Fotopsia - Volumen 1 - Capítulo 0

Fotopsia: Una condición en la que uno percibe luz incluso estando rodeado de oscuridad.

¡Swoosh…!

¡Swoosh…!

El sonido de las olas rompiendo en el horizonte, devorando el mundo a su paso, resonó como una bofetada.

El mar invernal era implacable.

Incluso en este momento, mientras devoraba las cenizas de mi madre, meticulosamente molidas hasta convertirse en un polvo fino.

—Mamá no estuvo bien ni siquiera después de dar a luz. Pensándolo bien, ya estaba frágil antes de quedar embarazada.

—……

—Elegir tenerte fue enteramente su decisión.

El viento salado no dejaba de soplar, arrastrando el olor a mar. Mi hermano, que había estado parado detrás de mí, protegiéndome en silencio para que no me vieran, de repente habló.

—Así que, levanta la cabeza.

—…….

—No hiciste nada malo.

Habló con una firmeza que parecía saber que yo no había sido capaz de levantar la cabeza durante todo el funeral de mamá.

Apreté los labios, que sentía que estallarían en lágrimas si los abría un poco. Levanté la cabeza.

El mar luminoso ante mí se agitaba sin cesar, como si fuera a llorar en mi lugar, una presencia decidida y conmovedora. Me sentí atraída por su superficie, como si fuera un espejo que reflejara mi alma.

Y por encima, un polvo blanco flotaba a la deriva.

El polvo, que había estado descansando en la palma de mi hermano, cedió al impulso del viento, extendiéndose cada vez más.

—No acepté ninguna otra herencia, solo la villa. Esa fue la condición para tener el funeral de mamá sin problemas.

Su voz era serena.

Eso lo hizo aún más triste. Ni siquiera podía medir la cantidad de emoción que estaba reprimiendo.

Finalmente, las lágrimas se acumularon, reclamando su lugar. Levanté el brazo y me froté los ojos con furia. Solo entonces asentí.

Desde el principio, nunca pensé que mis parientes maternos compartirían la herencia de mamá de buena gana. La elección de mi hermano de tomar la villa fue brillante.

—Todos olvidarán con el tiempo.

Las cenizas en la urna se vaciaron gradualmente, llegando al fondo.

Mi hermano, que había estado contemplando las olas rompiendo y disolviéndose en espuma, volteó su mirada hacia mí.

—Pero no lo olvidemos.

—…….

—No olvidemos a mamá, la villa… No lo olvidemos, Heewoo.

Su mirada, pesada y densa, me hizo preguntarme qué estaba pensando. Sentí que sus ojos estaban más tristes que los míos.

Parecía que estaba llorando en silencio.