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Jefe, si me mata un dragón, ¿cuenta como accidente laboral? - 131

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—Ay, de verdad, que yo haya tenido que vivir para estar con un hombre lobo y…

 

El atado era este hombre, pero Chowon también estaba atada, inmóvil, junto a él. Aunque Chowon no iba a ir a ninguna parte, él la agarró con fuerza del antebrazo desde que la cama empezó a temblar. En la muñeca que le había sujetado hacía un momento ya quedaba la marca roja de su mano.

 

—¡Ayy, por favor, más despacio!

 

Él se alzó en un embate violento, sin el meticuloso control de fuerza que solía tener. Chowon ya estaba jadeando y sin aliento, pero este hombre parecía no fatigarse, pues seguía con el pezón en la boca como un tapón.

Atrapada de esa forma, tembló y llegó al clímax. Él la sujetó, lánguida como una marioneta con las cuerdas cortadas, y siguió hincando y sacando su miembro de su interior.

No sabía cuántas veces seguidas había sentido el clímax en ese estado. Cuando recuperó la conciencia, estaba desplomada sobre él. Al ver el bajo vientre y los muslos de Seungjun empapados, parecía que ella no había podido contener la presión y se había descontrolado.

El pilar de carne incrustado aún profundamente en su vientre seguía duro. No saber si era una suerte o una desgracia que no hubiera habido nudo en ese estado.

 

—Haa, Jefe de equipo. De verdad, me voy a morir… ¿Por qué aún no acaba…?

 

Incluso en ese momento, pensó que debían terminar con la eyaculación antes de la medianoche. Chowon, sin poder recuperar su fatigado cuerpo, se incorporó de nuevo y agitó sus caderas.

 

—¡Por favor, vamos, quiero que se vaya, digo!

 

¡Quiero irme a casa! No podré irme hasta que el jefe se vaya, ¿o no?

Apretó con fuerza sus partes íntimas, que ya no solo estaban calientes, sino hasta adormecidas. El pilar de carne atrapado entre ellas se estremeció. Cuando lo sujetó, lo sacudió y lo apretó con fuerza, el movimiento de cadera comenzó también desde abajo.

Hubiera sido mejor si solo hubiera embestido. Seungjun volvió a agarrar el antebrazo de Chowon. Él la arrastró hacia abajo sin que la exhausta Chowon pudiera detenerlo, quedando a merced de él. Abrazada fuertemente a él, tuvo que recibir por completo el salvaje y tosco movimiento de sus caderas.

 

—¡Ajjj!

 

Qué alivio que los guardias estuvieran lejos, al final del pasillo. Había gritado hasta quedarse ronca.

Entonces, de sus labios entreabiertos, fluía una respiración agitada y sonidos incomprensibles. Para ese momento, Chowon había perdido completamente la cabeza.

No tardó mucho en llegar de nuevo al clímax. Una vez más, tuvo que experimentar una oleada tras otra de orgasmos a causa de esa bestia sin piedad. Cuando la ruda marejada de placer parecía amainar, otra marejada venía, y otra, y otra… Se apilaban y apilaban, y las olas del clímax se hacían cada vez más altas.

Al final, justo cuando sus ojos se volvían blancos y estaba a punto de perder la conciencia.

 

—¡Ack!

 

Había perdido el momento de sacarlo.

 

—Pero, después de hacerme eso, ¿es sospechoso que no recuerdes nada?

—Yo, yo no recuerdo nada…

 

La espalda de Seungjun ya estaba húmeda de sudor frío.

 

—Qué raro, ¿no? No era algo que el lobo hiciera solo, ¿sabes?

 

Chowon susurró al oído de Seungjun, lanzando una mirada a la gente que pasaba. Es decir, estaban en medio del mercado.

La gente que los miraba con curiosidad jamás se imaginaría que la ‘mujer forastera del Oeste’ que estaba a cuestas del ‘hombre forastero del Oeste’ estaba narrando, muy, muy detallada y explícitamente, una escena de cama clasificación 29+.

Era el castigo por insistirle en que le contara. Chowon se esforzó al máximo por describir detalladamente incluso las partes que se podían haber omitido. Lo hacía acercando sus labios a su oreja y, de vez en cuando, soplándole un jaa de aire caliente. Cada vez que hacía eso, el cuerpo que la cargaba se estremecía ligeramente.

 

—Que no fueras paciente también fue algo diferente y me gustó.

—…¿No te dolió?

 

En su voz había a la vez culpa y una sensación de calor.

 

—Estaba bien. Y no fuiste tan salvaje como pensé. Los lobos solo tienen una pareja para toda la vida, ¿verdad? Tal vez pensó que yo era su hembra, porque aunque trató a los demás como si quisiera matarlos, conmigo no fue así.

—Por cómo lo cuentas, parece que pasaste por un infierno…

—En fin, mi marido es un semental total.

 

Chowon levantó sus dos manos que rodeaban su cuello e hizo un gesto de aprobación con el pulgar.

 

—Gracias a ese día, supe que te contienes mucho normalmente. A veces no estaría mal que no te contuvieras.

 

A propósito, acercó sus labios a su lóbulo y susurró. Su oreja no solo estaba rojísima, sino tan caliente como una brasa, que parecía que se iba a quemar los labios.

 

—Después de eso, cuando me baño, lavo mis dedos de los pies con mucho esmero, ¿no te habías dado cuenta? Parecía que no.

 

Cuando mordió ligeramente el lóbulo de su oreja como si estuviera resentida, el amplio hombro de él se estremeció.

 

—…No lo hagas aquí.

 

Jum, este hombre me está suplicando. Chowon, que bajó la mirada por encima del hombro de él, hacia bastante más abajo, sonrió con malicia. Se notaba, aunque su ropa de invierno era bastante gruesa.

 

—Mmm…

 

Chowon hizo un arrullo sensual a propósito y abrazó su grueso cuello. Con ese movimiento, su pecho se pegó aún más a su espalda mojada de sudor. Como era de esperar, Seungjun vaciló en su andar al sentirlo.

 

—Por cierto, lo he pensado desde antes, ¿a mi marido le encantan mis pechos, verdad?

 

Chowon miró una vez más entre las piernas de Seungjun y sonrió con aire de victoria.

 

—Ay, qué divertido. Me pediste que te contara algo divertido y lo hice, ¿a ti también te parece divertido, Seungjun? ¿Sí?

 

Dijo que no era una distancia larga. Seungjun de repente se detuvo y la bajó en una posada, diciendo que descansarían un rato.

 

—Come despacio, por favor.

 

Chowon soltó una carcajada a mitad de una cucharada de su sopa caliente de carne de cerdo y arroz (doegukbap). El hombre del otro lado de la mesa no estaba comiendo, solo estaba sentado en el borde del tablado, suspirando. Tenía las piernas bien cruzadas.

 

—Marido, aa.

 

Le ofreció una cucharada con carne, arroz y caldo, bien equilibrada, a Seungjun. Pero él frunció el ceño con fuerza y negó con la mano.

 

—No, gracias. Y por favor, no hagas ese aa.

—Ch, entonces me lo comeré todo yo sola.

 

Chowon sabía que lo que él quería comer no era doegukbap. Era obvio solo con ver la mirada que le dirigía a la cuchara mientras entraba en su propia boca.

 

—Seungjun.

—¿Qué?

—¿Tienes un gumiho entre tus ancestros?

 

Chowon pensó, mientras sonreía estirando las comisuras de sus labios hasta dejarlos relucientes:

 

—Ay, maldición. Perdí el momento. ¿Por qué no se baja…? Qué frustración.

 

Será mejor que la historia de que la parte que él se estaba esforzando por ocultar entre sus piernas estaba hinchada como un chichón, se quede solo como un recuerdo de ella.

 

 

 

 

 

 

⋅•⋅⋅•⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅∙∘☽༓☾∘∙•⋅⋅⋅•⋅⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅

 

 

 

 

 

 

Parecía que la Bruja había visitado el Jardín Floral del Oeste con bastante frecuencia. El mapa no solo era increíblemente detallado, sino que en el reverso incluso había escrito lo que debían hacer por una anciana que vivía cerca para poder encontrar la entrada al Inframundo, donde se hallaba el Jardín Floral del Oeste.

Siguiendo el mapa, los dos cruzaron innumerables pasos escarpados, completaron la tarea encomendada por la anciana sin problema, y solo entonces se encontraron frente a una cueva oculta.

 

—A partir de aquí, es el camino al Inframundo.

 

Era un camino que solo los muertos podían recorrer, a menos que fueras un dios o un inmortal. O, al menos, fingieras estar muerto.

Seungjun tenía el frasco de medicina que le había dado la Bruja. Al quitar la cera y sacar el tapón, un líquido negro se agitó. El color por sí solo era desagradable.

Era poco probable que la Bruja, deseosa de obtener la flor a toda costa, les hubiera dado veneno, pero ser cauteloso nunca estaba de más. Los dos sacaron los collares que llevaban puestos por fuera de su ropa. El relicario colgante contenía un frasco de antídoto universal.

El de Chowon había sido fabricado tras visitar el Castillo del Duque después de su encuentro con la Bruja. Por suerte, habían guardado el antídoto universal que habían hecho antes, faltando solo el ingrediente final: la lágrima de un ser amado. Esto les permitió añadir solo la lágrima de Seungjun para crear el antídoto universal de Chowon.

Por supuesto, hacer llorar a un buda de piedra fue bastante difícil.

 

—Yo me lo beberé primero.

 

Seungjun, que estaba mirando el líquido negro, se llevó el frasco a los labios. Pensó en escalonar la ingesta por si acaso el medicamento tuviera algún problema y ambos cayeran al borde de la muerte al mismo tiempo, no habría nadie para darles el antídoto a tiempo.

Seungjun tragó la mitad del líquido y su rostro se contrajo.

 

—¿Qué pasa?

—Está amargo.

 

Seungjun solía beber hasta la medicina herbaria más fuerte como si fuera agua, pero esto era exageradamente amargo. Chowon sacó de su bolsillo un dulce de arroz (okchundang) de colores y se lo metió en la boca a Seungjun.

 

—Ahora que lo pienso, este es el tipo de caramelo que se pone en la mesa de ofrendas en la actualidad, ¿verdad? Perfecto para dárselo a un muerto.

—Mmm… No me siento precisamente muerto.

 

Había una gran diferencia entre los vivos y los muertos: las señales vitales.

Chowon puso su mano sobre la nariz de Seungjun.

 

—Aspire y suelte el aire. ¿Eh…?

 

Seungjun claramente estaba haciendo lo que se le pedía, pero ella no sintió su aliento en absoluto. Trasladó su mano a su cuello. No había pulso. Su piel estaba tan fría como la de un cadáver. Chowon enseguida acercó la oreja al lado izquierdo del pecho de Seungjun.

 

—El corazón no le late.

—Yo siento que sí.

 

Debe ser una medicina que hace que los demás no sientan ninguna señal de vida.

 

—Wow… De verdad que funciona.

 

Chowon murmuró con asombro, para luego de repente hundir su rostro en su pecho y sollozar con un jic, jic.

 

—¿Por qué? ¿Qué le pasa?

 

¿Por qué llora? Seungjun levantó la cabeza, sorprendido, y vio que el rostro de Chowon estaba completamente seco. Las dos manos que estaban apoyadas en su pecho de repente lo agarraron por el cuello de la camisa y lo sacudieron.

 

—Marido, ¿por qué me deja viuda y se va?

 

La fuerza de su agarre era tal que parecía que si él muriera de verdad, ella lo seguiría hasta el Inframundo para matarlo de nuevo.

 

—…¿Le divierte?

 

Chowon estaba tan absorta en su juego de rol que se lamentaba, diciendo que ni siquiera la muerte los separaría, y demás.

‘Qué ternura…’

Si Seungjun muriera aquí mismo, la causa de la muerte sería un ataque al corazón por exceso de ternura de Chowon.

El sabor de la medicina aún se aferraba a su lengua, amargo, pero las comisuras de su boca estaban curvadas hacia arriba como si hubiera comido algo dulce y no podían bajar. Todo era culpa de esta mujer, que era demasiado dulce.

Seungjun, que la miraba como si fuera un gatito, le tendió el frasco que tenía en la mano.

 

—Pues, que mi esposa me siga.

 

En ese instante, Chowon cambió por completo. Soltó su camisa con un golpe y curvó las comisuras de su boca en una sonrisa de lo más incómoda.


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