Jefe, si me mata un dragón, ¿cuenta como accidente laboral? - 113
Como nadie daba la vuelta al castillo ni venían a atraparlo, parecía que los vampiros no podían ver a través de los ojos de sus familiares.
Seungjun se escondió de vez en cuando de los sirvientes y soldados que aparecían, y buscó por todo el castillo. A medida que anochecía, los sirvientes abrían los postigos y las cortinas que habían estado herméticamente cerradas, y el ajetreo en los pasillos se volvió un estorbo.
El conde no se veía por ninguna parte, quizá dormía. Pensando que Chowon podría estar en su habitación, registró los aposentos por completo, pero todas las habitaciones estaban vacías.
‘¿Dónde diablos está?’
¿Será que lo del banquete era cierto? Un delicioso aroma subía por las escaleras. Al olerlo, Seungjun tuvo un presentimiento y bajó las escaleras para encontrar el origen del olor.
Al llegar a la planta baja, el olor se intensificó. Cuando giró cautelosamente una esquina, escuchó un ¡chss! al final del pasillo, como si algo se estuviera cocinando. Seungjun abrió la puerta de donde salía el sonido y miró dentro, sintiendo un gran alivio al ver que su presentimiento era correcto.
‘Me preguntaba para qué la usaría…’
Al alivio le siguió una risa de frustración. La habitación era, como había imaginado, la cocina. Había una gran mesa en el centro con toda clase de platillos e ingredientes, y Chowon, de espaldas, estaba cocinando algo en el horno.
Se sintió un poco avergonzado por todas las cosas horribles que había imaginado.
Seungjun cerró la puerta en silencio y se acercó a Chowon sin hacer ruido. El sonido de la comida cocinándose y el tintineo de algo que se estaba revolviendo en un tazón de metal eran tan ruidosos que Chowon no se dio cuenta de su presencia en lo absoluto.
‘Aún debe estar en estado de familiar.’
Seungjun se detuvo cuando estaba a solo un paso de Chowon. Se preguntó qué estaría cocinando, y al lado del horno, en un plato grande, había una montaña de rollos de huevo. En el sartén, una mezcla amarilla de huevo se estaba cociendo.
Sintió vergüenza una vez más. De pronto, recordó que los rollos de huevo que él había hecho, estando en su sano juicio, eran mucho más desastrosos que los que ella había hecho mecánicamente.
¿Habría sentido por fin su mirada incómoda? Chowon soltó el sartén y se dio la vuelta. En ese momento, Seungjun la abrazó por la espalda con fuerza. Un tenedor y una espátula cayeron de su mano con un estruendo y rodaron por el suelo.
—Chowon, soy yo. Aunque no me reconozcas.
—¡Aah!
Apenas le tapó la boca para que no gritara, sintió un dolor punzante en el dedo medio.
—¡Ay! No muerdas.
Pero una persona sin razón no podía entender. Seungjun se dio la vuelta, abrazando a la mujer que intentaba morderlo y arañarlo. En un rincón de la mesa, donde se apilaban ingredientes y platillos, había un espacio vacío.
‘Ah…’
Tendría que hacerlo ahí hoy. Era un lugar mucho más cómodo que la celda oscura donde no había dónde acostarla y tuvo que hacerlo con ella sentada en su muslo de principio a fin.
—Perdón por comportarme como un animal en celo apenas te veo, pero esto es lo más urgente para nosotros.
Si tuviera que elegir entre la maldición y el vampiro, la maldición tenía una tasa de mortalidad mucho más alta. ¿Qué pasaría si intentaran liberar a Chowon de la hipnosis, fallaran, los atraparan de nuevo y no pudieran tener relaciones antes de medianoche? Sería una muerte segura.
Chowon se retorcía, y sus suaves nalgas se frotaban contra su parte inferior. Por suerte, esto provocó una reacción inmediata y violenta entre sus piernas.
—¡Oh! Señorita Chowon, pare…
Cuando intentó acostarla boca abajo en un lugar donde había harina esparcida, quizá de amasar pan, Chowon se agitó y movió las manos. Como consecuencia, los recipientes y utensilios cayeron al suelo, haciendo un ruido fuerte.
Esperando que nadie lo hubiera escuchado, miró hacia la puerta. En ese instante, Chowon agarró un cuchillo de cocina que colgaba peligrosamente del borde de la mesa. De inmediato, se escuchó un ¡swish! que cortó el aire, y la punta del cuchillo rozó la túnica de Seungjun.
Un poco más cerca y le habría cortado el estómago. Seungjun le agarró la muñeca justo cuando ella iba a blandir el cuchillo otra vez. Presionó suavemente en medio de su muñeca, y su mano se abrió débilmente, soltando el cuchillo sobre la mesa. Lo apartó a un lugar donde Chowon no pudiera alcanzarlo y, de un solo movimiento, le agarró las dos manos que estaban apoyadas en la mesa y se las dobló detrás de la espalda.
—Lo siento. Por favor, quédate quieta.
La agarró con una sola mano, sin lastimarla, pero con suficiente fuerza para que no pudiera soltarse. La inmovilizó y levantó su falda para bajarle la ropa interior. Seungjun soltó un suspiro resignado.
—Vaya, de verdad soy una basura.
Esta novela, que ni siquiera servía como leña, lo estaba convirtiendo en una basura. Y por segunda noche consecutiva.
Le quitó la ropa interior a Chowon y se desabotonó rápidamente los pantalones. Apenas se bajó la ropa, su miembro, que estaba oprimido, salió disparado. La punta caliente rozó su piel partida, Chowon dejó escapar un gemido ahogado y tembló.
Seungjun le palpó el centro de la piel expuesta y se sintió perplejo. Como era de esperar, Chowon no estaba mojada.
Por más que tuvieran prisa, si lo hacía en ese estado, Chowon se lastimaría. Además, no tenía tiempo para acariciar a alguien que estaba forcejeando.
Su mirada perpleja se posó en la mesa, y de pronto se iluminó.
Si la gente de este lugar tenía dinero, usaba aceite de coco. Si no eran tan ricos, usaban aceite de oliva, yogur, o incluso clara de huevo o crema batida como lubricante.
‘El aceite está bien, pero las otras cosas no, ¿verdad?’. Recordó haber fruncido el ceño ante esa costumbre extraña.
Pero para su suerte, en un tazón pequeño, del tamaño de los de salsa de soya, había aceite de oliva.
—Señorita Chowon, hiciste bien… ah, quédese quieta…
Seungjun se inclinó para sujetar las manos de Chowon y extendió su mano libre para agarrar el aceite. Con la punta de los dedos bien lubricada, aplicó el aceite en la entrada de ella, que estaba bien cerrada. Se puso lo que le sobraba en su miembro, volvió a agarrarle la muñeca a Chowon y se colocó en posición.
—¡Uuuhh, uugghh!
En el momento en que la punta de su miembro se insertó poco a poco, un gemido ahogado se escapó entre los dedos de su mano, que le tapaba la boca. Seungjun suspiró con una larga exhalación, sintiendo la culpa de nuevo, y le susurró al oído a Chowon:
—Lo siento. De verdad, lo siento mucho. Cuando te despiertes, puedes golpearme. Aceptaré todos los golpes.
—¡Hup!
—…Excepto aquí.
Con un solo movimiento, la columna de carne se incrustó hasta el fondo, y la parte interna de Chowon se contrajo como si quisiera cortarla. Además, como ella no dejaba de mover sus caderas, él ya se sentía aturdido.
Como si un hombre desconocido la hubiera atacado, ella forcejeaba y se resistía con terror. Las cuerdas debían haberse aflojado, porque su vestido y su camisa estaban bajados hasta la mitad de su espalda. Seungjun se limpió la mejilla, cubierta de harina, con el pulgar y la besó en la boca, moviendo sus caderas lentamente.
—Haa….
—Hup, ugh….
¡Splat, splat! ¡Cric, cric!
Las cebollas que estaban sobre la mesa rodaron una a una y cayeron al suelo.
Cuando unas cinco cebollas ya rodaban por el suelo, Seungjun se detuvo. Había pensado que ya habían cumplido con la maldición, así que intentaba retirar su miembro, pero se detuvo.
—Ugh, hmm….
Chowon dejó escapar un gemido ahogado y todo su cuerpo tembló. La pared interna se contrajo con fuerza, luego onduló y succionó su miembro.
—Señorita Chowon, ¿ahora mismo…?
No hacía falta preguntarle si había sentido placer. Él ya conocía muy bien esa reacción. Que ella sintiera un orgasmo sin conciencia era algo inesperado.
Chowon se movió como un pez fuera del agua y luego se desplomó. Sin embargo, su interior aún se contraía.
—Haa… por fin se tranquilizó.
Ahora que no tenía fuerzas y su mente estaba en blanco, era el momento perfecto. Debía vestirla y sacarla de allí.
Se retiró rápidamente. Pero, al mismo tiempo, las caderas de Chowon lo siguieron…
—¡Ugh!
…y su miembro se incrustó de nuevo hasta lo más profundo de su estómago.
—¿Qué estás…?
No lo preguntó porque no supiera qué estaba haciendo. Lo preguntó porque estaba sorprendido.
Chowon se puso de rodillas y comenzó a mover sus caderas por su cuenta. La fuerza en las manos de él, que habían estado aturdidas, se fue aflojando. Aunque la fuerza que la sujetaba ya no estaba, Chowon no gritó ni intentó empujarlo.
—Aah, aahhng….
Así que ahora, Chowon no sabía quién era ella, ni quién era el hombre que la estaba penetrando, solo movía sus caderas. Seungjun se quedó momentáneamente atónito, luego recordó las preferencias de Chowon y soltó una risa irónica.
‘Ah… a esta mujer le gusta que la sometan.’
Incluso cuando tenían relaciones por consentimiento, a veces decía de repente que se detuvieran, lo que la excitaba aún más. ¿Qué decir de los juegos de rol que intentaban de vez en cuando? Además, la forma en que su interior reaccionaba con más intensidad cuando la ataban de manos y pies.
‘¿Tanto le gusta?’
Aún no entendía por qué le gustaba ese tipo de cosas, pero siempre quería complacerla. Cuando pensó que su estado actual era el mismo que la noche después de su boda, cuando había perdido la conciencia y llorado de placer, se sintió de repente más cariñoso. En ese momento, también se había sentido menos culpable por someter a su subordinada, gracias a que Chowon lo había disfrutado tanto.
—Ung….
Chowon, que movía sus caderas suavemente, empezó a gemir y a impacientarse. A veces mordía suavemente el dedo que él tenía sobre sus labios. Tiró de la túnica de Seungjun, incitándolo a ir más rápido.
—Ya entendí. Lo haré, así que no seas impaciente.
Ay, Dios….
Seungjun soltó una risa nerviosa y volvió a mover sus caderas. En ese momento…
—¿Va bien la preparación del banquete?
La puerta se abrió de golpe, y el rostro del conde apareció.
—Mi preciosura, ¡cof!
¡Clac!
Justo en el blanco. El cuchillo de cocina se incrustó en el corazón del conde. Con un último grito, cayó, y en un instante se convirtió en cenizas.
—Ese es el precio por decirle cosas de viejo pervertido a mi mujer.
La puerta se cerró sola, Seungjun sonrió de lado mientras agarraba las caderas de Chowon.
—¡Aah!
Las cebollas volvieron a rodar.
La neblina que nublaba la mente de Chowon se fue disipando poco a poco.
—¡Aah!
Pero fue por poco tiempo. Al sentir una oleada caliente de origen desconocido, Chowon abrió los ojos de golpe.
¡Ugh!
Alguien la estaba penetrando por detrás, mientras estaba acostada boca abajo en la mesa. Sintió un escalofrío al sentir que un grueso objeto extraño penetraba profundamente en su estómago, y apretó el puño.
—Qué hijo de…
…iba a gritar ‘me lo cortaré todo’, pero escuchó una voz familiar detrás de ella.
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