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En el jardin de Mayo - EEJDM - Capítulo 140

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  4. Capítulo 140
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—Cuánto tiempo sin verte, Vanessa.

 

Logan Dawson, quien se dejó caer en el asiento que dejó el intermediario, la miró y sonrió con picardía. El rostro de su excompañera de clases, más maduro con los años, irradiaba tranquilidad. Aunque estaba feliz de verlo, honestamente, la cautela pesaba más.

¿Logan Dawson y Blair se conocían bien antes? ¿Tanto como para que él le hiciera un favor tan insignificante? Además, él era el hijo del dueño de Lyndon Daily. Una persona que sabía que el escándalo que la envolvía no era solo un escándalo, sino casi una realidad…

 

—¿Cómo has estado todo este tiempo?

—Pues… He estado bien.

 

Vanessa sonrió ampliamente y respondió por reflejo, luego se sonrojó al pensar que pudo haber parecido algo artificial. Ya era hora de que se graduara de su actitud de estar siempre tensa con todo lo relacionado con ‘Vanessa Siren Somerset’.

Ella suspiró y preguntó con una actitud más relajada:

 

—¿Sir Benjamin Dawson está bien de salud?

—Bueno, el tío abuelo siempre está vigoroso. Volvió a ejercer como abogado a raíz de encargarse de tu caso.

—¿Como abogado?

—Sí. Por eso cada vez regaña más. Hace unos días le dije que ya tengo veinticuatro años, tuvimos una pequeña discusión.

—Realmente sigue igual.

 

Solo entonces Vanessa sonrió con naturalidad.

 

—Por cierto, Vanessa. Parece que no has cambiado nada.

—Me gustaría decir lo mismo de ti… ¿Pero qué es ese bigote?

—Ah, esto.

 

Él se encogió de hombros y soltó una risa algo avergonzada.

 

—Me lo dejé crecer para parecer más maduro, pero a mi esposa le disgusta muchísimo. Me dijo que ni pensara en volver a Ingram si no me lo cortaba.

 

En su voz se notaba un afecto sincero hacia su esposa. Sorprendida por la inesperada noticia, Vanessa lo miró con los ojos muy abiertos.

 

—Logan Dawson. Te casaste.

—También es alguien que conoces bien.

—¿Alguien que conozco bien?

—Rosalyn Charlotte Winchester. Ahora es Rosalyn Charlotte Dawson.

—Dios mío.

 

Vanessa exhaló un breve suspiro de asombro y se cubrió la boca. La noticia fue una sorpresa total, pero no tan impactante. Por supuesto, tenía muchísima curiosidad por saber cómo su relación había evolucionado de esa manera.

 

—Así que por eso me pediste que nos viéramos hoy.

—Mañana me pareció que estarías muy ocupada.

 

Vanessa asintió en señal de acuerdo. Agradeció su consideración.

De todos modos, parecía que Rosalyn había encontrado un buen esposo. Eso la alegraba muchísimo, y al mismo tiempo, sentía una emoción extraña por el hecho de que había pasado tanto tiempo sin contactarse con ella, al punto de tener que enterarse de esta noticia por otra persona.

Al llegar a esa reflexión, la sonrisa en sus labios se desdibujó un poco. La verdad era que su última interacción no había sido tan buena…

 

—Rosalyn te extraña muchísimo.

 

Vanessa miró a Logan Dawson con una expresión algo insegura.

 

—…¿En serio?

—Sí. Me preguntó si podría enviarte noticias o cartas a través de Blair, pero no se atrevía. Pensaba que no la perdonarías.

—¿Yo? No, ¿Cómo crees…?

 

Vanessa agitó la mano con una expresión aturdida.

 

—Yo… al contrario, pensé que Rosalyn estaba enojada conmigo. Nuestra comunicación se cortó de repente de la noche a la mañana. No respondía cartas ni llamadas… Así que di por hecho que era por lo de la fiesta en el barco. En realidad, yo en ese momento…

 

Vanessa apenas logró tragarse las palabras desordenadas. La respuesta sincera que le había dado a Rosalyn ese día, al final, se había convertido en una mentira.

 

—No parece interesarte mucho el duque.

—Claro… Nunca lo he conocido. Así que simplemente, lo que sea que haya hecho, no es asunto mío.

 

En ese momento, realmente no conocía la identidad de ‘River Ross’ y por eso lo dijo, pero entendía que Rosalyn se sintiera profundamente traicionada por ello. Esa noche, ella había regresado de pelear hasta ponerse roja por Vanessa.

 

—¿La fiesta en el barco? Ah, ahora que lo dices.

 

Logan Dawson, que estuvo pensando algo por un momento, dijo con voz alegre:

 

—¿Recuerdas, Vanessa? ¿Qué te dije? ¿No te dije que el ‘Ojo de la Sirena’ sería real?

 

Al escuchar eso, los recuerdos que había olvidado por completo volvieron a su mente. Vanessa frunció los labios y abrió los ojos de par en par, luego soltó una carcajada sin contenerla. La vergüenza y la incomodidad eran un poco mayores que el disfrute. Por supuesto, también había una sutil nostalgia por aquella época.

 

—Sí. Así fue… Ojalá te hubiera escuchado mejor en ese entonces.

—Entonces, esta vez también, confía en mis palabras.

 

Él sacó un grueso fajo de cartas de su pecho y lo dejó sobre la mesa. La hermosa caligrafía en los sobres le resultaba conmovedoramente familiar. Sin duda, era la letra de Rosalyn, su amiga. ¿Cómo no reconocerla? ¿Cuánto habían desperdiciado tinta y papel juntas para practicar esa hermosa caligrafía…?

Vanessa reprimió la emoción que la invadió de repente, apretando la falda con las manos que tenía sobre las rodillas. Al ver que ella no se atrevía a tomar las cartas, Logan Dawson añadió con cautela:

 

—Últimamente, cada vez que se menciona tu nombre, Rosalyn se ríe y luego le brillan los ojos. No sé qué pasó entre ustedes dos, pero…

—……

—Me gustaría que perdonaras a Rosalyn, Vanessa.

—¿Perdonar…?

 

La mirada de Vanessa ya estaba fija en las cartas. Ella también, sin darse cuenta, tenía una expresión de tristeza. Logan Dawson la observó en silencio por un momento. ¿Sabrían ellos que sus expresiones, al borde del llanto, eran idénticas como las de dos gemelas?

 

—De todos modos, al menos léelas. Considera que ese será el pago por haberte ayudado la noche de la fiesta en el barco.

 

Logan Dawson, quien se había quitado el sombrero, se lo puso de nuevo en la cabeza y se levantó. Vanessa, que iba a despedirlo, se sentó de nuevo al ver su gesto de que leyera las cartas.

 

—….…

 

Con cuidado, tomó el sobre de arriba y quitó el sello de cera. Tan pronto como desdobló la carta, el suave aroma del perfume de jazmín que Rosalyn usaba a menudo la envolvió.

 

Para Vanessa

Gracias por enviarme la carta primero

 

Detrás de la escritura, la tinta estaba manchada en un lugar, como si hubiera dudado mucho qué poner después. Vanessa, que detuvo su mirada un momento en esa huella, leyó tranquilamente el resto.

 

‘La verdad, dudé mucho antes de leer tu carta. Quizás, solo quería ignorarlo. El hecho de que arruiné nuestra amistad con mis propias manos no desaparecerá por eso. Entenderé si me consideras descarada y al final no me perdonas. No podré justificar mis acciones de ninguna manera, y no tengo intención de dar explicaciones’

 

Así comenzó la carta, y continuó de forma constante. Una vez a la semana, o tres veces al mes. El contenido, que al principio estaba salpicado de arrepentimiento, fue recuperando la calma con el tiempo, y los temas también comenzaron a diversificarse.

Había bromas, recuerdos de sus buenos tiempos, incluso, de vez en cuando, quejas sobre Blair.

 

Es una noche en la que te echo mucho de menos, te extraño mucho. Blair a veces actúa de manera tan estúpida. Estoy segura de que lo hace a propósito para ponerme de los nervios. Ah, hoy echo de menos particularmente los días que pasamos juntas en St. Louis. Me colaba en tu habitación del dormitorio, y aunque charlábamos toda la noche bajo la manta, no sentíamos el cansancio.

 

Ah, aquellos tiempos.

Una dulce sonrisa se dibujó en sus labios sin que se diera cuenta. Rodeada de afecto, Vanessa abrió la siguiente carta. Rosalyn, de unos veintiún años, estaba inmersa en las preocupaciones propias de una joven en edad de casarse. Había dejado su intenso amor no correspondido por Eden Harley. Y Logan Dawson empezaba a parecerle diferente últimamente.

 

¿Será que Logan y yo tenemos en común haber fracasado en el primer amor? Nos llevamos muy bien y nos reímos a carcajadas cuando estamos juntos. Todavía no estoy segura, pero parece una buena persona. Si estuvieras a mi lado, te pediría consejo en un momento como este.

 

Era como si la imagen de Rosalyn, sonrojándose vivamente mientras escribía, apareciera claramente. Vanessa soltó una carcajada.

Así, las cartas se acumularon, pasando los veintidós, llegando al invierno de los veintitrés, y a la boda. Ella negó con la cabeza al leer la parte en la que se casó sin velo para cumplir su promesa. Era algo tan típico de Rosalyn.

Y así, a los veinticuatro. La última carta terminaba de esta manera.

 

Espero que estés bien y a salvo. Que no tengas ningún arrepentimiento ni dudas en cada momento. Y rezo con todo mi corazón para que algún día nos volvamos a encontrar.

 

Eran palabras cálidas y amables. Vanessa, que trazaba con la punta de los dedos la frase «que no dejes ningún arrepentimiento», levantó la cabeza.

La perspicacia de Rosalyn, como siempre, era acertada. Había olvidado la verdad de que era mejor actuar que dudar y arrepentirse después. Por muy escasas que fueran las posibilidades, si se acobardaba y ni siquiera lo intentaba, lo perdería por completo. Vanessa guardó cuidadosamente las cartas de Rosalyn y se levantó de un salto.

 

 

 

 

 

 

⋅•⋅⋅•⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅∙∘☽༓☾∘∙•⋅⋅⋅•⋅⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅

 

 

 

 

 

 

Un silencio agotado se apoderó de la mesa redonda, donde un acalorado debate había persistido durante toda la madrugada. Las fuerzas aliadas y los países aliados no lograban llegar a un acuerdo. Finalmente, Príncipe Heredero Wilhelm de Erman propuso un receso de una hora.

La puerta de la sala de reuniones, que había permanecido firmemente cerrada durante 13 horas seguidas, por fin se abrió. Los representantes de cada país, con rostros agotados, se dirigieron murmurando entre sí hacia la sala de descanso. En medio de ese tranquilo alboroto, Theodore se quedó inmóvil, con el mentón apoyado en un ángulo, y miró por la ventana.

 

—Teniente coronel.

 

Al levantar la vista ante la voz familiar, vio a River Ross acercándose junto con su asistente personal. Theodore enarcó una ceja ante la inesperada combinación.

Aunque vestía uniforme de oficial, no había asistido como militar, sino como representante de Ingram. River Ross no tenía ninguna razón para buscarlo y venir hasta aquí. Tampoco le había pedido que lo acompañara hoy.

 

—Alférez Ross. ¿Qué ocurre?

—Su Excelencia.

 

En ese instante, el asistente se adelantó a River Ross, como para desviar su atención hacia él. Luego, inclinando la cabeza cortésmente, susurró:

 

—Príncipe Heredero Wilhelm ha solicitado una audiencia privada.

 

Los hombros de River Ross, que estaba lo suficientemente cerca como para escuchar esas palabras, se estremecieron brevemente. Sin embargo, como si hubiera tomado una decisión, extendió la carta que sostenía.

 

—Ayer vino un mensajero a la residencia. Probablemente… sean las noticias que el teniente coronel estaba esperando.

 

Por un momento, el duque no mostró ninguna reacción. Los ojos que miraban la carta en la mano de River Ross se volvieron un poco más azul oscuro.

 

—Su Excelencia.

—…Un momento.

 

Theodore levantó la mano para detener al asistente que lo instaba. Luego, tomó el sobre de la mano de River Ross.

De Vanessa.

Se detuvo un momento en la firma que estaba en la parte delantera del sobre. El rostro del duque, al romper el sello y desplegar la carta cuidadosamente doblada, parecía impasible a primera vista. La mirada que se movía lentamente se detuvo brevemente en un pasaje. Enseguida, guardó la carta y preguntó:

 

—…¿Cuándo recibiste esto?

—Lo recibí justo después de que la sala de reuniones fuera sellada.

 

Verificó la hora en su reloj de pulsera y se levantó. La orden que dio tan pronto como entendió la situación fue rápida y concisa.

 

—El receso se extiende dos horas más. Notifíquenlo a los embajadores de cada país.

—¿Su Excelencia?

—La audiencia privada se llevará a cabo dentro de una hora.

—¡Su Excelencia!

 

Se desabrochó la corbata, que le apretaba el cuello, y salió a zancadas por la puerta abierta. Escuchó la voz angustiada de su asistente llamándolo por la espalda, pero siguió adelante sin mirar atrás.

Como alguien que no ve ni oye nada.

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