En el jardin de Mayo - EEJDM - Capítulo 115
La ira, o la preocupación del rey, eran justificadas. Las empresas de Battenberg se extendían orgánicamente por cada rincón de Ingram. Desde una docena de organizaciones benéficas y escuelas hasta el exclusivo Demureus, disfrutado por la clase más alta. Dondequiera que se extendían las ramas del árbol llamado Battenberg, daban frutos de oro, y regaban generosamente la tierra árida donde se hundían sus raíces.
Perseguir la máxima ganancia, pero sin olvidar la tierra en la que se está. Todo ese impulso y valor empresarial se forjó en las manos y la mente del joven duque. Una figura clave que controlaba la economía de la nación, un fuerte candidato para ser el próximo almirante de la Marina, y un hombre que, con tan solo veintitrés años, se había convertido en el centro de la Cámara de los Lores de Ingram.
La muerte, o la pérdida de un hombre así, no sería bienvenida por nadie. Mucho menos si llegara a exiliarse…
Cuando lo tienes en tus manos, no sabes lo valioso que es, pero al perderlo, el vacío se siente inmensamente. Cuando llegue ese día, los ciudadanos no dudarán en dirigir las flechas de la culpa hacia la realeza. Era un resultado obvio, que no hacía falta experimentar para conocer.
―Duque. Si la guerra fuera un ajedrez, nosotros somos los que estamos fuera del tablero. Los que mueven las piezas y sacuden el tablero… ¿Por qué insiste en subirse al tablero?
Theodore levantó la comisura de sus labios, sin responder a la pregunta del rey. Él también buscaba una respuesta a la misma pregunta.
El frente de batalla no es una guerra de información, sino una batalla cuerpo a cuerpo. La vida o la muerte se deciden con una bala, más que por la fuerza individual. Por muy grande que sea el valor social de ‘Duque Battenberg’, en el momento en que pisa el frente, se convierte en un simple consumible de la guerra.
‘Lo sé’
Más que nadie. Por eso, en un tiempo, fue una opción que ni siquiera había considerado. Aun sabiendo que era la única forma de ir al frente sin casarse.
El ego, endurecido y rígido por el entrenamiento en la Academia Naval, todavía influía en la forma en que veía el mundo y tomaba decisiones. Eficiencia, orgullo y determinación. La súplica de su amigo fallecido era una responsabilidad que una vez asumió y también una intensa voluntad de vivir.
Sin embargo, ahora todo era diferente. Porque ahora, por fin, había comprendido el significado de «todo» que le había prometido a esa mujer.
―¡Por favor, duque! ¡Diga algo!
Al final, casi escupía burbujas de saliva que saltaban como una fuente. El rey, que había estado excitado y enfurecido hasta ponerse rojo en la frente, se agarró la frente lastimosamente, como si de repente le hubiera dado un mareo. Su cuerpo regordete se desplomó sobre la mullida silla de la oficina.
Después de un largo silencio, al rey se le ocurrió algo y miró a Theodore con todas sus fuerzas.
―Dime la verdad. ¿Acaso has contactado al cuartel general enemigo? ¿Eh? ¿Y tu abuela, que fue princesa de Ehrman, arregló ese encuentro directamente?
―Esa es una sospecha injustificada.
―Ah, ¿así que no perdiste la voz del todo?
El tono sarcástico y abierto era mordaz. Theodore revisó su reloj con desinterés. Las sospechas del rey no mostraban signos de calmarse, y no podía perder más tiempo del que ya había pasado si quería cumplir con la hora de zarpar.
Theodore recogió los documentos que el rey había esparcido despreocupadamente al golpear el escritorio y los ordenó. Incluso recogió la pluma fuente que, en algún momento, había caído al suelo y la colocó ordenadamente a un lado.
―Solo necesito la orden de partida. Creo que es un trato bastante razonable.
―¿Y malgastar una fortuna para callar a los ciudadanos es parte de esa gran estrategia tuya?
―No hay razón para no usar los recursos disponibles para resolver un problema que se puede solucionar con dinero. No entiendo su pregunta.
―¡Es que no entiendo por qué estás haciendo esto!
El rey golpeó con fuerza el apoyabrazos con su puño regordete y contuvo un grito en silencio. Ante esa farsa, Theodore lo miró con un rostro impasible.
―No tengo intención de alargar esta guerra. No es eficiente, ni como militar ni como empresario.
―Entonces, por favor, actúa con sentido común. Dejando de lado el problema de la sucesión por ahora, ¿eh? Como empresario, con esa mente brillante, haz un cálculo. ¿Cuál sería la mejor opción?
―Con el debido respeto, mi sucesión no tiene ningún problema.
―…¿No tiene ningún problema?
Una expresión de shock absoluto apareció brevemente en el rostro del rey.
―¿Eso significa que tienes un hijo escondido?
El rey, instantáneamente desconcertado, soltó un murmullo, y Theodore sonrió con desdén. Exhaló suavemente, señaló los documentos sobre el escritorio y los empujó un poco más hacia el rey.
―Mi propuesta relacionada con mi sucesión también está contenida en este documento. ¿Está dispuesto a echarle un vistazo ahora?
―……
Mientras el rey leía los documentos apresuradamente, Theodore acarició ligeramente una pieza de mármol del tablero de ajedrez que estaba a su lado. El peso familiar le producía una extraña sensación de estabilidad. Como si esa mujer estuviera a punto de regresar frente a él.
Mucho tiempo después, el rey levantó la cabeza bruscamente, sudando frío.
―Esto, duque. Ahora, es decir…….
―El frente occidental será el epicentro clave de esta guerra. Los puertos militares dispuestos a lo largo de la larga costa, la vía férrea conectada directamente con Ehrman, los canales que conducen al río Leroy y los puentes levadizos. Cada uno de ellos es una amenaza, pero lo más importante es esta ruta terrestre, que es la línea de suministro.
―…….Así que.
Rodó ligeramente la pieza de ajedrez con su dedo alargado, luego extendió la mano y la colocó con precisión en el centro de un enorme mapa mundial extendido sobre la mesa de la oficina.
―Mientras las marinas de Ingram y las fuerzas aliadas ocupan los puertos militares, yo me enfocaré en la retoma del Castillo de Odren.
―Ese lugar… es un castillo inexpugnable que jamás ha sido invadido en los últimos trescientos años. Claro, si lo tomas, podrías cortar fácilmente las líneas de suministro del enemigo, pero ¿cómo podría ser eso posible…?
―Los castillos de Ehrman tienen una estructura única de vías fluviales subterráneas. Odren fue alguna vez propiedad de Battenberg. Aunque olvidado por siglos, confirmé que aún existen registros de su estructura en la biblioteca de la familia. Un solo batallón bajo mi mando directo será suficiente.
―Tú, ahora……
―Si tengo éxito, no habrá mérito más adecuado para recibir una condecoración. Y si regreso al cuartel general con ese logro, la oposición se minimizará.
―……
―A partir de entonces, comenzará la verdadera guerra de ocupación. Berang, Troyes, Dordoña……
El duque, con un rostro impasible, colocó unas cuantas piezas más sobre el mapa. El rey, que observaba la situación de comer y ser comido como en un intenso tablero de ajedrez, desde cierto momento, parecía medio hipnotizado. El rubor soñoliento de su rostro ahora brillaba con una luz codiciosa.
Theodore se inclinó lentamente, apoyándose en el escritorio. Él era más consciente y preciso en la evaluación de su propio valor de lo que el público imaginaba. Si apostaba por sí mismo, debía traer más que una simple victoria. Y con eso.
―No más de cuatro años serán suficientes para asegurar la victoria.
―……
―Cuando llegue ese día, me sentaré en la mesa de negociaciones de paz como representante de las fuerzas aliadas y como su delegado, Su Majestad. Su Majestad podrá exigir literalmente cualquier cosa a las naciones aliadas.
Theodore colocó la última pieza que tenía en la mano. En el corazón del viejo mapa, en la tierra que guardaba una antigua gloria.
Sus ojos, llenos de convicción, brillaban con una luz azul pálida en la oscura sombra.
―Aquí, en Amiens.
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Cuatro meses después del estallido de la guerra.
La situación en Amiens empeoraba día a día. Las tiendas cerraban por completo o abrían solo por un breve tiempo por la mañana, y todos los bienes útiles, animales y personas eran enviados al frente. Las calles se llenaban gradualmente de refugiados y vagabundos heridos.
De vez en cuando, los aviones de reconocimiento aliados sobrevolaban la ciudad a baja altura, como una amenaza. Afortunadamente, aún no se había producido ningún bombardeo, pero en esos momentos, la tensión en el aire se intensificaba aún más.
Vanessa se recostó lánguidamente en el asiento del automóvil, colocando una mano sobre su vientre notablemente hinchado. Todo se volvía cada vez más agotador. Últimamente, los mareos eran tan fuertes que incluso ir de compras en tranvía se había vuelto difícil.
Los momentos más inquietantes eran cuando sentía náuseas y el vientre se le contraía con fuerza. En esos instantes, se abrazaba el vientre con manos temblorosas y respiraba profundamente durante mucho tiempo.
―……
Recordó la emoción del primer movimiento fetal. Era como una burbuja de aire diminuta y frágil. Hasta entonces, su compañía con el bebé en su vientre había sido algo incómoda y extraña, pero a partir de ese día, fue cambiando poco a poco.
Hubo un momento en el que sintió que se aferraban el uno al otro con fuerza y se apoyaban mutuamente. Fue el instante en que finalmente sintió lo que era abrazar a alguien con todas sus fuerzas en una tierra extranjera.
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