Hipnotizando a mi cachonda madre - Capítulo 25
Pensé en despertarla de la hipnosis, pero temí que el efecto fuera el contrario, así que desistí.
Mejor terminar la escena aquí…
—Ahora que todo ha terminado en esta habitación, volverás a la mesa a tomar café. Cuando termines, despertarás de la hipnosis en un minuto.
Mamá, obediente, se bajó de la cama de rodillas y salió tambaleante hacia la sala.
¡Vaya día más intenso!
¿Por qué justo ella empezó a despertar?
¿Será que es demasiado sensible?
¿O fue que la excitación le alteró tanto las ondas cerebrales que la hipnosis perdió efecto?
Al menos, gracias a que pude leer su mente, supe que estaba despertando y pude reaccionar a tiempo…
Aunque no sé si lo manejé bien.
Hoy ni saldré de casa, aunque sea de noche.
¡Y mucho menos la miraré a la cara!
¡Mierda…! ¿Cómo superaremos esto?
¡No fue cualquiera, fue mi propia madre!
Si yo estoy así, ¿Cuánta vergüenza no sentirá ella?
¡Quedó completamente consciente mientras yo la hacía llegar al orgasmo con un dildo!
A la mañana siguiente, la cocina estaba revuelta como siempre.
Mamá preparaba el desayuno antes de ir al trabajo, y mi hermana pronto saldría.
Después de lo de ayer, me encerré en mi cuarto todo el día, evitando verla.
Hoy tengo clases y trabajo, pero ni ganas de salir.
¿Cómo voy a mirarla a los ojos después de esto?
Sigo sin creer lo que pasó.
Esa maldita app de hipnosis… ¡Demasiado efectiva!
Lo único bueno es que ella finge no saber nada.
Los dos evitamos el tema, pero…
¿En serio lo evitamos?
Ella sintió todo… ¡hasta llegó al clímax dos veces!
Y ni sospecha que puedo leer su mente…
¡O que incluso espié sus pensamientos!
¡Carajo! Ahora me entró la curiosidad…
¡Esta maldita obsesión con la ventana de estado!
Ni en estos momentos puedo evitar volverme loco por saber los valores de mamá.
Pero bueno, al menos no parece guardarme rencor, así que mejor tomarlo con calma.
Si los dos fingimos que no pasó nada, nadie sacará el tema.
Lo prioritario ahora es mantener la naturalidad.
Decidí salir al living como si nada, vestido solo con unos shorts y una camiseta de manga corta.
—¿Ya estás preparando el desayuno, mamá?
—Claro. Tú y Mi-hye… Hye-mi tienen que comer, ¿no?
respondió sin mirarme directamente, pero su tono era sorprendentemente normal.
—¿Qué haces despierto tan temprano?
—Me acosté cansado anoche y me levanté antes.
Noté que el paquete de mi hermana ya no estaba en la entrada.
—¿Hermana llevó su paquete a su habitación? ¿Llegó tarde anoche?
—Eso creo. Yo también me acosté temprano —mamá siguió revolviendo las papas en la sartén—. Ya que estás despierto, aprovecha y desayuna.
¡Esto era más de lo que esperaba!
Que ella actuara con tanta naturalidad…
—¿Tú ya desayunaste, mamá?
pregunté, forzando un tono casual.
—Aún no.
—¿Quieres comer juntos?
—Hoy tengo que irme temprano, así que desayunarán ustedes solos.
—¿Así que te saltas el desayuno?
—No es para tanto. En la oficina tomaré un café y una tostada. No te preocupes.
Mientras hablaba, su figura se movía con familiaridad frente a la estufa.
¡Era mi oportunidad!
Tenía que ver su ventana de estado.
Seguro los valores habrían bajado por la mañana…
Tras varios intentos, ya empezaba a entender el patrón.
Me senté en el sofá, encendí la TV y, mientras mis ojos se posaban en esas nalgas voluptuosas, concentré mi mente:
¡Ventana de estado, ábrete ya!
¡Funcionó!
Verdes letras fluorescentes aparecieron frente a mí, brillantes como siempre.
_______________________________________
[Experiencia en violación: 1 vez]
[Probabilidad de embarazo: 16%]
[Satisfacción sexual: 46%]
[Frecuencia semanal: 3]
[Receptividad uterina: 36%]
[Nivel de afecto: 38%]
(10% es el valor base)
_______________________________________
¡¿QUÉ DEMONIOS?!
¡Mi nivel de afecto era del 20% ayer en el cine, y ahora es un 38%! ¡Casi el doble!
¡No puedo creerlo! Temía que hubiera caído en picado después de lo de ayer, ¡pero se disparó!
¿Será que…?
¿Acaso lo de ayer hizo que su afecto por mí aumentara tanto?
¡Esto es increíble! ¡No lo esperaba para nada!
Ayer estaba tan asustado que ni salí del cuarto, pasé hambre y me encerré como un cobarde…
¡¿En serio?! ¿Por follarla a fondo con el dildo y hacerla llegar al clímax, su afecto subió así?
¡Ni mis propios ojos lo creen!
¿De verdad me ve con buenos ojos ahora? ¡Esto es surrealista!
La confianza me brota a raudales.
Al final, las mujeres solo suben su afecto cuando las satisfaces sexualmente, ¿eh?
Por más que la consienta, le compre cosas ricas o la lleve al cine, el afecto no subía ni un 5%…
¡Pero un buen follón con el dildo y ¡BAM! ¡Doble de afecto!
¿Si lo repito, volverá a subir? ¡Las mujeres son un misterio!
Ahora entiendo por qué esta mañana actuó tan natural.
¡Menos mal que superé la crisis!
Por cierto, ¡la receptividad uterina está en 36%!
Ayer, después de la masturbación en el cine, estaba en 31%… ¡Y ahora, por la mañana, subió!
Su coño sigue ligeramente hinchado…
Es evidente: aunque es precoz y se corre rápido, ¡su cuerpo adora el sexo!
Seguro pasa los días deseando que alguien la folle… ~
¡¿Qué demonios?! Aunque papá la satisface regularmente los fines de semana, ¡su ‘nivel de receptividad uterina’ no baja ni un poco! ¡Es insoportable aguantar día tras día!
Al ver el ‘índice de satisfacción sexual’, parece que el sexo con papá no la llena…
De hecho, al notar que su ‘capacidad de aceptación’ sigue alta, ¡mi deseo comienza a crecer!
¿Cómo podría estimularla más?
Hoy tengo clases y trabajo, estoy ocupado… pero esa misma prisa me pone más ansioso.
¡No quiero que otro hombre se la lleve!
¡Y odio que papá, cuando llegue, la toque y se la folle sin más!
Antes de que venga este fin de semana, quiero aumentar aunque sea un poco su ‘afecto hacia mí’…
—Mamá, creo que ya es suficiente. Tú también debes prepararte para ir al trabajo.
Dije con educación, usando un lenguaje formal («요» en cada frase).
—Yo ya me duché, solo me queda vestirme.
—¡Espera! Como hoy tengo que ir a la universidad, mejor desayuno rápido y salgo contigo. ¿Me puedes dejar en la estación de metro?
—¿E-en la estación? B-bueno… si te preparas rápido…
Su voz tembló ligeramente.
Era obvio que se puso nerviosa, como si hubiera adivinado mis intenciones ocultas.
Y sí… por mucho que finjamos normalidad, lo de ayer no fue algo fácil de olvidar.
Ni para ella… ni para mí.
—Entendido. Voy a desayunar rápido y me preparo. Salimos juntos.
—Sí… yo también termino de alistarme. El guiso ya está listo, así que come pronto.
Evitó mi mirada y regresó a su habitación.
Ayer, incluso de día, llevaba un camisón ajustado… pero hoy, a pesar de ser temprano, eligió una falda larga y una blusa opaca de color oscuro.
Como si quisiera defenderse de mí.
Me molesta un poco…
Está claramente consciente de mis miradas.
Aunque habló con naturalidad, sus vacilaciones y ese temblor en la voz…
‘Con el tiempo mejorará’
Después de devorar el guiso y las papas salteadas, me vestí con unos jeans azules y una camisa gris, preparándome para salir.
Al sentarme en el sofá a esperarla, mamá salió de su cuarto.
¡Hoy, para mi sorpresa, llevaba pantalones de traje gris y una blusa blanca, cubierta con una chaqueta delgada del mismo tono!
¿En serio?
Esperaba un vestido de dos piezas… ¡pero eligió pantalones!
Una decepción total.
Era evidente su determinación de blindarse contra mí.
Una sensación pesada se apoderó de mí…
Esto se va a poner cada vez más difícil.
¡Vaya que mamá se ha puesto testaruda!
Al menos no me ha gritado, ¡por eso ya debo estar agradecida!, pero ¡esto es la gota que colma el vaso!
No hay remedio. Como todo es por mi culpa, no me queda más que aguantar.
Mamá cogió las llaves del coche, sacó sus zapatos en la entrada y los dejó en el suelo.
Me acerqué a su lado, deslizé mi mano bajo su axila y ayudé a mantener su equilibrio.
—Estoy bien. Puedo hacerlo sola.
Mamá se irguió con firmeza, sin apoyarse en mí ni un poco, y se calzó los tacones.
¡Ah, joder! Sus palabras son suaves, pero sus actos son cortantes.
Aun así, yo seguí mostrándole cariño con naturalidad, como siempre…
El ascensor se detuvo y las puertas se abrieron.
Como ayer, la tomé del brazo y la guié hacia dentro.
Una vez dentro, mamá se quedó plantada frente a las puertas, erguida.
Me coloqué a su izquierda y deslicé mi brazo derecho bajo su axila.
Hasta ahí, al menos no me rechazó.
Pero, a diferencia de ayer, no hubo el más mínimo gesto de apoyarse en mí.
Fue un poco incómodo… pero, al fin y al cabo, es mi madre, ¡así que haré lo que me dé la gana!
Incluso al bajar al estacionamiento, seguí caminando pegada a ella, con su brazo enlazado al mío.
Abrí la puerta del coche y me senté en el asiento del copiloto.
Mamá se dejó caer —plof— en el asiento del conductor y, al intentar ajustar el cinturón, giró su cintura hacia mí mientras buscaba la hebilla.
—Yo lo hago.
Tomé su cinturón de seguridad y lo encajé con un —clic— perfecto en la hebilla.
El aroma denso pero embriagador de su maquillaje me hizo cosquillas en la nariz.
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