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Batalla de Divorcio - BATDIV - Capítulo 133

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—¿Qué dices?

—Dijiste que era la última vez. Tú dijiste claramente que era la última vez. ¿No estás tramando algo, verdad?

 

En fin. Qué rápido se da cuenta de todo.

Daisy a menudo se sorprendía por la perspicacia de Rose, que parecía leerla por completo.

Bueno, sí. Después de tantos años juntas. Aunque no quiera admitirlo, la que mejor la conoce quizás sea Rose, esa…

 

—Solo… que en Waldeck es la última vez.

 

Hoy, Daisy tenía que mentirle a Rose. Y debía ser una mentira tan natural que Rose pudiera creerla ciegamente por lo menos unos días.

 

—¿Tramando qué? ¿Por qué reaccionas así de exagerado? Fue solo un error.

—Tú…….

—¡De verdad que no!

 

Daisy le entregó el equipaje a Rose y le apartó el cabello detrás de la oreja, mirándola a los ojos.

 

—Vamos a empezar de nuevo allí, ¿no? Pensemos en poner un nombre genial, uno nuevo, y renacer. ¿Cómo lo llamaremos, Elizabeth?

—¡¿Elizabeth qué?! ¿Dónde dejas a Daisy para de repente ser Elizabeth?

—Solo….… me cansé de los nombres comunes. Quiero vivir una nueva vida con un nombre que suene con más clase.

—Qué graciosa.

 

Rose soltó una carcajada de asombro, Daisy rio con ella.

 

—Claro que sí, es buena idea inventarse un alias. Si sigues siendo Daisy, tu marido te encontrará de alguna forma y te secuestrará de nuevo.

—¿Secuestrar qué? Seguro encontrará a una buena mujer y vivirá su vida.

 

Eso esperaba. Que Maxim no sufriera demasiado después de su desaparición.

Al pensar en eso, su pecho se apretabó.

 

—En fin. Tú, eh. Solo piensas tonterías. Que irás tras él hasta el fin del mundo para vengarte.

—No pienso tonterías. Tengo un bebé. ¿Acaso estoy loca?

 

Rose seguía con una expresión de desconfianza, pero sería ridículo seguir inventando excusas.

 

—Ah, sí. Esto.

—¿Sí?

—Las pastillas para las náuseas del embarazo. Se me iban a acabar, así que las pedí con antelación. Dijiste que las querías aparte. Para llevarlas de emergencia.

—Qué detallista. ¿Me estás conmoviendo?

 

Debió estar ocupada. ¿Cuándo fue y volvió?

De todos modos, siempre tenía ese lado atento.

Parecía que sabía que las que tenía se estaban acabando.

Sería un desastre si tenía náuseas frente a Maxim «ese día».

Ya estaba tan angustiada que apenas podía pensar con claridad, así que le agradeció.

Daisy tomó las pastillas que Rose le ofrecía y sonrió débilmente.

 

—Uf, pero dudé si decirte esto o no… Puede que sea solo mi impresión, pero me dejó un poco incómoda…

—¿Qué cosa?

—Conté las pastillas. Y no cuadra la cantidad. Parece que falta una. No sé si fue un error del hospital o si alguien la robó.

—¿Quién va a robar pastillas para las náuseas? ¿Para qué las querría alguien?

 

Daisy soltó una risita, Rose rio con ella.

 

—Eso es cierto, ¿verdad?

—Sí.

—Esos malditos del hospital. ¿Cómo se les ocurre omitir una? La próxima vez les voy a pedir intereses.

 

Rose murmuró, con el ceño fruncido y de mal humor.

 

—De todas formas. Ten cuidado. Solo… me siento rara, quizás es que estoy nerviosa por escapar.

—Ven acá.

 

Daisy abrazó de repente a Rose, que estaba preocupada. Rose se sobresaltó y se retorció.

 

—¿Qué es esto? ¿El ambiente se está poniendo raro?

—Solo… te agradezco que te preocupes.

—Estúpida.

 

‘¿Por qué haces cosas que no sueles hacer?’

murmuró Rose, luego se golpeó la boca al darse cuenta de que había soltado una palabrota.

 

—¿Ahora sabes que solo me tienes a mí?

—Sí, creo que no podría vivir sin ti.

 

Daisy abrazó a Rose con más fuerza.

 

—Quise llevarte el postre que te gusta, pero no pude ponerlo por miedo a que se echara a perder. Cuando lleguemos, te lo compraré. ¿Crema batida?

 

‘¿Crema batida qué?’

Aunque decía ser su hermana mayor, en momentos como este se sentía como su madre.

 

—No lo compres por adelantado. Vamos a comprarlo juntas cuando lleguemos. Tendremos mucho tiempo después de escapar.

—Sí, hagamos eso.

 

Los brazos de Daisy, que abrazaban a Rose, se apretaron aún más.

 

—No te preocupes, no pasará nada. Nos vemos donde te dije.

 

…No, nunca nos veamos. Rose, tú tienes que sobrevivir.

 

—Si estás ansiosa, reza con esto, ¿sí?

 

Daisy le puso el collar de rosario que llevaba en el cuello a Rose.

Aunque era un regalo de Maxim, quería compartir su buena fortuna con su amiga: la suerte de haber encontrado la bendición de Waldeck en una vida solitaria.

 

—Pero si esto te lo regalaron a ti. ¿Me lo puedes dar?

—Claro que no. No te lo doy, solo te lo presto. Tienes que devolvérmelo apenas nos veamos.

 

Daisy no tuvo más remedio que mentirle a Rose, quien, aturdida, jugueteaba con el colgante y preguntaba.

Quizás podrían encontrarse en el infierno, pero Daisy deseaba que Rose, al menos ella, fuera al cielo.

Que allí cuidara a su bebé.

‘Tú dijiste que lo criarías’

Era descarado, pero como Rose era la única en quien podía confiar… así se lo pedía.

Daisy tragó las palabras que no podía pronunciar.

 

—Es caro. Así que no lo vendas en el camino. Guárdalo bien.

—¿Por quién me tomas? De acuerdo, estúpida.

 

Rose sonrió tímidamente, como si no pudiera creerlo.

 

—En fin. Cuídate mucho, Rose.

—Tú también. No te demores y ven pronto.

—Sí.

 

Ambas se despidieron.

Era el último adiós a su mejor amiga en la vida.

 

 

 

 

 

 

⋅•⋅⋅•⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅∙∘☽༓☾∘∙•⋅⋅⋅•⋅⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅

 

 

 

 

 

 

 

—¡Ey, Daisy! ¡Espera un momento!

 

Daisy, que salía al vestíbulo para ir a la calle, se detuvo en seco al escuchar una voz urgente que la llamaba.

Se giró de repente y vio a la ex Gran Duquesa bajando las escaleras a pasos apresurados.

‘¿Por qué actúa así de repente? ¿Pasa algo? No será que se dio cuenta de algo, o…….’

 

—¿Tía?

—Aún no te has ido. ¡Qué alivio que no sea tarde!

 

La Anterior Gran Duquesa, después de tomar aliento por la prisa al bajar, sacó un sobre de su regazo y se lo entregó a Daisy.

 

—No es gran cosa. Entrégaselo a la monja.

—¿Qué es esto?

—Ábrelo.

 

Daisy, siguiendo las instrucciones de su tía, abrió el sobre y encontró un cheque dentro.

Los ojos de Daisy se abrieron un poco al ver la cantidad.

 

—No será… ¿una donación?

—Sí, originalmente quería donarlo durante el evento de caridad. Pero pensé que sería de mal gusto que una anciana se presentara en un evento de la asociación de esposas, así que me quedé callada.

 

La Anterior Gran Duquesa sonrió, un poco avergonzada. Lo que añadió a continuación fue aún más sorprendente.

 

—Dónalo a nombre de Daisy von Waldeck.

—Eso……

—Es un secreto para Maxim. Es dinero que he reunido yo sola, así que no habrá mayor problema.

 

Sabía que era profundamente religiosa, pero ¿donar una suma de esa magnitud, no a su propio nombre, sino a nombre de «Daisy von Waldeck»? Daisy se sintió sin palabras.

 

—…….

—No te sientas presionada. Para ser un Waldeck, ¿no crees que esta cantidad es apropiada para mantener la dignidad?

 

Si hubiera sido una vida normal, por supuesto que sería más que suficiente para mantener la dignidad. Podría haberse alegrado de forma muy pura y haber caminado con la cabeza bien alta. Pero ahora no era así.

Claro. Su tía no tenía ni idea.

El hecho de que la donación a nombre de Daisy Therese y Daisy von Waldeck la estaba asfixiando en ese momento. Se odiaba a sí misma por tener que preocuparse por su seguridad incluso en este instante en que su tía se preocupaba por ella.

 

—Pero, ¿por qué vas al convento de repente? ¿Tienes algo por lo que orar?

 

La Anterior Gran Duquesa, ¿quizás notó su preocupación?, preguntó con cautela.

 

—Solo…….

—¿Maxim te está presionando por el tema del heredero?

—¿…Eh?

—Ese chico, ¿cuánto tiempo lleva casado para andar con tanta prisa? Lo supe desde que irrumpió en mi habitación… De verdad, no tiene remedio.

—No será que… ¿Hace unos días?

—Sí.

 

¿Fue aquel día que durmió con su tía y se pusieron al día? Por la mañana, cuando se despertó, él no estaba. Le preocupaba que no hubiera hecho alguna otra cosa extraña a solas.

 

—¿Max no hizo nada raro mientras yo dormía, verdad?

—No te preocupes. Le dije una palabra porque pensé que haría algo así, se fue a dormir obedientemente.

—Qué alivio…….

 

Casi me da un infarto. Ese día había dormido tan profundamente que ni se dio cuenta de que él había ido y venido.

 

—Desde que se obsesionó patológicamente con la relación matrimonial, me preguntaba por qué hacía eso…… pero, sinceramente, pensé que era adicción al sexo…… o algo así. Me preocupaba mucho verte sufrir.

 

‘Sí, es adicción al sexo……. incluso él mismo lo admitió, ¿no?’

 

—Pero resulta que era para apresurar al heredero. Quizás lo hace para asegurar tu posición. Pero eso no es algo que se pueda apresurar así nada más.

 

La ex Gran Duquesa refunfuñó.

No sabía por qué había surgido esa conversación, pero su tía parecía estar completamente equivocada.

 

—Está bien, desahógate tranquilamente. No sé si ese muchacho terco me escuchará, pero bueno, yo tengo confianza en molestarlo con mis regaños hasta el cansancio. Tú también lo sabes, ¿verdad?

 

La tía sonrió triunfalmente a Daisy.

Al ver eso, Daisy también soltó una carcajada sin poder evitarlo. ¿Sería por eso? A pesar de la situación algo grave, sintió un respiro momentáneo.

Tenía que inventar algo para que ella se tranquilizara. Y quería tranquilizarla lo más posible antes de irse de Waldeck. ¿Qué debía hacer? No la creería si simplemente decía que no.

 

—No, es un secreto para él, pero voy a orar al Señor. Para que le dé bendiciones a Waldeck.

—¡Dios mío!

 

La Anterior Gran Duquesa se sobresaltó con su propia voz, miró a su alrededor y se cubrió la boca.

 

—Soy una vieja desvergonzada. Estoy tan emocionada de pensar en ver a mi nieto pronto. Tú también te has estado esforzando. ¡Lo sabía! No, no… no es para presionarte. De todos modos, guardaré el secreto.

 

La tía, confundida y balbuceante, le pareció adorable.

Era la primera vez. La veía tan emocionada.

Al verla así, Daisy también se sintió bien.

Cuánto más se alegraría si supiera que tiene un bebé en el vientre. Llegó a tener un pensamiento inútil.

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