Cargando...
Madara Web Novel
  • Browse
    • Action
    • Adventure
    • Boys
    • Chinese
    • Drama
    • Ecchi
    • Eastern
    • Fantasy
    • Fighting
    • Fun
    • Games
    • General
    • Girl
    • History
    • Horror
    • Horrow
    • LGBT+
    • Male Lead
    • Manhwa
    • Realistic
    • Romance
    • Sci-fi
    • Sports
    • Teen
    • Urban
    • War
    • Wuxia&Xianxia
  • Authors
    • Libenia
    • Gakim
    • Purrine
    • Geon Eomul Nye
    • Dam Yeon Seo
    • Ahn Siha
    • Jaya
  • Ranking
  • New
Advanced
Sign in Sign up
  • Browse
    • Action
    • Adventure
    • Boys
    • Chinese
    • Drama
    • Ecchi
    • Eastern
    • Fantasy
    • Fighting
    • Fun
    • Games
    • General
    • Girl
    • History
    • Horror
    • Horrow
    • LGBT+
    • Male Lead
    • Manhwa
    • Realistic
    • Romance
    • Sci-fi
    • Sports
    • Teen
    • Urban
    • War
    • Wuxia&Xianxia
  • Authors
    • Libenia
    • Gakim
    • Purrine
    • Geon Eomul Nye
    • Dam Yeon Seo
    • Ahn Siha
    • Jaya
  • Ranking
  • New
  • User Settings
Sign in Sign up
Prev
Next
Novel Info

En el jardin de Mayo - EEJDM - Capítulo 98

  1. Home
  2. All Mangas
  3. En el jardin de Mayo - EEJDM
  4. Capítulo 98
Prev
Next
Novel Info

Vanessa se acuclilló donde se había detenido y se masajeó el tobillo y el talón. Por fuera, actuaba con naturalidad, pero por dentro, calculaba el tiempo afanosamente. Un minuto. Y luego, de nuevo, treinta.

En el instante exacto en que el número que contaba mentalmente se completó, una sombra oscura se cernió sobre su cabeza. Un hombre desconocido con sombrero estaba de pie frente a ella.

 

—¿Se encuentra bien?

 

Cuando sus ojos se encontraron con los de ella, el hombre, avergonzado, se caló el sombrero un poco más. Vanessa asintió y se levantó. Llevó su mano ligeramente hacia adelante, revisando naturalmente su reloj de pulsera.

 

—…Sí. Lo resolví. Gracias.

 

El hombre le hizo una inclinación de cabeza en respuesta a su saludo y desapareció entre la multitud. Vanessa lo miró por un momento antes de subir al ascensor.

 

 

 

 

⋅•⋅⋅•⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅∙∘☽༓☾∘∙•⋅⋅⋅•⋅⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅

 

 

 

 

Después de decir que se quedaría al lado del duque, la vigilancia se había relajado claramente. Ahora podía bajar a la cafetería del primer piso incluso sin una sirvienta, y en los grandes almacenes o el hospital, solo un chofer la seguía.

Más que nunca, el duque actuaba como si confiara en ella, y Vanessa, más que nunca, infundía confianza como si fuera a quedarse a su lado. Al menos, por fuera.

‘Qué ridículo’

Se le escapó una risa auto-despectiva. Qué ironía seguir con la obra cuando nadie se creía el cuento. Además, la sensación de déjà vu se hacía cada día más clara.

¿Qué probabilidad había de que la persona que le recogió el paraguas en la calle hace unos días estuviera ayer en el pasillo del hospital y hoy bebiendo café en la mesa de al lado? ¿Qué probabilidad había de encontrarse de nuevo en la librería con alguien que estaba en el vestíbulo del hotel? ¿Qué probabilidad había de que, cada vez que ella pareciera estar en un pequeño aprieto, apareciera alguien para ayudarla después de un tiempo determinado?

‘Solo una cosa es segura’

Todo esto no era ninguna coincidencia. Sus ojos se hundieron profundamente justo cuando las puertas del ascensor se abrieron de nuevo en el último piso del hotel.

 

—Vanessa.

 

Sintió al hombre que tenía delante y levantó la cabeza. Era hora de volver al escenario.

 

 

 

 

⋅•⋅⋅•⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅∙∘☽༓☾∘∙•⋅⋅⋅•⋅⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅

 

 

 

 

—¿Recuerdas? Ese jardín.

 

Ese jardín. Ante la pregunta de Vanessa, Theodore recordó instantáneamente el sol abrasador y el verdó. Las exuberantes matas de rosas de verano y peonías, los álamos y su jardín secreto que se cubría de niebla al amanecer. Era un recuerdo tan vívido que a él mismo le resultaba desconcertante.

Vanessa, sentada en la alfombra de la sala de estar y apoyando la mejilla en el asiento del sofá, lo miró de pie frente al espejo. La pieza de ajedrez que había estado sosteniendo torcidamente, como si hubiera perdido interés en el tablero que manipulaba hace un momento, se le escapó de los dedos.

 

—Antes, cada vez que llegaban las vacaciones, deseaba que vinieras.

—……

—Pensaba que sería feliz si pasáramos cada verano juntos así.

 

La mirada que tenía fija en Vanessa se hizo profunda. Eso ahora era también su sueño. Que cuando llegara el verano, se encerrarían solos en ese almacén acogedor y desordenado, bebiendo cerveza tibia y limonada con el hielo derritiéndose, compartiendo el periódico o dibujando, y explorando los cuerpos pegajosos y cálidos del otro sin importar la hora…

Por ahora, era un sueño que parecía lejano.

 

—¿Dónde estaremos dentro de cinco años?

 

La luz perezosa de la tarde se posó sobre el cabello y los hombros de Vanessa, que murmuraba sin fuerzas. Su frágil cuerpo, que subía y bajaba suavemente con la respiración, se veía excepcionalmente agotado ese día. Él cruzó la habitación con sus largas piernas. Se sentó en el sofá donde Vanessa se apoyaba y la miró desde arriba.

 

—Al menos sé una cosa.

—¿Qué?

—Que donde yo esté, tú siempre estarás.

 

Sus ojos grises, que lo miraban fijamente, temblaron ligeramente.

 

—A veces, de verdad te odio…

—¿A veces?

 

Ante su pregunta teñida de humor, Vanessa apretó los labios. Su voz cobró un tono más firme.

 

—No. Creo que desde que llegué a Linden, siempre te he odiado.

—Cuando era un pobre marinero, te gustaba. En ese jardín.

 

Ella se estremeció y esquivó la mano que él había extendido para acariciar su suave mejilla. Por un instante, la agitación emocional, o el rechazo, afloró sin poder ser reprimido. Theodore la observó en silencio, y su mirada se ensombreció profundamente.

 

—En ese entonces, yo… no te conocía bien…

—Mentira.

 

La mujer, que había dudado, cerró la boca sin poder terminar de hablar. Él le sujetó la barbilla y la levantó para que lo mirara de cerca.

 

—Sé que todavía me quieres. Vanessa Siren Somerset.

 

Enseguida, sus ojos atraparon la mirada de ella que por un momento se había alejado de él. Presionó el labio de la mujer con el pulgar, como incitándola a responder. Hasta que sus mejillas se enrojecieron apetitosamente, su pulso se aceleró y sus pupilas se dilataron al mirarlo. Los cambios físicos, o pruebas, que el amor provocaba eran tan directos y claros. Y aun así.

 

—Tú fuiste quien eligió quedarse a mi lado.

 

Aunque finalmente había logrado la reacción que deseaba, la ansiedad no desapareció fácilmente. A veces, incluso estando con ella, sentía sed. Le resultaba difícil mirar a los ojos, sentir su aliento y perseguir la sensación de su presencia con las manos. Incluso mientras la relación avanzaba sin problemas y se estabilizaba gradualmente.

Aceptar la condición de darlo todo fue sincero. Si se trataba de una exigencia relacionada con la pureza física, no era difícil. Así como el principio y el fin de esta mujer le pertenecían por completo a él, su principio y su fin serían todos de ella.

Theodore apartó lentamente los cabellos desordenados detrás de su oreja. Los labios de Vanessa, retorcidos como si fuera a llorar, finalmente soltaron la respuesta que él deseaba.

 

—Sí…

 

Vanessa, incapaz de mirarlo a los ojos, dejó caer la mirada sin fuerzas y esta se posó brevemente en su mano izquierda, donde llevaba el anillo de compromiso. Fue un instante fugaz que él habría pasado por alto si no hubiera estado mirando su rostro.

 

—……

 

Theodore tragó la extraña emoción que le invadía y se encontró con Vanessa. De repente, sintió la garganta seca en su rostro pálido.

 

—Sus síntomas de ansiedad han empeorado.

 

Lo sabía sin necesidad del preocupante testimonio de la criada. Últimamente, Vanessa se había adelgazado mucho.

 

—Ya ni siquiera puede tragar bien la comida. Solo comió un poco del pastel que usted le compró la otra vez. Y el agua, si huele un poco, la vuelve a escupir.

—……

—Es como si temiera, de verdad, envenenarse.

 

Desde que se enteró de la desaparición de su tío, Vanessa estaba en una condición tan delicada que era angustiante verla. Y más a menudo que antes, anhelaba directamente el jardín donde se conocieron por primera vez. Como hoy.

 

—Cierto. Tú, dicen que compraste una casa adosada.

 

Vanessa sonrió débilmente, sin saber cómo interpretar su silencio.

 

—Aunque no quisiera saberlo, los periódicos no paraban de hablar. De que estabas obsesionado con tu amante antes de casarte.

 

Él la miró por un momento, sin palabras. Amante. Aunque era un término obvio, al escucharla murmurarlo con ese rostro tan inocente, le resultó simplemente extraño. Escuchó un débil sonido de un límite que creía claro que se distorsionaba.

 

—¿Qué pasa? ¿Estás cansado?

 

Cuando él frunció el ceño ligeramente, Vanessa preguntó con preocupación. Theodore tragó lentamente la extraña emoción que le invadía desde el interior.

Era de esperar que llevaría algún tiempo. Hasta que esta mujer volviera a sonreírle como antes. Deseaba que regresaras lo antes posible, pero no tenía intención de apresurarse ni presionarla. De todos modos, no era algo que se pudiera forzar. Después de todo, entre ellos, lo que sobraba era tiempo.

 

—…No.

—De todos modos, mi intención era ir a Gloucester Castle por unos días como última vez. Antes de convertirme oficialmente en tu amante y mudarme a esa ruidosa townhouse de la que tanto se habla.

—Hazlo.

 

Vanessa abrió mucho los ojos ante la pronta aceptación. Aunque parecía un consentimiento impulsivo, él, desde el principio, había estado considerando la townhouse de Linden y el sur como posibles lugares para Vanessa.

 

—¿De verdad puedo hacerlo?

—Sí. ¿Qué tal si te quedas en el sur por un tiempo?

 

La lucha de poder entre naciones a puerta cerrada era ominosa, y el ambiente, que parecía a punto de estallar en guerra, ya era palpable. En un momento así, que Vanessa permaneciera en la capital era peligroso en muchos aspectos. Pero tampoco podía seguir viviendo en el hotel para siempre. Él, como oficial de la marina, estaba a punto de partir a la guerra.

 

—Los derechos sobre el Castillo de Gloucester y sus terrenos ya los tengo asegurados, Vanessa. Si empezamos las reformas ahora, para la primavera del próximo año podremos mudarnos por completo. Hasta entonces, puedes quedarte en la mansión de Rear Coast.

—……

—Contrata a los trabajadores y decóralo como quieras. Puedes elegir tú misma a las sirvientas que te sirvan personalmente, e incluso al cocinero.

—…Yo, simplemente… solo necesito un jardín.

—Mañana por la mañana, ve primero en tren. Yo bajaré tan pronto como termine mis asuntos. Pasemos el fin de semana juntos allí.

—……

—En ese jardín que tanto te gustaba.

Prev
Next
Novel Info
Madara Info

Madara stands as a beacon for those desiring to craft a captivating online comic and manga reading platform on WordPress

For custom work request, please send email to wpstylish(at)gmail(dot)com

Comments for chapter "Capítulo 98"

MANGA DISCUSSION

Deja una respuesta Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

*

*

1 Comment

  1. Eliz_2000

    Ruego, imploro, para que se vaya ya!

    mayo 24, 2025 at 10:29 pm
    Responder
Contact Us
  • Contact
  • Help & Service
Resource
  • Terms of Service
  • Privacy Policy
Referral
  • Buy theme
  • Other products

© 2025 Madara Inc. All rights reserved

Sign in

Lost your password?

← Back to Madara Web Novel

Sign Up

Register For This Site.

Log in | Lost your password?

← Back to Madara Web Novel

Lost your password?

Please enter your username or email address. You will receive a link to create a new password via email.

← Back to Madara Web Novel

Caution to under-aged viewers

En el jardin de Mayo – EEJDM

contains themes or scenes that may not be suitable for very young readers thus is blocked for their protection.

Are you over 18?