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En el jardin de Mayo - EEJDM - Capítulo 142

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  4. Capítulo 142
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Caminando por el sendero, compartieron muchas historias. Principalmente ella hablaba, y Theodore escuchaba atentamente. Desde las trivialidades que no pudieron decirse en su momento, hasta las noches solitarias en Lynden, el jardín que dejaron atrás y lo que quedó allí.

También compartieron opiniones sinceras sobre la ansiedad de Claude y su futuro.

 

—Dicen que últimamente están investigando la fiebre de las trincheras como un problema mental. Y que se están llevando a cabo varias investigaciones en el campo del análisis psicológico. Tengo pensado ir a ver a un médico en Nort, que es famoso en esa área.

—¿Era Turner? ¿El reportero del Lynden Daily?

—… ¿Cómo lo supiste?

—Porque en los últimos días, él ha sido el único con quien podrías haber obtenido esa información.

 

Ya no se molestaba en ocultar que la había estado vigilando descaradamente. Vanessa lo miró con los ojos entrecerrados y luego soltó una carcajada.

 

—Una vez que mi vida se estabilice, podré ir y venir entre Ingram y Nort. La verdad es que aún no tengo la confianza para establecerme completamente en Ingram.

 

Theodore levantó una de sus comisuras labiales con arrogancia. Solo con eso, el hombre, que había vuelto a ser el duque altivo, habló como si estuviera concediendo un gran favor.

 

—¿Crees que un año será suficiente?

 

Vanessa lo miró con los ojos muy abiertos. La respuesta brotó casi como un grito.

 

—¿Un año? ¡Eso es muy poco!

 

Theodore sintió la suave brisa entre ellos y rió en voz baja. El sonido se desvaneció lentamente. Pronto la miró con ojos serios, profundos como el mar invernal.

 

—Si tardas demasiado, iré a buscarte.

—Entonces yo… intentaré acortar la distancia entre nosotros lo más que pueda.

 

Mientras volvían a reír cara a cara, ya habían llegado frente al apartamento. Los primeros rayos del sol de la mañana apenas comenzaban a asomarse entre los viejos edificios.

El traqueteo de un viejo motor se escuchaba hasta la esquina del callejón. Junto a un coche viejo, cargado de equipaje hasta el techo, se apiñaban las personas que regresaban después de comer. Camille, que estaba en la calle con el dormido Claude a cuestas, fue la primera en verla.

 

[…….]

 

Los ojos negros de Camille miraron a Vanessa una vez, y al hombre que estaba detrás de ella otra vez. Vanessa se dio cuenta entonces de que la ropa que Theodore llevaba era el uniforme de un oficial de alto rango de Ingram. Y que por eso Camille lo había reconocido al instante.

Vanessa leyó en la mirada de Camille una inevitable cautela. Incluso un odio que no pudo reprimir del todo. Con el rostro pálido hasta el desmayo, Camille le entregó tranquilamente al niño en los brazos a Vanessa.

 

[El niño acaba de dormirse hace un ratito.]

[¿Hace un ratito?]

[No es de los que se quejan mucho para dormir, así que si quieres puedes despertarlo, pero es mejor que duerma bien una vez que se duerme. Van a seguir viajando un largo camino.]

 

Vanessa se acomodó los brazos para sostener a Claude de forma segura. Pensó en despertar a Claude por un momento, tal como había dicho Camille, pero sintió que no era necesario. Hoy no sería su último día juntos.

Con Claude en brazos, caminó lentamente hacia Theodore. Aunque ahora confiaba en él, no podía evitar sentirse un poco intimidada. Aunque él no odiara al niño, la magnitud de su afecto sería claramente diferente.

 

—…….

 

Mientras se repetía a sí misma que no debía decepcionarse, Vanessa lo miró con una mezcla de emoción y nerviosismo. El rostro de Theodore, mientras miraba al niño, parecía indiferente.

Hubiera deseado que dijera algo al verlo, pero él no abría la boca. Cuanto más esperaba, más nerviosa se ponía. Finalmente, Vanessa susurró con impaciencia.

 

—Es nuestro hijo.

—Sí. Lo veo.

 

Theodore echó un vistazo al pálido y tenso rostro de Vanessa, entonces relajó suavemente la comisura de sus labios, añadiendo:

 

—Porque se parece a ti.

—En realidad, se parece más a ti que a mí.

—Su cabello parece sol derretido.

—¿Quieres cargarlo?

—…Sí.

 

Vanessa se puso de puntillas y con cuidado le entregó a Claude. Él tomó al niño y lo sostuvo con un brazo. La postura inicial era tan inestable que resultaba preocupante. Vanessa le aconsejó con expresión preocupada.

 

—No uses solo el brazo, apóyalo en tu cuerpo. Sostén sus pompas.

—Es demasiado pequeño. Tan pequeño como tú.

—…A veces, dices unas tonterías.

 

Él no respondió. Sus ojos y labios, ahora rígidos, sorprendentemente parecían un poco tensos. Parecía no estar seguro de si el niño estaría bien si usaba más fuerza de la que se necesitaría para acariciarlo suavemente con la punta de los dedos.

Claude, en sus brazos, parecía inusualmente pequeño. A pesar de que a ella le resultaba cada vez más difícil sostener al niño en sus brazos.

Como si no se hubiera dado cuenta de que lo había cambiado de persona, Claude se movió un poco y encontró una posición cómoda por sí mismo. Hundió su rostro en el cuello de él y con sus pequeñas manos agarró con fuerza el uniforme del oficial. Theodore tuvo una expresión de asombro por un momento, luego torpemente dio palmaditas en la espalda del niño que se había apoyado completamente en él con la otra mano.

 

—…….

 

Todavía era una imagen torpe, pero aun así, su corazón no paraba de latir con fuerza. Una sonrisa cosquilleante florecía en cada instante en que no podía contenerse. Parecía que él necesitaría más tiempo para acostumbrarse al niño.

Claro, no tardaría tanto. Porque, en el futuro, esta sería una escena cada vez menos rara.

 

 

 

 

 

 

⋅•⋅⋅•⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅∙∘☽༓☾∘∙•⋅⋅⋅•⋅⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅

 

 

 

 

 

 

La tercera ronda de negociaciones, que se había reanudado, se desmoronó por completo. La parte aliada, con el paso del tiempo, mostraba signos de desesperación, y el príncipe heredero Wilhelm perdió la compostura unas tres o cuatro veces en la mesa de negociación. Tras la abdicación del antiguo emperador, la existencia de la casa imperial estaba bajo una fuerte presión tanto a nivel nacional como internacional, por lo que era una reacción quizás esperada.

Para el príncipe heredero Wilhelm, que estaba recuperando el apoyo del pueblo con su rápida determinación y audaces decisiones, lo más importante era una pronta finalización de la guerra y la paz. La negociación se estaba rompiendo, incluso con la actitud sumisa de aceptar enormes indemnizaciones, debido a una sola cláusula.

‘La causa y el resultado de la guerra son enteramente responsabilidad de Erman y los países aliados’

Solo por esto, las dos facciones se habían mantenido en un tenso punto muerto. Los líderes de las fuerzas aliadas argumentaban que cederían en otras condiciones, pero no en esta, mientras que los aliados insistían en que aceptarían todas las demás condiciones, pero no esta.

Aun así, Theodore sintió intuitivamente que el final de las negociaciones se acercaba. Y que al final, se doblaría ante la aceptación de los enemigos. Porque los enemigos estaban tan acorralados.

Theodore se apoyó en la ventana y miró el cielo donde el sol comenzaba a ponerse. El patio delantero del ayuntamiento estaba inusualmente bullicioso. Bajo la dirección de un oficial de suministros aliado que gritaba en idioma de Lant, los soldados distribuían provisiones a los vagabundos de manera ordenada. Fue un momento fugaz, una escena inusual que captó su atención. El sol del atardecer, de un tono anaranjado, brillaba sobre los cascos de los soldados.

 

—…….

 

Al empezar a sentir el paso del tiempo, el malestar en su estómago regresó. A estas horas, el coche que llevaba a Vanessa y a su hijo ya estaría pasando por el centro del sur. Cada vez más lejos de esta tierra, y de él. El sabor era amargo, pero dulcemente inevitable.

‘Al final, todo lo que preparé se volvió inútil’

Por muy inocente que fuera Vanessa, al final era una mujer que había vivido en un país enemigo durante toda la guerra. Para ascender como duquesa sin chismes, necesitaba una prueba complicada. Presentar evidencia de que se había infiltrado en el país enemigo con una intención especial desde el principio, soportar interrogatorios severos de los servicios de inteligencia, o que hubiera algún testimonio de su lealtad a Ingram durante la guerra.

De todas esas opciones, la que eligió, naturalmente, fue la primera, la más fácil de manipular. Los documentos que Vanessa había traducido mientras iba y venía del piso superior de la oficina del enviado eran, de hecho, parte de los secretos militares de los aliados, y los últimos años que había pasado trabajando y entrando a la oficina del alcalde se adoptarían como circunstancias de actividades clave.

El puesto de trabajo de Vanessa, conseguido por la marquesa Polignac suplicando entre lágrimas a su marido, en realidad había sido una conspiración que incluso el propio marqués desconocía.

 

—……..

 

La historia de una hermosa dama que se infiltró en un país enemigo por su amante y por su patria siempre sería una historia que se vendería bien. Sería fluida la narrativa de que se disfrazó de amante del duque para ser presentada naturalmente a un alto funcionario de Lant, luego realmente desarrolló una relación de amantes. También restauraría adecuadamente el honor de la mujer.

Por supuesto, no era una historia para ser tratada en un periódico serio, así que planeaba dejar que se alborotaran las revistas de chismes de dos o tres centavos. Con un par de entrevistas y testigos fabricados en el momento oportuno, el mundo era tal que los hechos inexistentes se convertían en verdades históricas.

Cualquier pequeña laguna en la historia se enterraría bajo la ligereza que proporcionan las «revistas de chismes»…

 

—¿Una espía de doble nacionalidad?

—… ¿Quieres ser eso?

—Sí. Alguna vez en la vida.

 

Theodore soltó una risa baja. Al final, después de tanto dar vueltas, esa conversación casi se convertía en realidad.

Además de esto, había más planes para retener a Vanessa, pero finalmente los desechó todos al dejarla ir con sus propias manos. Curiosamente, no sintió ni una pizca de pesar.

Porque solo con haber escuchado la confirmación de que regresaría, ya se sentía como si su futuro estuviera conectado.

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