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Batalla de Divorcio - BATDIV - Capítulo 182

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  4. Capítulo 182
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……. Me quiero acostar.

Todavía me queda trabajo por la noche, pero me siento tan agotada como si el día ya hubiera terminado. Así no puedo hacer nada. Daisy decidió que, por lo menos, iba a tomar una siesta antes de comenzar a preparar el trabajo de la tarde.

 

—Casi me muero esperando.

 

Después de que terminara el almuerzo, que pareció eterno, Daisy, que apenas había logrado salir de la habitación de Maxim, fue agarrada por las dos sirvientas que la esperaban en la puerta.

 

—¿Por qué te demoraste tanto?

—¿Qué pasa, Isabelle? ¿Cuál es la relación de ustedes dos?

 

Sentía que todo lo que había comido se le iba a devolver.

Aunque sabía que no la dejarían en paz, nunca se imaginó que la atraparían apenas saliera. Daisy desvió la mirada rápidamente.

 

—¿No vienen a recoger los platos? Entren deprisa. El invitado de honor se va a enojar.

—No cambies de tema y habla ya. ¿Crees que nos importan los platos?

—Nos morimos de la curiosidad, ¿crees que te vamos a dejar escapar tan fácil? ¿Eh? Por cierto, ¿tú eres de Antica, no?

 

Las dos tenían los ojos brillantes, como reporteras que acaban de encontrar una primicia. Le bloquearon el paso para que Daisy no pudiera escapar.

Así que a los demás también les parecía extraño. Con razón les da curiosidad, si somos del mismo lugar.

¿Qué excusa puedo dar?

Le dolía la cabeza solo de pensar en los chismorreos que tendría que aguantar de esas dos durante las próximas dos semanas.

 

—… ¿Qué relación? No hay ninguna. También es la primera vez que lo veo. Solo vine a trabajar.

—No digas tonterías. Hace unos días, él fue a tu tienda y compró un ramo.

—Dijo que las flores no se debían marchitar. Y que le lleváramos un buen florero. Dijo que durmió con él al lado de su cama, ¿no lo viste en la habitación?

 

Apenas lo negó, su camino de escape se cerró. No tenía cabeza para fijarse en esas cosas.

‘En fin. Qué agudeza tan fastidiosa’

 

—Bueno, eso es verdad. Pero no nos conocemos.

 

Ante el interrogatorio de las sirvientas, Daisy decidió fingir hasta el final, pero ellas seguían mirándola con sospecha.

 

—Antica es muy grande. Además, yo ni siquiera soy noble, no hay forma de que me relacione con una persona tan importante.

 

Daisy intentó dar un argumento más contundente. Las dos sirvientas sopesaron lo que dijo Daisy por un momento y luego se miraron, confundidas.

 

—No, tiene que haber algo. Dijo que se le prestara especial atención a la comida y que se le diera un menú específico.

 

‘Beef steak de cordero con pastel de crema. Era de esperarse’

 

—Y no solo eso. Dijo que no le gustó el jabón y que quería uno con aroma a rosas, ¿no?

—Y no paró de preguntarnos a qué hora vendrías, ¿y tú llegas mientras él está en bata de baño? Seguramente tiene un plan.

—Tienes razón. Creo que fuimos despistadas. Debimos haber venido un poco más tarde.

 

‘…Dijo que era una visita no oficial. Y él se las arregló para dejar pistas por todos lados’

Como Daisy se quedó callada, las dos sirvientas la miraron con malicia y de inmediato hicieron otra suposición.

 

—No sé. ¿Crees que se enamoró a primera vista? Es la forma en la que un hombre se quiere ver bien.

—Sí, te estuvo mirando todo el tiempo, ¿no? Se enamoró cuando viniste a hacer los arreglos la última vez.

—Pobre de ese Phillip. Su esfuerzo será en vano.

 

Daisy agitó las manos con desaprobación.

 

—Ay, no. Él no me miraba a mí, sino a las margaritas. Dice que le gustan tanto que las necesita para cada comida.

 

Intentó excusarse, pero no funcionó con ellas, que ya habían llegado a una conclusión.

Los ojos de las dos sirvientas se entrecerraron.

 

—Oye, di algo que tenga sentido. Ni siquiera miraba las flores, solo te miraba a ti. A nosotras nos dio vergüenza.

—Sí, así es. A nosotras ni siquiera nos miraba a los ojos cuando entrábamos… Un hombre de Antica tan inexpresivo que te mira descaradamente de esa forma ya lo dice todo.

 

Las sirvientas se reían a carcajadas.

‘En fin. ¿De qué sirve una excusa?’

No importa cuánto se esforzara por excusarse o encubrirlo, no podría esconder la mirada de Maxim. La mirada que hasta a ella le resultaba difícil ignorar no se podía ocultar con facilidad.

 

 

 

 

 

 

⋅•⋅⋅•⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅∙∘☽༓☾∘∙•⋅⋅⋅•⋅⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅

 

 

 

 

 

 

Cada domingo por la mañana, la rutina de Daisy era asistir a la iglesia.

Incluso después de dejar Waldeck para ir a un país extranjero, nunca se saltaba una sola misa. Daisy, como de costumbre, se sentó en el tercer asiento desde atrás.

Prefería un asiento discreto en la capilla, y por eso, como si fuera un acuerdo, terminaba sentándose en el mismo lugar cada vez. Solo iba para encontrar paz mental, no estaba interesada en socializar, así que llegaba justo antes de que empezara la misa y se iba apenas terminaba. Hoy no fue la excepción.

‘Uf, casi llego tarde. La próxima vez tendré que salir un poco más temprano’

Parecía que había calculado mal el tiempo desde Montardi. Tan pronto como Daisy se sentó, el sacerdote subió al púlpito con la Biblia en la mano.

 

—¿Tuvieron una buena semana de paz?

—…No.

 

‘Fue una semana con muchas palabras y muchos problemas’

Daisy suspiró, respondiendo en su mente a la pregunta del sacerdote.

Pensó que por fin iba a tener una vida tranquila.

Pero la semana pasada fue una tormenta, gracias a la aparición de su exmarido, o mejor dicho, el esposo del que aún no se había divorciado.

Gracias a que le exigió que respetara su privacidad, al menos pudo asistir a la misa.

 

—Hoy también veo una cara nueva. ¡Bienvenido!

 

La capilla era pequeña, y las personas que asistían a la misa cada semana eran casi siempre las mismas.

‘¿Alguien nuevo?’

La mirada de Daisy se dirigió de forma natural hacia donde todos los demás estaban mirando.

Y allí vio a una persona increíble.

La persona que menos encajaba en una capilla estaba allí.

Era Maxim von Waldeck.

‘¡Ay, no…!’

Daisy bajó la cabeza rápidamente para evitar el contacto visual.

‘¿Por qué me escondo? No hice nada malo. No hay necesidad de eso’

Sintió vergüenza de su acción, que fue más bien un hábito.

‘Pero, espera… ¿Por qué está él aquí en primer lugar…?’

Daisy recordaba claramente lo que Maxim le había dicho cuando discutían sobre sus opiniones sobre Dios durante el pícnic.

 

—No creo en Dios. Nunca sentí que ese tipo estuviera de mi lado.

 

Él estaba lleno de una desconfianza sin límites.

 

—Bueno, no importa. No lo necesito, y él tampoco me necesita a mí.

 

No dudó en cometer blasfemias frente a su devota esposa.

Y no solo eso.

 

—Mierda, Dios.

 

Si pensaba en su vulgar forma de hablar con exclamaciones profanas mientras la besaba…

 

—Gracias por la comida que nos das hoy.

 

Y después, si pensaba en lo que él había considerado su “comida” en el mantel, no era nada más que un escándalo.

 

—No me atrevería a usar a mi bella y sagrada esposa, Daisy von Waldeck, como objeto de mi oración antes de comer.

 

Aunque luego se había disculpado…

 

—…Aunque, uf, tiene los labios dulces y una parte de abajo que desborda leche y miel.

 

‘¡Qué hombre tan loco! Realmente es un loco’

Era incorregible, después de su disculpa, inmediatamente blasfemó.

Que una persona que encaja más con el infierno que con el cielo y con el diablo más que con un ángel estuviera aquí era increíble.

‘Uf……’

Solo con que Maxim estuviera allí, su cara se puso roja como si hubieran descubierto su secreto.

Se sintió tan culpable por el solo hecho de pensarlo que sintió la necesidad de hacer una oración de arrepentimiento de inmediato. Sentía que se iba a volver loca, así que agarró su rosario y juntó sus manos.

 

—En señal de bienvenida al nuevo miembro, pido un aplauso para él.

 

¡Clap, Clap, Clap!

 

Cuando el sacerdote lo animó, los feligreses reunidos en la capilla empezaron a aplaudir fervientemente a Maxim.

‘¿Por qué aplauden de repente? ¡Cuando yo vine, no hacían esto!’

Le gustaba que, a pesar de ser pequeña, nadie la miraba.

Nunca pensó que este lugar fuera tan amable y cálido.

Dejando eso de lado. Dijo que era una visita no oficial, ¿no está bien que atraiga tanta atención sin un guardia? ¿No es el rey de un país?

Los feligreses de Marselye eran tan ingenuos que no tenían ni idea de que el nuevo feligrés de hoy era el rey de Antica. Le vino un dolor de cabeza.

De repente, para corresponder a la bienvenida, Maxim hizo un ligero gesto con la cabeza, mirando a su alrededor, y se encontró con la mirada de Daisy.

Él movió los labios sin emitir ningún sonido, dirigiéndose a ella.

 

—…¿Llegaste, Izzy?

 

Maxim la saludó. Como si fuera obvio que se encontrarían allí.

‘¿Por qué?’

‘¿Por qué?’

Él preguntó, agregando la pregunta.

 

—Clap.

 

‘¿De qué diablos está hablando?’

Daisy frunció el ceño, ya que no entendía lo que decía.

Él aplaudió suavemente y ladeó la cabeza.

 

—¿Por qué… no aplaudes?

 

‘¿Por qué no aplaudes…?’

Al mismo tiempo, al ver sus ojos en forma de media luna, Daisy sintió que su mente se iba a la deriva.

‘¡¿Y por qué demonios tendría que aplaudir?!’

Daisy bajó la cabeza, fingiendo no conocerlo, para que la gente no se diera cuenta de su relación con Maxim.


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Comments for chapter "Capítulo 182"

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1 Comment

  1. Merry

    Jajaja todos se dan cuenta como quiera xD
    Gracias por el capítulo Asure 🙂

    agosto 27, 2025 at 4:45 am
    Responder
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