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A mi primer amor, con pesar - 18

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—La primera vez fue cuando tenía once años.

 

El hombre, que había detenido su mano bajo el traje de baño para sacar su miembro erecto, se quedó inmóvil.

 

—Eso fue antes de ir al internado. En los días en que cabalgabas detrás de mi bicicleta…

 

Eve lo miró fijamente, con una enigmática sonrisa en los labios. Ethan se dio cuenta en medio del shock.

 

—¿No me digas que fue en ese momento?

—En aquel entonces no entendía por qué me sentía tan bien cada vez que la bicicleta que manejabas traqueteaba.

—…¿Yo era más puro que tú, no?

 

Eve confesó cómo el hábito secreto que se había formado ese día había evolucionado con el paso de los días. Aunque no usó expresiones ni descripciones explícitas, como correspondía a una dama culta, solo la expresión en su rostro, que recordaba la sensación onírica que sintió en el momento cumbre, hizo que Ethan sintiera que la verga en su mano iba a estallar.

 

—Ah…

 

El hombre, que había estado agitando su mano dentro del traje de baño, gimió largamente, encogiendo la cadera. Fue porque Eve deslizó la tela del traje de baño y tocó la punta del glande que se había escapado afuera.

 

—Está caliente. ¿Normalmente es así?

 

Preguntó mientras frotaba circularmente la porción de carne intensamente enrojecida. Normalmente no es tan intensa…. Una chispa, como una mecha encendida, saltó desde la punta de su verga donde la yema de su dedo lo rozó.

La mujer, a quien pensó que jamás tocaría, lo estaba tocando. La mecha ardía hasta la raíz, y sentía que su corazón iba a explotar.

 

—Yo solo había visto los miembros viriles de los hombres en estatuas. Por eso pensé que todos eran del tamaño de mi pulgar, ¿sabes?

—Jah…

—¡Qué grueso es!

 

Eve rodeó con su mano el perímetro de la polla, que era casi tan ancho como su muñeca, y luego la deslizó a lo largo.

 

—¿Intentar meter esta cosa monstruosa dentro de mí? ¡Qué inhumano!

—¡Ugh…!

 

Lo había anticipado, pero casi se corre. La cabeza de Ethan se desplomó sobre el hombro de Eve, habiendo gastado todas sus fuerzas en contener la eyaculación.

Pudo contener el clímax, pero le fue imposible contener otras cosas. Cuando Eve lo acarició, estrujando el pilar de carne hacia arriba, un fluido transparente se derramó por el orificio de la punta del glande.

 

—¡Dios mío…! ¿Ya terminaste?

—¡Esto no es eso!

 

Eve se detuvo, sorprendida, y luego se echó a reír.

 

—Pero, sinceramente, es de aspecto asqueroso.

 

El deseo de Ethan se enfrió como si le hubieran echado agua fría. Era demasiado obvio que solo él estaba en celo y que Eve estaba completamente sobria. Sentía que esta mujer estaba jugando con él, que le ofrecía hasta lo más profundo de su ser sin reservas.

 

—Quita la mano.

 

Tan pronto como gruñó y apartó la mano de Eve, esta volvió a pegarse. Ethan cubrió la parte delantera de su polla.

 

—Si necesitas algo para tocar, toca el tuyo.

—¿Para qué tocar mi propio cuerpo si puedo tocarlo cuando quiera?

—El mío es asqueroso, ¡ugh…!

 

La mano que lo había agarrado de nuevo se aceleró. La noble dama, que nunca había trabajado en su vida, trabajaba para ofrecer placer a este hombre vulgar. La mano blanca, que solo debió haber sostenido cosas bellas y preciosas, acariciaba su verga salvaje y cobrizo, manchándose con sus fluidos sucios.

 

—¿Crees que yo soy diferente?

 

Eve, tú pareces diferente.

¿Y si le arranco ese traje de baño y la dejo desnuda? Deseo destrozar toda esa costosa armadura que la mantiene tan digna incluso en un momento como este, y revelar que su carne, como la mía, no es más que una bestia asquerosa y vulgar.

Para que la diferencia entre nosotros deje de abrumarme.

 

—La verdad, una vez tuve curiosidad y usé un espejo.

 

Eve confesó que había visto su parte íntima y luego sonrió con aire pretencioso, acariciando su vientre plano. La punta de sus dedos se detuvo por un momento en el lugar donde la carne se abultaba ligeramente y luego se retiró. Ella lo hizo imaginar lo que había visto allí. La respiración de Ethan se agitó.

 

—¿Para qué tocar mi propio cuerpo si puedo tocarlo cuando quiera?

 

El significado oculto de esa frase ahora era claro.

Así que tú tócame a mí.

Ethan abandonó por completo el control de su miembro a la mano de Eve. Ella no apartó los ojos de su mano que se acercaba entre sus muslos, blancos y suaves como el marfil. Parecía haber olvidado incluso cómo respirar. Al ver a Eve tan tensa como él, Ethan recuperó la excitación perdida.

 

—Ah…

 

Solo en el momento en que su mano la tocó, la mujer gimió y arqueó su esbelto cuerpo, soltando el aliento. A través de la tela áspera, sintió una textura suave. Ethan extendió su dedo medio y lo presionó en el centro de la carne, deslizando el dedo hacia abajo.

 

—¡Jut!

 

No era hueso.

Sintió algo duro y redondo. ¿Sería el lugar que Eve había confesado tocar cuando estaba aburrida?

 

—¿Aquí…?

—¡Uts…!

—¿Así…?

—¡Haa…!

—¿Lo frotaste?

—¡Jup!

 

Ella se quitó la mano que le cubría la boca. Se oyeron risas desde la pequeña ventana del camarote. Becky y Tom todavía estaban en el mar.

 

—No contengas el sonido.

 

Grita un gemido vulgar. Como un ser humano normal.

 

—¡Ah, a-uj!

—Eve.

 

Aunque era él quien estaba sin aliento por las caricias, la voz del hombre que la tocaba se mezclaba con respiraciones entrecortadas.

 

—¿Alguna vez te tocaste imaginando que yo te estaba tocando?

 

Desde el día en que nos besamos.

El hombre, que había detenido su mano bajo el traje de baño para sacar su miembro erecto, se quedó inmóvil.

 

—Desde el instante en que sentí tu toque en mi cuerpo, lo he imaginado todas las noches. Después de eso, mi propio toque ya no me satisfacía como antes.

 

Eve, embriagada por el placer desconocido que florecía en su cuerpo familiar, asintió con los ojos cerrados.

 

—¿Qué se siente que la fantasía se haga realidad?

—Más…

 

Siento codicia. Me sorprende cuánto deseo se escondía en mí.

Se encendió una mecha que ella misma desconocía. Sintió que él le mostraría un mundo de placer que jamás se había atrevido a imaginar.

¿Le habrá gustado la respuesta? Ethan devoró sus labios con ferocidad.

 

—¡Eub, jaa…!

 

Los labios se separaron con un sonido pegajoso y brusco. En el instante en que sintió una masa de carne húmeda bajo la mandíbula, el hombro de Eve se estremeció.

La punta de su lengua se deslizó por su cuello. Para la lengua de Ethan, la piel impregnada de sal solo era dulce.

 

—¡Jut, me hace cosquillas…!

 

Eve se retorció, y en el momento en que la cabeza de él descendió por debajo de su clavícula, abrió los ojos de par en par.

 

—¡At!

 

Ethan mordió suavemente la punta de su pecho con los dientes. Lo hizo con tanta precisión, como si pudiera verlo a pesar de estar escondido bajo el traje de baño. Cuando ella lo miró con los ojos muy abiertos, Ethan torció la comisura de sus labios con picardía.

 

—¿Por qué? Está ahí para que lo chupen.

—¡Qué vulgaridad…!

—¿Acaso el pezón de la señorita duquesa tiene un baño de oro y no se puede chupar?

—Ja… ¿Cuándo dije que no?

 

Ella fruncía el ceño cada vez que una palabra decadente salía de la boca de ese hombre intelectual. Por otro lado, y puesto que ya se había convertido en una esclava de la lujuria, también le sonaba sexy.

 

—¡Jüts!

 

El hombre la agarró como una bestia por la punta del pecho que había comenzado a endurecerse visiblemente, succionando a través del traje de baño.

 

—¡At, qué sensa…!

 

Una corriente eléctrica de cosquilleo se extendió desde la punta de su pecho hasta los dedos de sus pies. Era la primera vez que sentía una sensación tan extraña y peculiar. Sentía que iba a enloquecer. Le era imposible quedarse quieta.

Mientras se retorcía y movía sus piernas de un lado a otro estando de pie, una mano grande le rodeó el bajo vientre y la presionó contra la puerta. Tan pronto como quedó inmovilizada, el dedo que presionaba su clítoris se agitó con brusquedad.

 

—¡Ah, a-ah!

 

El toque desconocido es impredecible. Es imposible prepararse para el placer que inflige esa mano.

Un placer que la perforaba agudamente el vientre la tomaba desprevenida. Cada vez más profundo. Cada vez más vertiginoso.

El clímax se acercaba. Eve jadeó y dijo:

 

—No pares…

 

Pero antes de que pudiera terminar, se quedó sin habla. El placer le había tapado la garganta. Sin poder siquiera emitir un gemido, alcanzó el clímax temblando por todo el cuerpo, atrapada entre la puerta y el cuerpo del hombre.

 

—Haa… Fue increíble.

 

Tanto, que todo lo que había experimentado hasta ahora parecía un juego de niños.

El pecho de Ethan se agitaba tanto como el de Eve. Le había quitado por completo la gruesa armadura a la señorita duquesa.

La expresión que era altiva y elegante incluso mientras se involucraba en un coito vulgar, se desmoronó sin defensas. Los labios desnudos y sin maquillaje dejaron escapar un grito vulgar y su cuerpo, que siempre había estado erguido, se relajó. Ahora, lo único que estaba erguido era el pezón que él había estado succionando.

La satisfacción de ver la verdadera carne de Lady Evelyn era más fuerte que el placer obtenido al frotar su cuerpo.

 

—¡Üts…!

—¡Jok!

 

Eyaculó, aunque nadie lo había agarrado ni sacudido. Lo hizo entre las piernas de Eve, que se sobresaltó. Justo en el pubis que él todavía frotaba sutilmente con sus dedos. Ethan gimió, untando su semen en el pliegue de la carne cubierta por la tela.

Sintió un nuevo deseo.

La próxima vez, eyacularé dentro de ti.

Hasta que concibas a mi hijo.

Para que nunca puedas abandonarme.

 

 

 

 

 

 

⋅•⋅⋅•⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅∙∘☽༓☾∘∙•⋅⋅⋅•⋅⋅⊰⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅⋅•⋅

 

 

 

 

 

 

El primer clímax que compartieron los convirtió en personas diferentes.

 

—Esta noche dejaré abierta la ventana de mi dormitorio.

—Ciérrala bien y duerme. Entrarán insectos.

 

Eve se había vuelto intrépida, mientras que Ethan había comenzado a sentir miedo.

Al atardecer, los ojos de la mujer sentada a su lado en la playa escondida bajo el acantilado se parecían al mar teñido por la puesta de sol. Excepto que lo que se agitaba a punto de desbordarse en sus pupilas era la pasión.

Ethan, por el contrario, se había liberado de la lujuria con una sola eyaculación sobre el cuerpo de su amante y ahora anhelaba las necesidades del alma. Mientras tanto, Eve, después de probar su toque una sola vez, se había vuelto aún más sedienta.


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A mi primer amor, con pesar

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