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Felizmente Psicótica - Merry Psycho - Capítulo 222

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Yuri……

Se sintió sofocada por los deseos entrelazados de los adultos que ese chico tuvo que soportar solo. Si él tuvo que deambular por un mundo oscuro sirviendo como una venda en los ojos para la gente…

Seo-ryeong a duras penas tragó el dolor en su garganta. Recordó la voz madura que le había contado con calma su pasado. Al recordar el sonido que resonaba suavemente en la habitación, sintió que su corazón se endurecía.

 

—Yo ya había elegido a estos niños.

 

En sus ojos manchados de lágrimas, todavía estaban las cicatrices de esa elección. Seo-ryeong miró fijamente a Darya, que respiraba con dificultad con un sonido crepitante en sus pulmones. Solo había una cosa que podía decirle a ella, que estaba abrumada por la culpa:

 

—A esa persona, jamás lo dejaré ir.

 

A partir de ahora, su egoísmo se centraría únicamente en Woo-shin. Su mundo entero giraría en torno a él.

Aunque el mundo se desmoronara, ella solo lo salvaría a él. Él era todo su universo.

 

—Porque seguiré viviendo de forma egoísta hasta el final.

 

En el momento en que afirmó su resolución en voz alta, Seo-ryeong sintió que estaba abrazando la parte más profunda de Woo-shin. Atrajo a su interior el sufrimiento del chico, ese que ni siquiera él conocía.

Entonces, sintió que sus párpados temblaban y el hielo que se había formado se derretía. No, era como si la vida del chico se hubiera infiltrado en la suya, fusionándose como un solo árbol. Seo-ryeong levantó la mirada con una determinación aún más firme.

 

—……

 

Proteger algo con tanta tenacidad tal vez signifique que, por el contrario, hay que soltar todo lo demás.

Cargar con un dilema y asumir la responsabilidad por esa elección. Por eso Rigai se volvió loco para proteger, Joo Seolheon rechazó la maternidad y Maxim quemó todo lo que amaba.

Y Woo-shin… me traicionó y se fue para protegerme.

Así es…

Ahora, parece que podría enfrentar y acariciar las contradicciones de ese hombre. Porque yo nací y crecí de la trama y la urdimbre que ustedes tejieron.

Y yo, que soy así, me llevaré al niño que siempre fue relegado a un segundo plano. Yo misma volveré a ese destrozado Castillo de Invierno y sacaré el cuerpo del niño cubierto de cenizas.

 

—Tengo muchas más cosas que me gustaría escuchar de usted, abuela.

 

 

 

 

 

 

⋅•⋅⋅•⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅∙∘☽༓☾∘∙•⋅⋅⋅•⋅⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅

 

 

 

 

 

 

—¡Ugh…!

 

Justo cuando salía de entre los escombros del Castillo de Invierno, alguien con el rostro oculto extendió una mano.

Una figura con el rostro cubierto por una luz blanca se acercó lentamente y le limpió los ojos. Cada vez que movía su mano con cuidado, la tierra sucia y la ceniza caían, y sus pestañas revoloteaban.

‘Haa… ¿Quién…?’

Ella sostuvo la mejilla fría del chico y sopló suavemente las cenizas que se habían metido en sus ojos. Un aliento cálido le humedeció la cara.

Yuri se puso rígido y a la defensiva, pero pronto unos labios suaves tocaron uno de sus ojos y se apartaron. Mientras el chico se estremecía, su visión dio un giro inesperado, como si fuera una mentira.

 

—…!

 

Se quedó sin aliento, presionándose un ojo, y vio un techo desconocido. Las pupilas de Woo-shin se dilataron al máximo.

En su torso desnudo, un vendaje bien puesto le apretaba, y su condición era pésima.

Y no era para menos, ya que el paracaídas portátil dentro de su chaleco antibalas era totalmente insuficiente para el peso de dos hombres adultos. Lo primero que sintió al recuperar la conciencia fue un ardor en la espalda, como si la hubieran calentado con brasas.

‘¡Maldita sea! ¡Quédate quieto…!’

Mientras caía por el barranco, su cuerpo se dio la vuelta varias veces. Aunque sabía que si soltaba a Kiya, al menos no se precipitaría al vacío, no pudo abandonarlo hasta el final.

Incluso si había que deshacerse de él, esa no era su tarea, sino la de Seo-ryeong. La idea de que era el único hermano de ella, por más detestable que fuera, fue lo único que le impidió soltar a Woo-shin.

Aunque rechinó los dientes, se aferró al bastardo que era un estorbo y cayó con él. Con sus brazos y piernas, sujetó fuertemente el cuerpo y el cuello de Kiya, que se resistía.

El rudimentario dispositivo de paracaídas redujo la velocidad de la caída de ambos, pero no pudo evitar que cayeran indefensos al agua helada.

‘¡Maldito bastardo, estira tu cuerpo! ¡Hazme caso…!’

Woo-shin, a medida que se acercaba a la superficie, intencionalmente puso los pies en punta para caer de golpe. Sin embargo, su cuerpo, que se sumergió rápidamente, se golpeó la cabeza contra un trozo del tren.

El rostro de Seo-ryeong, que se alejaba, estaba tan claro como si hubiera sido ayer. No había palabras en el mundo para describir la sensación de caer, dejándola a ella sola en el frío.

 

—Ugh, maldita sea…

 

Le dolía mucho la cabeza. Apenas logró levantarse, pero un dolor insoportable le hizo gemir: «¡Ugh…!».

Parecía tener contusiones en todo el cuerpo, que estaba cubierto de moretones azules. No parecía tener nada roto, pero sus brazos y piernas temblaban como si estuvieran averiados.

Su cuerpo, que se sentía lánguido a pesar de que su mente estaba lúcida, le pareció extraño. Se revisó el brazo y vio una marca de inyección de color púrpura oscuro en la vena.

‘¿Quién fue el maldito bastardo?’

La espalda de Woo-shin ya estaba empapada de sudor frío.

‘¿Dónde estoy?’

Parpadeó, mirando fijamente al frente.

En su visión, que había estado completamente oscura, se formó una figura borrosa. Una delgada manta que no servía para el frío y una pared improvisada con tablas. Un viento helado que se colaba por las rendijas de la ventana. Como no había ningún aparato electrónico a la vista, era imposible que hubiera un teléfono celular.

En la alfombra manchada y deshilachada, había una maraña de agujas de jeringas usadas, ropa cortada al azar, vendajes con sangre, gasas, tijeras y otras cosas, como si fuera basura.

La alegría de que su vista se estaba recuperando duró poco, y de repente sintió náuseas.

‘¿Dónde estará Seo-ryeong ahora? ¿No la habrán capturado en Estados Unidos? ¿Estará muy herida? ¿Estará sola otra vez? Maldita sea, debí haberle presentado a Na Wonchang antes’

Pensar en ella vagando sola en el frío le provocó un vacío en el estómago. La garganta se le apretó como si hubiera tragado brasas al pensar en todas las cosas malas que podrían haberle pasado.

 

—……

 

Woo-shin se apoyó en la cama con la visión borrosa. No importaba cuánto se presionara las sienes, el mareo no desaparecía.

Su cuerpo no se sentía como el suyo. Era como si sus músculos y nervios, antes precisos, se hubieran aflojado y se movieran a su antojo.

Además……

 

—Qué cosa tan extraña.

 

Woo-shin soltó una risa hueca al ver la cadena en su tobillo.

Alguien le había atado una cadena al tobillo y a la cama. El único bastardo capaz de hacer algo tan absurdo era…

En ese momento, se escuchó un débil tarareo afuera y la puerta se abrió de golpe. Kiya, con el torso vendado igual que él, silbó brevemente, sorprendido al ver a Woo-shin con los ojos abiertos, cuyo rostro él quería desgarrar.

Woo-shin lo miró con una expresión fría y sin una pizca de emoción. Un silencio cortante se acumuló a sus pies. De repente, Kiya frunció el ceño, se inclinó y le preguntó:

 

—¿Acaso tienes amnesia?

—Si vas a decir estupideces, explícate primero. ¿Qué son todas estas jeringas?

—Ah, no tiene amnesia.

 

Kiya se rascó el final de una ceja. Su tono sonaba decepcionado. Arrastró una mesa redonda y chamuscada, se sentó sobre ella y dejó caer su trasero.

Kiya se puso un cigarro en los labios y lo encendió en silencio. Su perfil, cubierto por la luz de fondo, no se veía claramente.

 

—Primero, este es un motel que iba a ser demolido.

—…¿Qué?

—Te salvé. No te quité los pantalones porque me daba asco. El baño está por allá.

 

Dejó salir el humo del cigarro y señaló una puerta vieja.

 

—Si quieres orinar, ve. La cadena es corta, así que apunta bien.

 

Golpeó la cadena de Woo-shin con el dedo del pie. El rostro de Woo-shin, lleno de ira, se fijó en Kiya. La sangre se le subió a la cabeza, sintiendo que su conciencia se desvanecía.

 

—No me importa. ¿Por qué le jalaste la mano a Seo-ryeong?

 

Su voz sonaba como si estuviera forzando algo en su garganta. Su rostro parecía que iba a estallar de ira en cualquier momento. Los ojos de Woo-shin estaban fríos y duros.

 

—No habrá una segunda vez. Ni se te ocurra hacerle algo a Seo-ryeong.

 

En ese momento, Kiya, que estaba sentado de forma holgada, apagó el cigarro contra la mesa y miró fijamente a Woo-shin.

 

—Entonces, ¿yo debía morir solo ahí?

—……

—¿Iba a quedarme quieto viendo cómo Sonya te salvaba a ti primero?

 

Kiya frunció los labios con rabia, pero luego su rostro se volvió inexpresivo. Sus ojos, que miraban fijamente el papel tapiz descolorido por la humedad, tenían una calma extraña.

Woo-shin se mordió la lengua para evitar que su conciencia se desvaneciera de nuevo. Extrañamente, no podía mover su cuerpo a voluntad.

 

—Maldito parásito de mierda. ¿Qué… qué droga me pusiste?

—Los bastardos americanos no se limpian de una sola vez.

 

Sus párpados se cerraron gradualmente. ‘Seo-ryeong… mi búho…’ La única nombre que permaneció en su mente, que se iba asfixiando y se volvía blanca, era el de ella. Tragó la sangre con un sabor metálico que le subió por la garganta.

 

—Por una vez, quería actuar como un adulto…

 

Kiya miró la tenue luz de la lámpara y sonrió. Su voz se desvaneció.

 

—¿Crees que le gustará a Sonya? Estoy a punto de robar las vestiduras que usaba el líder de la secta de Sajalin.

—Ugh… N…

 

Al principio, sus ojos se cerraron, y ahora su voz no salía.

 

—Cuando tu abuelo estaba vivo, había algo que se hacía en secreto. Si es Sonya, de seguro lo recordará y vendrá a buscarlo. Así que, duerme un poco más hasta que todo esté listo. Esta será la verdadera última etapa.

 

Finalmente, una pasta blanca cubrió su rostro como la muerte. La nariz y los ojos estaban sellados, no podía respirar.

‘Seo-ryeong… Ojalá hubieras huido lejos de aquí. Ojalá te escondas en un lugar donde nadie pueda encontrarte’

Woo-shin, más allá de su conciencia que se teñía de negro, deseaba eso una y otra vez.

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