A mi primer amor, con pesar - 10

—Acabo de leer un libro nuevo que saqué de la biblioteca de Kingsbridge, lo terminé de leer en el tren. La devolución es después del inicio de clases, así que el pobre libro quedó a la deriva, pero parece que usted, Lady Evelyn, estaba destinada a ser la segunda lectora.

Un libro para leer sin saber nada. Me emociona, como subirme a un barco que no sé adónde me llevará. También me emociona poder experimentar la sensación de ser una estudiante universitaria a través de un libro de la biblioteca de la universidad. Así que, Ethan Fairchild es también un hombre que sabe de romanticismo.

—Se lo prestaré mañana.

—Me parece bien.

El libro no, tú.

Lady Evelyn, que sonreía con una belleza que daba miedo sucumbir, de repente frunció el ceño.

—Aquí hay demasiado ruido y me duele la garganta.

—Salgamos de una…

—Ven a mi lado.

Ethan pensó que había oído mal. Pero ella se movió al interior del reservado e incluso dio unas palmaditas en el asiento donde él estaba, así que lo había oído correctamente.

¿Cuál es su intención?

Si hubiera sido otra mujer, habría estado seguro de que estaba tratando de seducirlo. Pero, ¿querría la orgullosa y altiva Lady de la Casa Ducal de Kentrell, que ni siquiera le agradaba el puesto de reina de un pequeño país, al nieto de un farero, al hijo de un criminal?

Se sentó a su lado, sacudiéndose la sospecha insolente. Inmediatamente, fue invadido por una nueva codicia descarada.

Lady Evelyn apoyó la barbilla en sus blancos nudillos e inclinó su cuerpo hacia Ethan. Sobre la mesa todavía había un palmo de distancia, pero debajo, su rodilla tocó su muslo.

Estaban tan cerca que él pudo percibir no solo su perfume, sino también un tenue aroma a piel. El calor que se extendía ahora del cuero sintético a su trasero era precisamente la calidez de esa piel. Tan pronto como lo reconoció, la sangre caliente se precipitó hacia abajo.

—Ethan, te encuentro admirable.

La ingenua señorita no sabía que había sentado a su lado a un cachorrito de bestia, no a un muchacho inocente, y por eso lo elogiaba.

—Siempre he admirado y envidiado a las personas que no se quedan estancadas y atadas por sus condiciones innatas, sino que derriban los muros y avanzan hacia un mundo más grande.

Cuando la persona que lo tiene todo reveló sus celos por los demás, de repente se vio de otra manera. No como una figura de poder intocable sentada en un trono invisible, sino como una mujer común, patética y frágil.

Si el alcohol que había bebido hoy no hubiera sido cerveza, sino un licor fuerte, tal vez habría cometido el error de abrazarla. Y tal vez incluso algo más. La media mancha de lápiz labial en el borde de su vaso de cerveza seguía incitando a Ethan.

—Es gracioso, ¿no? Yo, que he vivido fácilmente gracias a ese marco sólido del mundo, ahora quiero la libertad fuera de ese marco.

Cuando Ethan apenas pudo apartar la mirada del vaso y negó con la cabeza, Lady Evelyn sonrió tristemente, como si fuera a desmoronarse.

—Yo también quiero ir a la universidad. Pero mi padre dice que solo debo casarme.

¿Matrimonio?

Él sabía racionalmente que Eve estaba destinada a ser la esposa de otro hombre, ya que sus caminos eran imposibles. Pero su corazón aún no estaba preparado, y la mera suposición de que su primer amor se casaría con otro hombre le retorció el alma.

—Si escuchas la razón, mi padre tiene razón. Si él muere, yo… me quedaré sola.

Quedarse ‘sola’. Era una forma muy eufemística de expresar la realidad que se avecinaba. La palabra que ella había tragado y silenciado por un momento era probablemente ‘despojada de todo por mis parientes’.

Si caes, ¿caerás en mis brazos, que estoy tan abajo?

Ver su oportunidad en la desgracia de otro. Era cierto que una veta de villano corría por su sangre.

—Pero no hay necesidad de apresurarse. Aunque la salud del Duque es delicada… ¿le han dado un pronóstico de vida limitado?

Gota, artritis, hipertensión, diabetes, etc. Había oído que Duque Kentrell padecía las enfermedades típicas de la nobleza, causadas por comer en exceso y no moverse en absoluto.

—No es eso, pero el médico de cabecera me advierte constantemente que, si sigue así, un día podría dormirse y no despertar jamás. Están invirtiendo mucho dinero en tratamientos, pero no hay mejoría.

La vida del Duque no solo estaba en juego, sino también el futuro de su hija. La pobre señorita estaba parada sobre hielo delgado junto a su corpulento padre.

—Ethan, aun así, quiero casarme con alguien a quien ame.

El Ethan de ese momento no comprendía por qué la señorita le confesaba ese deseo. Solo supuso que era un lamento que le hacía a una persona segura, alguien fuera de su interés.

—¿La universidad y el amor son preocupaciones infantiles y frívolas, dada mi situación actual?

—No, incluso yo, que estoy hambriento, me atreví a soñar el mismo sueño, y todavía lo sigo soñando.

Por alguna razón, los ojos singulares de Lady Evelyn brillaron con un resplandor inusual ante esas palabras.

—Si tu amada esposa quisiera ir a la universidad, ¿qué harías?

—Como compañero de vida, debería apoyarla y alentarla.

—Espero que seas un hombre que cumpla su palabra.

—No digo nada que no pueda cumplir. Sin embargo, hay algo en el pensamiento de Lady que me resulta difícil de entender.

—… ¿Qué es?

—¿Es necesario que la Lady encomiende sus estudios a su futuro esposo?

—¿Entonces?

Eve estaba confundida.

¿No entendió lo que insinué? Creí que lo había dicho de forma bastante explícita… ¿Será que me adelanté demasiado y me está rechazando sutilmente, fingiendo no entender?

Las mejillas de Eve ardieron. Tuvo que retroceder un paso.

—Si quiere ir a la universidad, debería hacerlo ahora mismo, incluso si tiene que fugarse de casa.

Decirle a la señorita del Ducado de Kentrell que se fugue. Ethan Fairchild estaba más loco que el Loco Harry.

—Debe convertirse en una adulta que pueda valerse por sí misma, incluso si el Duque fallece. Entonces podrá esperar tranquilamente hasta enamorarse, como desea…

Así que, por favor, no se case ahora. Aunque era un consejo que proyectaba descaradamente su propio deseo, la ingenua señorita lo escuchó seriamente, diciendo que era cierto.

—De hecho, yo también planeaba fugarme e ir a la universidad.

—… ¿Qué?

Estaba claro que todos los Sherwoods estaban locos. Aunque Evelyn Sherwood era ‘loca’ en un sentido positivo.

—La parte de mi fortuna está atada a mi padre y no puedo tocarla, pero me pone suficiente dinero en mi cuenta bancaria. Claro, no alcanzaría ni para los gastos de manutención, mucho menos para cuatro años de matrícula. Tan pronto como me inscriba en la universidad por mi cuenta, el depósito se cortará, por supuesto. Por eso, he estado inventando varias excusas para recibir dinero y desviándolo a una cuenta que mi padre desconoce. Pero lleva mucho tiempo ahorrar para aguantar cuatro años. El tiempo sigue pasando, mis amigos se acercarán a la graduación, y me entristece quedarme sola aquí.

Ella suspiró profundamente y bebió cerveza con una expresión amarga. Mientras se compadecía de la señorita atrapada en una prisión lujosa, sintió una emoción completamente opuesta.

Es una mujer más valiente y astuta de lo que pensaba.

Ethan se sintió aún más profundamente atraído por Evelyn Sherwood.

—Es un plan brillante. ¿Puedo ayudarla?

—¿De verdad?

—Me sobra parte del patrocinio que recibo del Duque.

Solo utilizaba lo estrictamente necesario, incluso menos de lo que su orgullo podía soportar, para que le sobrara.

—Me gustaría dárselo a usted.

Al proponerlo como si hiciera un favor, la situación se tornó cómica de varias maneras.

—Claro, es muy poco para pagar la matrícula, y ni siquiera cubriría el costo de los materiales, pero para los gastos de manutención… Ah, aunque no podrá llevar la misma vida que ahora. Aun así, la ventaja es que, como no es mi dinero, sino el del Duque, usted no sentirá que me debe nada.

—Me gusta la idea de compartir gastos de manutención contigo y vivir juntos.

Ella sonrió dulcemente sin corregir inmediatamente sus propias palabras. Esta señorita ingenua claramente no sabía que sus palabras se podían interpretar de forma distinta a su intención.

—¿Entonces hacemos eso? Si yo también ingreso con una beca completa como tú, no tendré que preocuparme por la matrícula.

—Hay una gran variedad de becas que se pueden obtener fuera de la escuela.

No hay mejor experto en becas que un estudiante pobre. Ethan no solo se ofreció a enseñarle de buen grado sobre las becas que conocía y sus requisitos, sino que también le hizo una promesa que ella ni siquiera había pedido: la ayudaría directamente con las solicitudes.

No era solo una rara oportunidad para devolver los favores y la deuda que había acumulado.

Si dependes de mí, podremos vernos a menudo.

Momentos como el de hoy se convertirán en algo cotidiano.

Ethan era un cachorrito de bestia codicioso.

La señorita, que lo escuchaba atentamente con ojos misteriosos y brillantes, abrió la cajetilla de cigarrillos que estaba sobre la mesa. Sacó dos y se los puso en la boca a la vez. Ethan se quedó estupefacto.

—¿No le importaría morir con tal de ir a la universidad?

Acelerar hacia la muerte mientras se planea un futuro lleno de esperanza.

Ni siquiera Henry Sherwood Jr., la persona más inmoderada que Ethan conocía, fumaba dos a la vez. Ante la mirada de él, que entrecerraba los ojos, la mujer señaló la caja de cerillas, pidiéndole que le encendiera.

¿Qué podía hacer? Hizo lo que se le ordenó. En sus ojos, mientras aspiraba los dos cigarrillos a la vez y lo miraba, había una tenue expectativa.

¿Qué broma estará tramando?

Una vez que prendieron, Lady Evelyn hizo algo que Ethan no podía tomar como una broma bajo ninguna circunstancia. Sacó uno de los cigarrillos que tenía en la boca entre sus dedos y se lo ofreció a él.