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Batalla de Divorcio - BATDIV - Capítulo 183

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  4. Capítulo 183
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Novel Info

Cuando los aplausos se desvanecieron, Maxim volvió a fijar la vista al frente como si nada hubiera pasado.

 

—Hoy, una vez más, nos hemos reunido ante el Señor. Reflexionemos sobre las cosas por las que estamos agradecidos y por las que debemos arrepentirnos de esta semana. Juntos, oremos.

 

Siguiendo las palabras del sacerdote, el servicio comenzó de nuevo en un ambiente solemne.

Daisy miró a su alrededor con cautela y, con un gran esfuerzo, recuperó la compostura. Juntó sus manos y cerró los ojos para concentrarse en la oración.

‘Cosas por las que estar agradecida esta semana……’

……..

‘…..…No, pero ¿por qué demonios está ese hombre aquí?’

No importaba cuánto intentara concentrarse en la oración, su mente no podía dejar de pensar en eso.

Era imposible que ese rufián hubiera venido a la iglesia a rezar. Seguramente la había seguido para vigilarla.

‘¿No habíamos acordado que respetaría mi privacidad? Esto es completamente diferente a lo que prometió’

Solo había salido un momento para ir a la iglesia después de desayunar, y él incluso la había seguido. Cuanto más lo pensaba, más absurdo y furiosa se ponía.

Aunque Daisy rezaba todas las mañanas y noches, el único día de la semana en el que iba a la iglesia para orar era para ella un momento de sanación y de reflexión sobre su semana.

De todos modos, cuando terminara el servicio, tenía que regresar para preparar el almuerzo, así que no podía soportar que la molestara en ese corto y precioso tiempo.

Daisy se dio por vencida con la oración y, con la cabeza gacha, miró a Maxim, quien estaba sentado al otro lado.

Maxim tenía las manos juntas, con los dedos sobre la frente.

‘¿De verdad está orando?’

Sus pestañas, oscuras y largas, cubrían sus ojos bajo su cabello pulcramente peinado.

No parecía estar dormido, ya que sus labios se movían sin emitir sonido.

Parecía estar murmurando algo.

¿Será que… de verdad estaba orando?

‘Imposible. Debe estar balbuceando cualquier cosa’

Cuando pensó en la ridícula oración que había hecho durante el pícnic, no se sintió muy feliz.

Miró a su alrededor y se dio cuenta de que no era la única que no se concentraba en el servicio.

Con la aparición de un extraño rico y apuesto en la pequeña iglesia del pueblo portuario, todos se olvidaron de dar gracias o de arrepentirse, y se dedicaron a observarlo.

Que un hombre que atraía miradas con tanta naturalidad la estuviera persiguiendo… Era la peor situación para Daisy, quien solo quería vivir una vida tranquila.

 

 

 

 

 

 

⋅•⋅⋅•⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅∙∘☽༓☾∘∙•⋅⋅⋅•⋅⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅

 

 

 

 

 

 

En cuanto terminó el servicio, Daisy salió de la iglesia a toda prisa.

Era importante que se fuera de ese lugar antes de que Maxim la reconociera, le hablara y se metiera en chismes innecesarios.

Mientras se apresuraba, tropezó, y justo cuando su cuerpo se inclinaba hacia adelante, unos brazos fuertes la atraparon por detrás.

 

—Te vas a caer.

 

Era Maxim.

 

—¿No te lastimaste?

—Estoy bien.

 

Maxim se inclinó para ver si se había torcido el tobillo, pero Daisy lo empujó y retrocedió un paso.

 

—Pero, ¿por qué me sigue?

 

Ante su tono de advertencia, Maxim dejó escapar una risa burlona.

 

—Nuestros destinos son los mismos, solo se cruzan los caminos. No la sigo. ¿Olvidaste que vivimos en la misma casa?

 

Luego, vio a los otros fieles saliendo de la iglesia.

Naturalmente, todas las miradas se posaron de nuevo en ellos, y Daisy, en su desconcierto, jaló a Maxim hacia un callejón tranquilo detrás de la iglesia.

 

—¿Por qué me trajiste aquí?

 

Cuando llegaron a un callejón sin salida, Maxim sonrió burlonamente.

 

—Me gusta que sea un lugar tan apartado. Y además, fuiste tú quien me tomó de la mano primero.

—…….

 

Daisy soltó la muñeca de Maxim, como si se la estuviera sacudiendo.

Ella había sido quien lo había traído, pero por alguna razón, ella era la que se encontraba en un callejón sin salida.

 

—¿Y ahora qué hacemos? ¿Nos damos un beso a escondidas?

—No.

 

‘¿Un beso?’

Daisy entrecerró los ojos con desprecio.

 

—¿Por qué demonios viniste a la iglesia?

—Vine a orar.

—Maxim rezando. No diga tonterías. Hasta los perros que pasan por aquí se reirían.

—Hmm, ¿soy tan malo?

—¿No lo es? Usted mismo lo dijo una vez. Que no creía en Dios.

—Es cierto. En ese momento no creía. Pero ahora sí. He cambiado. Se podría decir que he madurado. Eso fue hace dos años, ¿no?

 

‘Hablar con él es una pérdida de tiempo’

Aunque lo acusara de mentir, no podía probar la verdad.

Daisy decidió dejar de discutir con Maxim e ir al grano.

 

—De todos modos, le dije muchas veces que me garantizara mi privacidad.

—Es verdad.

—Entonces, ¿por qué me sigue? ¿Me está vigilando?

 

Cuando Daisy lo cuestionó con vehemencia, Maxim levantó una ceja y respondió:

 

—¿Vigilando? Te dije que también vine a orar.

—Miente.

—Puedes creerme o no, es tu decisión. Pero digamos la verdad. Yo llegué a la iglesia primero y tú llegaste tarde.

—¿Ta-tarde? No, no llegué tarde, solo… llegué justo a tiempo, ¿sabes?

 

‘Me estaba observando todo el tiempo. Y si no es vigilancia, entonces, ¿qué es?’

Los ojos de Daisy se entrecerraron.

 

—Sabía que yo venía aquí y vino a propósito de antemano, ¿no es así?

—Te digo que vine a orar. Solo llegué temprano, a diferencia de otras personas.

—Miente.

—Lamento que solo haya una iglesia por aquí, pero así es.

 

‘…….Es cierto’

No importaba cuánto lo pensara, Maxim y la iglesia no combinaban en absoluto.

Era evidente que tenía algo entre manos.

 

—Le recé al Señor para que protegiera lo más valioso que tengo. ¿Quieres que te lo cuente con más detalle?

—No es necesario. ¿Cree que me voy a dejar engañar si solo finge que está rezando con devoción?

—¿Cómo sabes que solo estaba fingiendo?

—¿Qué?

—Parece que no rezaste, y solo me mirabas la cara. Pon la mano en el corazón y piensa quién de los dos estaba fingiendo.

 

Maxim la miró a los ojos, le tomó la mano y se la puso en el pecho.

Su repentina acción la dejó sin palabras. Pudo sentir su corazón latiendo con fuerza bajo la palma de su mano.

 

—Dime, ¿quién de nosotros dos es más devoto?

—…….

—¿Yo, que me concentré y recé con devoción? ¿O tú, que no pudiste concentrarte y solo me miraste?

 

No importaba si Daisy estaba avergonzada o si se había quedado congelada. Maxim extendió la mano y tocó el rosario que llevaba colgado del cuello.

 

—Lo abandonaste todo, pero el rosario lo sigues usando.

 

Había salido tan apurada que se había olvidado de quitárselo.

Era el rosario que Maxim le había regalado, el cual tenía un pequeño retrato de él en el interior.

 

—A mi esposo no le gustó, pero, ¿esto sí?

 

[Para mi esposa, Daisy von Waldeck]

 

También se acordó de la tarjeta que le había dado junto con el collar.

 

[No importa quién seas, lo serás, obviamente, porque eres tú]

[……Te amo]

 

Y al final de la tarjeta.

 

[Tu esposo, Maxim von Waldeck]

 

Su nombre estaba claramente escrito.

En ese momento, se sintió como una respuesta a la confesión de amor que le había hecho unilateralmente mientras él dormía.

No sabía lo rápido que había latido su corazón al recibirlo.

Aunque ahora todo era cosa del pasado…

‘Sí, es verdad’

Todo era cosa del pasado, entonces, ¿por qué no había podido tirarlo y lo seguía usando?

Sentía que había sido descubierta y que tenía que dar alguna excusa.

 

—Ah, es que es costoso. Y es algo que se usa para rezar, así que no puedo tirarlo sin más… Así que lo sigo teniendo, pero… no significa nada en especial.

—Ah, ya veo. Qué alivio.

 

Maxim sonrió con tranquilidad y le arregló el cabello a Daisy, poniéndoselo detrás de la oreja.

 

—Pensé que lo habías perdido o se lo habías regalado a alguien, como hiciste la otra vez.

 

Parecía que se refería al incidente en el que le dio el rosario a Rose.

Lo había hecho con la esperanza de que Rose viviera, y con el deseo de poder ayudarla en algo.

Sin embargo, desde la perspectiva de Maxim, era comprensible que se hubiera ofendido. Daisy lo entendía perfectamente.

 

—La verdad es que, en ese momento, me dolió mucho.

 

Maxim bajó las pestañas con una expresión melancólica.

Sabía que había cometido un error. Si había algo por lo que quería disculparse formalmente, era por ese incidente.

 

—…De todos modos, tengo que hacer otras cosas, así que no me siga.

 

Pero lo que salió de su boca fue diferente de lo que sentía.

 

—Entendido. Pero me gustaría que te llevaras esto, ya que también es tuyo.

 

Maxim sacó un revólver de su ropa y se lo puso en la mano a Daisy.

Era el revólver que le había regalado en Waldeck.

 

—No tiene un significado especial.

 

Mientras Daisy lo miraba atónita, Maxim sonrió amablemente.

 

—Es para que le dispares si un loco no puede contenerse y te persigue.


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Comments for chapter "Capítulo 183"

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1 Comment

  1. Merry

    Ay ese Máximo, loquito por Daisy!
    Gracias por el capítulo Asure!

    agosto 30, 2025 at 7:56 am
    Responder
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