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Batalla de Divorcio - BATDIV - Capítulo 165

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  4. Capítulo 165
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Novel Info

Al abrir la puerta y entrar, Daisy seguía dormida.

‘Como siempre’

Su costumbre de acurrucarse en una esquina de la cama, por más grande que fuera, no había cambiado.

Una sonrisa se dibujó en su rostro al ver la pequeña espalda encorvada.

Aunque le partía el corazón ver que siempre dejaba el espacio de su esposo vacío, incluso cuando estaba sola, Maxim no podía evitar encontrarlo adorable.

 

—Ya llegué a casa, Daisy.

 

Maxim besó suavemente la mejilla de Daisy. Ella respiraba tranquila y uniformemente, como si estuviera cansada. Aunque le hubiera gustado despertarla y molestarla, decidió no hacerlo.

‘Ya la acorralé una vez, lo mejor será dejarla tranquila por un tiempo’

A pesar de estar ocupado con una operación, se hizo un tiempo para ver cómo estaba Daisy, ya que le preocupaba.

No le bastaba con los informes, sentía que no estaría tranquilo hasta que la viera con sus propios ojos.

Le preocupaba especialmente que Daisy, a quien le encantaba comer, hubiera estado rechazando la comida.

 

—Incluso la monja arriesgó su vida. ¿Comiste algo hoy?

 

Maxim echó un vistazo al plato sobre la mesa.

No había tocado nada más, pero el plato de pastel estaba vacío.

Robert, el encargado de los postres, siempre cumplía con su deber. Mientras que Matthew, el encargado del plato principal, seguía con un desempeño terrible.

 

—Tendré que salvar a Robert y matar a Matthew.

 

Maxim murmuró para sí mismo y encontró una pequeña nota a su lado.

 

[Los otros platos me revuelven un poco el estómago…

Por eso no pude comer. – Daisy -]

 

La letra redonda era, sin duda, la de Daisy.

 

[Posdata. No es culpa de la comida]

 

Al ver la nota que había dejado en letra pequeña, como si le preocupara algo, Maxim no pudo evitar reírse.

 

[A mí me gustaría comer. Pero parece que Reilly es muy quisquillosa.

Por favor, no regañes a Matthew.

El French rack de Matthew es lo mejor]

 

‘Dice que a Reilly le da asco la comida, pero si le pones pastel, se lo devora’

La tierna excusa de Daisy hizo que Maxim decidiera darle otra oportunidad a Matthew.

‘Si Daisy lo desea, no es difícil’

Sabiendo que ella comería bien si era para salvar a Matthew, pensó que había sido una buena idea amenazarla.

‘Tendré que pedirle que prepare un French rack. Ya que se tomó la molestia de escribirlo, supongo que a Reilly le gustaría comerlo’

Maxim se rio entre dientes mientras pensaba eso.

 

—… Qué tierna. Muy bien, Daisy.

 

Maxim murmuró sin parar, sin importarle si Daisy, que estaba dormida, lo escuchaba o no.

‘Qué tierna. Me muero de amor. Por eso no puedo evitar enloquecer y hacer locuras’

Quería abrazarla, morderla y besarla, pero hoy había regresado cubierto de sangre de la calle.

Sintió que solo podría tocar tranquilamente a su amada esposa e hijo después de limpiarse por completo los rastros del exterior.

 

—Ahora regreso, voy a bañarme.

 

Maxim untó con el dedo la crema batida que quedaba en el plato y se la metió en la boca. Se desvistió mientras saboreaba la suave crema en su boca.

 

—¿Tendré que usar crema batida para algo más? Si no quiero que nuestra reina me vuelva a odiar.

 

Maxim murmuró un chiste sin gracia y entró al baño. Daisy, que estaba acurrucada, abrió lentamente los ojos.

 

 

 

 

 

 

⋅•⋅⋅•⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅∙∘☽༓☾∘∙•⋅⋅⋅•⋅⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅

 

 

 

 

 

 

Salvo del baño, Maxim solo vestía una bata de ducha, como de costumbre.

Se acurrucó detrás de Daisy, que seguía de espaldas, y exhaló un suspiro de alivio.

Tal vez porque usaban el mismo jabón, el cuerpo de Maxim también olía a jabón. Era su habitual jabón con aroma a rosas.

 

—Me encanta, el olor de Daisy.

 

Pero para él, era como si su esposa tuviera algo especial.

Él inhaló el aroma de su cuerpo, lamiendo la parte posterior de su cuello.

Un aliento suave le hizo cosquillas en la nuca, Daisy, que tenía los ojos cerrados, se estremeció y se encogió.

 

—Lo siento, pero te voy a molestar un poco.

 

Maxim susurró suavemente mientras le besaba la nuca y la oreja.

 

—Duerme. Te cantaré una canción.

 

‘¿Será una canción de cuna?’

De todos modos, no podía moverse debido a sus brazos que la sujetaban firmemente como cuerdas. Daisy cerró los ojos lentamente, sin decir una palabra.

 

—Hoy también me envió un ramo de rosas muy bonitas.

 

Maxim tarareó una canción que le resultaba familiar.

‘¿Dónde habré oído esta canción?’

No sabía cuándo, pero era una canción que conocía desde la infancia.

 

—Me embriagué con su aroma y soñé por un momento. Un sueño muy dulce.

 

Con la voz grave que resonaba en sus oídos y el aroma a rosas que llegaba a su nariz, Daisy se sentía aturdida a pesar de tener los ojos cerrados.

‘La semana que viene, este dulce sueño también se derrumbará. Porque todas las flores se marchitan. Él me dijo: ‘No estés triste. La semana que viene te enviaré más’. No hagas promesas. Te estoy esperando. Así que no hagas ninguna promesa. Simplemente quédate en silencio a mi lado’

Por dentro, estaba cantando la letra en su mente mientras escuchaba su canción en silencio.

La canción se detuvo de repente, justo antes del último verso.

‘… ¿Qué era? Seguro que había más’

Daisy sintió una ansiedad innecesaria al tratar de recordar esa memoria vaga.

Maxim se detuvo un momento antes de cantar el último verso.

 

—… No, en lugar de flores, solo dime que me amas.

 

‘Cierto’

Esta canción… no era una canción de cuna, era una canción de amor.

 

—Te amo.

 

La voz dulce que se dispersaba en su oído.

 

—Te amo, Daisy.

 

Maxim susurró repetidamente, como una persona que siente sed.

 

—Te amo. Estoy tan loco por ti… que quiero morir a tus manos.

 

Incluso en el último picnic al que fueron, él le había dicho que su deseo era morir a sus manos.

Era el mismo hombre que, el primer día que durmieron en la misma cama, le había puesto su revólver en la mano para que le disparara en cualquier momento.

Daisy no podía entender el significado de esas palabras. Probablemente nunca lo entendería.

 

—… Te amo.

 

Susurraba la palabra «te amo» como si la estuviera lavando el cerebro.

Esa desesperación la afectó tanto…

que sentía que se iba a ahogar.

 

—Daisy también conoce esta canción.

 

Maxim habló como si estuviera leyendo sus pensamientos.

 

—En realidad, yo te enseñé esta canción. Aunque no te acuerdes de mí… te acordarás de la canción. Porque así fue la primera vez.

 

Murmuraba palabras incomprensibles mientras se pegaba más a ella.

 

—La primera vez, la siguiente, y la siguiente… tú conocías esta canción. Así que, incluso ahora… la recordarás.

 

Claro que la recordaba.

No sabía cómo Maxim lo sabía, ni tampoco el significado de que él se la hubiera enseñado… Lo único que recordaba era la canción.

 

—Está bien si no te acuerdas de mí. Porque yo me acuerdo de ti.

 

Daisy, conteniendo la respiración, solo escuchaba lo que Maxim susurraba.

 

—Haa… No puedo vivir sin ti, Daisy. No tiene por qué ser por mí. Puede ser por Reilly, o por la monja, en realidad, no me importa por qué. Solo vive. Por favor, vive, Daisy.

 

¿Por qué intenta salvarla de forma tan ciega?

¿Por qué tanto…?

 

—Si mueres, yo moriré contigo. Así que si quieres morir… el método es simple. Primero mátame a mí. Dispara, apuñala mi cuello… el método que prefieras está bien.

 

Las cosas se habían vuelto así porque no podía matar a Maxim von Waldeck.

Pero tampoco podría matarlo en el futuro.

Maxim repetía sus palabras como si lo supiera.

 

—Sé que te sientes ahogada. Pero este es el lugar más seguro, así que solo aguanta un poco. Si te portas bien, pronto todo volverá a su lugar.

 

‘¿Qué es el ‘lugar’? No, ¿existe siquiera ese ‘lugar’?’

En el lugar al que Daisy regresaría después de que todo se resolviera, no había verdad.

 

—Yo haré que sea así, así que confía en mí y aguanta un poco. Siempre cumplo mis promesas.

 

Ella lo sabía. Sabía que era un hombre que siempre cumplía sus promesas.

Y por eso se sentía aún más devastada.

 

 

 

 

 

 

⋅•⋅⋅•⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅∙∘☽༓☾∘∙•⋅⋅⋅•⋅⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅

 

 

 

 

 

 

El tiempo transcurría. Quizás había pasado una hora.

Maxim no se quedó mucho tiempo. Se levantó de la cama, miró la hora en su reloj y se vistió.

Solo se había bañado y la había abrazado. El tiempo que pasaban juntos era tan valioso que ni siquiera pudo cerrar los ojos por un momento.

 

—… Max.

 

Daisy lo llamó con la voz un poco ronca. Maxim se rió entre dientes.

 

—Sabía que no estabas dormida.

 

Maxim, ya vestido con su uniforme, se sentó de nuevo en la cama y le acarició la cabeza a Daisy.

 

—Entonces, también escuchaste todos mis murmullos.

 

¡Tsk! Él la besó.

 

—Te amo, Daisy. Lo terminaré pronto, así que solo tienes que aguantar un poco más.

 

Maxim, sabiendo que ella ya había oído todo, lo repitió como si quisiera enfatizarlo una vez más.

Aparentemente no le importó que Daisy no respondiera.

 

—Max, ¿la monja… también está aquí?

—¿Es tan importante para ti?

 

Daisy asintió lentamente.

 

—… Sí, me preocupa. Por mi culpa… ella se vio envuelta en esto sin tener ninguna culpa. Por eso…

—Mmm.

 

Pareció meditar por un momento, luego sacó algo de su bolsillo y se lo entregó.

Era una pequeña bolsa de papel.

 

—Es un regalo. Te lo doy porque te comiste el pastel.

—… ¿Qué es esto?

—Léelo. Espero que te dé ánimos.

 

Maxim le dio otro beso rápido en los labios que se movían de Daisy, luego se agachó y la besó en el bajo vientre.

 

—Reilly, papá ya se va. Cuida bien a mamá.

 

Después de que Maxim se fue, Daisy sacó con cuidado el contenido del sobre.

 

[Para Daisy]

 

Era una carta de la monja.

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Comments for chapter "Capítulo 165"

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1 Comment

  1. Merry

    Iiiiiiiiii obsesión, me encanta Maxim la ama jajaja
    Gracias por el capítulo Asure

    agosto 5, 2025 at 12:40 pm
    Responder
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