
Chowon sostenía a Hanna con una mano, mientras que con la otra se tocaba la frente, donde su cabello despeinado caía sin orden. Esto fue después de que un grupo de magos del palacio, enviados por Lavanda, se hubieran marchado.
Durante los últimos meses, todos los magos talentosos del reino habían desfilado por allí. Chowon no había perdido la esperanza, a pesar de haber pasado por esto varias veces. Sin embargo, cuando incluso los magos del palacio negaron con la cabeza, como los demás, ella se desplomó en el sillón de la habitación del bebé y no había podido levantarse desde entonces.
Necesitaba algo que hiciera reír a Chowon, aunque fuera una risa melancólica. Él tomó el sonajero de oro que estaba sobre la mesa.
—Hanna.
Al agitar el sonajero, Hanna, que estaba jugando sola chupándose los dedos, abrió los ojos de golpe. Eso era prueba de que su oído estaba intacto.
Incluso giró la cabeza hacia el lado de donde provenía el sonido claro, pero su mirada seguía sin enfocarse en el sonajero. La comisura de la boca de Seungjun, que estaba por decaer, se curvó hacia arriba de nuevo en el instante en que su hija soltó una risita.
—Abu…
Hanna era adorable, balbuceando, aparentemente de buen humor. Él levantó la mirada, sonriendo con satisfacción, y vio que Chowon tenía los ojos fuertemente cerrados.
—Hanna. Dile a mamá que no llore.
—Uu… Aua…
Hanna estaba haciendo algo lindo, pero Chowon no lo veía, solo estaba llorando. Seungjun le secó las lágrimas y la consoló.
Asure: Se que es triste, pero empezamos el conteo final: Faltan 10 capítulos y termina
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Eliz_2000
Khe? Como que diez capítulos.