Batalla de Divorcio - BATDIV - Capítulo 173
¡BOOM!
El dueño de Waldeck derribó la puerta de la recámara de la Anterior Gran Duquesa sin siquiera tocar.
PUM, PUM, PUM.
Los pasos imprudentes resonaron fuertemente en el piso.
Claro que está desesperado. Olivia von Waldeck, que se estaba arreglando frente a un espejo, echó un vistazo al rufián reflejado y volvió a concentrarse en sí misma.
—¿Te olvidaste de tocar? Siempre me doy cuenta, pero qué genio tan impaciente tienes.
—¿Y ahora me viene con esas tonterías?
Su tono exasperado dejaba claro que ya se había dado cuenta.
Olivia von Waldeck recibió los aretes de zafiro de la jefa de las sirvientas, Karen, y mientras se ponía uno en el lóbulo de la oreja derecha, dijo:
—Hay gente aquí. Baja la voz. Todavía no estoy sorda.
—Todas, salgan.
A la orden de Maxim, las sirvientas que ayudaban a Olivia con sus arreglos salieron de la habitación de forma sincronizada. Cuando solo los dos Waldeck quedaron, el ambiente se volvió aún más pesado que cuando los empleados estaban presentes.
—¿Dónde está Izzy?
—¿Y por qué me lo preguntas a mí?
El Anterior Gran Duquesa respondió con indiferencia cuando él se fue directo al punto, sin rodeos.
—Sé que es cosa de usted, tía. Le convendría decírmelo amablemente mientras actúo como un caballero.
—Mmm.
Cuando la Anterior Gran Duquesa resopló, Maxim sacó un revólver y la apuntó.
—Dígame dónde la ha escondido.
Olivia von Waldeck se dio la vuelta y miró a Maxim von Waldeck, de frente a la boca de la pistola que apuntaba a su nuca.
Aun así, a pesar de que el cañón del arma apuntaba justo al centro de su frente, no había rastro de miedo en sus ojos azules.
—¿Me vas a disparar?
—No es que no pueda.
—Claro. He vivido demasiado. Seguro tienes mucho que hacer. Apúrame, dispara y vete.
CLICK.
Con el sonido del tambor de la pistola girando, Olivia von Waldeck se burló una vez más.
—Mi paciencia no es infinita. Dígamelo ahora.
—Cláusula 5, Maxim von Waldeck, prohibido cometer parricidio contra la tía.
—Me parece que usted cree que todavía me importa algo. No se confunda.
—Sé perfectamente que no te importa nada. Por eso no puedes disparar. No hasta que averigües dónde está Daisy.
Olivia von Waldeck volvió a mirarse en el espejo como si nada. Y se puso en el lóbulo de la oreja izquierda el mismo arete de zafiro que en el de la derecha.
—Le estoy dando una oportunidad por respeto. Porque si lo averiguo por mi cuenta, usted no saldrá ilesa.
—Y aun así no podrás dispararme. Aunque no fuera por el contrato, a Hermana Sofia, a Reilly, a Daisy le encantaría eso.
—¡…Tía!
—Te dije que bajaras la voz. ¿Cómo te atreves a ser tan descarado conmigo?
La Anterior Gran Duquesa entrecerró los ojos con agudeza, y sus miradas se encontraron de nuevo. A pesar de que no se miraban directamente, sino a través del reflejo del espejo, la tensión se sentía en el aire.
—Hablas como si la hubiera secuestrado y escondido. Maxim, yo no soy como tú.
Ella puso un límite con esas palabras.
Fueron unas palabras que señalaban directamente los errores que su sobrino había cometido a lo largo del tiempo.
—Dígame dónde está.
—Yo tampoco lo sé. No sé adónde se fue. Solo la ayudé a escapar de este lugar. ¿Cómo podría saber qué pasó después?
—……
—No es una niña. Ya es una adulta, y seguro siguió su propio camino.
Sin importarle la ferocidad de su sobrino, Olivia von Waldeck, ya completamente arreglada, abrió el cajón de una consola. Sacó un sobre y se lo entregó a Maxim.
—Ah, por cierto, Daisy me pidió que te entregara esto.
Los ojos de Maxim brillaron por un instante. Rápidamente bajó el arma y sin dudarlo, revisó el contenido del sobre.
[Para Max]
Lo primero que encontró fue una carta de Daisy von Waldeck, escrita con una letra redondeada y marcada.
[Lo que tiene que pasar, al final, pasa. Es inevitable. Como un desastre natural]
El inicio era idéntico a las palabras que estaban escritas en el diario de Izzy en su primera vida.
La carta era tranquila y breve.
[Hubo un tiempo en que te resentía, pero en las circunstancias pasadas, sé que no pudiste evitarlo. Me duele, pero no te guardo rencor]
[Así que, por favor, entiende por qué no puedo evitar hacer esto]
No había odio ni resentimiento. Tampoco tristeza o ira.
[Ya han pasado cien días de nuestro matrimonio. Aunque un poco tarde, creo que ha llegado el momento de decidir]
[Divorciémonos, Max]
Fue un punto final claro a cien días de matrimonio.
[Desde que era una niña, siempre viví la vida de otros.
Easy, también Daisy von Waldeck.
Siempre hubo mentiras de por medio, eso me hizo muy infeliz.
Aunque el corazón sea real, al final, no puede ser más que una farsa]
[Lamento haberte engañado. Y también a mí misma.
Durante un tiempo, lo pensé mucho. De hecho, todavía no estoy segura de si esta es la decisión correcta. También tengo miedo. Aun así, voy a intentar ir por el camino que he decidido.
De ahora en adelante, quiero vivir la vida que realmente quiero]
[No te culpes. Por favor, piensa que esto también era algo que iba a pasar tarde o temprano]
Cuando llegó a la última línea, Maxim se quedó atónito, como si le hubieran golpeado en la cabeza.
[Max, puedo vivir sin Reilly.
Así que tú… vive también sin mí. Porque no puedo matarte… así que, por favor, vive.]
[Finalizando mi matrimonio contigo.
Tu ex esposa, Daisy]
En la parte de atrás, había papeles de divorcio.
[DAISY VON WALDECK]
En la línea de la firma, el nombre de Daisy von Waldeck estaba claramente escrito.
Solo la línea de firma de Maxim von Waldeck estaba vacía.
—¿Cómo puede ser esto…?
Maxim apretó el fajo de papeles con fuerza.
—…Esto no tiene sentido.
No quería aceptar el reporte.
Sabía que esa era la verdadera intención de Izzy, pero no quería quedarse solo.
Izzy, ¿cómo… voy a vivir sin ti?
Esto no tiene sentido.
—¿Por qué… no la detuvo? Usted también quería a Izzy… como a una hija.
La voz de Maxim temblaba.
—¿Todo fue una farsa? ¿Ahora que tiene el trono cerca, prefiere que me case con alguien de una familia mejor?
Con los ojos enrojecidos, Maxim alzó la voz, con la mano que sostenía los papeles temblando sin control.
Su aspecto era bastante agitado, pero al mismo tiempo, parecía estar a punto de derrumbarse.
Era lamentable que ese tipo descarado, que no le temía a nada, estuviera así. La Anterior Gran Duquesa, recuperando la compostura, respondió con amargura.
—…No, aun si fuera así, ¿tú me habrías escuchado? Tú, que no te doblegaste ni ante Su Majestad la Reina.
—Entonces, ¿por qué…?
—Tú ya dijiste la razón. Por eso lo hice. También me hizo pensar en mi hija.
Su tía sonrió levemente a Maxim, que seguía murmurando con la mirada perdida, sin comprender todavía lo que había pasado.
—Max, hijo. Cuando algo es precioso, no puedes intentar retenerlo. Eso es tu propia arrogancia, tu ego. Es un deseo vano querer que una flor que arrancaste y plantaste vuelva a florecer.
Claro que lo sabía. Sabía que tener a Izzy era su puro egoísmo.
Pero… aun sabiendo que era un deseo egoísta que no merecía.
Si hubiera podido simplemente dejarla o soltarla, no habría sido egoísmo.
Maldita sea.
En la primera vida, en la segunda, en la tercera… y hasta ahora.
Aunque sabía que su existencia dañaba a Izzy, no podía irse.
Aunque sabía que era perjudicial, no podía soltarla.
Porque era Izzy. Era ella, por eso… era un amor por el que no le importaría arriesgar su vida, dispararse en la cabeza con su propia mano o arrojarse por un acantilado.
Podía hacer cualquier cosa para tenerla.
No le importaría venderle su alma al diablo, ni cuántas personas tuviera que matar, ni lo canalla que pudiera volverse por eso.
Y justo cuando creyó que por fin la había tenido.
¿Por qué… ahora?
¿Por qué…?
—La envió la Reina en persona. Sal. Vamos a pintar retratos. Tú y yo, los dos somos los Waldeck ahora.
—……
—Daisy ya no es una Waldeck. Ella misma lo decidió. Así que, tú también, respeta su decisión.
Olivia von Waldeck le dio unas palmaditas en el hombro a Maxim a modo de aliento y salió de la habitación.
El trono, el poder… eran solo un caparazón.
Sin Izzy, no servían de nada. Eran solo una cerca que había construido para Izzy, así que sin ella, todo se volvía inútil.
De repente, perdió el rumbo. Maxim se agitó como un niño perdido.
Tengo que encontrar a Izzy. Tengo que traerla de vuelta a mi lado de inmediato. Ya casi lo tenía. Ya estaba tan cerca que no podía dejarla ir así de forma tan vana.
Sí, probablemente no se había ido muy lejos.
Si ahora mismo buscaba por todo el país, y la encontraba… y la traía a mi lado…
No había tiempo para quedarse aturdido.
Tenía que recuperar a Daisy von Waldeck.
Por un tiempo, Maxim buscó a su esposa como un loco.
Poco después, encontró el nombre de ‘Daisy Thérèse’ en la lista de pasajeros de un crucero con destino a Iamagña.
Buscó exhaustivamente, tanto en la ruta hacia ese lugar como en el almacén del crucero, pero no encontró rastro de Daisy.
Izzy se había esfumado. De forma tan perfecta, como si nunca hubiera existido.
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Merry
Ay noooooo 😭😭😭😭😭
No pensé que pasaría esto
Gracias por el capítulo Asure!