Batalla de Divorcio - BATDIV - Capítulo 147
—……
Solo entonces, dándose cuenta de la situación en la que se encontraba, Isabel se quedó muda y paralizada por un momento.
Entró por su propio pie, así que no había razón para tener consideración alguna.
—¿Eh? ¿Cómo se desata?
Maxim insistió deliberadamente con más tenacidad.
—Es… es que no sé cómo……. yo sola……
Una respuesta algo descuidada que lo hizo reír, casi desmoronándose de asombro.
—¿Tú sola?
—Es que… no sé bien cómo explicarlo.
—Te arrepentirás si no me lo explicas.
Si supiera lo que él iba a hacer, no tendría esa osadía.
Sin saber si era consciente de la situación en la que estaba a punto de meterse, Isabel desvió la mirada y negó con la cabeza.
—Bien. Claramente lo dijiste con tu propia boca. Que lo hiciera yo solo.
La gran mano de Maxim se metió sin rodeos por dentro de su ropa interior. Se sintió cómo la espalda de la mujer se tensaba por reflejo.
—¡Ah…!
La carne blanda y suave se envolvió firmemente en su palma. Estaba tan apretada que los pechos llenaban el espacio sin dejar huecos, dificultándole el movimiento de la mano.
Parecía que la situación de tener su mano dentro de la ropa interior y manosear la carne, era más embarazosa que la de simplemente mostrar sus pechos.
La mujer, que no sabía qué hacer ante la intromisión, gimió suavemente y suplicó:
—No me… me toques tanto, solo quítamela.
—¿Órdenes en esta situación? Qué descortés. ¿Así de desubicada eres normalmente?
—……
Al lanzarle esas palabras con tanta dureza, Isabel pareció sentirse injustamente tratada y sus ojos se le llenaron de lágrimas.
—Parece que eres muy popular y no te importa nada. Los otros tipos que te miraron probablemente imaginaron algo así.
—¿Cómo puedes asegurarlo?
—El cerebro de los que tienen pene es obvio.
Los labios de Maxim se curvaron de lado.
—Como eres una gran estrella, te daré la oportunidad de corregirte. Dilo de nuevo correctamente.
Ella se encogió y cerró los ojos con fuerza.
—Qui… quítamela, por favor…….
—Así se hace.
Satisfecho con la declaración de rendición, Maxim tiró de la ropa interior con fuerza hacia arriba, y los senos, que estaban bien apretados, saltaron, firmes y turgentes.
La mujer, avergonzada, cruzó los brazos por reflejo para cubrir su escote.
—Necesito confirmar con mis ojos, así que esto es un problema.
—……
—¿O acaso quieres que te toque?
—…No.
—Levanta los brazos por encima de la cabeza.
Maxim subió la ropa interior hasta arriba y se la quitó bruscamente. El sonido de la tela al desgarrarse hizo que el rostro de la mujer se volviera aún más lamentable. Una vez al descubierto, los pechos eran mucho más voluminosos de lo que había imaginado.
Maxim tragó saliva. Su nuez de Adán subió y bajó lentamente.
—¿Qué hago? La rompí por quitártela con demasiada fuerza.
—…….
—Era cara. Págamela junto con el precio del vestido.
La mujer no paraba de murmurar algo, pero él no la oía, absorto en la vista de la deslumbrante escena.
—… ¡Mierda!
Maxim apretó los dientes al sentir una tensión en su bajo vientre.
Era la primera vez que se sentía excitado al ver el cuerpo desnudo de una mujer.
Para empezar, no le interesaba, y además, prefería mantenerse alejado de ellas porque podrían ser espías.
Pensaba que no tenía tiempo para distraerse con nada más, ya que tenía que vengar a sus padres.
Hubo ocasiones en que alguien metió prostitutas semidesnudas en su barracón, pero él había optado por dispararles como ejemplo en lugar de disfrutarlas.
¿Por qué era tan blando con esta mujer…? Era solo una mujer que acababa de conocer.
Era algo extraño.
—Debió ser difícil andar con algo tan pequeño como la palma de la mano.
No podía quedarse absorto en sus pensamientos. La mano de Maxim bajó. Acarició su pantorrilla suave y levantó la falda larga, revelando una liga sujeta a las medias. No había rastros de armas u otros objetos punzantes, pero él no mostró piedad y la arrancó como si la desgarrara.
—¡Ay, ah…! Qué malos modales tiene.
—De todos modos, la ropa interior es un conjunto, ¿no? Ya que acordamos compensarte, puedo hacer lo que quiera.
Maxim no se detuvo y también le quitó las bragas. Al quitarle toda la ropa del cuerpo, la mujer quedó instantáneamente desnuda, sin una sola fibra.
Cuando ella levantó los brazos hacia su pecho, por costumbre.
—Si te cubres, te toco, te lo dije.
Maxim no toleró ni la más mínima autodefensa.
—Date la vuelta.
Después de recorrer su cuerpo completamente blanco como la nieve, la mujer obedientemente se dio la vuelta.
Sus glúteos voluminosos y su espalda impecable eran seductores, pero lo que más atrajo la mirada de Maxim fue su oreja.
Se veía que incluso el cartílago de su oreja estaba completamente enrojecido, avergonzado.
…… Igual que Izzy.
—Izzy.
La palabra se le escapó, como embrujado, mientras se pegaba a su cuerpo por detrás. Por un instante, la mujer contuvo la respiración.
—¿Qué… qué quiere decir?
Luego, preguntó sorprendida. Al ver que buscaba a Izzy incluso con el pene erecto frente a la mujer desnuda, parecía que él tampoco estaba en sus cabales.
No podía ser Izzy. E incluso si fuera Izzy, no lo reconocería. Sus recuerdos habrían sido borrados.
—Dijiste que eras Isabel. Pensé si tu apodo sería Izzy.
Se escuchó un ligero suspiro, como si encontrara absurda la excusa que se le ocurrió sobre la marcha.
—Después de insultar a alguien en su cara, ¿un apodo?
Y luego preguntó, como si estuviera atónita.
—No tengo apodos. Como le dije antes, me gusta mi nombre. Y si tuviera un apodo, nunca se lo permitiría, Capitán.
Ella respondió tajantemente. Para que no se hiciera ilusiones.
—Ya le mostré todo, así que aunque me cubra, no me toque.
La mujer se giró lentamente y lo miró directamente a los ojos. Tenía el rostro agotado por soportar el humillante proceso.
—Antes de decir mi deseo, primero quiero una disculpa.
A pesar de la vergüenza, su mirada era firme y desafiante. Esos ojos de color verde claro eran como hojas tiernas que no se doblaban ante la lluvia y el viento, y no podía apartar la vista.
Maxim decidió someterse a su voluntad.
—Me disculpo por haber desconfiado.
—No me hable de tú; trátame con respeto, de ser humano a ser humano.
—¿Solo eso es tu deseo?
—No, estoy pidiendo algo que es humanamente obvio. Aunque haya habido un malentendido y yo haya sido descortés, ya le he dado pruebas suficientes… Y ahora no tengo razón para recibir este trato de usted, Capitán.
Al escucharla, no había nada de incorrecto en sus palabras. Maxim asintió lentamente.
—Lo siento, señorita Isabel.
Él se llevó la mano al pecho y se inclinó respetuosamente. Sin embargo, su rostro aún mostraba que no estaba completamente satisfecha.
—Ah, ¿no fui sincero? ¿Debería disculparme de forma más específica?
—Le estaría agradecida si lo hiciera.
—Sinceramente, lamento haber tenido la oportunidad de contemplar su cuerpo desnudo sin quererlo. Ah, y también por atreverme a excitarme frente a usted.
—……
—¿Ahora podría decirme su deseo?
La mujer se quedó en silencio por un momento, con una expresión compleja. Claramente, había recibido la disculpa, pero el tono sarcástico la había molestado. A él no le importaba. ¿Qué importaba el estado de ánimo de una mujer a la que no volvería a ver después de esta noche?
—Una cama.
La mujer, después de mucha vacilación, finalmente habló.
—Permítame usar la cama.
—Ja…
Si iba a ser así, ¿no tenía sentido haberse disculpado por haberse excitado?
Maxim rió con desánimo, e Isabel agitó las manos.
—No es otra cosa. No tengo dónde dormir por culpa del maldito director. Si regreso, seguramente no me dejará dormir en toda la noche… me fastidiará.
—¿Eso es todo, señorita Isabel?
—Y, y yo… esto me da mucha vergüenza. Por favor, no se ría si lo digo. Por favor.
—¿De qué se trata?
¿Acaso le daba vergüenza decir con su propia boca que quería tener sexo?
Sin embargo, la respuesta de Isabel fue completamente diferente a lo que Maxim esperaba.
—Desde que era niña… mi deseo ha sido usar una cama tan buena como esa. Se podría decir que me he enamorado…
—Qué gusto tan peculiar. Teniendo a un hombre apuesto y excitado frente a ti, y te enamoras de una cama.
Maxim rió con incredulidad y se pasó la mano por la cara.
—Está bien. Úsala a tu gusto. Yo dormiré en el sofá.
—¡Gracias! Ah, ¿podría prestarme una bata? Como ve, mi ropa… el Capitán…
—Realmente… no tienes límites.
Maxim se quitó la bata de ducha que llevaba puesta y se la lanzó a Isabel. Ella la agarró por reflejo y, al ver a Maxim desnudo, se giró bruscamente.
—Ah, no, le pedí que me prestara una que le sobrara… no que se desnudara.
—Ya que yo vi su cuerpo inocente, le estoy mostrando el mío. Como una disculpa.
—…No importa, cúbrase.
¿Por qué le decía que se cubriera si ya estaba de espaldas? ¿Tenía ojos en la nuca?
—¿Por qué? ¿Usted también quiere tocarme?
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Merry
Aaaaaah interesante encuentro, muy interesante,
Si es, tiene que ser 🤭
Muchas gracias Asure!