A mi primer amor, con pesar - 3

Poco después, el Duque fue a buscar a su hija para el almuerzo y se quedó sin palabras ante la apariencia de Eve, que era diferente a la de hace un momento.

De entrada, no esperaba que se adornara para impresionar a los hijos de las familias nobles más prestigiosas. Sobre todo porque su hija era hermosa sin necesidad de arreglarse.

¿Pero cubrir esa belleza radiante con ropa de luto?

Esas vestimentas negras que cubrían desde el cuello hasta los pies, e incluso el dorso de sus manos, solo podían llamarse ropa de luto en ese caluroso día de verano.

¿Acaso estaba lamentando por adelantado la libertad que sería asesinada por el matrimonio?

—Me vestí anticuadamente en honor a la tradición familiar de ser una casa anticuada que no envía a sus mujeres a la universidad, ¿por qué la pregunta?

—A veces eres más venenosa que Harry.

—Si es solo a veces, tendré que esforzarme más.

—¡Qué genio!

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El almuerzo se llevó a cabo en el balcón del segundo piso. Al entrar al salón frente al balcón, los hombres que esperaban en el sofá se levantaron al unísono y saludaron cortésmente al padre y a la hija.

En ese momento, Harry, que seguía desplomado en el sofá como un borracho, sonrió al ver a la criada que había seguido a su hermana.

—Becky, te has convertido en una mujer mientras no te veía.

Los ojos de Eve se afilaron ante el ominoso saludo.

—Pero, ¿por qué estás aquí y no fuiste a recoger a mi hermano con un carruaje destartalado? Lo vi sudando copiosamente bajo el sol abrasador mientras subía el acantilado hace un rato.

—¿Qué? ¿Ya? Dijo que vendría por la noche…

Becky miró a Eve con desconcierto.

—Ve.

Cuando Eve le dio permiso, Becky hizo una reverencia y se retiró rápidamente.

Esa criada de aspecto bonito es la hermana de Ethan Fairchild.

Los ojos de los jóvenes de familias nobles siguieron descaradamente su figura. Solo cuando la sirvienta desapareció, se dieron cuenta de que la hija del Duque los estaba observando con intensidad. Sus ojos singulares, que nunca habían visto en otro lugar, expresaban desprecio.

Ellos creerían, con insolencia, que Eve despreciaba la descortesía de los hombres que miraban a otra mujer a pesar de tenerla a ella delante.

Ni se te ocurra ponerle el ojo a esa niña.

Era intolerable que Becky, quien era para Eve como una hermana menor que nunca tuvo, fuera manipulada por esos sujetos, que con un solo acto derrumbaban la dignidad que habían construido precariamente con dinero, exponiendo su vulgar naturaleza.

—Lady Evelyn.

Uno de los sementales vulgares se acercó. El hombre le extendió la mano e hizo una reverencia, pero que los labios de ese individuo tocaran el dorso de su mano era un acto abominable.

Eve se giró fríamente y caminó hacia el balcón con su padre, avergonzándolo abiertamente. El Duque no reprendió a su hija por eso. Al contrario, sus labios se curvaron con satisfacción.

El Príncipe Heredero de un pequeño reino, el hijo mayor del Primer Ministro y el hijo mayor del magnate de Columbia.

Todos eran hombres destacados, pero debido a la personalidad de Harry, a quien no le gustaba juntarse con gente superior a él, todos provenían de familias inferiores a la Ducal Kentrell.

Además, aunque el padre no toleraba que Eve actuara como una mujer fácil, daba la bienvenida a lo contrario. Es la base de un negocio: cuanto más se hace de rogar el producto, más sube su valor.

Por supuesto, Eve no tenía la intención de aumentar su valor. Por tal motivo, el desdén de Eve continuó durante la comida.

Desde el balcón del segundo piso se podía ver completamente el mar azul que se extendía más allá de los cipreses. Por eso, las comidas con invitados que venían por primera vez siempre eran en ese lugar.

—Vaya, la Casa Ducal Kentrell ha erigido el paraíso en la Tierra.

Una letanía de aburridos elogios se derramó en los oídos de Eve.

—Ese brillo del agua… El mejor pintor de la época se atrevería a intentar plasmarlo en un lienzo, pero se frustraría y rompería el pincel.

Esa es bastante original. Suficiente para encender el espíritu desafiante de un aspirante a pintor ambicioso.

—En un día despejado, incluso se puede ver la tierra de Lavinia al otro lado del mar a simple vista.

—Esa es la tierra donde nació el vino que traje hoy, jajaja.

—Y habrá llegado a tus manos pasando por nuestro Puerto de Cliffhaven, ¿no?

—Ah, así es. Por lo visto, ya tengo una conexión con Su Gracia.

Eve no participó en la conversación, que no era más que una competición de presunción, y solo inclinó su copa de vino, con los ojos fijos en el paisaje familiar.

—Parece que el vino que traje es del gusto de Lady Evelyn.

—…….

—¿Le gusta el vino?

—Es lo único que me agrada de lo que hay aquí.

Pretendía alabar la perspicacia por elegir un vino de alto nivel, pero en realidad, era un menosprecio.

Todos ustedes son deplorables.

Si son amigos de Henry Sherwood Junior, suspenden incondicionalmente.

Dado que todos tenían el cerebro suficiente para entender la verdadera intención de Eve, una atmósfera incómoda flotó brevemente sobre la mesa. El único que sonreía tontamente era Harry.

—¡Estos bobos! Si quieren ganar puntos con la Duquesa, tienen que hablarle de la universidad. ¡Entonces sus ojos brillarán y los escuchará! ¡Guau, la universidad es increíble! ¡Los universitarios son geniales! Yo también quiero ir a la universidad…

—Harry, ¿parece que te has olvidado de tu hermana? Eso no es propio de Eve.

El Duque reprendió abiertamente a su hijo por reducir el valor de su hija. Sin embargo, Harry no se callaba una vez que se decidía a hablar.

—Eve, ¿sigues de mal humor porque no te dejaron ir a la universidad?

Le sonrió a Eve, que lo miraba con el ceño fruncido.

—Mi hermana es el tipo de mujer que encajaría en la universidad.

No podía ser un cumplido.

—Si un hombre puede, ¿por qué una mujer no?

Harry se burló de las estudiantes, imitando una voz femenina de forma ridícula.

—Yo lo hice mejor que él, ¿por qué mi nota es más baja? Es injusto. Bua, bua, bua. Qué vulgar.

—Parece que a esas mujeres su padre no les compró las notas.

—Eve, tú también inventas cosas, igual que tu hermano.

¿Inventar cosas?

Al estar frente a sus compañeros, Eve no rebatió más y se calló. Admitir implícitamente la manipulación de notas ya había sido excesivo.

Pero el loco con carbón en lugar de cerebro en el cráneo no sabía cuándo detenerse y se desvió de la órbita, desbocándose. Harry se levantó de golpe y abrió los brazos.

—Bien, caballeros solteros reunidos aquí, el artículo de la subasta de hoy es Lady Evelyn de la Casa Ducal Kentrell. Se dice que busca un esposo que la envíe a la universidad a cambio del matrimonio. Empezaremos la puja con el precio de un hijo varón.

Un hermano subastando a su hermana. Incluso los otros libertinos pensaron que esto era excesivo y contuvieron el aliento con rostros llenos de ansiedad.

—…¿Nadie se anima?

—Padre, ¿está satisfecho de que me estén humillando aquí en lugar de que yo esté disfrutando de la vida en Tripití?

—Harry, siéntate y cállate.

La reprimenda de su padre se limitó a un regaño silencioso. Si Eve lo confrontaba más tarde, él se justificaría diciendo que no podía menospreciar el prestigio del heredero ducal delante de sus amigos.

¿Eso significa que no le importa si mi prestigio cae por los suelos?

Duque Kentrell siempre era así. Con su único heredero, era superficialmente brusco, pero blando en el fondo, y a su única hija, mientras la «adoraba» por fuera, la controlaba tanto que no le permitía nada que fuera en contra de su voluntad.

¿Gatita? Mentira. Soy como un bonsái que será vendido al mejor postor algún día. Un producto al que le han cortado y podado todos sus deseos y voluntad para que encaje en la forma que más codician los hombres, con el fin de aumentar su precio.

—Lady Evelyn.

El hijo del Primer Ministro se acercó de forma amigable, quizás intentando cambiar el ambiente.

—¿Qué pensaba estudiar en la universidad?

Harry, que no podía quedarse callado por mucho tiempo, intervino y respondió por ella a su antojo.

—Dice que quiere ser pintora.

—Una artista. Qué maravilloso.

—Si no es indiscreción, ¿me concedería el honor de admirar sus pinturas?

—Agradezco la oferta, pero será difícil porque estoy a punto de irme de aquí.

—¿Por qué? ¿Vas a huir para ir a la universidad? ¿Tienes dinero para ir?

—Irá a la península de Calcídica.

La refutación provino de la boca de su padre, no de Eve.

—Parece que el profesor de la Real Academia de Arte quedó muy impresionado con el dibujo de Eve. La ha invitado a un viaje de bocetos con los estudiantes este verano.

¿Acaso no se oponía al viaje? ¿Y ahora dice que voy?

Eve preguntó, sospechando las verdaderas intenciones de su padre.

—¿Dice que puedo ir?

—Por supuesto.

Aunque seguía siendo un misterio por qué había cambiado de opinión tan de repente, el permiso había sido concedido. Solo ese hecho llenó el pecho de Eve de emoción.

—Ah, ese también es un buen camino. Uno no tiene que ir a la universidad para ser artista. Creo que el vasto mundo será el verdadero maestro de pintura.

—Muchos de los grandes artistas que dejaron obras maestras ni siquiera tienen un título universitario.

Eve no había dicho que pensara casarse con alguno de ellos, ¿por qué intentaban convencerla de no ir a la universidad tan pronto como vieron una oportunidad?

—Sí, ir a la escuela de arte no cambia nada; es solo pintar lo mismo todos los días. ¡Ah, pero está la práctica de dibujo de desnudos!

Harry, fiel a su estilo, sacó un tema vulgar y se reacomodó en su asiento con una postura indeseable. El modo en que se inclinó hacia Eve era de mal augurio.

¿Qué locura estará a punto de decir…?

—Puedes pedirle a Ethan Fairchild que pose para eso.

¿Por qué vincularía al único vecino que asiste a la misma universidad que Harry con un dibujo de desnudos?