A mi primer amor, con pesar - 17

—Qué extraño. ¿No se supone que si tienes el afecto del Duque no hay nada que temer? Ah, lo perdiste, ¿verdad?

Así que, ahora, parecía que había decidido volver a temerle a la hija del Duque.

—Es un malentendido. Yo nunca intenté seducir ni al Duque ni al Barón.

—Le diré a tu próximo empleador que respondiste así. Ya no se necesita despedida, así que puedes irte.

A pesar de la orden de desalojo, la mujer no se inmutó.

—El Duque solo me ha mimado como si fuera su hija y…

Eve fulminó con la mirada a la insolente mujer reflejada en el espejo.

¿Qué? ¿Hija?

Con esa sola frase, la hija del Duque descendió al mismo nivel que una concubina. No conforme con aspirar a la posición de Duquesa, ahora la Dama era su lugar.

Era ambiguo si estaba intentando provocar a Eve haciéndose pasar por inocente o si era realmente tonta y había provocado su ira por error.

—Ni siquiera yo, su hija de verdad, me he sentado en las rodillas de mi padre.

Al regañarla con la verdad, su rostro se encendió como si se hubiera insultado a sí misma. Gracias a ella, había quedado reducida a la hija que ni siquiera recibía el afecto de su padre.

Me he dejado enredar por la zorra.

—Maggie, saca a esta mujer.

Eve ya no respondió y la ignoró. Sin importarle lo que dijera la mujer, que se había arrodillado para evitar ser arrastrada fuera.

—Admito que hice cosas que causaron malentendidos. Tendré cuidado con mi comportamiento de ahora en adelante, por favor, perdóneme solo una vez.

Esa mujer no solo quería su perdón. Quería que le dijera a su padre que nunca la había visto liarse con Harry.

—Este es un secreto, Lady. De hecho, estoy comprometida con el joven Callas.

En la casa ducal, el joven Callas se refería a Owen Callas, el nuevo médico personal del Duque. Así fue como Eve se enteró de la historia de cómo un extranjero con escasa experiencia se convirtió en el enfermero del Duque.

—Yo solo quería ganarme el favor del Duque por miedo a que mi futuro esposo perdiera al paciente.

—Si tiene que vender a su prometida a ese extremo, entonces Callas debe ser un médico inútil.

Ya le preocupaba la salud de su padre en manos de un médico joven con poca experiencia en el tratamiento de pacientes, esto solo confirmaba sus sospechas.

—Tendré que pedir que cambien al médico personal.

Chantal Garnier se puso lívida y comenzó a suplicar:

—Lady, por favor…

—¿Te sientes agraviada?

—Sí, yo jamás…

—Si quieres demostrar tu inocencia, vete.

—…….

—Entonces, admitiré que me equivoqué y te pediré disculpas.

Nunca en su vida se había disculpado, pero si con eso podía arrancarse una sanguijuela del cuerpo, ¿qué importaba una falsa disculpa?

Eve creía que nunca tendría que disculparse sinceramente con esa sanguijuela.

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En el instante en que salió del rompeolas, el yate se lanzó sin obstáculos hacia el horizonte, como un ser humano liberado de su cautiverio.

Al llegar al deslumbrante centro del mar, el yate de Eve se detuvo. Era un lugar donde la mirada de nadie podía alcanzar, pero donde los blancos acantilados se veían con claridad.

Se besaron con el hombre prohibido, como para que los guardias en la cima de la prisión pudieran verlos. El sabor de esta libertad subversiva era tan vertiginoso como el champagne que impregnaba su lengua.

Incluso después de que sus labios se separaron, el mareo ante sus ojos no podía culparse al champagne ni al sol ardiente sobre su cabeza.

La mirada de Eve se deslizó sobre el torso semidesnudo de Ethan, sentado en la cubierta. Bajo el sol abrasador, su cuerpo sudoroso brillaba como una estatua de bronce. Era deslumbrante. Las sombras profundas que se asentaban entre los músculos claramente definidos eran increíblemente sensuales.

Era un cuerpo perfecto, como los que solo se ven en los libros de anatomía.

Ah, me gustaría dibujarlo.

Sintió el deseo de volver a tomar el pincel que había abandonado, embriagada por el dulce romance. Un cuerpo que cualquier artista envidiaría estaba estimulando su inspiración.

No habrá habido alguien que haya dibujado el cuerpo de Ethan antes que yo, ¿verdad?

Eve, repentinamente invadida por los celos, preguntó:

—¿Alguna vez has sido modelo de dibujo para alguien más además de mí?

—Sí, cuando salía con una estudiante de arte.

Los ojos de Eve se volvieron feroces.

—¿Desnudo?

Ante una pregunta que jamás se hubiera atrevido a imaginar, Ethan se sintió aturdido y perdió el momento de responder.

—Contéstame sinceramente, no te voy a dejar.

—Solo le dibujé la cara. Vestido por completo.

—Entonces está bien.

—¿Por qué diablos tenías una sospecha tan alocada? ¿Es tu vida cotidiana desvestir y dibujar a cada hombre que te excita, Lady?

¿Excitar? Eve frunció el ceño ante la expresión vulgar.

—Ja, ¿en serio? ¿Hasta dónde lo desvestiste?

—No. Solo digo que tienes un aspecto que hace que uno quiera dibujarte.

—Ah, ¿quieres desvestirme?

Como no estaba equivocada, Eve no replicó. El apuesto hombre semidesnudo se lamió el labio inferior de forma sugestiva y sonrió con picardía.

—Si lo desea, seré su modelo desnudo solo para la Lady Evelyn.

Dijo que solo le permitiría dibujarle la cara si le decía que era guapo, pero su cuerpo se lo ofrece con solo desearlo. La travesura astuta de su infancia se había convertido en una sensualidad astuta en su adultez.

Guiñó un ojo como si estuviera cerrando un trato secreto, y se inclinó hacia Eve, casi tocándola. El aliento que se colaba en su oído era tan pegajoso como el sudor que le corría por el pecho.

—Pero la tarifa será un intercambio.

Como era de esperar, no podía ser gratis. Pero ¿no es este un trato solo de beneficios? Si no fuera por Becky y Tom, tal vez le habría ordenado que se desnudara de inmediato. Incluso sin sus materiales de arte. Por lo tanto, esta no era la curiosidad de un artista por explorar el cuerpo humano.

Si el deseo que ardía en su vientre fuera pura ansia creativa, sus ojos no se deslizarían constantemente por debajo del ombligo, donde el traje de baño se ajustaba con tensión.

Ethan no sabía que Eve también ardía de deseo como él. Porque no estaba mirando sus ojos.

Incluso con un traje de baño, la mujer cubre su cuerpo más que el hombre, pero las curvas de su figura se revelan sin reservas. El cuerpo desnudo, que había deseado durante mucho tiempo y que pensó que nunca vería, estaba ante sus ojos. Solo una delgada tela los separaba, una tela que se rasgaría fácilmente si Ethan la agarraba y tiraba.

Ah, maldita sea.

La sangre se dirigió hacia la salida del deseo sexual. Existía el peligro de que su propio traje de baño se rasgara antes de que Ethan se volviera loco y rasgara el de Eve.

¡Splash!

Ethan se lanzó al agua fría. Pero su sangre no se enfrió. Porque Eve lo siguió y se tiró al agua también.

Ella se abrazó a él, sin saber lo que estaba sucediendo, y su erección se puso cada vez más firme. Como si estuviera desafiando a un duelo, no solo pinchaba el traje de baño, sino que también tocó el interior del muslo de Eve.

¿Esta chica ni siquiera sabe qué es esto?

Eve se aferraba a él como si fuera una boya, y su expresión era de total calma, a pesar de que su verga la tocaba. Mientras tanto, Ethan perdía la compostura progresivamente.

—Ugh…

El impulso de la ola empujó a Eve, haciendo que su muslo rozara la columna de carne de Ethan a lo largo. Si seguía así, acabaría degradado a un simple pez, esparciendo semen en el mar.

—Vuelvo en un segundo.

Ethan empujó a Eve hacia Becky y Tom y subió solo al yate. Se envolvió una toalla alrededor de la cintura para cubrir la verga que se alzaba desvergonzadamente a plena luz del día, y se escondió en la ducha dentro del camarote.

Voy a aliviar la tensión fingiendo que me quito la sal. No tardaría mucho, ya que la sensación de su amante aún persistía en su cuerpo.

Se disponía a quitarse la toalla y cerrar la puerta, cuando esta se abrió de golpe. Eve se metió por la estrecha abertura y cerró la puerta a sus espaldas. Ethan se encontró repentinamente encarcelado.

—¿Qué se supone que estás haciendo?

—Eso mismo me pregunto yo.

Eve miró hacia el centro de su traje de baño con curiosidad. La tela estirada exponía por completo la forma de su polla hasta la punta, por lo que la ropa hacía tiempo que había perdido su significado.

Como la ducha era estrecha, solo estaban separados por la distancia de un puño. La punta de su verga, que sobresalía sola, casi tocaba el ombligo hundido de la mujer. La señorita culta no se sonrojó en absoluto, sino que torció las comisuras de su boca con desdén.

—¿Qué intentas hacer en mi yate?

—¿No es mejor que hacerlo en tu cuerpo?

Claro, aunque si es mejor eyacular en tu cuerpo, lo haré con gusto.

Ethan se preguntó si su polla podría alcanzar el ombligo de Eve si eyaculaba dentro de ella.

—Te permitiré que ensucies mi yate.

Pensó que su atrevida expectativa se había desvanecido.

—A cambio, muéstrame.

—…No soy una pervertida.

El hecho de que una señorita tan hermosa y distinguida fuera una pervertida oculta y lujuriosa también lo excitaba. Más sangre se concentró en su parte inferior y su abdomen se tensó. Sin embargo, su deseo sexual no había quemado por completo el fusible de su razón.

—Nunca me he masturbado frente a alguien…

—Yo tampoco he visto a un hombre hacerlo por primera vez.

La mujer, que decía que era la primera vez que veía el acto de un hombre, exigía que él eyaculara frente a ella sin que su rostro se enrojeciera ni una vez.

—¿Cómo es que una Lady que creció en un invernadero sabe tanto sobre lo que pasa dentro de la ropa interior?

—El internado no es un invernadero.

—¿Ah, sí?

La confusión se disipó de los ojos de Ethan, y su boca se torció.

—Cuéntame sobre tu primera masturbación y la última. Empezando por qué te excitó tanto que te bajaste las bragas. Quiero eyacular mientras te escucho.

Ante las palabras vulgares, Eve frunció el ceño, pero apretó sus piernas. El hecho de que me excite ver a este hombre en celo como un animal… tal vez sí sea una pervertida. Eve acarició el abdomen de Ethan, que tanto había querido tocar, mientras buscaba en su memoria.