Batalla de Divorcio - BATDIV - Capítulo 190
Tras haber entrado al baño, Maxim no daba señales de vida.
‘¿Por qué tarda tanto en salir?’
Suaaa—.
Desde adentro, el sonido del agua seguía oyéndose.
‘Es obvio que se está bañando.’
Era extraño. Ya había pasado el tiempo suficiente como para que hubiera terminado y salido, pero no había noticias de él.
‘Me va a volver loca.’
Si se descuidaba un poco, sentía que se encontraría de frente con un hombre que saldría desnudo con la verga erecta. Solo de pensar en la pelea tipo ‘lanza contra escudo’ que tendrían que tener hasta que él se pusiera una bata, ya se sentía agotada.
Quizá por eso, Daisy no podía bajar la guardia. Solo se paseaba nerviosamente por la habitación con un revólver en la mano.
No era horario de trabajo. Estaba en la habitación en la que debería estar más tranquila que nadie, y todo por culpa de su futuro exesposo que había irrumpido de repente.
¿Qué diablos estaba haciendo?
Por un momento, sintió una profunda autocompasión por su vida, pero de repente una sensación de ansiedad la invadió.
‘¿Será que… le pasó algo malo?’
El hecho de que él estuviera quejándose constantemente de frío le resultaba molesto, pero la apariencia de Maxim que había visto antes no era una mentira.
Eso era lo que le preocupaba a Daisy.
‘¿Y si se desmayó porque se siente mal?’
Sus labios azulados no dejaban de temblar y sus manos estaban tan frías como un bloque de hielo.
Aunque era un hombre excesivamente robusto, si anduvo bajo la lluvia fría, era normal que se enfermara. Estaba claro que su condición había empeorado.
‘¿Qué demonios? Me muero de curiosidad.’
Sin darse cuenta, Daisy pegó la oreja a la puerta del baño y contuvo el aliento.
Suaaa—.
Un débil sonido de respiración se mezclaba con el sonido del agua. Parecía un aliento áspero que le costaba soltar.
‘No debe ser nada. Lo habré oído mal.’
Seguro que lo había oído mal por el sonido de la lluvia golpeando la ventana. No hay que sacar conclusiones de algo que no es exacto.
Aunque intentaba no darle importancia.
‘¿En serio se siente mal? Si le pasa algo a Maxim y tengo que deshacerme de un cuerpo aquí… ¿qué voy a explicar?’
…Sus pensamientos se volvían cada vez más extremos. Se sentía como si fuera a enloquecer.
‘No, no puedo más. Solo voy a comprobarlo un poco.’
¡Ahem, ahem! Daisy se aclaró la garganta, cerró los ojos y toc, toc, llamó a la puerta del baño.
—¿Max, ya casi?
Maxim no respondió.
Toc, toc.
—¿Max?
Volvió a llamar y a preguntar, pero no hubo respuesta.
‘¿De verdad… se habrá muerto?’
¿Y si era así?
No era una persona normal, era el rey de Antica.
¿Qué pasaría si se revelaba que estaba relacionado con el baño de Daisy von Waldeck, es decir, su exesposa, que era una excriada que fue asesina?
Probablemente sería conocido como el caso de asesinato más impactante de la historia.
Uf, solo de imaginarlo, le daba un escalofrío que le encogía el pecho.
‘Sí, solo voy a comprobarlo. Solo a comprobarlo.’
Si estaba enfermo, tenía que llamar a un médico y hacer todo lo posible para demostrar que no tenía intención de matarlo.
Toc, toc.
—Voy a entrar.
Daisy volvió a llamar, le dio una última advertencia y abrió la puerta.
—……!
Se escuchó el sonido de una voz acelerada, y el sonido pegajoso del agua chac, chac, de forma evidente.
¿Qué… es esto?
—Ahhh, Daisy……
Fap, fap, fapfapfap.
—Uf, Daisy. Ahhh……
Fap, fapfapfap, fap, fapfapfapfap.
En el vapor del baño, Maxim se reveló en un contorno difuso.
O sea, él estaba…
Parado bajo el agua de la regadera, meneándose la verga.
—¿Llegaste?
Y sin detener ese movimiento tan obsceno, saludó a Daisy de forma alegre.
Daisy se quedó helada.
—¿Qué… qué está haciendo ahí?
Después de presenciar una escena que le hizo perder la cabeza, Daisy recuperó a duras penas el sentido y preguntó con una cara de incredulidad.
—¿Qué te parece que estoy haciendo?
—Yo pregunté primero.
Ante la respuesta brusca, Maxim entrecerró los ojos y sonrió.
—Como puedes ver. Me estoy masturbando mientras digo tu nombre, Daisy.
¿Acaso no sentía la menor vergüenza de que lo hubieran descubierto en el acto más íntimo y personal?
Maxim se levantó la verga como si quisiera presumir, y lo agarró con fuerza desde la base hasta la punta.
—Ahhh…, Daisy.
Con un rostro de excitación insoportable, gimió en voz baja y siguió agitándose.
Su verga pesada se había expandido tanto que no podía agarrarlo con una mano, y la sangre que se había acumulado lo había hecho parecer de un color rojo oscuro.
Cielos. Y aún así, sin sentir vergüenza, miraba fijamente a los ojos de Daisy. Su mirada era tan insistente que le quemaba el rostro.
—¿Por qué… por qué está diciendo mi nombre?
—Pues… ¿porque me excita más cuando digo tu nombre?
Ver aquella escena con mis propios ojos se sentía como un sueño. Era algo tan raro.
Y con razón, ¿en qué lugar del mundo una esposa ve a su futuro exmarido masturbarse?
—Me estaba masturbando imaginando que tenía sexo contigo, Daisy. ¿Quieres saber… uf, qué me imaginaba en detalle?
—No, no quiero. Me voy…
—Espera.
Maxim jadeó, y agarró a Daisy que estaba a punto de irse.
—Ya que estás aquí, quédate parada un momento.
—¿Eh?
—Es que, al oír tu voz, estoy a punto de… jeee, de correrme.
Sabía que era un pervertido. Pero, ¿llegar a este extremo?
Daisy frunció el ceño.
—¿Por qué me hace esto? Esto es… una conducta que va en contra del sentido común.
—Ahhh, tienes razón.
Para sorpresa de Daisy, Maxim lo admitió sin chistar.
—Masturbarse con una hermosa esposa parada delante. Es una conducta extremadamente fuera de lo normal y lamento mucho… uf, tener que mostrarte esta cara mía.
Jadeando por la excitación, añadió una disculpa muy cortés.
—Lo siento, Daisy.
—……
—Te pido disculpas de todo corazón, con toda mi alma.
Al menos se disculpa.
Pero esa disculpa era de un tipo completamente diferente al de la ‘disculpa con sentido común’ que Daisy tenía en mente.
—Me detesto a mí mismo. Si hubiera sido bueno contigo, Daisy… en este momento estaríamos duchándonos juntos, y yo te estaría lamiendo entre las piernas y penetrándote hasta que te volvieras loca.
—…No me refiero a eso.
¿Lo hace a propósito para hacerme enojar? Daisy le volvió a preguntar con una cara de desconcierto.
—¿Usted no siente vergüenza, Max? Masturbarse delante de mí no es normal. A eso es a lo que me refería.
—Aclarémoslo. Yo solo me estaba masturbando y tú entraste. Y tú, Daisy, eres la que me vio masturbarme. Solo estoy en una posición en la que me están observando mientras me masturbo. ¿O no es así?
Era una frase que combinaba verdades y mentiras a medias, por lo que era fácil confundirse.
—¿Y qué? ¿Te gusta espiar?
¿Espiar? ¿No me lo está mostrando con orgullo y tan abiertamente?
No podía caer en esa falacia.
—¡Espiar! Solo entré porque no salía, por si le había pasado algo.
—Uf, ya veo. Me emocioné pensando que me estabas espiando. Pero me conmueve que te hayas preocupado.
Maxim se relamió los labios, como si se sintiera decepcionado. A Daisy le empezó a doler la cabeza.
—No, en primer lugar, es raro que se masturbe en el baño de otra persona. Al menos, si alguien entra, ¿no es de sentido común que se detenga?
—Lo siento, me disculpo. Por favor, no te enojes.
Cuando Daisy lo cuestionó, Maxim volvió a disculparse en una posición sumisa.
—Si tuviera que dar una excusa, es que me masturbo de esta manera solo por ti.
¿Qué demonios es esta… tontería?
Se sintió tan estupefacta que no pudo articular palabra.
—Prometimos que no tendríamos sexo. Si me desahogo a tiempo… ¿no sería capaz de evitar esa conducta de perro que te acosa cuando se excita?
—Ahhh, eso es…
—Masturbarme no es algo fuera de lo común para mí. Así que no tienes por qué sentirte avergonzada o culpable.
Se ponía más feo a cada frase que oía.
Maxim continuó con sus tonterías sin avergonzarse.
—Me masturbo por la mañana y por la noche, y es el comienzo y el final de mi día. Es una especie de ritual para mí.
—¿Incluso lo hace todos los días?
—Sí.
Cuando hablaba de masturbarse, Maxim incluso parecía tan solemne como alguien que hablara de una oración.
—Pero eso es… una adicción a la masturbación. ¿No debería recibir tratamiento?
El único rey es un adicto a la masturbación. Antica está perdida.
Aunque se había ido y no tenía planes de regresar, el futuro oscuro de su único hogar la hacía sentir desesperada.
Sin importar los suspiros de Daisy, Maxim todavía sostenía y meneaba su verga, asintiendo lentamente.
—Creo que es una adicción. Recibiré tratamiento.
—Sí, hágalo. Por favor.
Sí, el primer paso para tratar una adicción es admitirla.
Al menos era mejor que lo admitiera a que lo negara.
—Le diré al médico real todo sobre mis síntomas.
Y luego le siguió una declaración espeluznante.
—Le diré que si no me desahogo por la mañana y por la noche imaginándote, Daisy von Waldeck… no podré seguir con mi vida.
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Merry
🤭🤭🤭🤭increíble, y ahí se quedó a platicar jajaja
Gracias por el capitulo Asure