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Jefe, si me mata un dragón, ¿cuenta como accidente laboral? - 148

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—¿Acaso ordenó también ejecutar a los maridos inútiles?

 

En ese momento, la puerta de la carroza que se había detenido detrás de los Caballeros Reales se abrió de golpe. Lavanda, que no había asomado la cabeza a pesar de las voces altisonantes que se cruzaban, hizo su aparición solo cuando Marius se interpuso.

Con el rostro lleno de furia, Lavanda desenvainó su espada y caminó hacia ellos. Los tres grupos de caballeros no pudieron hacer nada con respecto a la Reina y solo se limitaron a observar.

Los guardias reales intentaron seguir a Lavanda, pero fue en vano. El Capitán de la Guardia gritó cuando los caballeros de la Casa Ducal apuntaron sus lanzas con la intención de atravesar la garganta a cualquiera que se atreviera a dar un paso más.

 

—¡Majestad, es peligroso! ¡Regrese!

—¡No te atrevas a darme órdenes!

 

Cuando Lavanda se acercó, Marius saltó de su caballo. Lavanda lo miró fijamente con los ojos entornados.

A pesar de ver claramente que ella empuñaba una espada, él no desenvainó la suya. Incluso, como había llegado a toda prisa, ni siquiera llevaba armadura. Cada acción de ese hombre hacía hervir la bilis de Lavanda.

 

—Gran Duque, es una deshonra que el consorte real participe en una rebelión. Parece que por haber sido tan indulgente contigo, ya no tienes límites.

 

Ante la palabra ‘indulgente’, Marius dejó escapar una mueca de desprecio e hizo algo inesperado. Tomó la mano de Lavanda y acercó la espada a su propia garganta.

 

—Entonces, máteme.

 

¿Cómo había podido Marius cambiar de esa manera? Chowon y Seungjun se miraron con asombro. La responsable de su cambio lo miraba como si quisiera matarlo.

 

—Mi querida Majestad, sinceramente, espero que la próxima vez encuentre un esposo más útil que yo.

 

¿Por qué? Lavanda, que solía matar fácilmente a las personas que le desagradaban como si fueran hormigas, solo rechinaba los dientes ante la provocación de Marius.

 

—… Si quieres morir, te habría dicho que lo hicieras por tu cuenta, sin usar mi mano.

 

Finalmente, Lavanda se deshizo de la mano de Marius y envainó la espada, lo que Chowon aprovechó para interrogarla.

 

—¿Cuál es la base para decir que el Duque es el culpable?

—Encontramos a la sirvienta que trajo la leche.

—¿Dónde está? Ahora mismo…

 

Estaba a punto de decir que la trajeran, que no la dejaría en paz, pero era demasiado tarde.

 

—Ya estaba muerta.

—¿Qué?

—No sé si fue un suicidio o un suicidio simulado para borrar pruebas. Y encontramos esto en las pertenencias de la sirvienta.

 

Lavanda sacó un pequeño frasco de vidrio. El frasco, del tamaño de la primera falange de un pulgar, contenía una gota de líquido transparente.

 

—¿Cómo es eso prueba de que yo la instigué?

—Exacto. ¿Quién sabe si lo sembraste tú?

 

La mente de Marius se quedó aturdida, tanto que la discusión entre los tres ya no le entraba por los oídos.

‘Ese frasco…’

Le resultaba familiar.

‘No puede ser…’

No podía haberse confundido. Incluso la cera de lacre azul aún pegada al pequeño corcho era idéntica a la que él tenía.

‘Pero no es el mío.’

Había revisado que el suyo estaba tranquilamente en la caja fuerte de su habitación privada hace unos días.

‘Entonces, el culpable es…’

Marius se quedó sin habla por la conmoción, como si un objeto contundente lo hubiera golpeado en la cabeza. Incluso si no se hubiera quedado sin palabras, no podía revelar al culpable en ese momento. Si lo hacía, se desataría una matanza aún peor, y todos los que intentaba proteger se verían envueltos en una tragedia.

 

—Un veneno incoloro, inodoro y de acción inmediata.

 

Lavanda acercó el frasco a la cara del Duque. Quería decir: ‘Esto es tuyo, ¿verdad?’.

 

—Entonces, con esto queda demostrado que la sirvienta puso el veneno directamente en la leche… Y al rastrear a la persona que colocó a esa sirvienta en el palacio, resultó ser una familia que casi es aniquilada por intentar ascender a Freesia al trono.

—Entonces, castiga al instigador. No nos involucres a nosotros.

—Yo tampoco quería, pero esa persona ya confesó que fue instigada por el Duque.

—Debe haber confesado una mentira después de ser torturada.

 

En el instante en que escuchó las palabras de la Princesa, el nombre del cerebro detrás de la conspiración, quien había instigado la tortura bajo el nombre de interrogatorio para forzar una falsa confesión, apareció en la mente de Marius.

 

—Freesia, qué patética. Sigues viviendo en una ilusión.

 

Cuando Lavanda se acercó con una sonrisa de desprecio, Seungjun se interpuso delante de Chowon.

 

—Los hombres son una especie no diferente de las bestias. Dispersan su semilla de manera irresponsable y no se preocupan por las crías que nacen.

—Esa es la historia de nuestro padre.

—¿De verdad lo crees? Escuché el rumor. ¿No dicen que el Duque no tiene ningún afecto por su sucesor? Por eso vería a su propio hijo solo como un medio político.

—¿Dices eso después de verlo sollozar aquel día?

—Te diré que tu habilidad para actuar es excelente. Por dentro te habrás reído, ¿verdad? Con el antídoto, no era necesario matar al sucesor, bastaba con llevarlo a un estado crítico para difamar mi honor y alentar a las facciones que buscan expulsarme. Un plan bastante plausible, Duque.

 

El puño de Chowon, fuertemente apretado hasta doler, temblaba.

 

—No, ¿no es Su Majestad la grandiosa Reina quien debería recibir el halago?

 

Chowon reprimió las ganas de gritar y escupió palabras torcidas y mordaces.

 

—Es una pena que haya fallado en matar a mi hijo, quien es una amenaza para su trono, pero de todas formas, se esforzó mucho en desviar hacia nosotros la flecha que iba dirigida a usted. Realmente admirable.

 

Mientras Chowon aplaudía y se burlaba, Marius, que había guardado silencio hasta entonces, intervino.

 

—Princesa, sé que está enojada, pero el envenenamiento no fue instigado por Su Majestad.

 

Chowon perdió el habla por la sorpresa. Ya no era el Marius de antaño que se enfurecía como si fuera asunto suyo cada vez que Chowon se encontraba en apuros.

Lavanda también estaba sorprendida. Nunca imaginó que ese hombre se pondría de su lado.

 

—Tampoco fue obra del Duque.

—Gran Duque, ¿acaso conoce al responsable?

 

Ante la aguda conjetura del Duque, Marius negó con la cabeza y cambió de tema.

 

—En mi opinión, ambos están siendo utilizados en esta disputa política, así que recobren la razón. Si continúan con esta escalada de extremos, no harán más que bailar al son de quien haya orquestado todo esto.

 

Pero, como Marius ya bien sabía, la gente de la realeza no escuchaba a nadie.

 

—¡Solo estoy recuperando mi honor, que fue arrojado al lodazal por culpa de Frisia!

—¡Estúpida demente! ¿De quién es la culpa?

 

Se escucharon jadeos por doquier.

 

—¡Tú misma arrojaste tu honor a la cloaca hace mucho! ¡Deberías estar agradecida de que solo sea un lodazal!

 

Todos aplaudieron internamente por lo certero de sus palabras, pero al mismo tiempo se preocuparon de que a la Princesa le fueran a cortar el cuello. Seungjun, que compartía el mismo temor, le tapó la boca, pero Chowon se zafó.

 

—¿Me estás llamando prostituta?

 

Mientras Lavanda comenzaba a temblar visiblemente, Marius instintivamente sujetó la mano de ella que sostenía la espada.

 

—¿Cuándo dije tal cosa? ¡Sal de tu autocompasión y de tu complejo de víctima! ¿Te envenené yo? Ya te has vengado de todo, ¿por qué te metes con gente inocente?

 

Pensar que una persona que debería estar en un hospital psiquiátrico es la soberana de una nación. Chowon lamentó una vez más haber renunciado al trono.

 

—Nosotros nos esforzamos mucho para romper la maldición. ¿Y en lugar de agradecerlo, nos pagas con esta basura?

—¡No te jactes! ¿Crees que no me debes nada a mí? ¡Yo sacrifiqué la vida de ese hombre y, al final, hasta la vida de tu propio hijo para salvarlo!

—¿De qué tonterías estás hablando?

—Su Majestad nos ayudó a conseguir el hígado del dragón.

 

Fue entonces cuando Marius reveló una historia que los dos desconocían por completo.

 

—Pero, ¿así es como tú pagas eso?

—¡Aunque no haya sido el Duque quien lo hizo!

—¡Por favor, cálmense los dos!

—¡No necesito nada de eso!

 

Lavanda se zafó bruscamente de la mano que Marius le sujetaba. Por un momento pareció que iba a blandir la espada, pero Lavanda simplemente se dio la vuelta y se fue.

Lavanda caminó sin fuerzas entre los caballeros de la Casa Ducal y el Gran Ducado que la observaban con ojos inquietos, arrastrando su espada por el suelo.

¿Fui demasiado dura con mis palabras? El corazón de Chowon vaciló por un instante.

 

—Mátenlos a todos.

 

Lavanda dio la orden al pasar junto al Comandante de los Caballeros Reales.

 

—¡Majestad!

 

Marius, que corría para detenerla, tuvo que frenarse. En el momento en que él cruzara hacia el lado de los Caballeros Reales, la matanza comenzaría sin dudar.

Como era de esperar, los ojos del Comandante de los Caballeros Reales comenzaron a temblar cuando él se detuvo justo enfrente. El hombre sabía perfectamente que el poder del trono provenía de la Casa Castel. Cualquiera que no fuera un tonto sabría que era mejor contrariar a una tirana títere que ganarse la ira del poder real.

 

—¿Qué están haciendo? ¡Les dije que los mataran!

—Majestad, pero…

—… Maten también al Gran Duque.

—Sí, supongo que no me necesita a mí.

 

La voz de Marius tembló ligeramente, a diferencia de antes.

 

—Pero sí necesita el poder de mi padre, ¿o no?

 

Lavanda no podía ignorar que su vida terminaría en el momento en que la Casa Castel le diera la espalda.

 

—Como te pusiste del lado de los traidores, Duque Castel no tendrá nada que decir. ¡Así que mátenlos a todos!

 

Esa demente. El cuerpo de Chowon temblaba de furia y miedo.

La demente que había masacrado sin pestañear desde el Rey anterior y la Reina Viuda hasta los ministros, no dudaba en matar incluso a la familia de su hermana y a su propio esposo. Y eso a pesar de saber que este acto sería el detonante para ser arrastrada del trono y tener un final miserable.

 

—Entre en la carroza.

 

Cuando el Comandante de los Caballeros Reales, que se había sometido a la orden real, mandó formar la postura de ataque, Seungjun intentó empujar a Chowon hacia la carroza. En el instante en que las lanzas y espadas se inclinaron y las puntas de incontables ballestas apuntaron a la carroza, la furia se enfrió y desapareció, dejando solo un miedo escalofriante.

Gracias a la unión de los soldados del Gran Ducado, eran superiores en número, pero cualquier cálculo solo conducía a la muerte. En el momento en que Marius cambiara de opinión y retirara a sus soldados, la Casa Ducal sería masacrada.

Incluso si ganaban gracias a los soldados del Gran Ducado, sería un problema. Era obvio que Lavanda movilizaría a sus tropas hasta el Norte para atacar. El Norte se convertiría en un baño de sangre y, en el momento en que el castillo ducal ya no pudiera resistir, las tres personas tendrían un final miserable.

Al final, no harían más que morir masacrados los dos, Noah y hasta Marius. Fuera una demente o no, no había forma de vencer a la Reina. Chowon no tuvo más remedio que tragarse su orgullo y rogar.

 

—¡Hermana! ¡Por favor!

 

Seungjun abrazó a Chowon, que intentaba correr hacia Lavanda. Mientras se resistía a ser metida a la fuerza en la carroza, Chowon gritó desesperadamente:

 

—¡No hagas esto! ¡Haré lo que sea si nos perdonas la vida!

 

Solo entonces Lavanda, que estaba inmóvil como una piedra frente a la carroza, se dio la vuelta. Marius, que estaba parado cerca, pudo ver claramente que sus ojos inyectados en sangre estaban húmedos.

 

—¿Harás lo que sea?

 

¿Puedes darme incluso lo que más aprecias? La comisura de la boca de Lavanda se alzó torcidamente.


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