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Felizmente Psicótica - Merry Psycho - Capítulo 182

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Meses después, la casa de recién casados, ahora carbonizada, seguía oliendo a quemado. Lee Wooshin, impecablemente vestido, observó su otrora hogar con ojos desolados. Era la primera vez que entraba desde el incendio. Las cenizas esparcidas por el suelo crujían bajo sus zapatos, y un frío impropio del verano impregnaba cada rincón.

La cocina donde se inició el fuego, el marco de fotos con fragmentos quemados, la mesa carbonizada y derretida… Abandona, la que fuera una cálida casa de recién casados se había transformado en una casa embrujada. El rostro de Lee Wooshin se distorsionó por un dolor evidente.

Su teléfono vibraba sin cesar en su bolsillo, pero lo apagó de inmediato. Seguramente eran las llamadas molestas de aquellos que se preguntaban dónde se había metido en medio de su rehabilitación, con el tiempo tan limitado. En cambio, deslizó la mano por las paredes y los muebles sucios.

—…….

Sentado en una silla de mesa deformada, miró fijamente al frente con la mente en blanco. Le carcomía la incertidumbre de no poder ver con sus propios ojos si ella estaba comiendo bien. «Maldita sea, debí haberle cocinado más cosas ricas. No raciones de combate, sino solo lo que a ella le gustaba, hasta hartarse. Debí haber comido despacio. Comer más lento que tú para mantener tu mirada por más tiempo». Se deslizó una mano por su mejilla demacrada. Pensó que tragar espinas no le dolería tanto como aquello.

—…El nombre de la niña más fuerte. Sonya.

Leía y releía los documentos de Joo Seol-heon que había transferido a su tableta cada vez que tenía tiempo. No había nada más que le permitiera sentir la presencia de Han Seo-ryeong, así que leer los informes era lo único que le permitía respirar. Cada vez que encontraba una palabra que no encajaba con la infancia de una persona normal, sus ojos se llenaban de dolor. Orfanato, crianza colectiva, abuso, entrenamiento, circo, alto funcionario, diócesis, chip, cirugía… Aun así, no dejaba de leer hasta memorizarlo.

‘Seo-ryeong, no quiero separarme de ti. No quiero pasar el resto de mi vida sumido en el arrepentimiento y el dolor, así, separados. Quiero encontrar a la niña que corría a cuatro patas, a la esposa ciega y tímida, a la agente Han Seo-ryeong que era tan tenaz. Quiero abrazarte. Quiero amarte y tranquilizarte de la manera que tú quieras’

Cerró los ojos en silencio, como si soportara un dolor punzante en el pecho.

—¿Con qué intención quemaste este lugar?

Pero pensar que no encontraría a su esposa y que permanecería solo, completamente solo en este mundo, le dolía como si sus pulmones se llenaran de agua. «¿Podremos volver aquí algún día?».

—¿Qué tan caliente estabas entonces?

Lee Wooshin no pudo abandonar la destrozada casa de recién casados durante mucho tiempo. Quería llevarse toda la ceniza que Seo-ryeong había quemado, bien impregnada en las suelas de sus zapatos.

El último adiós a Joo Seol-heon

Fallecida Joo Seol-heon.

Al ver el nombre pegado a la urna de cenizas del tamaño de la palma de su mano, su entrecejo se frunció como si lo hubiera esperado. Lee Wooshin hizo una reverencia con el rostro endurecido. Para ser una agente que había liderado la operación «Velo Rojo» desafiando el crudo invierno de Rusia, su final era tan insignificante y vano. Ni siquiera pudo ser enterrada junto a su ser amado. El miedo de

Lee Wooshin estaba justo frente a sus ojos.

No había ni una sola fotografía de Joo Seol-heon sonriendo. Lee Wooshin miró la inexpresiva foto de identificación y comenzó a hablar.

—Destruiré ese documento por mi cuenta.

Al expresar su decisión en voz alta, su corazón latió con fuerza.

—No quiero que Seo-ryeong sepa quién es su madre biológica hasta el final.

Naturalmente, no hubo respuesta, pero él apretó los párpados como si estuviera escuchando atentamente.

—Ella ya ha tenido una vida lo suficientemente difícil, y no puedo soportar que sufra más por esto, subdirector. Simplemente, nosotros seguiremos siendo los bastardos hasta el final. Usted quería atrapar a Rigai para obtener resultados, yo recibí órdenes de acercarme al Búho y luego me retiré.

Su nuez de Adán se movió firmemente. La CIA, herramientas de inteligencia… eran informaciones dolorosas que ella no necesitaba saber. Si, inesperadamente, Seo-ryeong se enterara de la verdad y le reprochara que la había engañado de nuevo, que por qué le había ocultado su nacimiento. Lee Wooshin apretó los puños.

—Viviré toda mi vida soportando el resentimiento de Seo-ryeong.

Es mejor que me odie a que su corazón se llene de moretones.

Volvió a inclinar la cabeza.

—……Descanse en paz.

Gracias por permitirme vivir como el esposo del Búho. Esa, de todas las innumerables malas decisiones que tomó, será la que menos lamentará.

Lee Wooshin arrancó la primera página de un pasaporte falsificado y la dobló como una nota, dejándola dentro de la urna de cenizas. Para que se llevara al menos ese nombre vacío, Joo Seo-ryeong.

Orfanato Gyeonggi

Un letrero viejo y destartalado, pero reluciente y bien pulido. A una hora y media de viaje, este lugar era un orfanato en las afueras de la provincia de Gyeonggi. Grandes árboles susurraban y se mecían con el viento, y los niños jugaban en la sombra. Lee Wooshin observó el frondoso patio en silencio y se aflojó la corbata.

—¿Cómo lo podemos ayudar?

Era tan alto y vestía un traje negro, así que una de las maestras lo vio de inmediato. A pesar de que acercarse a la gente, sondear sus pensamientos y extraer información era su especialidad, extrañamente no podía hablar. Desde el momento en que puso un pie en este lugar, su corazón se había encogido.

—…Vine a ver a la directora.

—¿Le gustaría seguirme?

Siguiendo a la maestra por el pasillo, la luz rojiza del sol entraba a través de grandes ventanales. «Menos mal que hay sol aquí, pequeña». Los labios de Lee Wooshin se apretaron al oír las risas de los niños que venían de fuera.

Al entrar en la oficina vacía de la directora, Lee Wooshin comenzó a memorizar la ubicación de los objetos, como de costumbre, y de repente su mirada se detuvo en una pared llena de fotos de niños. Lee Wooshin se inclinó para examinar de cerca los rostros de las fotos y descubrió a una niña que no sonreía.

—Ah……

Sus pupilas, bajo las lentillas negras, temblaron ligeramente. Así, se superponían con la expresión impasible de Joo Seol-heon. Al ver el rostro de la niña con las comisuras de la boca tristemente caídas, un intenso deseo de rascar la foto con las uñas le carcomió las entrañas.

Entre las innumerables fotos, Lee Wooshin encontró la de Seo-ryeong como si un fantasma la hubiera guiado, y la miró sin darse cuenta del paso del tiempo. Por primera vez en mucho tiempo, un brillo apareció en sus ojos apagados.

—Hola. ¿A quién busca…?

En ese momento, sintió la presencia de alguien. Era la directora: una mujer baja, de pelo corto y rizado, y de complexión robusta. Dejó de hablar y miró una vez al alto Lee Wooshin, y dos veces la foto que él miraba fijamente. Una ligera cautela apareció en el rostro de la directora.

—Esa foto. ¿La ve porque conoce a la persona, o porque le parece una modelo infantil?

—…Ambas cosas.

Su voz era ronca, como de hierro.

—Nadie ha venido a buscar a esa niña hasta ahora. Disculpe, pero ¿qué relación tiene con ella?

—Soy su marido.

Las palabras salieron sin la menor vacilación. Le dolía la garganta como si se hubiera quemado.

—¡¿Seo-ryeong… se casó?!

La directora alzó las cejas hasta arrugarse la frente y se cubrió la boca con ambas manos.

—¿Ella?

Su tono era de incredulidad. Pero la reacción emocional duró poco, la directora volvió a endurecer el rostro y lo miró con sospecha.

—¿Acaso usted, señor… vino a investigar a Seo-ryeong?

—¿Eh?

—Si es su marido, significa que ya están casados. Si ya vivían bien, ¿cuál es su intención al venir ahora? ¿Será que… al vivir juntos se dio cuenta de que no era lo que esperaba… se arrepintió… y vino porque tiene alguna sospecha?

—…….

—Por si acaso hay algo de fraude de seguros, o algo así.

Mientras la directora seguía hablando, sus ojos comenzaron a temblar ligeramente.

—¿Quizás… la salud de sus suegros se deterioró repentinamente, ejem, se deterioró?

‘Así que esta es la reputación de nuestra Seo-ryeong’

—No es lo que usted piensa.

—De todos modos, no sé por qué vino hasta aquí con tanta curiosidad, pero esa niña, aunque a veces era un poco brusca, no es mala. Siempre estuvo sola hasta que se independizó de aquí, es increíble lo mucho que le debió gustar su marido para casarse.

—……

—¿Seo-ryeong está bien?

Le costaba respirar de la vergüenza. La directora, que de alguna manera interpretó su expresión sombría, comenzó a agitar rápidamente sus ojos. «Por favor…». Ella apretó las manos con fuerza, como liberando la ansiedad que había estado conteniendo.

—Por favor, dígame que no es por un delito de lesiones.

—…!

—Será mejor un divorcio amistoso, si la molestan y la revuelven hasta aquí…….

De repente, sintió ganas de reír. En el momento en que su rostro, tenso todo el tiempo, se relajó, la extrañó profundamente. Quería abrazar a Seo-ryeong y morderle la nariz, preguntándole cuánto había fingido, mientras también le decía con orgullo que solo él amaría su personalidad. Que él la necesitaba y ella lo necesitaba a él. Quería besarla repitiéndoselo una y otra vez.

Su anhelo era tan profundo que sus entrañas se sentían desgarradas. «Te necesito. Te necesito a ti, que encajas perfectamente en mis brazos».

—No. Ni siquiera sueño con el divorcio. No puedo renunciar a mi esposa.

—¡Ah…!

—Entonces, ¿puedo ver algunas fotos de Seo-ryeong?

Él sonrió levemente al pedirlo, y la directora le trajo una pila de álbumes hasta la barbilla. Ojos brillantes, nariz recta, rostro inexpresivo. «¿Escondías un rostro así detrás de esa máscara tan pesada? Inocente, feroz y adorable».

Poco a poco, Seo-ryeong, que se mantenía alejada de su grupo en las fotos, fue creciendo. Se puso el uniforme escolar, se graduó. Solo entonces apareció el rostro de Han Seo-ryeong que él conocía tan bien.

Mientras él no podía apartar la vista, la directora trajo un té verde frío y dijo:

—Dejó la gimnasia, que se le daba muy bien, y cuando se estaba preparando para encontrar trabajo, de repente dijo que quería usar una bata blanca. Como nunca había sido buena estudiante, ser médica era imposible, así que le dije que intentara el examen para asistente de enfermería. Pero lo suspendió. Así que estudió otra cosa y entró en el asilo.

El hielo tintineó al dejar la taza.

‘Luego le pregunté: «¿Por qué de repente una bata blanca?’

Lee Wooshin también levantó la cabeza, sorprendido por lo que oía por primera vez.

—Y me dijo que no era una bata blanca, sino un estetoscopio. No supo explicarlo bien, pero dijo que simplemente le gustaban los estetoscopios. De todos modos, pensé que era una carrera que no le pegaba para nada.

‘Ah’

Un sonido burbujeó en lo profundo de su garganta.

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