En el jardin de Mayo - EEJDM - Capítulo 126
Theodore volvió a confirmar la dirección anotada en el papel. Y de nuevo, levantó la vista para contemplar el edificio horriblemente partido por la mitad. Se preguntó si alguien podría vivir en un lugar así, pero sorprendentemente, se sentía una tenue presencia humana detrás de las rejas de hierro.
—…….
¿De verdad tú y tu hijo viven en un lugar como este? Si no lo hubiera visto con sus propios ojos, habría pensado que era una broma de muy mal gusto.
Una emoción oscura y que él mismo no podía entender se agitó en sus ojos de un azul intenso. Si ella lo abandonó, al menos debería estar viviendo mejor que esto. No. El simple hecho de que estuviera viva era motivo de gratitud. Aún le quedaban cosas por preguntarle al ver su rostro.
—…….
Theodore revisó el reloj en su muñeca. Si esperaba un poco más, pronto sería la hora de la entrada de Vanessa al trabajo. Todos los días, a la misma hora, iba al ayuntamiento para ayudar con tareas administrativas, y por la tarde pasaba por la catedral para cuidar a los heridos. Era su rutina constante, según los informes que con tanta dificultad conseguía.
Pronto la vería de nuevo. Es ridículo, pero su corazón latía solo por eso. Como si la línea que había trazado, pensando que era solo un vestigio del pasado o un arrepentimiento, no fuera más que una fanfarronería. Entonces, ¿tú me habrás olvidado por completo? ¿O te alegrarás un poco? Ninguna de las dos cosas era fácil de imaginar.
En cualquier caso, pronto.
Con un cigarrillo sin encender entre los labios, Theodore entrecerró los párpados. Apoyado contra la entrada del callejón, esperó, tratando de calmar la impaciencia que sentía. ¿Cuánto tiempo esperó así? Sin darse cuenta, alzó la vista y vio a Vanessa caminando por la cuesta.
—…….
Él la observó sin siquiera recordar respirar por un momento. Realmente era ella. No era una invención de su mente o una alucinación, no era una pesadilla ocasional, sino ella, con una existencia real que podía atrapar en ese mismo instante. Vanessa.
Justo en ese momento, un pálido rayo de sol caía oblicuamente sobre la piel clara de Vanessa. Casi al mismo tiempo, ella, que caminaba mirando al suelo, levantó la cabeza.
Parecía que no lo había reconocido de inmediato debido a la multitud bulliciosa en la calle. Luego, dándose cuenta tardíamente de lo que había visto, se detuvo lentamente en su sitio. Sus ojos, entrecerrados con desconfianza, lo examinaron de arriba abajo. Los zapatos impecables, el uniforme de oficial de la marina, las condecoraciones y las charreteras en su pecho, y…….
—…….
Finalmente, las miradas que se reconocieron se entrelazaron en el aire. En ese instante, el tiempo pareció transcurrir muy lentamente.
Como si las únicas vidas que respiraban en el mundo fueran ellos dos. El ruido circundante, la distancia entre ellos, la gente que llenaba la calle, todo desapareció.
De repente, fue como si hubiera regresado al jardín de aquel día. Vanessa parecía haber salido de sus recuerdos. Los ojos grises con una leve humedad, los labios sonrosados, las mejillas blancas y la postura erguida. Como aquel día cuando él tenía veintitrés y ella veinte, como si nunca lo hubiera abandonado, como si fuera a sonreír y correr para abrazarlo en ese mismo instante….
[Ah….]
Por supuesto, fue una ilusión miserable. Ella, que lo miraba aturdida, pareció darse cuenta de repente de que esto era la realidad. La perplejidad y el horror llenaron los ojos de Vanessa al reconocerlo.
El cuerpo de la mujer, que se mantenía firme, se tambaleó bruscamente, como si fuera a caerse en cualquier momento.
[¿Está bien?]
Vio a una mujer con uniforme de enfermera acercarse apresuradamente para sostenerla. Aunque la distancia era considerable, su voz se escuchó con particular claridad.
[Estoy perfectamente bien. Gracias.]
[No puede ser. Espere aquí. Un momento……..]
[No. Debo irme.]
Ella incluso apartó bruscamente la mano de la mujer que la había ayudado. Parecía no darse cuenta siquiera con quién estaba hablando. Al ver a la mujer, que le daba la espalda de nuevo, él se movió sin pensarlo.
De repente, surgió un impulso intenso de detener a Vanessa. Quería mirarla a la cara y confirmar. Si realmente era ella, cómo había estado, si no se había enfermado o lastimado, o….
[¡Ey!]
El hombre que chocó con él gritó, pero al ver el uniforme de oficial de las fuerzas aliadas, se retractó. Mientras él apartaba la mirada por un momento para ver a la persona, Vanessa había desaparecido. Theodore levantó la cabeza y examinó la altura de los edificios cercanos.
Basándose en el terreno, era fácil deducir su ruta de escape y cortar su retirada. Era algo que había hecho durante los últimos cuatro años. Ya se había memorizado el mapa de Amiens hacía tiempo.
Volvió a correr.
Era curioso, pero era similar a la sensación de perseguir a una presa. Todos sus instintos apuntaban en una dirección. El viento le rozaba las mejillas y la nuca, y el uniforme de oficial se adhería a sus brazos y piernas, moviéndose con elasticidad. Incluso las nubes parecían guiarlo hacia el camino donde estaba ella.
Saltó sobre una pila alta de cajas de madera y franqueó fácilmente el muro de piedra. Aterrizó suavemente abajo y le ganó el paso en el callejón. Fue en ese momento cuando vislumbró una silueta vagamente familiar. Escuchó un ruido de algo que caía. Theodore se detuvo un momento en su lugar.
—Ugh….
Vanessa yacía caída en el suelo, donde el polvo se había disipado. Gimiendo de dolor, se levantó de golpe y comenzó a recoger la comida que se le había caído, con prisa. Entonces, todos sus movimientos se detuvieron repentinamente. Parecía haber intuido ya la larga sombra que se cernía sobre su cabeza.
—…….
Los hombros de Vanessa, que apretaba el dobladillo de su falda, se estremecieron frágilmente. Como un animal atrapado en una trampa, incapaz de moverse.
Theodore aspiró lentamente. Fue un momento de vacilación, sin saber por dónde, ni cómo empezar. Algo rodó y tocó su zapato.
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Era él. Aunque no podía estar segura porque lo vio a la distancia, por un instante Vanessa creyó haberlo visto.
Al principio, pensó que era solo una ilusión. Quizás una alucinación terrible, o un sueño que a veces la visitaba incluso de día. O tal vez, simplemente se había encontrado con alguien muy parecido por pura casualidad. Ese día, la plaza estaba inusualmente llena de gente, y él no podía estar en territorio enemigo…
Claro, incluso ese autoengaño duró solo un instante fugaz. Porque ella no podía terminar por no reconocerlo. Así que, realmente, era él. Theodore Liam Battenberg.
—Vanessa.
En el momento en que los ojos de un azul intenso del hombre se fijaron directamente en ella, los recuerdos que había reprimido con tanto esfuerzo durante años florecieron de golpe. Noches de verano. Aquel aire sofocante. El aliento que se esparcía suavemente sobre su piel y el jardín rebosante de rosas. Su voz profunda y serena.
Se quedó sin aliento. En el instante en que logró recuperar la cordura, sin darse cuenta, se dio la vuelta y empezó a correr. ¿La habría reconocido él? No estaba segura, pero pareció que sus miradas se cruzaron por un instante fugaz. Y la mirada del hombre…
Fue el momento en que su ansiedad por si el duque la seguía alcanzó su punto máximo. Por no haber mirado bien bajo sus pies, su viejo zapato se enganchó en una piedra sobresaliente. Vanessa cayó estrepitosamente al suelo junto con la bolsa de víveres que llevaba en brazos.
—Ugh……
La bolsa de papel que llevaba en brazos se arrugó y el contenido se derramó sobre el sucio suelo de piedra. ¡Justo ahora! Con cara de amargura, se apresuró a agarrar las papas y el pan al alcance de su mano. Aunque su corazón estaba muy apurado, no podía dejarlos atrás.
Su mano, al moverse torpemente, rozó casualmente una lata de leche en polvo. Vio cómo el objeto redondo rodaba por la pendiente, alejándose. Y entonces.
—Lady Vanessa.
Vanessa tragó un alarido junto con su aliento. Aquella voz pausada, que incluso sonaba tierna, parecía haber salido directamente de su pesadilla.
—…….
Cada nervio detectó su presencia como un instinto. Su tono elegante, el sonido de sus pasos, el aroma de su perfume favorito. E incluso la sombra oscura que se proyectaba sobre su cabeza, siguiendo su esbelta figura. Ya no podía ignorar la situación.
Vanessa, a duras penas, alzó su mirada congelada. Él, de pie a contraluz, seguía siendo asombrosamente cautivador y más que apuesto. A diferencia de ella, que estaba tan miserable y desaliñada.
—Creí que me había vuelto loca, que había visto mal.
Sus labios pálidos y sin color temblaron. Tan pronto como escuchó la voz de Theodore, las emociones de aquella época comenzaron a resurgir, como si abriera la página de un libro que había dejado marcada.
Cuatro años habían sido mucho tiempo. También fue el tiempo que una chica de veinte años, que no sabía nada, floreció y se convirtió en mujer, el tiempo que le tomó a un bebé, que solo balbuceaba, poder correr por la habitación con sus dos piernas.
Fue también el tiempo en que ella, que no podía preparar un solo plato correctamente, aprendió a cocinar un estofado con destreza. Por eso, las emociones que sentía ahora eran aún más desconcertantes.
—Dime. ¿Por qué estás aquí, en este estado?
Su voz sonaba más que suave y gentil. Al mismo tiempo, también sonaba como si la estuviera burlando.
¿Era esto la vida que había disfrutado después de abandonarlo? Ella apretó con fuerza el dobladillo de su falda, manteniendo una postura erguida como si soportara una humillación. Quizás… sí, tal vez era solo una ilusión nacida de su complejo de inferioridad. Sin embargo, no podía pretender estar bien.
Justo ahora había salido con la ropa que usaba en casa, que ya estaba remendada varias veces, y ni siquiera podía decir que estaba limpia después de haberse revolcado en el suelo.
Las lágrimas amenazaban con salir por la miseria, pero Vanessa las contuvo con fuerza. No quería mostrarle debilidad a él, de todas las personas.
—…….
El hecho de que Theodore estuviera allí significaba que Amiens había caído la noche anterior, el hecho de que él llevara un uniforme de oficial en territorio enemigo significaba que este hombre se había casado.
Si no se hubiera casado, no lo habrían ascendido a teniente coronel, siendo él de Erman, ni lo habrían enviado a la guerra.
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Eliz_2000
Viene el enfrentamiento del siglo, gente.
Merry
El tan esperado reencuentro!
Muchas gracias por los capítulos Asure!