Batalla de Divorcio - BATDIV - Capítulo 171
—Es que si no lo hago, te vas a ir. No me importa lo de Reilly, pero… yo sin ti no puedo… vivir. Tú… cuando me miras, ¿por qué…?
Maxim se veía tan miserable que era difícil creer que hacía un momento había actuado de forma tan violenta.
Su figura se volvía borrosa por las lágrimas que no paraban de brotar. Su visión parpadeaba de forma precaria, como si fuera a desvanecerse en cualquier momento.
—…Está bien, ¿cómo podría ganarte? Con solo verte llorar, mi cuerpo se congela y no puedo hacer nada, simplemente me vuelvo loco.
—Hip, hip…
Con la punta de sus dedos temblorosos, Maxim limpió las lágrimas de los ojos mojados de Daisy.
—Te dejaré ir. Pero con una condición.
Sacó un revólver de debajo de la almohada y se lo entregó a Daisy.
Era el revólver que él mismo le había regalado.
Maxim le había puesto esa arma en la mano el día que se encaprichó con ella y también el día que fueron de pícnic juntos.
Y, al igual que ese día, la miró a los ojos y le dijo:
—Soy un tonto que no puede dejarte ir, así que mejor mátame tú y vete.
Dispárame con tus propias manos. Mi deseo es morir por tus manos.
Así que… no era una broma.
La mano de Daisy, que sostenía el arma, se apretó.
Dispararle en la cabeza al hombre que tenía delante no era difícil.
Solo tenía que apretar el gatillo. Era una tarea sencilla que incluso un niño podía hacer.
No, si se lo proponía… incluso sin el arma, podría haberle quitado la vida en cualquier momento.
Era algo que había estado haciendo desde hace tiempo, y aunque ella no lo sabía, había sido enviada para cumplir esa misión. Si desde el principio hubiera matado a Maxim por órdenes de la organización, todo habría terminado de forma sencilla.
Pero no pudo hacer esa simple tarea.
—No puede ser… Yo a tí… ¿cómo podría?
Y por eso… nos complicamos de esta manera.
—A mí… ¿cómo se atreve, hip, a pedirme una cosa así? Sabiendo todo, hip, hip… es demasiado… demasiado cruel.
Daisy sollozó como respuesta. Empezó a llorar, con ruidos que parecían ahogarla.
Tuk.
Al perder la fuerza en la mano, el revólver cayó sobre la cama. Maxim se apartó, se arrodilló y, como si estuviera suplicando, hundió su rostro en el pecho de Daisy.
—Perdóname. Por hacerte llorar siempre… soy un hombre despreciable.
—Hip, hip.
—Cuando estoy quieto siento que me vuelvo loco. Estoy angustiado. Demasiado ansioso. Así que, por favor… déjame hacer algo por ti.
Él suplicó y rogó de nuevo.
La parte delantera de su camisa se empapó de lágrimas. El pecho de ella, lleno de odio y resentimiento, se sentía ardiendo.
—Todo es mi culpa… Que a Reilly le pasara eso, que te hiciera querer morir así… todo es mi culpa. Puedes odiarme, puedes detestarme, pero no me dejes. No mueras.
Maxim repitió las mismas palabras que había gritado con furia hace un momento.
Lo que ahora se mezclaba con su llanto no era una amenaza, sino un grito desesperado y una súplica.
Sus ojos llorosos lo miraban, pero parecían perdidos. Se veía inestable, como alguien consumido por la ansiedad.
—Daisy, si aguantas un poco más, todo terminará. Lamento pedirte que soportes este infierno tú sola. Te lo compensaré con toda mi vida. Y haré que Reilly vuelva. Por favor… no digas que te quieres morir.
¿Habría un final para este infierno sin fondo? Si terminaba, ¿podríamos ser felices?
¿Podría volver Reilly?
Cuando vio a Reilly desaparecer bajo el agua en el lago donde había ido de pícnic con Maxim, no pudo hacer nada para ayudarlo.
En este castillo que hemos construido sobre una mentira, ¿volverá Reilly, con los ojos cerrados a la verdad?
No lo sé, no lo sé. En este momento, todo parecía lejano.
Daisy solo pudo abrazar a Maxim y dejar que las lágrimas cayeran.
⋅•⋅⋅•⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅∙∘☽༓☾∘∙•⋅⋅⋅•⋅⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅
Maxim no regresó a casa después de aquello. Al leer el periódico, parecía que la situación con Maxim estaba llegando a su fin. La verdad era que la frase de «si aguantas un poco más, todo terminará» no parecía ser una mentira.
Pero, ¿está bien? ¿Está bien regresar como si nada hubiera pasado? Aunque todavía no podía responder, tampoco había otra alternativa.
Después de la violenta confrontación con Maxim, Daisy comenzó a comer de nuevo.
Aunque no tenía apetito, se obligaba a comer incluso el postre. Aunque no podía conciliar el sueño, cerraba los ojos con fuerza. No era porque algo se hubiera resuelto.
Claro, las palabras de consuelo de su tía ayudaron.
‘Si la mamá está muy triste, el bebé no puede volver’
Aunque no creía del todo en esas palabras, pensó que ya había hecho lo suficiente. Por el bien de Reilly, que se fue primero, nada cambiaría si ella seguía llorando y sufriendo.
No quería seguir postrada, sin fuerzas, preocupando a los demás. Estaba completamente harta. Eso era todo.
Después de levantarse, Daisy pasaba tiempo con su tía lo más seguido posible. La tía también disfrutaba de los momentos a solas con su nuera.
Aprendían a bordar juntas, leían la Biblia y rezaban con devoción.
El contenido de sus oraciones era siempre el mismo.
Las palabras que la Hermana Sofía le había escrito en una carta.
[¿Qué clase de persona crees que eres, Daisy? Yo pienso que eso es lo más importante de todo]
¿Quién soy? ¿Qué clase de persona quiero ser?
[Ora y reflexiona para encontrar la respuesta. No hay una respuesta correcta. La respuesta que tú decidas será la correcta]
Aunque no había una respuesta correcta, decidir una requería una firme resolución de su parte.
Bajo la organización, ella había sido «Easy», un nombre clave, y había asesinado a personas importantes según su misión.
Bajo Maxim, se había convertido en Daisy von Baldeck y, por un corto tiempo, había mantenido un matrimonio con él, actuando como gran duquesa.
Entonces… ¿»Daisy»?
¿Podrá volver a ser Daisy?
—Daisy.
Daisy, que rezaba con fervor con las manos juntas, abrió los ojos al escuchar la voz de su tía.
—¿Sí?
—¿Qué estás rezando con tanta devoción?
—Es un secreto.
—Ay, no seas así, dímelo solo a mí.
Cuando la anterior gran duquesa la interrogó, Daisy sonrió levemente y respondió:
—Si usted me dice primero qué rezó.
—Yo solo… pedí que las cosas volvieran a ser como antes.
—¿Como antes? ¿Cuándo? ¿Se refiere a cuando era joven?
—No.
¿A qué se refiere? Daisy abrió mucho los ojos, y la anterior gran duquesa la miró y respondió:
—¿Recuerdas cuando te regañaba por comer tanto?
—…Bueno, es cierto que comía mucho.
—¿Y recuerdas que me respondías cada vez que te regañaba?
Eso fue antes de que Maxim regresara.
Para ser honesta, en ese momento, pensaba que era solo una misión, así que no le ponía sentimiento a los regaños. Y además, no pensaba que se acercaría tanto a su tía como lo estaba ahora.
—Fui un poco maleducada, lo siento.
—No. A nadie le gusta que lo regañen por comer. Yo también estaba ansiosa y me desquitaba contigo sin razón.
Ah, estaba ansiosa. Había escuchado que ella siempre oraba para que Maxim regresara a salvo.
También fue en ese momento que la tía la obligó a poner el retrato de su esposo al lado de la cama para que regresara a salvo.
—Pero ahora que lo pienso, creo que ese fue el momento en que más vitalidad tenías.
—¿Yo tenía vitalidad?
—Claro. Ahora, estás tan… ¿melancólica? En fin, tan callada que hasta me da pena. Debe ser por culpa de ese Maxim.
No estaba equivocada. Daisy asintió en silencio.
—Claro, ¿quién puede lidiar con ese tipo? Solo tú, Daisy, podrías haber aguantado tanto. Si hubieras sido una mujer común y corriente, ni soñando. Viéndolo así, ustedes dos están hechos el uno para el otro. Ahora, de repente, ¡lo del búnker! Ahora que lo pienso, casi me da un síncope.
La tía movió la cabeza de un lado a otro como si estuviera exasperada.
¿Hechos el uno para el otro?
Desde el principio hasta ahora, siempre había pensado que éramos un mal destino, que no debíamos habernos conocido, o al menos no habernos enamorado.
Así que así se veía desde los ojos de su tía. Le pareció algo increíble.
—Usted dijo que nos divorciáramos en ese entonces.
—Ay, niña. ¿Todavía te acuerdas de eso? Debió haberte dolido mucho.
—No, no es eso… Pensé que tal vez el divorcio era lo correcto.
Daisy bajó las pestañas y continuó:
—Todavía no creo que sea la persona adecuada para Maxim. Por eso, Reilly…
—Quedamos en que no te culparías por lo de Reilly.
—Tú me preguntaste por qué estaba rezando con tanto ahínco. Y la verdad es que… no sé qué clase de persona soy. Ni lo que me haría feliz.
Daisy continuó con voz melancólica.
—Hay una cosa que tengo clara. Y es que en este momento no soy feliz. Amo a Maxim, pero… no soy feliz. O tal vez, he cometido demasiados pecados como para merecer ser feliz.
—Daisy, hija. La Biblia dice que no hay nadie en este mundo que no merezca ser feliz. Incluso si la persona ha cometido un pecado mortal, es lo mismo.
Daisy no respondió, así que la tía se quedó en silencio un momento antes de hablar de nuevo.
—Daisy, hija. No importa cuánto te mire, te pareces mucho a mi hija.
—¿Yo?
—Sí, ella también siempre quiso vivir siendo ella misma y ser feliz. Yo siempre la regañaba diciéndole que no dijera tonterías. Y por eso te odié tanto, porque te parecías a ella, y también por eso te tengo tanto cariño.
Daisy había escuchado antes que la tía había perdido a una hija.
Había sido una chica muy traviesa que siempre hacía lo que quería.
Rechazó un matrimonio arreglado, huyó con un hombre que la familia no aceptaba y murió en un accidente. Cuando la tía hablaba de su hija, las arrugas alrededor de sus ojos se veían más tristes.
Hoy era igual.
—¿Sabes qué es lo que más me arrepiento?
Madara Info
Madara stands as a beacon for those desiring to craft a captivating online comic and manga reading platform on WordPress
For custom work request, please send email to wpstylish(at)gmail(dot)com
Merry
🥺🥺🥺🥺
Que capítulos tan tristes los últimos, que a Daisy se recupere y se dé cuenta de todo 🤭
Gracias por el capítulo Asure!
Connie Aranda
Esta historia me gusta muchísimo, risas, llantos, tiene de todo! Gracias asure